Actualizado el martes, 14 mayo, 2024
Los dolores emocionales como la pérdida, el fracaso, el rechazo y la culpa nos afectan a todos en un momento u otro. Si no las abordamos, estas heridas pueden influir seriamente en nuestra calidad de vida y nuestras relaciones. Al tomar medidas pequeñas, pero efectivas, podemos tratar estas lesiones emocionales con éxito y evitar que nos afecten a largo plazo.
La personalidad es la forma particular y relativamente estable como una persona expresa sus sentimientos, pensamientos y comportamiento. La personalidad se desarrolla durante la infancia y es durante esta época cuando es posible predecir algunos posibles hitos de la vida adulta.
Numerosos estudios afirman que los niños más estables emocionalmente en edad preescolar suelen encontrar trabajo, irse de casa y tener pareja en el futuro, años antes que los menores que se caracterizan por ser muy tímidos y los incapaces de contener su agresividad.
Los padres tratan a sus hijos de forma distinta a causa de sus características y circunstancias particulares. Pero, ¿qué tanto de estos rasgos de personalidad presentes en los menores influyen en su vida adulta?
Según informa Manuel Gross en su blog:
«Una investigación realizada por psicólogos de la Universidad de Humboldt, en Berlín, que siguió durante 19 años a 230 niños de entre cuatro y cinco años, hasta los 23, les permitió descubrir los rasgos de personalidad en la infancia que predicen los hitos más significativos de la transición a la vida adulta.»
Según el psicólogo alemán Jaap Denissen, del equipo investigador, estos hitos son: salir de la casa de los padres, establecer una relación de pareja y encontrar un trabajo. «Nosotros identificamos en niños de edad preescolar tres rasgos de personalidad que impactaban en la edad adulta: menores resilientes o equilibrados emocionalmente, tímidos o muy controlados y los más agresivos o con falta de control emocional», comenta a La Tercera el especialista.
De acuerdo al estudio, los niños resilientes que suelen, además, tener muy buenos logros académicos, salen de casa un año antes que los identificados como más tímidos (overcontrol) o agresivos (undercontrol). Estos dos últimos rasgos de personalidad, asegura Danissen, predicen en el futuro problemas en diferentes áreas de la adultez temprana.
Las cinco heridas que impiden ser uno mismo
Basándose en el libro publicado por Lise Bourbeau en el año 2000 titulado ‘Les 5 blessures qui empêchent d’être soi’ (Las cinco heridas que impiden ser uno mismo, se puede encontrar aquí en versión pdf), el blog La mente es maravillosa recopiló los cinco principales problemas o experiencias dolorosas vividas en la infancia que vaticinan cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos.
Debemos de hacernos conscientes de ellas y, por tanto, reflotarlas y afrontarlas, pues, cuanto más tiempo esperemos a sanarlas, más profundas se harán. El miedo a revivir el sufrimiento que nos causaron hace que nos pongamos cientos de máscaras que solo dificultarán nuestro movimiento por la vida. Eso es, precisamente, lo que tenemos que evitar.
Las heridas emocionales son experiencias dolorosas de la niñez que conforman nuestra personalidad adulta, quiénes somos y cómo afrontaremos las adversidades.
Las 5 heridas esenciales de la psicología
Buena parte de las 5 heridas de las que estamos hablando son miedos: el miedo al abandono, el miedo al rechazo, la humillación, el miedo a confiar y la injusticia.
1. El miedo al abandono
El sentimiento de soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Habrá una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus proyectos de forma temprana, por temor a ser ella la abandonada.
Las personas que han tenido experiencias de abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico. La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador.
El miedo al abandono puede llegar a traducirse en: «te dejo antes de que tú me dejes a mí”, “nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar esto”, “si te vas, no vuelvas…”.
2. El miedo al rechazo
El miedo al rechazo se trata de una herida muy profunda, ya que implica el rechazo de nuestro interior, a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y sentimientos. En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores, de la familia o de los iguales. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo.
Para afrontar esta realidad es importante ocuparse del lugar de uno mismo, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.
La persona que padece esta dolorosa experiencia no se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aísla en su vacío interior por el miedo de ser rechazada. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.
3. La humillación
Esta herida se abre cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos estar contribuyendo a que los niños sientan esta sensación al decirles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.
Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.
El tipo de personalidad que se genera con frecuencia es una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.
4. El miedo a confiar
La traición o el miedo a confiar en alguien surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente por frustración de expectativas, no cumpliendo sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.
Para afrontar este sentimiento se requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a delegar responsabilidades.
Haber padecido estos problemas en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado. Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter fuerte.
5. La injusticia
La injusticia se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generarásentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.
Para afrontar la injusticia es preciso trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.
Ejemplos de traumas infantiles
Los traumas infantiles son experiencias o situaciones estresantes que afectan negativamente el desarrollo emocional, mental y físico de un niño. Pueden surgir de eventos traumáticos como abuso físico, emocional o sexual, negligencia, violencia doméstica, pérdida de seres queridos, enfermedades graves, desastres naturales, entre otros.
Estos eventos pueden tener un impacto duradero en la vida del niño, pudiendo afectar su salud mental, relaciones sociales, comportamiento y capacidad para regular las emociones. Los traumas infantiles pueden provocar estrés postraumático, depresión, ansiedad, trastornos del desarrollo y otros problemas de salud mental a lo largo de la vida si no se abordan adecuadamente. Es crucial brindar apoyo, comprensión y tratamiento a los niños que han experimentado traumas para ayudarles a superar y manejar sus efectos.
La incapacidad de comprender el significado de las disculpas puede causar un trauma psicológico en un niño. Las disculpas son una parte crucial del desarrollo emocional y social de un niño, ya que les enseñan sobre la responsabilidad, el perdón, la empatía y la reparación de relaciones.
Si un niño no aprende el significado de las disculpas, puede experimentar dificultades para reconocer sus propios errores, tomar responsabilidad por sus acciones y comprender la importancia de reparar relaciones. Esto puede generar problemas de comunicación, conflictos interpersonales y dificultades para establecer relaciones saludables en el futuro.
El impacto puede manifestarse en la forma en que el niño se relaciona con los demás, su autoestima y su capacidad para manejar conflictos. El aprendizaje del significado de las disculpas es crucial para el desarrollo emocional y social sano de un niño, y la falta de comprensión al respecto puede causar estrés emocional y dificultades en las interacciones sociales.
Indefensión aprendida
La indefensión aprendida es un tipo de trauma psicológico que se desarrolla cuando un niño enfrenta situaciones de adversidad o estrés intenso de manera repetida, percibiendo que no tiene control sobre esas situaciones, incluso cuando realmente podría tenerlo. Este término fue acuñado a partir de estudios con animales, pero se aplica también a experiencias humanas.
En el contexto infantil, la indefensión aprendida puede surgir de situaciones de abuso, negligencia, maltrato o ambientes donde el niño no puede prever o controlar los sucesos que le afectan. Como resultado, el niño puede llegar a creer que es impotente para cambiar su situación, aunque en realidad podría tener recursos o capacidades para hacerlo.
Este tipo de trauma puede impactar significativamente la autoestima, la percepción de control sobre la propia vida y la habilidad para afrontar desafíos. Los niños que experimentan indefensión aprendida pueden desarrollar problemas emocionales, ansiedad, depresión, falta de confianza en sí mismos y dificultades para enfrentar situaciones estresantes en el futuro. Es crucial brindar apoyo y herramientas para empoderar a estos niños, permitiéndoles recuperar el sentido de control y confianza en su capacidad para influir en su entorno.
Falta de Responsabilidad
La falta de responsabilidad en las propias acciones puede generar un impacto significativo en la vida de un niño, aunque no sea clasificado específicamente como un trauma en sí mismo. Sin embargo, puede tener repercusiones emocionales y sociales importantes en el desarrollo del niño.
Cuando un niño no asume la responsabilidad de sus acciones, es posible que no internalice las consecuencias de sus comportamientos. Esto puede ser resultado de diversos factores, como la falta de enseñanza de límites claros, la ausencia de modelos a seguir o la falta de feedback sobre las consecuencias de sus actos.
Esta situación puede influir en la formación del carácter del niño, afectando su capacidad para desarrollar empatía, comprender el impacto de sus acciones en los demás y aprender de los errores. A largo plazo, la falta de asunción de responsabilidad puede conducir a dificultades para mantener relaciones sanas, la incapacidad para resolver conflictos de manera madura y la persistencia de patrones de comportamiento perjudiciales.
Si bien no se considera un trauma en sí mismo, la falta de responsabilidad en las propias acciones puede tener efectos negativos en el bienestar emocional y en el desarrollo saludable del niño. Es esencial brindarles orientación, establecer límites claros y fomentar la reflexión sobre las consecuencias de sus actos para promover una asunción madura de la responsabilidad.
Exceso de seriedad
El trauma infantil que causa exceso de seriedad y falta de alegría puede derivar de diversas situaciones o experiencias que impactan negativamente en el desarrollo emocional y psicológico del niño. Aunque no es un término clínico específico, puede relacionarse con eventos como abuso, negligencia, trauma emocional, presión excesiva, falta de apoyo emocional o la ausencia de un entorno familiar que fomente la espontaneidad, la alegría y la expresión emocional positiva.
Cuando un niño experimenta situaciones traumáticas o estresantes, puede adoptar una actitud excesivamente seria como mecanismo de defensa. Esta seriedad a menudo se manifiesta como una falta de expresión emocional, alegría o espontaneidad. El niño puede sentirse abrumado por el estrés o la responsabilidad que no debería ser propia de su edad, llevándolo a reprimir emociones positivas.
Este patrón de comportamiento puede indicar una dificultad para disfrutar de actividades habituales para su edad, así como problemas para expresar y experimentar emociones positivas. A largo plazo, la falta de alegría y la seriedad excesiva pueden impactar la salud mental y el bienestar emocional del niño, influyendo en su capacidad para relacionarse, experimentar placer y desenvolverse en el mundo social.
Es fundamental brindar un entorno seguro y de apoyo, así como acceso a la ayuda psicológica necesaria para ayudar al niño a procesar sus experiencias, aprender a expresar emociones de manera saludable y recuperar la capacidad de experimentar alegría y felicidad.
Exceso de responsabilidad
El trauma infantil derivado del exceso de responsabilidad ocurre cuando un niño se ve obligado a asumir cargas o responsabilidades que están más allá de su nivel de desarrollo o edad. Este tipo de trauma puede manifestarse en situaciones en las que un niño se ve forzado a tomar roles o responsabilidades propias de adultos, como cuidar a otros miembros de la familia, preocuparse por el bienestar de sus padres o hermanos, o enfrentar situaciones de estrés excesivo para su etapa de vida.
El exceso de responsabilidad puede privar al niño de una infancia saludable, limitando su capacidad para disfrutar, explorar, aprender y desarrollarse de manera adecuada. Esto puede generar estrés emocional, presión psicológica, ansiedad, así como dificultades para establecer relaciones sociales y problemas en el desarrollo emocional y cognitivo.
A largo plazo, los niños que han experimentado un exceso de responsabilidad pueden tener dificultades para establecer límites saludables, experimentar sentimientos de culpa, estrés crónico o sufrir desafíos en su bienestar emocional.
Es esencial identificar y abordar esta situación para permitir que el niño tenga una infancia más equilibrada y saludable. Proporcionar un entorno de apoyo, donde se fomenten actividades propias de su edad y se le permita ser simplemente un niño, es fundamental para ayudar a contrarrestar los efectos del exceso de responsabilidad en su desarrollo. Además, brindar acceso a apoyo terapéutico puede ser crucial para el proceso de curación y recuperación.
No permitir errores
La sensación de no poder cometer errores o que estos sean vergonzosos puede ser consecuencia de un ambiente en el que se impone una presión excesiva para ser perfecto o de experiencias que generan un miedo intenso al fracaso. Aunque no se define específicamente como un trauma, este tipo de situación puede impactar significativamente en el desarrollo emocional y psicológico del niño.
Este sentimiento puede surgir de la imposición de estándares demasiado altos por parte de figuras de autoridad, como padres o cuidadores, que castigan severamente los errores o que generan un entorno en el que el niño percibe que no tiene margen para cometer errores. También puede derivar de experiencias de bullying, críticas constantes o falta de apoyo emocional al enfrentar dificultades.
Como resultado, el niño puede desarrollar un temor extremo a cometer errores, sintiéndose avergonzado si lo hace. Esto puede llevar a la evitación de actividades desafiantes o a la falta de desarrollo de la resiliencia y la habilidad para aprender de los errores.
Aunque no sea un trauma en sí mismo, esta mentalidad puede afectar la autoestima, generar ansiedad, limitar la capacidad de enfrentar desafíos y provocar sentimientos de inadecuación. Es fundamental fomentar un ambiente que permita la expresión de errores como parte natural del aprendizaje y promover la idea de que es normal cometerlos y aprender de ellos sin vergüenza o castigo. Brindar apoyo emocional y enseñar estrategias para manejar la presión y el perfeccionismo puede ser clave para el bienestar del niño.
Negligencia emocional
La negligencia emocional, causada por padres emocionalmente ausentes, es un tipo de trauma infantil que surge cuando los cuidadores primarios no brindan el apoyo emocional necesario al niño. Este tipo de negligencia puede manifestarse en la falta de conexión emocional, la ausencia de validación de las emociones del niño, la falta de interacción significativa o la falta de atención a sus necesidades emocionales.
La negligencia emocional puede ser tan perjudicial como otras formas de abuso más visibles. La ausencia de un ambiente emocionalmente enriquecedor y de cuidado puede impactar profundamente en el desarrollo del niño. Puede generar sentimientos de soledad, ansiedad, baja autoestima, dificultades en la regulación emocional, problemas de confianza, y afectar la forma en que el niño establece relaciones interpersonales a lo largo de su vida.
Cuando los padres están emocionalmente ausentes, el niño puede sentirse desatendido, incomprendido o ignorado, lo que puede tener un efecto duradero en su bienestar psicológico y emocional. A largo plazo, esta negligencia puede resultar en dificultades para establecer relaciones saludables, manejar el estrés, expresar emociones de manera adecuada y desarrollar una autoestima positiva.
Es crucial reconocer el impacto de la negligencia emocional en la infancia y brindar apoyo a los niños que han experimentado esta situación. Proporcionar un entorno amoroso, comprensión, y acceso a recursos terapéuticos puede ayudar al niño a sanar y a desarrollar habilidades emocionales saludables.
Las consecuencias directas de haber vivido la injusticia en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable que se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.
Si quieres luchar contra las heridas de tu pasado emocional a veces es importante saber soltar, así que: ¡Suelta!
Primeros auxilios emocionales
Emotional First Aid es un manual fácil de seguir para abordar las heridas emocionales cotidianas que todos experimentamos. Desde el rechazo hasta la pérdida y la baja autoestima, Emotional First Aid proporciona estrategias efectivas para garantizar que los dolores emocionales tratables no se conviertan en heridas profundas con efectos psicológicos duraderos.
Guy Winch, PhD, es un psicólogo licenciado con más de 20 años de experiencia. Se le considera un destacado defensor de la incorporación de la ciencia de las emociones en la vida cotidiana. Ha escrito para PsychologyToday.com y es el autor de The Squeaky Wheel y How to Fix a Broken Heart . Su charla TED de 2015 , Por qué todos necesitamos practicar los primeros auxilios emocionales, está clasificada como la quinta charla TED más inspiradora de todos los tiempos.
Vamos al médico cuando nos sentimos agripados o con un dolor persistente. ¿Por qué no vemos un profesional de la salud cuando sentimos dolor emocional: culpa, pérdida, soledad? Muchos de nosotros hacemos frente a problemas comunes de salud psicológica por nuestra cuenta, dice Guy Winch. Pero no deberíamos. Guy da una charla convincente sobre practicar higiene emocional, es decir, cuidar de nuestras emociones, nuestra mente, con la misma diligencia con que cuidamos nuestros cuerpos.
Cómo fortalecerte contra los dolores emocionales cotidianos
Ser humanos significa que somos susceptibles a cortes, esguinces, contusiones y otras lesiones leves. Como resultado, la mayoría de los hogares están equipados con algún tipo de botiquín de primeros auxilios o, como mínimo, curitas y analgésicos. Sabemos que las pequeñas lesiones que sufrimos con regularidad necesitan atención inmediata y nos han enseñado exactamente cómo atenderlas.
Pero, ¿qué pasa con las lesiones emocionales comunes como el rechazo, el fracaso o la baja autoestima? Si no se tratan, pueden conducir a problemas psicológicos mayores, pero nunca nos han enseñado qué curitas emocionales o analgésicos usar. Ahí es donde entran estos consejos. Se sumergen en los dolores emocionales que todos experimentamos y brindan formas de tratarlos y garantizar que no causen más daño del necesario.
Busque ayuda profesional cuando la necesite. Si dudas si la necesitas o no, prueba a ir a terapia. Ante la duda, PIDE AYUDA PROFESIONAL.
En algunos casos, el dolor emocional es demasiado profundo para abordarlo por su cuenta. A pesar de sus mejores esfuerzos, es posible que tenga dificultades para dejar de lado la culpa, la baja autoestima o los sentimientos de pérdida y soledad. Esto puede llevar a una desesperanza extrema e incluso a pensamientos de hacerse daño a sí mismo oa otros. Si se siente así, consulte a un profesional de la salud mental para obtener apoyo.
La autoestima ayuda a evitar que los rechazos menores provoquen un daño grave
¿Recuerdas la primera vez que te rechazaron? Quizás no te eligieron para un equipo en la escuela o no te invitaron a una fiesta. Cualquiera que haya sido su primera experiencia de rechazo, una cosa es segura, no fue la última.
El rechazo ocurre durante toda la vida. El niño que no te eligió para su equipo se convierte en un extraño que ignora tu cortés saludo o en una empresa que no te contratará.
Pero a pesar de que es tan común, el rechazo todavía duele. Escuchar un “No” o sentirse excluido desencadena dolor emocional y enojo, y afecta nuestra autoestima y sentido de pertenencia. Y al igual que un rasguño puede provocar una infección si no se trata, los rechazos menores pueden provocar problemas psicológicos más graves.
Uno de los efectos del rechazo es que afecta tu autoestima. En un intento por comprender por qué te rechazaron, es fácil caer en la trampa de la autocrítica y creer que de alguna manera te falta. Para evitar esto, es importante que recuerde sus propios rasgos positivos y aumente su sentido de autoestima.
Empiece por lanzar contraargumentos a cualquier pensamiento negativo que surja. Asegúrese de que su contrapunto no solo sea más amable, sino también relevante para la situación. Entonces, en lugar de pensar que arruinó una entrevista de trabajo, dígase a sí mismo que la empresa solo necesitaba a alguien con una experiencia muy específica.
Una vez que haya luchado con sus pensamientos negativos, aumente su autoestima recordando sus rasgos valiosos. Piense en cinco rasgos positivos que sean relevantes para el rechazo; por ejemplo, si no obtiene el trabajo de sus sueños para el que fue entrevistado, enumere cinco cualidades que lo convierten en un gran empleado. Luego, escribe algunos párrafos cortos que expliquen por qué cada rasgo es importante para ti, el papel que desempeña en tu vida y por qué es crucial para tu propia imagen.
Por último, alivia el dolor del rechazo acercándote a las personas que te rodean.
Los seres humanos tienen una necesidad fundamental de sentir que pertenecen, y esta es una de las razones por las que el rechazo puede ser tan difícil. Para restaurar su sentido de pertenencia, pase tiempo con sus seres queridos, esto lo ayudará a sentirse más conectado. Si no es posible estar con amigos y familiares, recibir recordatorios como fotos, mensajes o recuerdos también funcionará.
La soledad crea un círculo vicioso, pero se puede romper
Hoy en día, las personas están más conectadas que nunca. Gracias a Internet y a varios dispositivos, amigos y extraños están a solo unos clics de distancia.
Sin embargo, con todas estas formas de conectarse, muchas personas todavía se sienten increíblemente solas. Esto se debe a que la soledad no proviene de la falta de conexiones, sino de sentirse social o emocionalmente aislado. Piense en alguien con una lista interminable de contactos, pero sin amigos cercanos.
Desafortunadamente, los efectos de la soledad hacen que sea más difícil salir del aislamiento. Cuando las personas se sienten solas durante períodos prolongados, se sienten desesperadas y, a menudo, esperan lo peor, por lo que hacen menos intentos de comunicarse. Y si llegan a formar relaciones, luchan por mantenerlas porque sus habilidades para relacionarse son débiles por falta de práctica
El primer paso para tratar la soledad es desafiar los sentimientos negativos que fomenta. Puede hacer esto imaginando resultados positivos y dando a las personas el beneficio de la duda. Por ejemplo, en lugar de pensar que no conocerás a nadie en una fiesta o que la gente no querrá hablar contigo, imagina conocer gente nueva y amigable. Esto último hace que sea más probable que aceptes una invitación.
La impotencia es otro sentimiento negativo que surge de la soledad. Y para superarlo, hay que actuar. Comuníquese con personas con las que haya tenido interacciones positivas en el pasado o utilice plataformas en línea para inscribirse en actividades interesantes. Esto le hará sentirse empoderado para cambiar su situación.
Después de abordar las percepciones y sentimientos negativos, ponga el foco de atención en su comportamiento.
La soledad hace que las personas actúen sin saberlo de una manera que aleja a los demás. Esto incluye evitar eventos sociales, dar respuestas breves durante las conversaciones o concentrarse en su teléfono en lugar de interactuar con la gente. Para identificar lo que lo detiene, piense en experiencias sociales pasadas y enumere tres cosas que hizo que le impidieron interactuar. Tenga en cuenta esta lista como recordatorio de lo que no debe hacer.
El último paso para combatir la soledad es ejercitar un músculo de relación importante: empatizar con las personas y ver las cosas desde su perspectiva. Hacer esto mejora la comunicación, la resolución de problemas y la compasión, todos ingredientes clave para relaciones sólidas y significativas. Haz que este músculo funcione imaginándote en los zapatos de otras personas y esforzándote por comprender cómo ven y experimentan las situaciones.
Encontrar un significado nos ayuda a reconstruir nuestras vidas después de la pérdida y el trauma
Cuando pensamos en una pérdida o un trauma, generalmente imaginamos eventos como un accidente que cambia la vida o, peor aún, la muerte. Estos tienen un impacto innegablemente fuerte en nuestro bienestar, pero no son los únicos tipos de pérdidas y traumas.
En el extremo menos severo de la escala, las relaciones terminan, empacamos y nos mudamos a nuevos lugares o perdemos trabajos. Experiencias como estas pueden alterar nuestras vidas y cambiar la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Y recuperarse de ellos es como reparar huesos rotos. Las piezas deben volver a colocarse correctamente para que los huesos se curen y, finalmente, funcionen como solían hacerlo.
Una forma en que la pérdida y el trauma nos afectan es amenazando la forma en que nos identificamos. Por ejemplo, alguien que se define a sí mismo por su carrera estelar podría perder repentinamente su trabajo. O, después de un divorcio, una mujer puede evitar actividades significativas o amigos porque son recordatorios dolorosos de la pérdida.
Para recuperar nuestro sentido de identidad, es vital recuperar las partes de nosotros mismos que hemos perdido. Una buena manera de comenzar es enumerar las cualidades y actividades que valoramos pero con las que no hemos podido involucrarnos desde el doloroso evento. Luego, debemos explorar por qué nos sentimos tan desconectados de estos e identificar formas de reintroducirlos en nuestras vidas. Abordando primero los pasos más fáciles, podemos trabajar en la lista y comenzar gradualmente a vivir una vida plena nuevamente.
Además de desafiar nuestras identidades, la pérdida y el trauma también pueden sacudir nuestras creencias fundamentales. Por ejemplo, creer que el mundo es generalmente justo y luego pasar por algo particularmente injusto puede hacernos cuestionar nuestra comprensión del mundo.
Para manejar tales golpes a nuestras creencias, necesitamos encontrar significado en la pérdida y el trauma. Este es un proceso de dos pasos.
Primero, debemos dar sentido a las cosas preguntándonos por qué sucedió algo en lugar de cómo . Esto nos anima a explorar respuestas existenciales, espirituales o filosóficas que pueden ayudarnos a hacer las paces con los eventos. La segunda parte de encontrar significado es identificar algo positivo en la experiencia. Piense en las personas que aprecian más a sus familias después de una tragedia, o cree arte para procesar sus sentimientos. Los reflejos plateados como estos pueden ser reconfortantes después de una pérdida o un trauma.
El remedio para la culpa es reparar nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos
En algún momento de la vida, todos hemos sido abrumados por una conciencia culpable. Quizás esto haya sucedido después de que decepcionamos a un amigo o lastimamos a un ser querido.
Por más horrible que nos haga sentir, la culpa tiene un propósito. Nos motiva a hacer lo correcto y ayuda a proteger las relaciones importantes en nuestras vidas. La culpa es solo un problema cuando causa angustia y nos impide vivir plenamente o tener relaciones felices y saludables. Por ejemplo, podríamos estar tan atormentados por la culpa por cómo hicimos daño a una buena amiga que la evitamos por completo.
Afortunadamente, no tenemos que estar paralizados por la culpa para siempre.
Cuando lastimamos o decepcionamos a alguien, la solución a la tortuosa culpa parece fácil: arreglar la relación disculpándose. Pero en realidad, no es tan simple. Esto se debe a que las buenas disculpas van más allá de pedir perdón.
Una disculpa eficaz requiere tres cosas adicionales. Tenemos que validar los sentimientos de la otra persona. Esto significa escuchar a la parte agraviada y transmitirle que comprendemos sus sentimientos y que estamos arrepentidos. A continuación, tenemos que arreglar las cosas ofreciendo algún tipo de compensación. Y por último, debemos expresar que nuestras acciones fueron inaceptables y prometer no repetirlas.
A través de una buena disculpa, podemos obtener el perdón y liberarnos de los sentimientos de culpa. Pero, ¿qué pasa si la otra persona rechaza nuestra disculpa, o ni siquiera podemos ofrecerla porque él o ella no están cerca? En estos escenarios, el perdón aún es posible. La única diferencia es que tenemos que perdonar. El perdón a uno mismo alivia la culpa y ayuda a las personas a disfrutar de la vida sin evitar a quienes han agraviado.
Entonces, ¿cómo nos perdonamos a nosotros mismos?
Bueno, tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras acciones y reconocer cómo hemos afectado a los demás. Luego, debemos asegurarnos de que nunca repetiremos las acciones ofensivas. Una vez que un plan está en marcha, debemos encontrar una manera de expiarlo. La autora comparte ejemplos de una niña que devuelve dinero a escondidas a la billetera de su madre después de meses de robar, o personas que se ofrecen como voluntarias para una causa. Ofrecer tales reparaciones completa el proceso de perdón a uno mismo.
«El perdón a uno mismo debe ser el resultado de un proceso consciente, un esfuerzo por llegar a la paz con nuestras malas acciones».
Cambiar de perspectiva y reencuadrar los hechos puede ayudarte a salir de la rutina autodestructiva
¿Alguna vez un amigo pasó por una ruptura y luego no habló de nada más durante meses? Es probable que al principio simpatizara, pero se impacientó después de escucharlo por enésima vez.
Esta repetición de eventos dolorosos se llama rumiar y no está reservada para los quebrantados de corazón. Mucha gente reflexiona continuamente sobre experiencias perturbadoras. Y cada vez que lo hacen, se sienten peor. Es como rascarse una costra, solo retrasa la curación.
Además de prolongar el proceso de curación, reflexionar también conduce a la ira, agota la energía mental y es agotador para los amigos y familiares que tienen que escucharlo.
Poner fin a la rumia puede ser complicado, pero es posible. Y comienza cambiando la forma en que ves la experiencia.
Por lo general, las personas recuerdan los eventos dolorosos desde su propio punto de vista: una «perspectiva de inmersión en uno mismo». El problema es que esto no mejora su comprensión; simplemente te obliga a revivir las emociones negativas. Un mejor enfoque es distanciarse de los eventos y mirarlos desde una perspectiva en tercera persona. Un estudio de 2010 publicado en la Revista de Personalidad y Psicología Social encontró que esto puede conducir a nuevos conocimientos y cierre.
Para tener una perspectiva en tercera persona, imagina que eres un extraño que observa los eventos en cuestión desde la distancia. Haga esto cada vez que comience a rumiar.
Ahora, ¿qué haces con la ira y el tormento causado por la rumia? La respuesta es replantear el evento de una manera menos perturbadora. Busque intenciones positivas, oportunidades o lecciones ocultas en la experiencia. Por ejemplo, el nadador Michael Phelps ve las burlas de sus competidores como una motivación para entrenar y concentrarse más. Tiene 28 medallas olímpicas, ¡así que debe funcionar!
Mirar las cosas de manera diferente puede aliviar el dolor de la rumia, pero detenerla por completo requiere otra táctica: la distracción. Puede alejar su mente de los pensamientos rumiadores concentrándose en actividades moderadas o intensas como una conversación o juegos. Piense en dónde rumia a menudo y enumere las distracciones adecuadas. Por ejemplo, salir a correr es una gran distracción cuando estás en casa, mientras que un juego rápido en tu teléfono es más adecuado en el metro.
Al usar estas tácticas con regularidad, puede hacer que la rumia sea cosa del pasado.
Responder al fracaso de forma inmediata y correcta
¿Cómo te sientes con la palabra F?
La palabra F, fracaso, es algo que todo el mundo experimenta. Cuando somos niños, a menudo fallamos cuando intentamos entender el mundo que nos rodea; como adultos, a menudo fallamos cuando buscamos oportunidades o salimos de nuestra zona de confort. A veces incluso fallamos en cosas que hemos hecho muchas veces antes.
Pero al igual que el rechazo, el fracaso no es inofensivo solo porque es común. Puede darle un golpe a su confianza y evitar que vuelva a intentarlo en el futuro. Y si lo vuelve a intentar, los fracasos pasados a menudo pueden causar miedo y ansiedad saboteadores.
La prevención de estos efectos negativos depende de lo que haga después del fracaso.
Después de un fracaso decepcionante, un hombro sobre el que llorar es justo lo que necesita, ¿verdad? Bueno, no del todo.
El soporte definitivamente amortigua el golpe del fracaso, pero por sí solo no te ayuda a recuperarte. Esto se debe a que escuchar palabras de simpatía en realidad puede reforzar los sentimientos de insuficiencia. El apoyo emocional solo es útil si va acompañado de consejos prácticos sobre lo que puede aprender de la experiencia. Entonces, si bien está perfectamente bien apoyarse en un amigo después de un fracaso, también debe buscar lecciones para usar en el futuro.
Además de causarle decepción, el fracaso también puede hacer que se sienta desesperado y desmotivado. Después de todo, hiciste lo mejor que pudiste y las cosas aún no salieron bien.
Para obtener una perspectiva más esperanzadora, es importante tomar el control de su situación. Haga esto reflexionando sobre su preparación y desempeño, e identificando las cosas que puede hacer de manera diferente la próxima vez. Divídalos en objetivos procesables y cree un cronograma para lograrlos.
Ahora, incluso con un plan de acción, la idea de volver a intentar cualquier cosa después de un fracaso puede generar ansiedad, miedo y presión para actuar. Si no se abordan, estos sentimientos pueden sabotear los intentos futuros y crear un ciclo de fracaso. Por ejemplo, una de las pacientes de la autora estaba tan ansiosa por volver al trabajo después de años de ser ama de casa que inventó excusas para faltar a las entrevistas de trabajo. Como puedes imaginar, no recibió ninguna oferta de trabajo.
Para evitar que el miedo y la ansiedad se interpongan en su camino, hable sobre los sentimientos con sus seres queridos o con un terapeuta, o escriba un diario sobre ellos. Y si te distraes con los miedos mientras intentas algo, usa ejercicios de respiración para reenfocar tu atención.
Para fortalecer la autoestima, sea más amable con usted mismo y reconozca sus cualidades positivas
Cuando llega la temporada de gripe, los padres, los médicos y otras personas bien intencionadas recomiendan vacunas contra la gripe, remedios caseros y alimentos para estimular la inmunidad. Su razonamiento es sólido. Si su sistema inmunológico, la defensa del cuerpo contra las infecciones, es débil, es más probable que se enferme.
La baja autoestima se parece mucho a una inmunidad débil. Te hace más vulnerable a los golpes y molestias de la vida. Afortunadamente, la autoestima también se puede mejorar, dejando su mente y sus emociones mejor protegidas. La pregunta es: ¿Cómo, exactamente, haces esto?
¿Conoce esa voz en su cabeza que constantemente señala sus fallas y errores? Ese es tu crítico interior y, no hace falta decirlo, no ayuda a la autoestima. Deshacerse de esa voz negativa es esencial para desarrollar la autoestima.
Silencia al crítico interior con autocompasión. Esto significa ser amable contigo mismo en lugar de centrarte en los errores o los defectos percibidos.
Prueba el siguiente ejercicio de autocompasión. Escribe sobre una situación que te hizo sentir mal contigo mismo. Luego, imagina a un buen amigo pasando por la misma situación y castigándose por ello. Escriba una carta para consolar a su amigo, asegurándose de expresarle su cariño y comprensión. Ahora escribe tu propia experiencia de la situación, pero con la misma compasión que le ofreciste a tu amigo.
Mientras eres amable contigo mismo, adquiere el hábito de afirmar tus cualidades positivas. Esto mejora inmediatamente la autoestima y lo ayuda a lidiar con casos de fracaso o rechazo. Una buena manera de afirmar sus fortalezas es enumerar sus atributos positivos y escribir ensayos cortos que destaquen la importancia de cada uno. Haga esto con la mayor frecuencia posible, y especialmente antes de eventos importantes como citas o entrevistas.
La última herramienta que necesita en su kit de autoestima es el autoempoderamiento.
Sentir que tienes influencia en tu vida es un gran impulso para la autoestima. Y, afortunadamente, mejorar su sentido de empoderamiento en un área lo impulsa a actuar en otras. Para empezar, haz una lista de todas las cosas que te gustaría cambiar, como tu vida social o la parte de las tareas domésticas de tu pareja. Clasifíquelos de los más fáciles a los más difíciles y cree una estrategia para lograrlos. Luego, recorra la lista. Con cada éxito, se sentirá más capacitado para abordar el siguiente elemento, y su autoestima se disparará.
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