Actualizado el Sunday, 18 April, 2021
La inteligencia de los jóvenes ha comenzado a caer al menos siete puntos de cociente intelectual cada nueva generación. Te explicamos por qué y a quién afecta más.
No lo decimos por la última sesión de investidura ni porque Marty McFly encontró gente mucho más tonta cuando viajó al futuro que cuando viajó al pasado. Nos hacemos eco de un estudio científico que además, merece ser compartido.
Un estudio concluye que el cociente de inteligencia de los jóvenes aumentaba de forma constante a partir de la Segunda Guerra Mundial pero ha empezado a caer en picado.

Es complicado determinar qué es una persona sabia o cómo medir correctamente el cociente intelectual (para nosotros, por ejemplo, la compasión es el grado más alto de inteligencia). Pero veamos qué dicen los expertos.
La política, la geopolítica, el marketing, el gran consumo… todas han dejado de centrarse en lo físico, en el producto, en el armamento, en lo tangible, y cada día tienen más claro su objetivo: nuestra mente.
Cada acto de consumo o de ocio organizado, cada serie que vemos, cada foto que subimos, cada compra que hacemos o este post que estoy publicando son información que se usa para convertirnos en mejores consumidores o en votantes de determinados intereses. No se trata de volvernos paranoicos y dejar las RRSS (o sí), se trata de saber en qué terreno jugamos.
El neoliberalismo está ganando todas las batallas. Necesita mano de obra excedente, barata, dócil y profundamente inculta. Y en esa batalla estamos pequeños grupos de “resistentes” que queremos combatir tan profunda injusticia
Cita del poeta y escritor Antonio Rubio para Yorokobu

Lo único que puede darnos una esperanza de libertad es la EDUCACIÓN. Educación no como almacenamiento de información, sino como desarrollo del pensamiento crítico: aprender a pensar. Y sin embargo:
- 9 de cada 10 estudiantes de 15 años no distinguen una opinión de un hecho.
- En los informes PISA de 2019 estamos peor que en 2009 en matemáticas y ciencias (habilidad lectora no se publicó por “anomalías en las respuestas”).
- 10 años sin progreso. Invertimos 46.900 M en educación en 2019 frente a 53.000 M de 2009. Estamos entre los 5 países de Europa que menos invierten en educación en proporción al PIB.
Formar nuestro pensamiento crítico es la única forma que tenemos de ser libres.

__ ¿Qué descubrirás en este post? __
¿Por qué somos más “tontos”?
Un grupo de investigadores noruegos han llegado a la conclusión de que la inteligencia de los jóvenes, por primera vez en la historia desde que se realiza este estudio, ha comenzado a caer al menos siete puntos por generación.
Uno de los aspectos fundamentales son los cambios en el hábito de la lectura en favor de los ordenadores y las pantallas que exigen una atención pasiva de los contenidos.
El descenso comenzó con los nacidos en 1975 en los jóvenes que alcanzaron la edad adulta a principios de los años noventa. Según los autores del estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el motivo no es una cuestión genética, sino que se debe a aspectos ambientales como determinados cambios en la enseñanza o el sacrificio del hábito de la lectura en favor de los ordenadores y las pantallas.
Investigaciones previas a este estudio, habían apuntado crudamente que las personas menos inteligentes tienen más hijos, por lo que se propagan sus genes menos favorables.
Sin embargo, los autores del nuevo estudio creen que la causa no es genética, sino que el declive se debe a factores relacionados con el entorno que sufren estas personas. Sin apuntar a una causa definitiva, sugieren que los cambios en la forma en la que se enseñan las matemáticas y los idiomas, o la preferencia por la televisión y los ordenadores a la lectura de libros pueden estar detrás de nuestra actual tendencia a la estupidez.


La ideocracia deja de ser distópica
Parece que la comedia Idiocracy, se aleja de la simple distopía para acercarse a la realidad. La película muestra una sociedad ficticia indeseable en sí misma. En ella se denuncia la cultura estadounidense, la cual es presentada como antiintelectual, insensible al medio ambiente, consumista, obesa, saturada por el marketing,violenta, dominada por las grandes corporaciones, amante de las armas y fanática de la comida basura.
Tanto el título original de la película como el que se adaptó para los doblajes en español hacen apología a una hipotética forma de gobierno controlada por gente de bajo intelecto, ya que el término idiocracy en inglés o idiocracia en español hace referencia a la combinación de las palabras griegas ιδιωτης ‘idiotes’, (aunque su significado original dista de la actual definición de idiota) y κράτος, ‘kratos’, poder. Esto sucede en Ideocracia:
- Se llega a la Idiocracia cuando se desprecia la ciencia
- En Idiocracia, los idiotas tienen más hijos que los inteligentes
- Los ciudadanos no se paran a observar las cosas
- La impaciencia alcanza a todos los ámbitos, incluso a la ciencia
- No hay conocimiento de la historia
- La lectura y la escritura se han degradado
- Hay una alta dependencia de las máquinas
- Gobiernan los tontos que son famosos
- Los medios de comunicación embrutecen a las personas
- No existe la individualidad o privacidad

La fábrica de cretinos digitales
Así se titula el último libro del neurocientífico Michel Desmurget (Lyon, 1965), director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia, en el que cuenta con datos duros y en forma contundente cómo los dispositivos digitales están afectando gravemente, y para mal, al desarrollo neuronal de niños y jóvenes.
“Simplemente no hay excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro y desarrollo”, advierte el experto, que tiene a sus espaldas una vasta obra científica y de divulgación y ha pasado por reconocidos centros de investigación como el Massachusetts Institute of Technology (MIT) o la Universidad de California.
Su libro se ha convertido en un gigantesco superventas en Francia.
El uso de tecnología ―smartphones, ordenadores, tabletas― por parte de las nuevas generaciones es absolutamente desproporcionado. Con solo dos años de edad, el consumo medio se sitúa en torno a las tres horas. De los ocho a los doce, la media se acerca a las cinco horas. En la adolescencia, la cifra se dispara casi a siete horas, lo que supone más de dos mil cuatrocientas horas al año en pleno desarrollo intelectual. En contra de lo que la prensa y la industria han difundido hasta ahora, el uso de la tecnología, lejos de ayudar al desarrollo de los niños y estudiantes, produce graves complicaciones de toda índole: sobre el cuerpo (obesidad, problemas cardiovasculares, reducción de la esperanza de vida), sobre las emociones (agresividad, depresión, comportamientos de riesgo) y sobre el desarrollo intelectual (empobrecimiento del lenguaje, concentración, memoria…).
Esta es una obra de denuncia imprescindible para padres y pedagogos preocupados por el desarrollo de sus hijos y alumnos. El prestigioso experto en neurociencia Michel Desmurget propone la primera síntesis sobre los peligros reales de las pantallas y nos alerta sobre las graves consecuencias que conlleva seguir promoviendo de forma acrítica el uso de estas tecnologías.

El efecto Flynn
Durante el siglo pasado, el cociente intelectual de la población se incrementó en tres puntos en cada generación, lo que fue conocido como el efecto Flynn.
El efecto Flynn era conocida por la subida anual de las puntuaciones de cociente intelectual en los países más desarrollados. Desde 1938 hasta 2008 estimó la tasa de crecimiento en torno a 2 ó 3 puntos de CI por década. En concreto, de esos tres puntos de CI, dos y medio se deben a Gf (inteligencia fluida) y solamente medio punto se debe a Gc (inteligencia cristalizada).
Varias teorías han intentado explicar este fenómeno de desarrollo exponencial del desarrollo de la mente humana. Desde el acceso a una mejor nutrición, el acceso público de la educación e incluso algunas teorías apunta a la iluminación artificial.

¿Cociente o coeficiente? Ambas formas son correctas, pues se determina mediante un cociente (cuyo resultado se expresa porcentualmente) y se puede considerar un coeficiente (‘expresión numérica de una propiedad o característica de un cuerpo, que generalmente se presenta como una relación entre dos magnitudes’, sentido que en rigor se aplica solo a cuerpos físico-químicos, pero que también se puede aplicar, por extensión, a este concepto).

¿Quiéres saber más? Continúa leyendo en la página 2