Actualizado el domingo, 27 octubre, 2024
¿Sabías que las conocidas pastillas de caldos contienen el polémico glutamato monosódico (GMS)?
Todos reconocemos el famoso “sabor” de la comida precocinada y claramente la fuerza de la química, que se utiliza en casi todos los platos de este tipo de cocina. ¿Quién no ha comprado alguna vez marcas como: caldos Knorr, Avecrem, Maggi, Distante, Ajinomoto, Kitano y otros “alimentos” que mejoran el sabor de nuestras recetas? Sólo Avecrem de pollo “100% natural” que no tiene aditivos, utiliza aceite de oliva y la cantidad de sal que contiene es inferior a la del resto de marcas. Nos hemos acostumbrado a sustituir las salsas y cocción tradicionales por esta fórmula rápida y sencilla. Sin embargo, quizás no sea muy sana.
Todos ellos contienen el famoso GMS, que está clasificado como seguro según la Administración de Fármacos y Alimentos (FDA) de Estados Unidos y la Unión Europea, lo engloba dentro de los aditivos alimentarios. Además de éstos, también podemos encontrarlo en diferentes alimentos procesados o productos salados congelados.
El glutamato monodósico de los caldos comerciales
El glutamato monosódico (MSG) es un aditivo alimentario común utilizado para mejorar el sabor de los alimentos. Se ha utilizado en la cocina asiática durante siglos y ahora se encuentra en muchos alimentos procesados en todo el mundo. MSG es conocido por su sabor «umami», que puede hacer que la comida tenga un sabor más sabroso y delicioso. Si bien se ha relacionado con algunos problemas de salud, el glutamato monosódico generalmente se considera seguro cuando se consume con moderación.
El glutamato monodósico (código HS 29224220 y el Número E E621), es la sal sódica del ácido glutámico, un aminoácido presente en la naturaleza (recordemos que los aminoácidos son los compuestos que forman proteínas). El International Glutamate Information Service afirma que este aditivo se ha empleado de manera segura durante casi un siglo, pero la manera de obtenerlo ha cambiado en la actualidad. Hoy en día se obtiene a partir de una fermentación industrial, ya que hacerlo de manera natural es un proceso largo y complejo. El glutamato presente en la naturaleza, en setas, algas y tomates por ejemplo, no reacciona de la misma manera en el cuerpo que el obtenido industrialmente.
Pero, ¿qué estudios hay en torno a el E621? ¿Realmente es inofensivo para la salud?
Estamos ante uno de los aditivos más comercializados y de más peso en la industria alimentaria pero una serie de reacciones desfavorables y potenciales efectos negativos han generado una gran polémica. Entre sus posibles reacciones están las nauseas, alergias en la piel, vómitos, taquicardia, dolor de cabeza, latidos cardíacos irregulares, mareos y el también conocido como «síndrome del restaurante chino«. El síndrome de restaurante chino, conocido también como «síntoma del glutamato monosódico», es una colección de síntomas que pueden incluir dolor de cabeza (migraña), rubor, sudor y sensación de presión en la boca o cara. Se tiene la creencia infundada de que el aditivo glutamato monosódico es la causa, pero los estudios científicos no han dado suficientes garantías de que sea el origen.
El síndrome posee este nombre por estar asociado a la ingesta de comida preparada en los restaurantes chinos, donde el glutamato es un condimento frecuente. En la mayoría de los casos los síntomas no son graves y se pueden aminorar con la ingesta de Vitamina B6 antes de ser expuesto al glutamato. Sin embargo, organizaciones como la OMS reiteran que no existen evidencias científicas que vinculen el glutamato monosódico con estas afecciones, solo reconoce que hay cierta parte de la población más sensible a su consumo.
Curiosamente, a pesar de los síntomas, la FDA (Food and Drug Administration) no ha establecido una dosis diaria admitida.
Y es cierto. Ningún estudio realizado en humanos ha podido demostrar estos efectos. Yo personalmente no suelo apoyar teorías sin base científica pero esos mismos estudios realizados a roedores muestran que puede afectar directamente a nuestro cerebro. En concreto ataca a la hormona leptina disminuyendo su acción, responsable de reducir el apetito e intervenir en el control del peso corporal.
La reacción de los roedores tras la inyección de este aditivo ha derivado en daños neurológicos, obesidad, esterilidad femenina y alteración en órganos asociados a la función endocrina.
Estudios españoles en ratas también indican que aumenta la voracidad un 40%. En humanos, su inhibición farmacológica puede inducir pérdidas de peso. Todo ello aporta nuevas pistas para explicar la actual epidemia de obesidad.
¡Y aun así, reiteramos! Ningún estudio realizado en humanos ha comprobado tales efectos en nuestro organismo, por lo que, a día de hoy esta sustancia se utiliza ampliamente como aditivo a expensas de que la comunidad científica que confirme sus efectos negativos. Cada uno es libre a la hora de escoger lo que consume, nosotros simplemente intentamos acercar la información para que podamos tener información crítica sobre muchos de aquellos nombres ilegibles que aparecen en los ingredientes de los alimentos.
El caldo tiene una larga historia de uso medicinal. Es conocido por ser cálido, relajante y nutritivo para el cuerpo, mente y alma… pero tiene propiedades que ni imaginábamos.
Desde la época de Hipócrates se ha relacionado el caldo con la curación del intestino y otros órganos. Y aunque actualmente la importancia de la salud intestinal está comenzando a llenar las distintas publicaciones de bienestar y salud, aún queda mucho por descubrir y aprender.
Desde aquí os invitamos a reducir vuestro consumo de especias industrializadas para evitar estos posibles daños graves. Recomendamos escoger alimentos y preparaciones frescas y reducir la presencia de productos procesados industrialmente, no sólo por los aditivos, sino también porque contienen más sodio, azúcares, grasas y calorías.
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