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Curiosidades asombrosas de la historia de la innovación. Anécdotas y secretos creativos que pueden ayudarte

01/12/2020 by María Hidalgo

Mere­ce ser compartido:

Actua­li­za­do el Tues­day, 25 January, 2022

✅ En este artícu­lo habla­re­mos de pen­sa­mien­to crea­ti­vo apli­ca­do a los pro­ce­sos de inno­va­ción. Pero si quie­res cono­cer las cla­ves de la inno­va­ción social, te reco­men­da­mos visi­tar innovacionsocial.eu


Todos somos igno­ran­tes. La dife­ren­cia es que no todos igno­ra­mos las mis­mas cosas.

– Albert Eins­tein

La radio, los moto­res a reac­ción, la vacu­na­ción e inclu­so la humil­de male­ta con rue­das: todos estos pro­duc­tos hacen que nues­tras vidas sean más cómo­das, con­ve­nien­tes y conec­ta­das. Pero, ¿cómo lle­ga­ron a dise­ñar­se y hacer­se reali­dad? A tra­vés de la inno­va­ción, por supues­to. Sin embar­go, eso deja la pre­gun­ta: ¿de dón­de nace innovación? 

Des­afor­tu­na­da­men­te, la mayo­ría de la gen­te sim­ple­men­te no lo sabe. Si bien la inno­va­ción es la fuer­za impul­so­ra detrás del avan­ce tec­no­ló­gi­co y el éxi­to de la civi­li­za­ción, sigue sien­do un fenó­meno poco cono­ci­do. Pero si exa­mi­na­mos el inge­nio a lo lar­go de la his­to­ria de la huma­ni­dad, pode­mos comen­zar a com­pren­der las con­di­cio­nes que per­mi­ten que la crea­ti­vi­dad prospere. 

Este artícu­lo ha sido extra­ido de par­te de los retos for­ma­ti­vos de Dise­ño Social EN+ para extraer algu­nos ejem­plos de los sal­tos inno­va­do­res más asom­bro­sos de la huma­ni­dad. Según su pro­pues­ta, la inno­va­ción es un pro­ce­so des­or­de­na­do, incre­men­tal y ascen­den­te que se basa en la cola­bo­ra­ción y el libre inter­cam­bio de ideas. 

La inno­va­ción no es un acto crea­ti­vo ins­tan­tá­neo prac­ti­ca­do por genios soli­ta­rios. En reali­dad, es un pro­ce­so colec­ti­vo, com­pli­ca­do y com­ple­jo. La inno­va­ción ocu­rre cuan­do innu­me­ra­bles per­so­nas com­par­ten, mez­clan y cons­tru­yen encuen­tros for­tui­tos e ideas for­tui­tas. Los nue­vos inven­tos se mejo­ran len­ta y gra­dual­men­te con el tiem­po a medi­da que las per­so­nas encuen­tran usos prác­ti­cos para las ideas nove­do­sas. Si que­re­mos más inno­va­ción en el futu­ro, debe­mos fomen­tar el inter­cam­bio abier­to de cono­ci­mien­tos y asu­mir gran­des ries­gos como indi­vi­duos, orga­ni­za­cio­nes y naciones.

__ ¿Qué des­cu­bri­rás en este post? __

  • La inno­va­ción es un pro­ce­so colec­ti­vo, com­ple­jo y desordenado
  • Las inno­va­cio­nes médi­cas ofre­cen altos ries­gos pero recom­pen­sas aún mayores
  • La inno­va­ción de pro­ce­sos ofre­ce mejo­ras incrementales
  • Algu­nas inno­va­cio­nes son sim­ple­men­te bue­nas ideas
  • Nues­tro deseo de comu­ni­car impul­sa la inno­va­ción rápida
  • La inno­va­ción se basa en el azar, la cola­bo­ra­ción y la recombinación
  • La inno­va­ción no siem­pre vie­ne de arri­ba hacia abajo
  • La inno­va­ción siem­pre se enfren­ta­rá a nues­tra resis­ten­cia conservadora
  • La inno­va­ción es defi­cien­te en Occi­den­te, pero está en auge en otros lugares
  • His­to­ria de la inno­va­ción social: Open por Johan Norberg
    • Des­de la his­to­ria anti­gua has­ta los tiem­pos moder­nos, des­cu­bre la ver­da­de­ra razón detrás del pro­gre­so humano
    • La coope­ra­ción es cla­ve para el pro­gre­so humano
    • Los pri­me­ros glo­ba­lis­tas reve­la­ron los bene­fi­cios per­du­ra­bles del libre comer­cio y una socie­dad abierta
    • A lo lar­go de la his­to­ria, la ilu­mi­na­ción suce­dió fue­ra de una Euro­pa de men­te cerrada
    • En Euro­pa, la aper­tu­ra se afian­zó a medi­da que sur­gie­ron nue­vas posi­bi­li­da­des comerciales
    • La eco­no­mía glo­bal no es un jue­go de suma cero
    • De muchas for­mas, los ins­tin­tos huma­nos están en con­flic­to con la apertura
    • El auto­ri­ta­ris­mo tam­bién tie­ne sus raí­ces en el impul­so humano, pero no ayuda
    • Los pro­ble­mas que enfren­ta el mun­do de hoy solo pue­den resol­ver­se median­te la apertura

La innovación es un proceso colectivo, complejo y desordenado

La cien­cia es más que un sim­ple con­jun­to de cono­ci­mien­tos: es una mane­ra de pensar.

– Atri­bui­da Carl Sagan

La Revo­lu­ción Indus­trial, el gran sal­to en la pro­duc­ti­vi­dad que ini­ció la era moder­na, comen­zó cuan­do los huma­nos apro­ve­cha­ron por pri­me­ra vez el poder del vapor para auto­ma­ti­zar el tra­ba­jo. Para hacer esto, uti­li­za­ron una nue­va máqui­na lla­ma­da máqui­na de vapor atmos­fé­ri­ca. ¿A quién agra­de­ce­mos por este asom­bro­so logro? Un hom­bre lla­ma­do Denis Papin. O, espe­ra, tal vez debe­ría­mos agra­de­cer­le a Tho­mas Savery. O, espe­re, ¿qui­zás un tipo lla­ma­do Tho­mas New­co­men mere­ce nues­tro elo­gio? La ver­dad es que los tres hom­bres mere­cen algo de cré­di­to, pero nin­guno de ellos pue­de recla­mar­lo todo. 

Eso es por­que, alre­de­dor de 1700, Papin, Savery y New­co­men pro­du­je­ron sus pro­pios mode­los fun­cio­na­les del motor atmos­fé­ri­co. Has­ta el día de hoy, no está cla­ro quién fue real­men­te el pri­me­ro o cuán­to influ­yó cada inven­tor en los demás. 

A menu­do aso­cia­mos una nue­va inven­ción con un solo crea­dor. Sin embar­go, eso es una sim­pli­fi­ca­ción exce­si­va de cómo ope­ra la inno­va­ción. Inclu­so las per­so­nas más crea­ti­vas no tra­ba­jan en el vacío. Siem­pre están influen­cia­dos por las herra­mien­tas, tec­no­lo­gías, ideas y estruc­tu­ras socia­les que los rodean. Esto a menu­do sig­ni­fi­ca que múl­ti­ples fuer­zas con­tri­bu­yen a una inno­va­ción, inclu­so cuan­do una per­so­na se lle­va el méri­to (pri­me­ro públi­co y pos­te­rior­men­te histórico).

Con­si­de­re­mos el caso de la máqui­na de vapor atmos­fé­ri­ca. Este dis­po­si­ti­vo rela­ti­va­men­te sim­ple calien­ta y enfría el agua en un cilin­dro de metal. La pre­sión cam­bian­te cau­sa­da por el vapor crea un movi­mien­to que pue­de usar­se para tra­ba­jar, como bom­bear agua de las minas. ¿Papin, Savery o New­co­men podrían haber­lo inven­ta­do com­ple­ta­men­te por su cuenta? 

Real­men­te no. Las ideas bási­cas detrás del dis­po­si­ti­vo ya eran temas can­den­tes de dis­cu­sión en los círcu­los cien­tí­fi­cos en ese momen­to. Papin y Savery, refi­na­ron su pen­sa­mien­to inter­cam­bian­do car­tas y docu­men­tos con otros inven­to­res. Ade­más, New­co­men, que cons­tru­yó la ver­sión más exi­to­sa del motor, se basó en avan­ces pre­vios en tec­no­lo­gía de herre­ría para com­ple­tar su máqui­na. Por lo tan­to, la inven­ción de cada uno de ellos fue tam­bién pro­duc­to de sus ante­ce­den­tes e influencias.

Este prin­ci­pio se apli­ca a toda inno­va­ción. Si bien Tho­mas Edi­son se atri­bu­ye el méri­to de haber inven­ta­do la bom­bi­lla en 1879, la ver­dad es que más de otros 20 crea­do­res paten­ta­ron arti­lu­gios simi­la­res en déca­das ante­rio­res. Todos estos pen­sa­do­res res­pon­dían a las ideas y tec­no­lo­gías que cir­cu­la­ban en ese momen­to. Por supues­to, algu­nos de estos inten­tos fue­ron mejo­res que otros, pero nin­gu­na de estas inno­va­cio­nes se pro­du­jo de for­ma com­ple­ta­men­te aislada.

Curiosidades asombrosas de la historia de la innovación. Anécdotas y secretos creativos que pueden ayudarte 1

“Uno de los defec­tos en la for­ma en que con­ta­mos las his­to­rias de inno­va­ción es que selec­cio­na­mos injus­ta­men­te a las per­so­nas, igno­ran­do la con­tri­bu­ción de muchos otros ciu­da­da­nos anónimos”.

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Las innovaciones médicas ofrecen altos riesgos pero recompensas aún mayores

Mien­tras que la máqui­na de vapor atmos­fé­ri­ca ini­ció la Revo­lu­ción Indus­trial, la medi­ci­na evo­lu­cio­nó con sus pro­pios pro­ce­di­mien­tos inno­va­do­res, como los siguientes:

Paso uno: bus­que a alguien que se recu­pe­re de la virue­la. Qui­te con cui­da­do un poco de pus de una de las muchas lesio­nes abier­tas cau­sa­das por la enfer­me­dad.

Paso dos: Con un cuchi­llo o una agu­ja, cor­te una heri­da abier­ta en su pro­pia piel. No dema­sia­do pro­fun­do, pero lo sufi­cien­te­men­te pro­fun­do como para sacar san­gre.

Paso tres: Fro­te el pus infec­ta­do en su herida.

Esta téc­ni­ca se lla­ma injer­to. En la mayo­ría de los casos, lo hará inmu­ne a la virue­la. Si pare­ce asque­ro­so y peli­gro­so aho­ra, ima­gí­nen­se cómo le pare­ció a un euro­peo en el siglo XVIII. No tenían una com­pren­sión cien­tí­fi­ca de por qué fun­cio­na­ba, pero fun­cio­nó. Enton­ces, a medi­da que avan­za­ba el siglo, la prác­ti­ca se puso de moda. Sal­vó innu­me­ra­bles vidas y final­men­te con­du­jo al des­cu­bri­mien­to de las vacu­nas modernas. 

Un hecho intere­san­te sobre la inno­va­ción es que las mayo­res reve­la­cio­nes no siem­pre pro­vie­nen de un des­cu­bri­mien­to deli­be­ra­do o de una sóli­da teo­ría cien­tí­fi­ca. En cam­bio, se desa­rro­llan poco a poco con el tiem­po a tra­vés del azar, así como de prue­ba y error, a medi­da que las per­so­nas bus­can solu­cio­nes prác­ti­cas a sus pro­ble­mas. En el cam­po médi­co, este es un pro­ce­so par­ti­cu­lar­men­te ries­go­so, pero ha dado lugar a muchas prác­ti­cas que sal­van vidas. 

El escri­tor y eco­no­mis­ta Tim Har­ford estu­dia los sis­te­mas com­ple­jos y ha encon­tra­do un víncu­lo sor­pren­den­te entre los sis­te­mas exi­to­sos: fue­ron hechos a base de ensa­yo y error. Tam­bién nos pro­po­ne que nos embar­que­mos en lo alea­to­rio y comen­ce­mos a come­ter mejo­res errores.

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Hace unos meses os con­ta­mos cómo aca­ba­ron metien­do en mani­co­mio al médi­co hún­ga­ro que reco­men­da­ba lavar­se las manos a los médi­cos. Aquí tie­nes su his­to­ria com­ple­ta. Pero pon­ga­mos otro ejem­plo. Con­si­de­re el sumi­nis­tro de agua de Jer­sey City. En 1908, el rápi­do desa­rro­llo indus­trial con­ta­mi­nó el agua de la ciu­dad con esco­rren­tías insa­lu­bres. El resul­ta­do fue­ron gra­ves bro­tes de cóle­ra y otras enfer­me­da­des. Con pri­sa por solu­cio­nar el pro­ble­ma, el Dr. John Leal agre­gó clo­ru­ro de cal, un desin­fec­tan­te, al agua. 

En ese momen­to, agre­gar pro­duc­tos quí­mi­cos al agua pota­ble se con­si­de­ra­ba repul­si­vo. Los ciu­da­da­nos loca­les esta­ban indig­na­dos. Pero Leal había oído rumo­res de que fun­cio­na­ba en ciu­da­des euro­peas, así que lo inten­tó de todos modos. En unos meses, el expe­ri­men­to dio sus fru­tos y las tasas de enfer­me­dad se des­plo­ma­ron. Pron­to, las comu­ni­da­des de todo el país esta­ban siguien­do el ejem­plo de Jer­sey City. 

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La innovación de procesos ofrece mejoras incrementales

El Sala­man­ca , el Puf­fing Billy , el Sans Pareil . Estos nom­bres sue­nan ton­tos aho­ra, pero a prin­ci­pios del siglo XIX, cada uno repre­sen­ta­ba un peque­ño paso hacia la mejo­ra de la for­ma en que nos movemos. 

En los albo­res del siglo XIX, el caba­llo era el rey del trans­por­te. Sin embar­go, los inven­to­res creían que una máqui­na, la loco­mo­to­ra a vapor, podría ocu­par su lugar. La par­te com­pli­ca­da fue ave­ri­guar cómo cons­truir una. Enton­ces, los inge­nie­ros pro­ba­ron una gran can­ti­dad de dise­ños dife­ren­tes, dan­do a cada nue­vo pro­to­ti­po un nue­vo nom­bre atrevido. 

No todos los dis­po­si­ti­vos tuvie­ron éxi­to, pero algu­nos rea­li­za­ron mejo­ras pos­te­rio­res en velo­ci­dad, segu­ri­dad o con­fia­bi­li­dad. En 1829, el Roc­ket, una loco­mo­to­ra cons­trui­da por Robert Stephen­son, era capaz de trans­por­tar 13 tone­la­das de car­ga a 30 millas por hora, y el mun­do esta­ba en camino de un boom ferroviario.

A lo lar­go de la his­to­ria, los seres huma­nos siem­pre han bus­ca­do for­mas de via­jar más rápi­das y fia­bles. Sin embar­go, nun­ca sur­gió nin­gún nue­vo modo de trans­por­te en una for­ma com­ple­ta­men­te per­fec­ta. Por ejem­plo, las máqui­nas ele­gan­tes y efi­cien­tes que nos lle­van hoy en día son el resul­ta­do de innu­me­ra­bles per­so­nas que rea­li­za­ron innu­me­ra­bles peque­ñas mejo­ras de dise­ño a lo lar­go del tiem­po. En el futu­ro, ade­más de rapi­dez y fia­bi­li­dad, nos enfren­ta­mos a un nue­vo reto: que se sean más sos­te­ni­bles y menos contaminantes.

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Cen­tre­mo­nos en la evo­lu­ción recien­te de los auto­mó­vi­les. La mayo­ría con­fía en el motor de com­bus­tión inter­na para obte­ner ener­gía. Isaac de Rivaz, un ofi­cial de arti­lle­ría fran­co-sui­zo, cons­tru­yó el ante­pa­sa­do más anti­guo de esta máqui­na en 1807. Fun­cio­na­ba con hidró­geno y oxí­geno pero era rui­do­sa, tor­pe y pro­pen­sa a explo­sio­nes. En 1860, un hom­bre de Pen­sil­va­nia lla­ma­do Jean Joseph Lenoir actua­li­zó el dise­ño para que fun­cio­na­ra con petró­leo. Este fue un avan­ce, pero el dis­po­si­ti­vo aún era muy ineficiente.

Lue­go, en 1876, Niko­lau Otto, un ven­de­dor de comes­ti­bles, refi­nó la máqui­na agre­gan­do un ciclo de cua­tro pasos de com­pre­sión y encen­di­do. Apo­da­do el motor de cua­tro tiem­pos, este mode­lo per­mi­tió un fun­cio­na­mien­to más sua­ve. Este dise­ño fue adop­ta­do por el inven­tor ale­mán Karl Benz. En 1894, amplió la poten­cia del motor y lo usó para con­du­cir una máqui­na de tres rue­das lla­ma­da Motor­wa­gen.

Si bien el Motor­wa­gen fue un éxi­to entre los ricos, siguió sien­do una nove­dad. Fue nece­sa­rio otro inven­tor, Henry Ford, para lle­var el auto­mó­vil a las masas. En 1909, su pro­ce­so de fabri­ca­ción en línea de ensam­bla­je hizo que el auto­mó­vil Mode­lo T fue­ra ase­qui­ble para más per­so­nas. Pron­to, los auto­mó­vi­les fue­ron uno de los medios de trans­por­te más popu­la­res. Se nece­si­ta­ron déca­das de mejo­ra len­ta y cons­tan­te, pero el motor final­men­te había con­quis­ta­do al caballo.

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Algunas innovaciones son simplemente buenas ideas

Tome­mos como ejem­plo a una humil­de pata­ta. Este sabro­so tubércu­lo es la base de muchos pla­tos popu­la­res que ama­mos hoy, pero no siem­pre fue así. Al menos, no fue en Euro­pa. Eso requi­rió algo de innovación.

Cul­ti­va­da por pri­me­ra vez hace más de 8.000 años en la Cor­di­lle­ra de los Andes de Amé­ri­ca del Sur, la pata­ta no lle­gó al Vie­jo Mun­do has­ta media­dos del siglo XVI. 

Duran­te déca­das, los euro­peos mira­ron las pata­tas con rece­lo. La igle­sia en Ingla­te­rra los prohi­bió. La gen­te en Fran­cia creía que cau­sa­ban lepra.

Sin embar­go, poco a poco, la gen­te apren­dió a amar este cul­ti­vo robus­to y rico en nutrien­tes. La idea de comer pata­tas se hizo popu­lar por pri­me­ra vez en Bél­gi­ca. Enton­ces la idea se exten­dió por todo el con­ti­nen­te. En el siglo XIX, la mayo­ría de los paí­ses euro­peos habían hecho de la pata­ta un nue­vo ali­men­to bási­co en su cocina. 

A menu­do, el con­cep­to de inno­va­ción se redu­ce a inven­ción tec­no­ló­gi­ca. Es decir, pen­sa­mos en la inno­va­ción como el pro­ce­so de crear nue­vos ele­men­tos tan­gi­bles, como máqui­nas que aho­rran tra­ba­jo o arti­lu­gios electrónicos. 

Algu­nas de las inno­va­cio­nes más influ­yen­tes de todos los tiem­pos no son obje­tos en abso­lu­to. En cam­bio, son ideas que abren nue­vas for­mas de acer­car­se al mun­do o resol­ver pro­ble­mas. Es la inno­va­ción social.

Un ejem­plo de inno­va­ción intan­gi­ble que uti­li­za todos los días es el sis­te­ma numé­ri­co ará­bi­go, más común­men­te cono­ci­do como núme­ros. Sí, inclu­so la idea de usar 1, 2 y 3 fue una vez revo­lu­cio­na­ria. Este sis­te­ma de con­teo fue desa­rro­lla­do por pri­me­ra vez por eru­di­tos indios alre­de­dor del año 500 d.C. Lue­go fue adop­ta­do por los comer­cian­tes ára­bes en el siglo IX y final­men­te encon­tró un pun­to de apo­yo en Euro­pa en el 1200 gra­cias a un autor ita­liano cono­ci­do como Fibonacci.

Fibo­nac­ci abo­gó por el uso de núme­ros ará­bi­gos por­que eran más prác­ti­cos que los núme­ros roma­nos popu­la­res en ese momen­to. Su ven­ta­ja cla­ve era su sis­te­ma posi­cio­nal. Mien­tras que el núme­ro romano V siem­pre sig­ni­fi­ca cin­co, el valor ará­bi­go de cin­co cam­bia según su posi­ción en una secuen­cia. Enton­ces, un cin­co segui­do de un cero sig­ni­fi­ca 50, un valor diez veces mayor.

Esto pare­ce un peque­ño cam­bio, pero abre un mun­do com­ple­ta­men­te nue­vo para las mate­má­ti­cas. Con los núme­ros ará­bi­gos, es posi­ble hacer cálcu­los más avan­za­dos como mul­ti­pli­ca­ción, divi­sión y álge­bra. Tam­bién es mucho más fácil lle­var regis­tros finan­cie­ros y hacer con­ta­bi­li­dad. Adop­tar la idea de los núme­ros ará­bi­gos fue una inno­va­ción esen­cial para lan­zar a Euro­pa a una nue­va era de comer­cio, comer­cio y des­cu­bri­mien­to científico.

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Ima­gi­na cuán impor­tan­te es para la cien­cia y las máte­má­ti­cas esta deci­sión. Pero no se que­dó ahí. El len­gua­je mate­má­ti­co ha evo­lu­cio­na­do tan­to que os deja­mos un sen­ci­llo ejem­plo de su inno­va­do­ra com­ple­ji­dad. La ecua­ción de Euler es con­si­de­ra­da la expre­sión mate­má­ti­ca más her­mo­sa de todos los tiem­pos ya que reúne en una sola expre­sión a los cin­co núme­ros más impor­tan­tes de la his­to­ria de las mate­má­ti­cas y de la his­to­ria de la humanidad.

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El 1 y el 0: nos lle­van a los pri­me­ros albo­res de la arit­mé­ti­ca y de la filo­so­fía, sobre todo a los pita­gó­ri­cos que pen­sa­ban que el mun­do esta­ba hecho de núme­ros-cosas.

Pi: está en el ori­gen de la geo­me­tría como razón cons­tan­te del círcu­lo y su radio. Nos con­du­ce a la pri­me­ra catás­tro­fe en mate­má­ti­cas, el des­cu­bri­mien­to de los núme­ros irra­cio­na­les, que dejó pen­sa­ti­vos a los pita­gó­ri­cos tar­díos y que Pla­tón los inte­gró en la estruc­tu­ra del mun­do para mos­trar que el últi­mo com­po­nen­te del uni­ver­so tie­ne algo de irra­cio­nal.

i: la raíz cua­dra­da de ‑1, es el núme­ro ima­gi­na­rio que nos lle­va a la fusión de geo­me­tría, arit­mé­ti­ca y álge­bra y al naci­mien­to del aná­li­sis, el len­gua­je en el que está escri­ta la natu­ra­le­za. Está en el ori­gen de la revo­lu­ción cien­tí­fi­ca y de la moder­ni­dad. Y da ori­gen a los núme­ros com­ple­jos, amplia­ción de los reales e ima­gi­na­rios, y con ello a un espa­cio con­cep­tual en el que nos abis­ma­mos.

e: es la base de los loga­rit­mos natu­ra­les o nepe­ria­nos. Es el núme­ro más social de todos: está en el ori­gen del capi­ta­lis­mo. Fue des­cu­bier­to como lími­te de las series de inte­rés com­pues­to con las que tra­ba­ja­ba la ban­ca de los pri­me­ros momen­tos. Se con­vir­tió en la base de los loga­rit­mos natu­ra­les y en el núme­ro tal vez más impor­tan­te de las matemáticas.

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Curio­si­da­des asom­bro­sas de la his­to­ria de la inno­va­ción. Anéc­do­tas y secre­tos crea­ti­vos que pue­den ayu­dar­te 18

La ecua­ción de Bol­tz­mann rela­cio­na la entro­pía de un sis­te­ma con la pro­ba­bi­li­dad del esta­do del sis­te­ma y con­tie­ne una de las cons­tan­tes bási­cas del uni­ver­so, la cons­tan­te de Bol­tz­man (entre tem­pe­ra­tu­ra abso­lu­ta y enere­gía). En la fór­mu­la está escri­ta la épo­ca con­tem­po­rá­nea y rela­cio­na las tres gran­des con­quis­tas que trans­for­ma­ron el mun­do des­de el siglo XIX: la domes­ti­ca­ción de la ener­gía, la domes­ti­ca­ción de la pro­ba­bi­li­dad y la domes­ti­ca­ción del azar. 

La ener­gía fue el gran tema des­de la máqui­na de vapor a Hiroshi­ma, lo mejor y lo peor en cuan­to las inno­va­cio­nes recien­tes. La com­pren­sión de la pro­ba­bi­li­dad trans­for­mó la cien­cia y la socie­dad: des­de la ter­mo­di­ná­mi­ca, mecá­ni­ca esta­dís­ti­ca y mecá­ni­ca cuán­ti­ca a los jue­gos de bol­sa, los segu­ros y la eco­no­mía neo­li­be­ral. Aun­que mucho ha cam­bia­do las cien­cias de la infor­ma­ción des­de la crea­ción ecua­ción, esta ya reco­no­ce que cam­bió nues­tro mundo. 

Curiosidades asombrosas de la historia de la innovación. Anécdotas y secretos creativos que pueden ayudarte 12
Curio­si­da­des asom­bro­sas de la his­to­ria de la inno­va­ción. Anéc­do­tas y secre­tos crea­ti­vos que pue­den ayu­dar­te 19

Nuestro deseo de comunicar impulsa la innovación rápida

Bal­ti­mo­re, Mary­land, 1843. El Par­ti­do Whig cele­bra una con­ven­ción y nomi­na a Henry Clay para pre­si­den­te. Es una gran noti­cia y, por lo gene­ral, un tren tar­da­ría más de una hora en entre­gar los resul­ta­dos a Washing­ton, DC. Pero, este año, el men­sa­je lle­ga en segundos. 

¿Cómo? Gra­cias al telé­gra­fo, un inven­to com­ple­ta­men­te nue­vo ins­ta­la­do por Samuel Mor­se. Trans­mi­te infor­ma­ción envian­do seña­les eléc­tri­cas a tra­vés de un cable sus­pen­di­do. Es la pri­me­ra inno­va­ción prác­ti­ca en el cam­po emer­gen­te de la tec­no­lo­gía de comu­ni­ca­ción elec­tri­fi­ca­da. El telé­fono lle­ga unos años más tar­de, en 1876. La radio inalám­bri­ca pron­to lle­ga en la déca­da de 1890.

A prin­ci­pios de siglo, las per­so­nas dis­tan­tes están más conec­ta­das que nun­ca. Sin embar­go, esto es solo el comien­zo. Duran­te las pró­xi­mas déca­das, las inno­va­cio­nes en la tec­no­lo­gía de la infor­ma­ción y las comu­ni­ca­cio­nes revo­lu­cio­na­rán el mundo.

Antes de que Mor­se mar­ca­ra los pri­me­ros pun­tos y guio­nes a tra­vés de un telé­gra­fo, la comu­ni­ca­ción se rea­li­za­ba cara a cara o median­te obje­tos físi­cos como car­tas y libros. Las ideas se difun­den más len­ta­men­te y el acce­so a la infor­ma­ción depen­de de los mate­ria­les impre­sos que pue­da tener en sus manos. Sin embar­go, el adve­ni­mien­to de las comu­ni­ca­cio­nes elec­tró­ni­cas como el telé­gra­fo, el telé­fono y, final­men­te, las compu­tado­ras lo cam­bió todo, y rápidamente.

Es difí­cil exa­ge­rar la rapi­dez con la que se adop­tó la nue­va tec­no­lo­gía de comu­ni­ca­ción. La pri­me­ra línea de telé­gra­fo se com­ple­tó en 1844. Para 1855, había 42.000 millas de líneas solo en los Esta­dos Uni­dos. A fines de la déca­da de 1870, los cables tele­grá­fi­cos se exten­dían por los océa­nos Atlán­ti­co y Pací­fi­co. La radio­di­fu­sión tie­ne una tra­yec­to­ria simi­lar. Comen­zó con una sola esta­ción en 1900 y se con­vir­tió en la for­ma domi­nan­te de comu­ni­ca­ción públi­ca en la déca­da de 1930.

Las compu­tado­ras tam­bién se con­vir­tie­ron en una par­te esen­cial de la vida dia­ria a un rit­mo asom­bro­so. Esto se debe en par­te a la rapi­dez con la que la tec­no­lo­gía infor­má­ti­ca mejo­ró y se minia­tu­ri­zó. La capa­ci­dad de pro­ce­sa­mien­to de una compu­tado­ra está deter­mi­na­da por la can­ti­dad de tran­sis­to­res que tie­ne. Las mejo­ras incre­men­ta­les hacen que los tran­sis­to­res sean más peque­ños y más fáci­les de pro­du­cir, lo que per­mi­te que más tran­sis­to­res se alo­jen en menos espa­cio. Este fenó­meno a veces se deno­mi­na Ley de Moo­re. Enton­ces, en 1975, el chip de compu­tado­ra pro­me­dio tenía 65,000 tran­sis­to­res. Hoy, ese núme­ro ascien­de a miles de millo­nes y son mucho más baratos.

Aho­ra que Inter­net conec­ta todas las compu­tado­ras del mun­do, com­par­tir infor­ma­ción es más fácil que nun­ca. Esta inno­va­ción ha cam­bia­do el pano­ra­ma polí­ti­co al otor­gar una enor­me can­ti­dad de poder a quie­nes con­tro­lan la tec­no­lo­gía de la comu­ni­ca­ción. Aho­ra, las empre­sas más influ­yen­tes del mun­do son moto­res de bús­que­da como Goo­gle e impe­rios de redes socia­les como Facebook. 

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La innovación se basa en el azar, la colaboración y la recombinación

Las sar­te­nes anti­adhe­ren­tes en tu coci­na, los abri­gos Gore-Tex usa­dos ​​en ambien­tes extre­mos, las cáma­ras de gas flúor en las pri­me­ras bom­bas ató­mi­cas. ¿Qué tie­nen todos estos en común? Todas son inno­va­cio­nes basa­das en poli­te­tra­fluo­roe­ti­leno o PTFE.

El PTFE se sin­te­ti­zó por pri­me­ra vez en 1938, por acci­den­te. Un cien­tí­fi­co que inves­ti­ga­ba refri­ge­ran­tes alma­ce­nó gas tetra­fluo­roe­ti­leno a tem­pe­ra­tu­ras bajo cero. El quí­mi­co se soli­di­fi­có en una sus­tan­cia dura que era inusual­men­te esta­ble y resis­ten­te al calor. No fun­cio­nó como refri­ge­ran­te, pero otros cien­tí­fi­cos des­cu­brie­ron que en otros con­tex­tos, podría usar­se para mucho más. Esta his­to­ria del PTFE es útil por­que demues­tra la for­ma com­ple­ja en que real­men­te fun­cio­na la innovación. 

Cada his­to­ria de inno­va­ción es dife­ren­te, pero si obser­va de cer­ca, verá que a menu­do siguen un patrón simi­lar. Muchas de las mayo­res inno­va­cio­nes comien­zan con un poco de seren­di­pia. Alguien tie­ne un gol­pe de suer­te, una per­cep­ción inusual o un hecho alea­to­rio. Lue­go, otros reto­man el des­cu­bri­mien­to y lo apli­can a nue­vas situa­cio­nes. Median­te ensa­yo y error, apli­can la nue­va idea o inven­ción en dife­ren­tes con­tex­tos has­ta que encuen­tran un uso práctico.

Con­si­de­re la prác­ti­ca moder­na de usar ADN como evi­den­cia foren­se en casos cri­mi­na­les. Nadie se pro­pu­so espe­cí­fi­ca­men­te crear esta inno­va­ción. En cam­bio, comen­zó en 1977, cuan­do Alec Jef­freys, un cien­tí­fi­co de la Uni­ver­si­dad de Lei­ces­ter, tra­tó de desa­rro­llar un méto­do uti­li­zan­do ADN para diag­nos­ti­car enfer­me­da­des. Mien­tras reco­lec­ta­ba mues­tras, vio que el ADN se pare­cía mucho a las hue­llas dac­ti­la­res, es decir, el códi­go gené­ti­co de cada per­so­na era dife­ren­te. Un des­cu­bri­mien­to casual. 

Mien­tras tan­to, la poli­cía local lucha­ba por resol­ver un espan­to­so ase­si­na­to. Se pre­gun­ta­ron si el des­cu­bri­mien­to de Jef­fery podría ayu­dar a resol­ver el mis­te­rio. Enton­ces, el cien­tí­fi­co y la poli­cía tra­ba­ja­ron jun­tos. Comen­za­ron a reco­lec­tar y ana­li­zar más de 5,000 mues­tras gené­ti­cas de sos­pe­cho­sos loca­les. Lue­go los com­pa­ra­ron con el ADN encon­tra­do en la esce­na del cri­men. Final­men­te, encon­tra­ron una coin­ci­den­cia. Caso cerrado.

Debi­do a que gran par­te de la inno­va­ción sigue este mis­mo patrón, es posi­ble iden­ti­fi­car las con­di­cio­nes don­de es más pro­ba­ble que suce­da. La inno­va­ción pros­pe­ra cuan­do las per­so­nas pue­den cru­zar­se, mez­clar­se e inter­cam­biar ideas. Por eso, a lo lar­go de la his­to­ria, las uni­ver­si­da­des, los cen­tros comer­cia­les y las prin­ci­pa­les ciu­da­des han pro­du­ci­do cons­tan­te­men­te inno­va­cio­nes nove­do­sas. Al reu­nir en un solo lugar a dife­ren­tes per­so­nas con dife­ren­tes cono­ci­mien­tos, pers­pec­ti­vas y cul­tu­ras, estos con­tex­tos fomen­tan el tipo de inter­ac­cio­nes que impul­san la innovación.

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La innovación no siempre viene de arriba hacia abajo

En 1924, el gobierno bri­tá­ni­co que­ría cons­truir una aero­na­ve civil capaz de via­jar a tra­vés de los océa­nos. Esto plan­teó la pre­gun­ta: ¿debe­ría la tarea ser mane­ja­da por el gobierno o por la indus­tria pri­va­da? Deci­die­ron pro­bar ambos enfo­ques. El Par­la­men­to con­tra­tó un labo­ra­to­rio del gobierno y una empre­sa pri­va­da, Vic­kers, para cons­truir dos barcos.

¿Cómo se desa­rro­lló este expe­ri­men­to? Bueno, en 1930, Vic­kers había dise­ña­do el R100, un avión lige­ro, rápi­do y efi­cien­te. Via­jó a Cana­dá y regre­só sin pro­ble­mas. Mien­tras tan­to, el labo­ra­to­rio del gobierno cons­tru­yó el R101, un bar­co más pesa­do y cos­to­so. En su via­je inau­gu­ral a Kara­chi, Pakis­tán, solo lle­gó a Fran­cia antes de estre­llar­se, matan­do a 48 pasajeros. 

Exis­te la noción popu­lar de que la inno­va­ción requie­re orien­ta­ción y finan­cia­ción direc­ta­men­te del esta­do. Este argu­men­to pos­tu­la que la indus­tria pri­va­da, en una bús­que­da cons­tan­te de bene­fi­cios fáci­les, evi­ta­rá la inves­ti­ga­ción y el desa­rro­llo cos­to­sos nece­sa­rios para crear ideas ver­da­de­ra­men­te nue­vas. En su lugar, las empre­sas acu­mu­la­rán sus paten­tes y sim­ple­men­te reno­va­rán los pro­duc­tos anti­guos. ¿Pero es esto cierto?

No exac­ta­men­te. Si bien es cier­to que la inves­ti­ga­ción diri­gi­da por el gobierno hace gran­des des­cu­bri­mien­tos, a menu­do se nece­si­ta el inge­nio de la empre­sa pri­va­da para con­ver­tir­los en inno­va­cio­nes prác­ti­cas. Pien­se en Inter­net. Los com­po­nen­tes bási­cos de las redes infor­má­ti­cas fue­ron crea­dos por la Agen­cia de Pro­yec­tos de Inves­ti­ga­ción Avan­za­da de Defen­sa, un labo­ra­to­rio del gobierno esta­dou­ni­den­se. Sin embar­go, la World Wide Web no des­pe­gó como una nece­si­dad domés­ti­ca has­ta que empre­sas pri­va­das como Cis­co comen­za­ron a expe­ri­men­tar con la tec­no­lo­gía en las déca­das de 1980 y 1990.

Esta diná­mi­ca ocu­rre por­que los gran­des pro­yec­tos guber­na­men­ta­les a menu­do no son sen­si­bles a las nece­si­da­des o deseos de la gen­te común. Ade­más, pue­den ser len­tos para adop­tar ideas nue­vas e inno­va­do­ras. Sin embar­go, las gran­des empre­sas tam­bién pue­den sufrir esta ten­den­cia. Es por eso que inclu­so las empre­sas gigan­tes a veces son usur­pa­das por empren­de­do­res valientes. 

¿Recuer­das a Kodak? Esta empre­sa fue una vez el maes­tro indis­cu­ti­ble de la indus­tria de la foto­gra­fía. Las cáma­ras de pelí­cu­la eran su pro­duc­to estre­lla. Enton­ces, en 1975, cuan­do uno de sus cien­tí­fi­cos cons­tru­yó una ver­sión tem­pra­na de una cáma­ra digi­tal, su inno­va­ción fue igno­ra­da. Los direc­ti­vos sim­ple­men­te no vie­ron el poten­cial en su volu­mi­no­so apa­ra­to elec­tró­ni­co. Sin embar­go, las empre­sas más peque­ñas lo hicie­ron. Y desa­rro­lla­ron sus pro­pios pro­duc­tos, que se apo­de­ra­ron del mer­ca­do. Por lo tan­to, Kodak se per­dió la revo­lu­ción de la foto­gra­fía digi­tal y se decla­ró en ban­ca­rro­ta en 2012. 

Por tan­to, no se tra­ta de dón­de pro­ce­de la inno­va­ción sino cómo se pro­du­ce esa inno­va­ción y cómo pue­de ayu­dar al bien común. 

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La innovación siempre se enfrentará a nuestra resistencia conservadora

Date un paseo por el pasi­llo de pro­duc­tos lác­teos de tu super­mer­ca­do. Verás una amplia selec­ción de man­te­qui­llas y mar­ga­ri­nas colo­ca­das una al lado de la otra en per­fec­ta armo­nía. Pero no siem­pre fue así.

Cuan­do se inven­tó la mar­ga­ri­na por pri­me­ra vez en 1869, cau­só un gran revue­lo. La pas­ta acei­to­sa era más bara­ta y más esta­ble que la man­te­qui­lla. La indus­tria lác­tea, temien­do a la com­pe­ten­cia, lan­zó una cam­pa­ña feroz con­tra ella. El Con­se­jo Nacio­nal de Lác­teos inclu­so fal­si­fi­có estu­dios que mos­tra­ban que era peli­gro­so. En la déca­da de 1940, dos ter­cios de los esta­dos esta­dou­ni­den­ses habían prohi­bi­do este alimento.

Por supues­to, el fer­vor final­men­te dis­mi­nu­yó y la mar­ga­ri­na se con­vir­tió en un ali­men­to acep­ta­do. Sin embar­go, esta bata­lla de la man­te­qui­lla mues­tra que inclu­so las nue­vas crea­cio­nes ino­fen­si­vas pue­den avi­var la controversia.

Cuan­do una idea o inven­to ver­da­de­ra­men­te nove­do­so lle­ga a la esce­na, a menu­do será recha­za­do. Esto se debe a que la gen­te común a menu­do teme al cam­bio. Ade­más, las indus­trias esta­ble­ci­das no quie­ren arries­gar­se a per­der su supre­ma­cía. Esta es la razón por la que los cria­do­res de caba­llos lucha­ron con­tra los trac­to­res, los reco­lec­to­res de hie­lo inten­ta­ron sofo­car la tec­no­lo­gía de refri­ge­ra­ción y algu­nos músi­cos ini­cial­men­te que­rían prohi­bir que las esta­cio­nes de radio repro­du­je­ran músi­ca grabada.

Otra for­ma en que se fre­na la inno­va­ción es median­te la apli­ca­ción dema­sia­do agre­si­va de las leyes de pro­pie­dad inte­lec­tual. Cuan­do se apli­can correc­ta­men­te, estas leyes, como los dere­chos de autor y las paten­tes, incen­ti­van la inno­va­ción al dar a los crea­do­res el uso exclu­si­vo de sus ideas duran­te un bre­ve perío­do de tiem­po. Esto per­mi­te que los inno­va­do­res ori­gi­na­les se beneficien. 

Sin embar­go, como sabe­mos, la inno­va­ción requie­re com­par­tir ideas y apro­ve­char el tra­ba­jo de otros. Des­afor­tu­na­da­men­te, los dere­chos de autor se han amplia­do cons­tan­te­men­te, lo que difi­cul­ta este pro­ce­so. En los Esta­dos Uni­dos, un copy­right solía durar 14 años. En 1976 se amplió para que dure la vida del autor más 50 años. En 1998, 50 se amplió nue­va­men­te a 70 años. Estas leyes ya no bene­fi­cian al crea­dor ori­gi­nal post-mor­tem, pero man­tie­nen las bue­nas ideas ale­ja­das de posi­bles nue­vos usos.

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La innovación es deficiente en Occidente, pero está en auge en otros lugares

Ima­gi­na el mun­do en 2050. ¿Qué mara­vi­llas ves? ¿Qui­zás ve un sis­te­ma médi­co don­de la tera­pia géni­ca y los tra­ta­mien­tos con célu­las madre han eli­mi­na­do la mayo­ría de las aler­gias, cán­ce­res y otras afec­cio­nes? ¿O tal vez una red de trans­por­te don­de la inte­li­gen­cia arti­fi­cial pilo­te los coches de for­ma rápi­da y segu­ra? ¿O una revo­lu­ción de ener­gía ver­de don­de la fusión nuclear nos pro­por­cio­na ener­gía ili­mi­ta­da? ¿Aca­ba­re­mos con la pobre­za y la injus­ti­cia social?

sAho­ra, pre­gún­ta­te: ¿Lle­ga­re­mos algu­na vez a ese futu­ro ideal? ¿Nos diri­gi­mos siquie­ra en la direc­ción correc­ta? Al obser­var el esta­do actual de la inno­va­ción, pue­de ser difí­cil decir­lo con cer­te­za. Pue­de depen­der del lugar don­de vivas.

En gran par­te del mun­do, los últi­mos siglos han esta­do lle­nos de asom­bro­sos avan­ces en inno­va­ción. En meras gene­ra­cio­nes, los paí­ses occi­den­ta­les han pasa­do de eco­no­mías en gran par­te agra­rias a poten­cias indus­tria­li­za­das elec­tri­fi­ca­das. Inclu­so aho­ra, cada día pare­ce traer nove­da­des en sec­to­res como las comu­ni­ca­cio­nes y la tec­no­lo­gía informática. 

Sin embar­go, jun­to con estos cam­bios, otros sec­to­res están extra­ña­men­te estan­ca­dos. En el ámbi­to del trans­por­te, no ha cam­bia­do mucho. En 1958, el avión comer­cial pro­me­dio via­ja­ba a 600 millas por hora. Hoy, se mue­ven apro­xi­ma­da­men­te al mis­mo rit­mo. Ha habi­do mejo­ras en los már­ge­nes de aspec­tos como la efi­cien­cia del com­bus­ti­ble, pero los fun­da­men­tos están intactos.

El mun­do empre­sa­rial tam­bién es menos diná­mi­co. En los Esta­dos Uni­dos, las nue­vas empre­sas cons­ti­tuían el 12% de la eco­no­mía en 1980. En 2010, solo repre­sen­ta­ban el 8% Al otro lado del Atlán­ti­co, las cosas están aún más añe­jas. En cuan­to a las 100 empre­sas más valio­sas de Euro­pa, solo dos de ellas tie­nen menos de 40 años. La mayo­ría de las indus­trias pare­cen más cen­tra­das en pro­te­ger las ganan­cias actua­les que en nue­vas ideas audaces.

Enton­ces, ¿dón­de está ocu­rrien­do la inno­va­ción? Sobre todo en nacio­nes emer­gen­tes como Chi­na. Duran­te las últi­mas déca­das, este país ha inver­ti­do recur­sos y mano de obra en la urba­ni­za­ción y las nue­vas tec­no­lo­gías. Aho­ra, empre­sas chi­nas como Ten­cent y Ali­ba­ba están a la van­guar­dia de indus­trias en cre­ci­mien­to como las redes socia­les y los ser­vi­cios finan­cie­ros. Ade­más, las uni­ver­si­da­des chi­nas están hacien­do gran­des avan­ces en cam­pos como la edi­ción de genes y la inte­li­gen­cia artificial. 

¿Pue­de el mun­do occi­den­tal man­te­ner­se al día? Tal vez. Reque­ri­ría un espí­ri­tu reno­va­do de inno­va­ción con un mar­ca­do carac­ter GLOBAL Y SOCIAL. Las empre­sas debe­rán asu­mir más ries­gos, los tra­ba­ja­do­res debe­rán dedi­ca­le más horas y los gobier­nos debe­rán fomen­tar el inter­cam­bio libre y abier­to de ideas que impul­sa­ron los auges ante­rio­res. Todo eso, más un poco de suer­te, vol­ve­rá a poner la inno­va­ción en la agen­da ODS.

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Historia de la innovación social: Open por Johan Norberg

Open (2020) ras­trea el pro­gre­so de los logros huma­nos anti­guos y moder­nos, y reve­la que detrás de todos nues­tros prin­ci­pa­les avan­ces hay una polí­ti­ca de aper­tu­ra, tole­ran­cia y libre comer­cio. Verá cómo, des­de los feni­cios has­ta la Com­pa­ñía de Comer­cio Holan­de­sa de las Indias Orien­ta­les, el libre flu­jo de comer­cio e ideas ha lle­va­do a la rique­za, la inno­va­ción y la reso­lu­ción de pro­ble­mas que nun­ca hubie­ran sido posi­bles de otra manera.

El pro­gre­so humano siem­pre se ha defi­ni­do por la aper­tu­ra. Las socie­da­des más pro­gre­sis­tas y avan­za­das a lo lar­go de la his­to­ria han abra­za­do la inmi­gra­ción y la tole­ran­cia, han comer­cia­do libre­men­te con otros paí­ses e inter­cam­bia­do ideas y cono­ci­mien­tos en su bene­fi­cio. Comen­zó con los feni­cios y con­ti­nuó con los grie­gos y roma­nos. Duran­te la Edad Media euro­pea, el mun­do islá­mi­co y la dinas­tía Song en Chi­na man­tu­vie­ron vivo el espí­ri­tu de aper­tu­ra. Euro­pa lo adop­tó nue­va­men­te cuan­do la Revo­lu­ción Indus­trial ayu­dó a difun­dir el libre comer­cio en todo el mun­do. Dado que los seres huma­nos tene­mos reac­cio­nes ins­tin­ti­vas para bus­car pro­tec­ción auto­ri­ta­ria en tiem­pos de cri­sis, exis­te el ries­go de que regre­se­mos a socie­da­des cerra­das. Por lo tan­to, debe­mos per­ma­ne­cer aler­ta sabien­do que nues­tros pro­ble­mas solo pue­den resol­ver­se median­te la apertura.

Desde la historia antigua hasta los tiempos modernos, descubre la verdadera razón detrás del progreso humano

Hace unos 300.000 años, los huma­nos comen­za­ron a comer­ciar entre sí. Los bene­fi­cios del comer­cio se cono­cen bien des­de enton­ces. Esta­mos mejor jun­tos que solos. Según el autor, el comer­cio libre y no regu­la­do entre nacio­nes es la pie­dra angu­lar de la pros­pe­ri­dad actual de la huma­ni­dad. Lo mis­mo ocu­rre con el libre comer­cio en el pasa­do dis­tan­te: per­mi­tía a las per­so­nas que no tenían agua obte­ner agua y a las que no tenían pan obte­ner pan. 

Sin embar­go, even­tual­men­te pue­den sur­gir pro­ble­mas que inte­rrum­pan el flu­jo del libre comer­cio. Lle­ga una pla­ga o inva­de un ejér­ci­to extran­je­ro. Tales even­tos pue­den hacer que la gen­te entre en páni­co y el mie­do a tomar el con­trol. Pero cuan­do esto suce­de, el sufri­mien­to solo aumen­ta. La inno­va­ción se estan­ca, la eco­no­mía colap­sa y la pobre­za aso­ma su fea cabe­za. La his­to­ria nos dice que nece­si­ta­mos aper­tu­ra para flo­re­cer. Así que es hora de apren­der de nues­tros erro­res y ase­gu­rar­nos de no ceder al miedo. 

La cooperación es clave para el progreso humano

Hay tres cosas que dis­tin­guen a los seres huma­nos de otras for­mas de vida del pla­ne­ta: inte­li­gen­cia, len­gua­je y coope­ra­ción. Este ter­cer ras­go fue cla­ve para nues­tra evo­lu­ción. La espe­cie Aus­tra­lo­pithe­cus afa­ren­sis, que data de hace unos 3,2 millo­nes de años, fue un víncu­lo evo­lu­ti­vo cru­cial entre los huma­nos y nues­tros ante­pa­sa­dos ​​pare­ci­dos a los chimpancés. 

Debi­do a los cam­bios ambien­ta­les dra­má­ti­cos que con­vir­tie­ron las sel­vas tro­pi­ca­les en saba­nas, nues­tros ante­pa­sa­dos ​​se vie­ron obli­ga­dos a valer­se por sí mis­mos en tie­rra seca. Como resul­ta­do, Aus­tra­lo­pithe­cus afa­ren­sis desa­rro­lló cam­bios úni­cos en su mano, muñe­ca, hom­bro y par­te supe­rior del bra­zo. ¿La razón? Para per­mi­tir­le lan­zar piedras.

Nues­tros pri­me­ros ante­pa­sa­dos ​​nece­si­ta­ban coope­rar para sobre­vi­vir. Y una vez que se die­ron cuen­ta de que el lan­za­mien­to coor­di­na­do de pie­dras podía derri­bar ani­ma­les mucho más gran­des y más fuer­tes que ellos, no hubo vuel­ta atrás. Íba­mos camino de con­ver­tir­nos en humanos.

El psi­có­lo­go William von Hip­pel lla­ma a la lle­ga­da del lan­za­mien­to de pie­dras coor­di­na­do nues­tro “sal­to social”. La coope­ra­ción y la trans­fe­ren­cia de cono­ci­mien­tos y apti­tu­des entre las per­so­nas segui­rán sien­do fun­da­men­ta­les para el pro­gre­so humano.

Avan­ce rápi­do has­ta hace unos 45.000 años. En el oes­te de Eura­sia, el autor cree que hubo sufi­cien­te acu­mu­la­ción de pobla­ción que las ideas comen­za­ron a fusio­nar­se y comen­za­ron a pro­du­cir­se herra­mien­tas avan­za­das. Aña­de que el cono­ci­mien­to de cómo fabri­car estas herra­mien­tas se exten­dió lue­go a Áfri­ca y Orien­te Medio, don­de se desa­rro­lla­ron aún más.

De hecho, pode­mos ver cómo esta difu­sión de ideas y aper­tu­ra social fue­ron fac­to­res deci­si­vos en la evo­lu­ción huma­na. Hace unos 50.000 años es tam­bién cuan­do los nean­der­ta­les comen­za­ron a morir, o, para decir­lo con más pre­ci­sión, la for­ma de vida de los nean­der­ta­les se extin­guió, mien­tras que el lina­je de los nean­der­ta­les se mez­cla­ba con el Homo sapiens . 

Una de las razo­nes de esto fue que el Homo sapiens via­ja­ba y comer­cia­ba, mien­tras que los nean­der­ta­les ten­dían a que­dar­se cer­ca de casa en su cli­ma frío del nor­te de Euro­pa. A tra­vés de sus via­jes y comer­cio, el Homo sapiens encon­tró valor en la divi­sión del tra­ba­jo. Esto sig­ni­fi­ca que aque­llos que eran bue­nos cazan­do caza­ban, y aque­llos que eran exper­tos en la con­fec­ción de ropa lo hacían. Se empe­za­ron a for­mar socie­da­des y se alcan­za­ron nue­vos nive­les de prosperidad.

Los nean­der­ta­les, por otro lado, nun­ca flo­re­cie­ron como sus parien­tes Homo sapiens de men­te más abier­ta . A pesar de tener cere­bros más gran­des, su pre­fe­ren­cia por que­dar­se quie­tos sig­ni­fi­có que no empe­za­ron a divi­dir su trabajo. 

Los primeros globalistas revelaron los beneficios perdurables del libre comercio y una sociedad abierta

¿Por qué la gen­te cons­tru­yó ciu­da­des? Una teo­ría es que las ciu­da­des se cons­tru­ye­ron para brin­dar segu­ri­dad, pero la reali­dad es más cer­ca­na a la inver­sa. A tra­vés de la coope­ra­ción, la divi­sión del tra­ba­jo y la cons­truc­ción de ciu­da­des, la gen­te gene­ró tan­ta rique­za que tuvie­ron que comen­zar a cons­truir muros para pro­te­ger esa riqueza.

Estu­dios recien­tes mues­tran que cuan­to más gran­de es la ciu­dad, más pro­duc­ti­va e inno­va­do­ra es. Y pode­mos agra­de­cer a las pri­me­ras ciu­da­des meso­po­tá­mi­cas por los pri­me­ros avan­ces en una varie­dad de cam­pos como la quí­mi­ca, la medi­ci­na, las mate­má­ti­cas, la zoo­lo­gía y la ela­bo­ra­ción de mapas. Con la divi­sión del tra­ba­jo y la agri­cul­tu­ra efi­cien­te, las per­so­nas final­men­te pudie­ron dedi­car tiem­po a su espe­cia­li­dad, y el res­to de la ciu­dad podría cose­char los beneficios.

Los feni­cios fue­ron la pri­me­ra socie­dad glo­ba­lis­ta. Estos pue­blos semí­ti­cos del Medi­te­rrá­neo orien­tal eran exper­tos en la cons­truc­ción y nave­ga­ción de anchos buques mer­can­tes que uti­li­za­ban para comer­ciar. Su red cre­ció más allá del Medi­te­rrá­neo y el nor­te de Áfri­ca y pasó a incluir el Gol­fo Pér­si­co. A lo lar­go de estas áreas, esta­ble­cie­ron ciu­da­des-esta­do y desa­rro­lla­ron un alfa­be­to foné­ti­co de 22 letras que creó el len­gua­je uni­ver­sal del comer­cio. Los grie­gos lue­go agre­ga­ron voca­les, y esto se con­vir­tió en la base del alfa­be­to latino moderno que usa­mos en inglés hoy.

Con el comer­cio feni­cio lle­ga­ron nue­vos nive­les de pros­pe­ri­dad y pro­duc­ti­vi­dad. Nue­vas ideas y nue­vos mate­ria­les se fusio­na­ron. Se desa­rro­lló el sopla­do de vidrio. Se explo­ra­ron nue­vas for­mas de arqui­tec­tu­ra. Sur­gie­ron gran­des even­tos depor­ti­vos. Des­afor­tu­na­da­men­te para los feni­cios, sin embar­go, no pres­ta­ron mucha aten­ción a las defen­sas mili­ta­res y, des­pués de casi 2000 años de pros­pe­ri­dad, fue­ron domi­na­dos por los babi­lo­nios y los roma­nos. Sin embar­go, muchas de sus inno­va­cio­nes e ideas vivi­rían den­tro de las civi­li­za­cio­nes grie­gas y roma­nas posteriores.

De hecho, el Impe­rio Romano pasó por muchos cam­bios a lo lar­go de los años, pero en su apo­geo, fue una socie­dad abier­ta y tole­ran­te que uti­li­zó el libre comer­cio. El impe­rio pudo cre­cer gra­cias a la acep­ta­ción de otras reli­gio­nes y creen­cias. Duran­te un tiem­po, cual­quier per­so­na de cual­quier ori­gen den­tro del impe­rio podía ascen­der en las filas de la socie­dad roma­na. Sólo des­pués del siglo III el Impe­rio pasó del poli­teís­mo al mono­teís­mo. Y con un giro dra­má­ti­co hacia la into­le­ran­cia y la per­se­cu­ción reli­gio­sa, era solo cues­tión de tiem­po antes de que el Impe­rio se derrumbara.

A lo largo de la historia, la iluminación sucedió fuera de una Europa de mente cerrada

Al prin­ci­pio de su vida, el autor creía que había algo úni­co en Euro­pa, algo que la des­ti­na­ba a con­ver­tir­se en el lugar de naci­mien­to de la civi­li­za­ción moder­na y el Siglo de las Luces. Pero cuan­to más apren­día sobre las his­to­rias de otras regio­nes del mun­do, más se daba cuen­ta de que no era así. De hecho, des­cu­brió que había muchos luga­res don­de la moder­ni­dad podría haber­se arrai­ga­do antes de la Euro­pa de los siglos XVII y XVIII. 

Muchos luga­res del mun­do han segui­do un patrón simi­lar. Pri­me­ro, ocu­rre un momen­to de aper­tu­ra y pros­pe­ri­dad, segui­do de algo malo, como la apa­ri­ción de un ejér­ci­to inva­sor. Esto se atri­bu­ye al espí­ri­tu de aper­tu­ra, por lo que la socie­dad se cie­rra y entra en un perío­do oscu­ro. Esto dura­rá has­ta que sufi­cien­tes per­so­nas pidan un retorno a la liber­tad y el bien­es­tar que vinie­ron con las fron­te­ras abier­tas, el comer­cio y la tolerancia.

Uno de los luga­res más impor­tan­tes don­de ocu­rrió este ciclo fue en el mun­do islá­mi­co de los siglos VIII al XII. Cono­ci­da como la Edad de Oro islá­mi­ca, se cen­tró en Bag­dad pero abar­có el cali­fa­to aba­sí, que se exten­día des­de Espa­ña has­ta la India. Por el con­tra­rio, en Euro­pa, los avan­ces cien­tí­fi­cos ante­rio­res fue­ron recha­za­dos a medi­da que el fer­vor reli­gio­so mar­có el comien­zo de la Edad Media. Afor­tu­na­da­men­te, el mun­do islá­mi­co man­tu­vo viva la antor­cha de la ilus­tra­ción per­ma­ne­cien­do abier­to y tole­ran­te con otras culturas.

Enton­ces, mien­tras los euro­peos des­truían las obras de Aris­tó­te­les en un perío­do cono­ci­do como la Gran Des­apa­ri­ción, las ideas cien­tí­fi­cas islá­mi­cas se tra­du­cían al per­sa, ára­be, indio, tur­co y arme­nio. Se esta­ban fun­dan­do nue­vas uni­ver­si­da­des y cen­tros de edu­ca­ción supe­rior, como Al-Karaoui­ne en Marrue­cos, la uni­ver­si­dad más anti­gua del mun­do y toda­vía en fun­cio­na­mien­to. En luga­res como estos, musul­ma­nes, judíos y cris­tia­nos tenían liber­tad para mez­clar­se e inter­cam­biar ideas. El mun­do islá­mi­co era aho­ra la socie­dad más abier­ta y cos­mo­po­li­ta, y por eso se con­vir­tió en un cen­tro de inno­va­ción y progreso.

Duran­te este tiem­po se pro­du­je­ron gran­des avan­ces en astro­no­mía, medi­ci­na, físi­ca y mate­má­ti­cas, inclui­da la inven­ción del álge­bra moder­na. Pero cuan­do el ejér­ci­to mon­gol saqueó Bag­dad en 1258, ese espí­ri­tu de aper­tu­ra lle­gó a su fin. El fun­da­men­ta­lis­mo reli­gio­so echó raí­ces, y la cien­cia y la filo­so­fía grie­ga fue­ron mal vistas.

Un flo­re­ci­mien­to simi­lar ocu­rrió en Chi­na, duran­te la dinas­tía Song de los siglos X al XIII. Como dice el his­to­ria­dor Stephen Davies, en este momen­to, la eco­no­mía, el gobierno, la estruc­tu­ra social y la ilus­tra­ción cien­tí­fi­ca de Chi­na ya esta­ban tan avan­za­dos como los de la Euro­pa del siglo XVIII. Y todo se debió a la aper­tu­ra de Chi­na al comer­cio y la tole­ran­cia de apren­der de otras cul­tu­ras. Pero al igual que en el mun­do islá­mi­co de la épo­ca, las puer­tas comen­za­ron a cerrar­se tras las repe­ti­das inva­sio­nes mon­go­las en el siglo XIII.

En Europa, la apertura se afianzó a medida que surgieron nuevas posibilidades comerciales

Se hizo un des­cu­bri­mien­to impor­tan­te en 1085, cuan­do los euro­peos cris­tia­nos con­quis­ta­ron par­tes del nor­te de Espa­ña. En la ciu­dad de Tole­do se encon­tró una biblio­te­ca musul­ma­na que con­te­nía obras inte­lec­tua­les y cien­tí­fi­cas tra­du­ci­das, inclui­do lo que que­da­ba de la obra de Aristóteles.

Esta zona con­quis­ta­da de Espa­ña se con­vir­tió en un faro para los inte­lec­tua­les euro­peos, que se morían de ham­bre des­pués de años de estar ais­la­dos del cono­ci­mien­to. Como dice el his­to­ria­dor David Leve­ring Lewis, “el apren­di­za­je musul­mán, que se había infil­tra­do en el Occi­den­te cris­tiano duran­te déca­das des­de Anda­lu­cía, ini­ció un flu­jo torren­cial”. Duran­te los dos siglos siguien­tes, se pro­du­jo una aper­tu­ra gra­dual de Euro­pa. Hacia 1500, esta aper­tu­ra comen­zó a des­bor­dar­se más allá de las fron­te­ras de Europa.

El Nue­vo Mun­do lla­mó la aten­ción de Euro­pa al mis­mo tiem­po que esta­ban esta­ble­cien­do nue­vas rutas comer­cia­les hacia el Lejano Orien­te. Estos desa­rro­llos sig­ni­fi­ca­ron que se esta­ban gene­ran­do nue­vos nive­les de rique­za a un rit­mo rápi­do. Al prin­ci­pio, eran los espa­ño­les y los por­tu­gue­ses los que domi­na­ban los mares con nue­vos bar­cos rápi­dos y pode­ro­sos. Pero en poco tiem­po, sur­gió un nue­vo titán euro­peo: los holandeses.

A dife­ren­cia de Espa­ña y Por­tu­gal, los holan­de­ses no solo eran bue­nos cons­tru­yen­do y nave­gan­do bar­cos, eran abier­tos, tole­ran­tes y eco­nó­mi­ca­men­te inno­va­do­res. Al igual que los feni­cios y el cali­fa­to aba­sí, la Repú­bli­ca holan­de­sa cal­vi­nis­ta esta­ba abier­ta al libre comer­cio y al inter­cam­bio de ideas de todos los ámbi­tos de la vida. Las puer­tas de la Repú­bli­ca Holan­de­sa esta­ban abier­tas a inmi­gran­tes opri­mi­dos como los judíos sefar­díes de Espa­ña, los hugo­no­tes de Fran­cia, los pro­tes­tan­tes del Impe­rio Habs­bur­go y los cuá­que­ros ingleses.

La afluen­cia de inmi­gran­tes no solo pro­por­cio­nó a los holan­de­ses has­ta la mitad de su fuer­za labo­ral en algu­nas áreas, sino que tam­bién les brin­dó una com­bi­na­ción úni­ca de men­tes diver­sas que con­du­je­ron a nue­vas indus­trias inno­va­do­ras y un auge eco­nó­mi­co masi­vo. Des­de la fabri­ca­ción de cho­co­la­te has­ta la hila­tu­ra de taba­co, flo­re­cie­ron nue­vos nego­cios popu­la­res. Pero qui­zás lo más impor­tan­te fue­ron las nue­vas inno­va­cio­nes en la cons­truc­ción naval que per­mi­tie­ron a los holan­de­ses fabri­car nue­vos bar­cos a un rit­mo sin precedentes.

Para 1600, la Repú­bli­ca Holan­de­sa había supe­ra­do las eco­no­mías de Espa­ña y Por­tu­gal, y esta­ble­ció el mode­lo para una eco­no­mía moder­na y una socie­dad tole­ran­te que Ingla­te­rra abra­za­ría de todo cora­zón en la Glo­rio­sa Revo­lu­ción de 1688. Eso ocu­rrió cuan­do el jefe de esta­do holan­dés, William of Oran­ge , tomó el trono de Ingla­te­rra y sem­bró las semi­llas de la Revo­lu­ción Indus­trial Europea.

La diver­si­dad con­vir­tió a la Repú­bli­ca Holan­de­sa en la más rica del mun­do, y el ejem­plo que die­ron resul­tó impa­ra­ble a medi­da que el pro­gre­so se exten­día por todo el mundo.

La economía global no es un juego de suma cero

En 1707, con la unión de Ingla­te­rra y Esco­cia, nació Gran Bre­ta­ña. Y no mucho des­pués, nacie­ron los Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca cuan­do el nue­vo país se sepa­ró de Gran Bre­ta­ña. Así como Ingla­te­rra obtu­vo una gran can­ti­dad de tec­no­lo­gía de Esco­cia, entre las que des­ta­ca la máqui­na de vapor, Esta­dos Uni­dos se con­vir­tió rápi­da­men­te en un semi­lle­ro de inno­va­ción. Esto se debió en par­te a su prin­ci­pio fun­da­men­tal de ser una nación abier­ta a los inmi­gran­tes, que eran libres de prac­ti­car la reli­gión de su elec­ción y per­se­guir sus pro­pias ideas.

Este, por supues­to, fue un prin­ci­pio fun­da­men­tal que sería pro­ba­do por el hecho de que Esta­dos Uni­dos tam­bién comen­zó como una nación pro­pie­ta­ria de escla­vos, y una don­de cier­tos inmi­gran­tes no siem­pre serían tan bien­ve­ni­dos. Sin embar­go, estos prin­ci­pios son la base del éxi­to esta­dou­ni­den­se. Lo mis­mo pue­de decir­se de la polí­ti­ca de libre comercio.

Una de las cosas más nota­bles del éxi­to de los holan­de­ses al comien­zo de la Revo­lu­ción Indus­trial es que pro­du­je­ron muy poco. Grano, lana, made­ra, acei­te, vino: nin­gu­na de estas cosas se encon­tró den­tro de la Repú­bli­ca Holan­de­sa. Pero no impor­ta­ba. A tra­vés del libre comer­cio, los holan­de­ses pros­pe­ra­ron, al igual que todas las nacio­nes con las que comerciaba.

¿Cómo pasó esto? Bueno, ser par­te de un sis­te­ma de libre comer­cio no es un jue­go de suma cero en el que todas las par­tes ganan. Con­si­de­re­mos un artícu­lo comer­cia­li­za­do entre la Repú­bli­ca Holan­de­sa y la India. Si todo lo que miras fue­ra esa úni­ca ope­ra­ción, podría pare­cer que un lado tie­ne que que­dar­se cor­to. Pero la reali­dad es mucho más com­ple­ja. Cuan­do se inter­cam­bia algo, eso no sig­ni­fi­ca que no se pue­da inter­cam­biar nue­va­men­te, con otra per­so­na, y no sig­ni­fi­ca que un pro­duc­to no pue­da crear un valor impre­vis­to más ade­lan­te. Esto se debe a que el valor del libre comer­cio es con­ti­nuo y el bene­fi­cio que obtie­ne una nación al ser par­te del pro­ce­so no se pue­de deter­mi­nar sim­ple­men­te a par­tir del valor nomi­nal de los acuer­dos comer­cia­les individuales.

Nada en la eco­no­mía glo­bal que se creó hace cien­tos de años es de suma cero. Se han segui­do gene­ran­do nue­vos nive­les de rique­za a medi­da que siguen apa­re­cien­do inno­va­cio­nes y nue­vos mer­ca­dos, impul­sa­dos ​​por el inter­cam­bio inter­na­cio­nal de ideas. Entre las nacio­nes con eco­no­mías avan­za­das, el ingre­so pro­me­dio ha aumen­ta­do de $ 3 a $ 100 por día duran­te los últi­mos 200 años, ¡y eso se ajus­ta a la inflación!

De muchas formas, los instintos humanos están en conflicto con la apertura

Has­ta aho­ra, el ciclo de aper­tu­ra y cie­rre del comer­cio no ha afec­ta­do a Euro­pa, EE. UU., Japón y otros paí­ses que se han bene­fi­cia­do del libre comer­cio en los últi­mos dos siglos. Pero eso no sig­ni­fi­ca que no pue­da suceder. 

En su mayor par­te, los bene­fi­cios han sido inne­ga­bles y abun­dan­tes. Des­de prin­ci­pios del siglo XIX, la espe­ran­za de vida media mun­dial ha aumen­ta­do de menos de trein­ta años a más de seten­ta. Duran­te el mis­mo perío­do de tiem­po, la pobre­za ha pasa­do de afec­tar al 90 por cien­to de la pobla­ción mun­dial a solo alre­de­dor del nue­ve por cien­to. La aper­tu­ra ha libra­do al mun­do de muchas enfer­me­da­des y ha dado lugar a innu­me­ra­bles des­cu­bri­mien­tos médi­cos y cien­tí­fi­cos. Pero como somos seres huma­nos, tam­bién tene­mos mie­do a la aper­tu­ra, la alte­ri­dad y la incer­ti­dum­bre. Y des­de los even­tos del 11 de sep­tiem­bre y la cri­sis eco­nó­mi­ca de 2008, esos temo­res solo han aumentado.

El cere­bro humano no está nece­sa­ria­men­te dise­ña­do para la aper­tu­ra y la inclu­sión. De hecho, cada vez que nos enfren­ta­mos a pen­sa­mien­tos sobre nues­tra pro­pia mor­ta­li­dad, nues­tros temo­res a los foras­te­ros solo se inten­si­fi­can. Y esto no se tra­ta solo de inmi­gran­tes o extran­je­ros. Se apli­ca a cual­quier per­so­na que no per­te­nez­ca a alguno de los gru­pos con los que se identifica.

En un estu­dio publi­ca­do en la Revis­ta de Per­so­na­li­dad y Psi­co­lo­gía Social , se pidió a los estu­dian­tes cris­tia­nos que pen­sa­ran en dos per­so­nas, una per­so­na cris­tia­na y una judía, que eran simi­la­res apar­te de su reli­gión. Al prin­ci­pio, los estu­dian­tes cali­fi­ca­ron a estas per­so­nas como igual­men­te atrac­ti­vas, pero cuan­do se les recor­dó su pro­pia mor­ta­li­dad, el cris­tiano fue inme­dia­ta­men­te cla­si­fi­ca­do como más atrac­ti­vo que antes y el judío menos.

Hallaz­gos simi­la­res en otros estu­dios mues­tran que el cere­bro humano sim­ple­men­te está pro­gra­ma­do para bus­car con­sue­lo en su pro­pio gru­po y para temer a otros gru­pos cuan­do cosas como la mor­ta­li­dad y la super­vi­ven­cia se con­vier­ten en un pro­ble­ma. Esto, en par­te, es la razón por la que hemos vis­to un aumen­to en el nacio­na­lis­mo lue­go de even­tos como el 11 de sep­tiem­bre y la cri­sis eco­nó­mi­ca de 2008. Cuan­do las per­so­nas comien­zan a per­der tra­ba­jos o sien­ten una ame­na­za para su bien­es­tar, las puer­tas comien­zan a cerrarse.

Sin embar­go, iró­ni­ca­men­te, es a tra­vés de un com­pro­mi­so con­ti­nuo con la aper­tu­ra que nues­tros pro­ble­mas se resuel­ven. Ya sea en Chi­na des­pués de la dinas­tía Song o en el mun­do islá­mi­co des­pués del cali­fa­to aba­sí, cuan­do las puer­tas se cie­rran y la gen­te inten­ta vol­ver­se auto­su­fi­cien­te y mono­cul­tu­ral, no solo devas­ta la eco­no­mía, sino que tam­bién sofo­ca la inno­va­ción y las nue­vas ideas que se nece­si­tan para resol­ver gran­des problemas. 

El autoritarismo también tiene sus raíces en el impulso humano, pero no ayuda

No es casua­li­dad que los gobier­nos tien­dan a cre­cer en tiem­pos de incer­ti­dum­bre y mie­do. Este es otro ins­tin­to humano: bus­car pro­tec­ción en el hom­bre fuer­te cuan­do las cosas se ponen feas. En su mayor par­te, el autor seña­la que des­de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, la gen­te en todas par­tes se ha vuel­to más libe­ral que la gene­ra­ción ante­rior. Ha habi­do más lla­ma­dos a la igual­dad de dere­chos y la auto­no­mía del esta­do. Pero eso no sig­ni­fi­ca que este­mos libres de nues­tros impul­sos autoritarios.

Como dice el psi­có­lo­go social Jonathan Haidt, cuan­do se pre­sio­na el botón correc­to, la gen­te pue­de “con­cen­trar­se en defen­der a su gru­po y expul­sar a los extran­je­ros. . . . En esos momen­tos, se sien­ten más atraí­dos por los hom­bres fuer­tes y el uso de la fuer­za “. Este no es un impul­so que deja­mos atrás des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial; es uno con el que ten­dre­mos que lidiar aho­ra y siempre.

Bas­ta mirar la his­to­ria de Corea del Nor­te y Rusia para ver ejem­plos de los lími­tes que el auto­ri­ta­ris­mo pone a la inno­va­ción y el bien­es­tar eco­nó­mi­co. El lide­raz­go auto­ri­ta­rio no sue­le pres­tar­se al tipo de empren­di­mien­to de prue­ba y error que requie­re la innovación. 

Cuan­do el esta­do tie­ne la super­vi­sión de la indus­tria, el fra­ca­so rara vez es una opción. Cuan­do Kim Jong-il tra­tó de uti­li­zar la ame­na­za de muer­te como incen­ti­vo para poner en mar­cha una indus­tria cine­ma­to­grá­fi­ca exi­to­sa en Corea del Nor­te, para su sor­pre­sa, no fun­cio­nó, por lo que recu­rrió a secues­trar talen­tos surcoreanos.

Del mis­mo modo, la Unión Sovié­ti­ca no lle­gó a nin­gu­na par­te en el desa­rro­llo de tec­no­lo­gía infor­má­ti­ca por­que a los empre­sa­rios no se les per­mi­tió expe­ri­men­tar. Inclu­so el gobierno de los EE. UU. En ese momen­to no creía que hubie­ra un mer­ca­do domés­ti­co para las compu­tado­ras. Se nece­si­ta­ron muchos empre­sa­rios des­ca­ra­dos y una gran can­ti­dad de cos­to­so ensa­yo y error antes de que nacie­ran las compu­tado­ras per­so­na­les e Internet. 

Qui­zás no haya mejor ejem­plo de cómo la eco­no­mía mun­dial no es un jue­go de suma cero que nues­tra tran­si­ción a la era de Inter­net. Cuan­do la infor­má­ti­ca domés­ti­ca esta­ba en auge, la gen­te ya temía per­der su empleo. En 1995, la revis­ta de dere­cha Weekly Stan­dard publi­có un artícu­lo en la por­ta­da lla­ma­do “Smash the Inter­net”, pre­di­cien­do un aumen­to en el desempleo.

Y aun­que se han per­di­do algu­nos pues­tos de tra­ba­jo debi­do a la lle­ga­da de Inter­net, tam­bién se han crea­do una enor­me can­ti­dad de pues­tos de tra­ba­jo gra­cias a él, tra­ba­jos que antes no exis­tían. Un infor­me recien­te de McKin­sey encon­tró que un ter­cio de los empleos crea­dos en los Esta­dos Uni­dos duran­te los últi­mos 25 años eran com­ple­ta­men­te nue­vos. Y una encues­ta de 2011 en Fran­cia reve­ló que se habían crea­do 2,4 nue­vos pues­tos de tra­ba­jo por cada empleo per­di­do en Inter­net des­de 1996.

Los problemas que enfrenta el mundo de hoy solo pueden resolverse mediante la apertura

Hay un vie­jo dicho entre los tra­ba­ja­do­res comu­nis­tas: “Pre­ten­de­mos tra­ba­jar, ellos fin­gen pagar­nos”. Pero en estos días, Chi­na es una espe­cie de ano­ma­lía, que exis­te en algún lugar en la fron­te­ra entre el gobierno auto­ri­ta­rio y el espí­ri­tu empre­sa­rial del libre mer­ca­do. Y a pesar de lo que pue­da ser la narra­ti­va del par­ti­do, eso no fue pla­nea­do por el gobierno.

El hecho es que los agri­cul­to­res en la déca­da de 1990 comen­za­ron a ope­rar como empre­sas pri­va­das por su pro­pia volun­tad, y la ten­den­cia rápi­da­men­te se puso de moda, has­ta el pun­to en que el gobierno no tuvo más reme­dio que san­cio­nar­lo. Así que Chi­na se abrió, muy leve­men­te, con la crea­ción de “zonas libres eco­nó­mi­cas” y la incor­po­ra­ción silen­cio­sa de ase­so­res extran­je­ros. Como resul­ta­do, la eco­no­mía flo­re­ció. Pero, ¿pue­de durar el capi­ta­lis­mo san­cio­na­do por el gobierno?

Des­de 2008, el autor sos­tie­ne que la eco­no­mía de Chi­na ha expe­ri­men­ta­do un decli­ve cons­tan­te. La con­clu­sión es que a un gobierno auto­ri­ta­rio no le gus­tan las sor­pre­sas. Esto sig­ni­fi­ca que habrá poca inno­va­ción pro­ve­nien­te de Chi­na a menos que deje de inten­tar con­tro­lar­lo todo y per­mi­ta que las men­tes chi­nas ambi­cio­sas se mez­clen con influen­cias exter­nas y expe­ri­men­ten libremente.

En últi­ma ins­tan­cia, todo pro­ble­ma es un pro­ble­ma de cono­ci­mien­to. La cri­sis cli­má­ti­ca actual es un pro­ble­ma de cono­ci­mien­to. Sabe­mos lo que hay que hacer, solo tene­mos que encon­trar una mane­ra de redu­cir las emi­sio­nes noci­vas y dete­ner el aumen­to de las tem­pe­ra­tu­ras glo­ba­les. Des­cu­brir cómo hacer eso requie­re coope­ra­ción y el inter­cam­bio abier­to de ideas y cono­ci­mien­tos. El autor inclu­so tie­ne algu­nas ideas propias.

Para redu­cir nues­tras emi­sio­nes a la mitad, que es lo que muchos cien­tí­fi­cos creen que se requie­re de noso­tros, nece­si­ta­mos incen­ti­vos para reu­nir a las mejo­res men­tes para resol­ver el pro­ble­ma. Una idea que se está plan­tean­do es impo­ner un impues­to al car­bono. Esto haría que las per­so­nas paga­ran por el daño que están cau­san­do actual­men­te y pon­dría algo de pre­sión en lograr que las men­tes más bri­llan­tes se unan y encuen­tren una solu­ción. Para que sea una idea popu­lar entre los ciu­da­da­nos, el dine­ro gene­ra­do por el impues­to podría inclu­so pasar­se a los consumidores.

Si bien a muchos de noso­tros nos gus­ta ima­gi­nar que las cosas eran mejo­res o más sim­ples en el pasa­do, esto es solo una ilu­sión. La gen­te de todo el mun­do está infi­ni­ta­men­te mejor que en la déca­da de 1950 o en los albo­res del siglo XX, cuan­do la pobre­za era ram­pan­te. Al decir “no” al auto­ri­ta­ris­mo y bus­car ideas e ins­pi­ra­ción en otras cul­tu­ras, pode­mos seguir uti­li­zan­do la aper­tu­ra para resol­ver nues­tros pro­ble­mas y hacer del mun­do un lugar aún mejor para vivir. 


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Filed Under: Ciencia y Tecnología, Pensamiento Crítico

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