Actualizado el martes, 10 enero, 2023
Antonio Machado fue el poeta español más representativo de la Generación del 98, un autor que, en palabras de Gerardo Diego, «hablaba en verso y vivía en poesía». En 1912 publicó Campos de Castilla un alegato ético y regeneracionista que ahondó en los corazones de la España de principios de siglo.
Antonio Machado es uno de los poetas españoles más influyentes del siglo XX. Nació en Sevilla en 1875 y es más conocido por sus obras poéticas que se centran en temas como la naturaleza, el amor, la muerte y la espiritualidad. Sus poemas son líricos pero filosóficos, a menudo contienen un significado profundo oculto bajo la superficie. Su obra ha sido traducida a muchos idiomas y continúa siendo leída y apreciada por personas de todo el mundo. La poesía de Antonio Machado es una exploración de cómo los humanos interactúan con su entorno, tanto físico como emocional. A través de sus palabras, captura la belleza de la vida mientras explora sus lados más oscuros.
Machado trató en sus versos el pensamiento filosófico, social y la lógica de un estado decadente y retrató la cultura pesimista de la sociedad castellana. Antonio Machado es un poeta reconocido mundialmente, como bien demuestran la exposición homenaje de los artistas españoles en París en 1955 o el homenaje del Instituto Hispánico de Estados Unidos que le dedicaron en el décimo aniversario de su muerte.
Siempre expresó motivos morales con sus palabras, como la famosa revalorización a la lengua hablada: «Rehabilitemos la palabra en su valor integral. Con la palabra se hace música, pintura y mil cosas más; pero sobre todo, se habla». Quiero recordar otra frase a favor de su visión humana de las cosas: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”. Siempre le dio importancia a la verdad por encima del error propio o del social.
Descreído, poco pretencioso, un hombre de literatura hecho de pensamiento humano, autor de una de las cosas más enternecedoras que se ha escrito jamás sobre la vida, su famoso «caminante no hay camino, se hace camino al andar», extraído de los proverbios y cantares editados en 1907. Con estas palabras ejemplificó la mirada que han de tener las personas en referencia a la vida.
Las palabras de Machado se consideran un camino a seguir, incluso al hablar de la muerte, desdramatizándola por completo, como con el verso “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”.
Nació en España, en paz, el 26 de julio de 1875 y murió en el exilio, huyendo de la guerra, en busca de paz, el 22 de febrero de 1939.
No puedo terminar el artículo con un final, porque un humano es eterno cuando su figura es humana, y Machado lo era. Tan solo puedo invitaros a leer unas frases que ejemplifican los valores y los sentimientos de una persona que todo lo que pretendió en vida fue vivir, enseñar a amar y regalar palabras de paz al resto de los seres humanos.
«En el corazón tenía la espina de una pasión. Logré arrancármela un día: ya no siento el corazón».
«Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien».
“Cuando nos vimos por primera vez, no hicimos sino recordarnos. Aunque te parezca absurdo, yo he llorado cuando tuve conciencia de mi amor hacia ti, por no haberte querido toda la vida».
«Hoy es siempre todavía».
«La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés».
«Peor que ver la realidad negra, es el no verla».
“Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar».
«Aprende a dudar y acabarás dudando de tu propia duda; de este modo premia Dios al escéptico y al creyente».
«Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas».
«Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza».
“¿Dices que nada se pierde? Si esta copa de cristal se me rompe, nunca en ella beberé, nunca jamás”.
“Enseña el Cristo: a tu prójimo amarás como a ti mismo, pero no olvides nunca que es otro”.
“El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve».
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