Actualizado el Tuesday, 22 November, 2022
Todo comenzó con el descubrimiento de una neurona gigante; una neurona cuyas conexiones envuelven por completo el cerebro de un mamífero. Este reciente hallazgo abre un nuevo e inexplorado camino que podría explicar el origen de la conciencia.
Pero espera… ¿qué implica realmente esto? ¿Qué tiene que ver la conciencia con una neurona? Es más, ¿por qué es tan importante mapear el trazado de una sola neurona?
Sí, quizás hemos presupuesto demasiado en el primer párrafo. Para empezar, seguirle la pista a una sola neurona y a todas sus conexiones no es fácil. De hecho, se ha necesitado un nuevo método para conseguirlo. Los investigadores inyectaron un fármaco específico a neuronas concretas en roedores. Después, cortaron el cerebro en secciones muy delgadas para, posteriormente, rastrear todas las ramificaciones de esta neurona gigante de la que hablamos. Gracias a una reconstrucción digital, podemos tener una imagen en 3D de todas las ramificaciones de una neurona específica.
Es un método bastante rudimentario; tampoco es recomendable su aplicación en humanos, por el detalle de la desechabilidad del sujeto (recordemos que hay que trocear el cerebro). Pero el doctor Christof Koch, del Allen Institute for Brain Science, y su equipo han conseguido rastrear de forma exitosa tres neuronas provenientes de un núcleo llamado claustrum, una capa finísima e irregular de neuronas que tenemos dentro de la corteza cerebral.
Un área que se cree que es el centro de mandos de la conciencia en ratones y seres humanos.
¿Hemos dado con el núcleo de la conciencia?
¿Por qué los investigadores creen que el origen de la conciencia podría estar en este núcleo? Koch sugiere que esta región es como un centro de coordinación donde se integran diferentes partes de información y crea una experiencia unificada de consciencia. Y, por lo tanto, puede que este núcleo tenga que ver con la propia conciencia.
La conciencia no solo consiste en saber quién eres en este momento y lugar, sino que también implica mantener una constancia de nuestras acciones en todo momento. Vista la conciencia así, necesitaría un proceso integrador para que todas nuestras experiencias fuesen coherentes.
¿Significa esto que la conciencia tiene un núcleo cerebral concreto, y si lo extirpamos o lo manipulamos podríamos alterarla? No exactamente.
Para Koch y su equipo, estos planteamientos son todavía hipótesis. Aunque gracias a estos descubrimientos, las ideas expuestas toman mucha más fuerza. Para empezar, estas neuronas gigantes han sido descubiertas en ratones; ahora toca confirmar que los humanos también tenemos este tipo de neuronas.
Además, Koch se está centrando en esta región para estudiar la conciencia, pero en realidad sugiere que el secreto de la conciencia debe de estar no en un punto concreto, sino en la forma del entramado neuronal que conforma nuestro cerebro.
La conciencia no es un núcleo, sino un proceso.
Sin duda, este descubrimiento es un paso más para seguir construyendo uno de los conceptos más trascendentales de la mente humana: la conciencia. Además, supone una apertura a una línea de investigación intrigante que podría arrojar luz sobre aquello que nos hace más humanos que cualquier otra cosa: la experiencia del pensamiento consciente.
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