Actualizado el Sunday, 26 April, 2020
“Para que cada mente desarrolle su máximo potencial, se necesita una chispa, la chispa que encienda el ansia de investigar, la chispa de la emoción y la pasión. Todas esas chispas vienen de un maestro…” Stephen Hawking
Cada año, el Global Teacher Prize nos sorprende con historias inspiradoras que nos hacen recuperar la esperanza hacia el que seguramente sea el único gran impulsor del cambio social: la educación.
Tras 40 años dedicados a la enseñanza, Nancie Atwell asegura que no ha perdido ni una pizca de ilusión y que aún le queda mucha energía. A esta profesora le encantan los desafíos. Recientemente ha sido galardonada con el primer Global Teacher Prize, premio dotado con un millón de dólares, y ya está trabajando para convertirse en el «Nobel de la enseñanza».Los encargados de otorgar este premio son la Fundación Varkey.
En la última edición se volvieron a presentar más de 5.000 aspirantes de todo el mundo. Este año el premio ha sido para otra mujer, Nancie Atwell, que recibió este galardón porque representa todo lo que hace a alguien ser un excelente maestro. Los miembros del jurado destacaron su constante innovación a través de 40 años de enseñanza y su reto de formar ciudadanos del mundo en el aula.
Sus alumnos son los principales beneficiarios de su trabajo, pero también ha ayudado a muchos maestros, a su comunidad y en definitiva al mundo, en su afán por mejorar la educación.
Ella se considera a sí misma una aprendiz en constante búsqueda de sabiduría para poder aportarla a sus alumnos y siempre encaminada a buscar el bienestar de todos los miembros de la escuela.
Nancie comenzó su carrera como profesora en 1973. En su afán por mejorar la educación fundó el Centro para la Enseñanza y el Aprendizaje (CTL) en Edgecomb (Maine) en 1990, ahí es donde comparte sus inquietudes y lleva a la práctica sus programas de lectura y escritura.
Es de las pocas profesoras que pueden presumir de que sus alumnos leen una media de 40 libros al año, cuando la media está establecida entre seis y ocho.
Pero su amor por los libros confiesa que no fue innata. Ella descubrió esta pasión cuando estuvo postrada en una cama de niña por una fiebre reumática. Se preguntó porqué nadie le había mostrado las maravillas de poder sumergirse y navegar entre las páginas de aquellas inspiradoras historias y quiso poder ofrecer esa oportunidad a otros niños.
Su secreto es sencillo, deja que el niño elija los libros que quiere leer y los temas sobre los que quiere escribir.
A su centro acuden una media de 75 estudiantes que se disponen en clases de 16 a 18 personas. Unas clases repletas de libros para que el alumno pueda elegir su preferido en lugar de imponer algunos títulos. Nancie destaca que su enseñanza no se basa sólo en la propuesta comercial que hay para esas edades y sobre todo, insiste en recordarnos que la clave de su taller de lectura es tan sólo recordar que amar los libros es amar lo que te hace sentir.
Su trabajo va dirigido a crear estudiantes apasionados, habituales y críticos con la lectura, y que ésta a su vez les proporcione la inteligencia y la capacidad de ser personas más felices, justas y compasivas con el mundo
En el centro hay niños de todo tipo, desde chicos con TDAH, problemas de aprendizaje o dislexia. Y no por ello se les exime de ser grandes lectores.
La lectura es como bien sabemos la base para poder escribir correctamente, es algo que lleva su tiempo. Muchos son los profesores que han pasado por esta innovadora escuela para aprender métodos de enseñanza más eficaces. Ella reconoce lo satisfactorio que es su trabajo e intenta trasmitirlo a todos sus pupilos que ya son más de 600 profesores que han pasado por su escuela aunque como todos sabemos, a veces es difícil lanzarse a realizar actividades nuevas:
«Innové sin permiso. A veces suele ser el único camino, pero hay que probarlo»