Actualizado el Tuesday, 11 October, 2022
Mucho ha llovido desde el Movimiento por la Aceptación de la Gordura (Fat Acceptance Movement) iniciado en Estados Unidos a finales de los 60 hasta la denuncia cada vez más frecuente del fenómeno conocido como gordofobia. Lo que todas estas corrientes tienen en común es el señalamiento de la presión que medios y sociedad ejercen -principalmente sobre las mujeres- respecto a un ideal de cuerpo. Esta se traduce en un sesgo anti-gordos o anti-gordura que impregna la publicidad, la información y la opinión ciudadana, atribuyendo determinadas características de personalidad a alguien por el mero hecho de tener sobrepeso. “Vago”, “estúpido”, “avaricioso”, “apestoso”, “lento” o “desmotivado” son algunas de ellas.
“Este sesgo no se limita a los individuos clínicamente obesos, sino que incluye también a aquellos cuyo cuerpo no es “aceptable” de acuerdo a las normas modernas de la sociedad -incluso aunque todavía esté dentro del rango normal o sobrepeso-. Es un ejemplo clásico del efecto halo en las culturas, cuando las preferencias físicas favorecen tener una grasa corporal baja”, explican los activistas que luchan contra él. Estudios como el llevado a cabo hace una década por los investigadores de la facultad de psicología de la American University de Washington, Mia Foley Sypeck, James J. Gray y Anthony H. Ahrens – No longer just a pretty face: fashion magazines’ depictions of ideal female beauty from 1959 to 1999– , analizando el ideal de belleza femenina difundido por los medios estadounidenses a lo largo de cuatro décadas, corroboran su existencia.
En su investigación, detectaron la insistencia machacona en un “modelo de delgadez ideal”. ” Cada vez es mayor mientras también lo es la tasa de obesidad femenina, convirtiendo ese icono en algo difícil de alcanzar o de mantener. Esto crea un abismo entre la apariencia real del cuerpo de una mujer promedio y su ansiada apariencia, la cual, dependiendo del grado en que el ideal se haya interiorizado, puede tener efectos psicológicos graves “, señalaban. ” En general las mujeres relacionan el cuerpo delgado ideal con resultados positivos vitales como la felicidad, la confianza y el éxito romántico; por lo tanto, en cierta medida es importante para muchas mujeres “, añadían.
En estados Unidos, organizaciones como la Asociación Nacional para el Avance de Aceptación de la Gordura (NAAFA) trabajan para reducir el estigma y promueven la aceptación de “cuerpos sanos de cualquier tamaño”, pero la ausencia casi total de cuerpos con sobrepeso en los medios de comunicación –Big Beautiful Women es una de las pocas publicaciones que muestra el universo de la gordura femenina- y en el mundo del entretenimiento hacen que esa aceptación se produzca con mucha lentitud “, critica la organización. “Avergonzarse por estar gordo es común en este país, a pesar de que son más los estadounidenses adultos con sobrepeso que los que no – según el CDC, dos tercios -. Sin embargo, las personas con sobrepeso y obesidad son discriminadas por empleadores, profesionales de la salud y posibles parejas sentimentales”, afirma.
Algunos proyectos visibilizan la gordura sin complejos, cuestionando la imposición de un modelo estético único: The Full Body Project de Leonard Nimoy, Adiposity de Substantia Jones, The Wait Watchers de la fotógrafa Haley Morris-Cafiero o el cortometraje español Gordofobia. Su autora, Sara Monedero, que denuncia que “la talla 36 es el burka occidental”, explicaba en esta entrevista a ETB que odiar su cuerpo “no es una opción”, pero que “no siempre puedes enfrentarte a ella”. “Gordofobia es una terapia de choque para enfrentarme a esa vergüenza”, añadía.