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El fútbol y la economía empresarial más allá de las apuestas deportivas

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Actualizado el miércoles, 29 mayo, 2024

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El fútbol es el deporte que más seguidores atrae en todo el mundo. El baloncesto, el béisbol o la fórmula uno son también ejemplos de deportes muy populares, pero ninguno llega al nivel del fútbol, cuyos aficionados se cuentan por millones. El nivel de interés que despierta este otro pasatiempo es, por tanto, comparable a algunos de los sectores económicos más importantes a escala global. Al fin y al cabo, un producto será tan valioso como grande sea su demanda así como su creador y una combinación de ambas puede ser el éxito.

Ejemplo de ello se encuentra en Sergio Ramos uno de los deportistas que va camino a convertirse en un gran empresario. Después de la lista de Luis Enrique sobre los futbolistas que iban a la Euro en la cual Sergio Ramos no estará presente, una decisión con la que los especialistas en apuestas no contaban, el que es todavía capitán del Real Madrid sigue pensando en su futuro tanto profesional como empresarial. Ante esta realidad, no resulta en absoluto de extrañar que el fútbol sea en sí mismo un sector económico fundamental, en el que están involucrados personajes de relevancia extremadamente alta en el panorama mundial y en el que tienen lugar acuerdos que mueven cantidades estratosféricas de dinero.

Empresas multimillonarias de sectores audiovisuales y de los medios de comunicación se pelean por conseguir las licencias para emitir las competiciones más populares. Empresas de todos los sectores se pelean por lograr emitir sus spots publicitarios en los canales que han logrado estas licencias, durante los eventos. También por ocupar los cotizados espacios publicitarios como las vallas que rodean el terreno de juego o incluso el espacio existente en el equipaje de los jugadores de los equipos más importantes. Inversiones multimillonarias tiene lugar en las operaciones inmobiliarias que se llevan a cabo cuando un estadio de un gran equipo, normalmente ocupando un área muy extensa en un terreno céntrico de una gran ciudad, ha de ser ampliado o remodelado, o directamente trasladado a otro emplazamiento. Cada partido significativo, cada semifinal y cada final de una de las competiciones más importantes atraen a decenas de miles de aficionados y conllevan una actuación logística y un impacto económico equiparable al de grandes congresos o ferias, con los beneficios que esto reporta a las ciudades donde tiene lugar y a los comercios y negocios que en ellas se encuentran. El fútbol es un pastel muy deseado del que no son pocos los que quieren un pedazo. Por eso los pedazos son tan caros.

Existe una pregunta recurrente que muchas personas se hacen a menudo, especialmente entre aquellos que no son consumidores habituales de fútbol: ¿Cómo es posible que los futbolistas puedan ganar semejantes cantidades de dinero por darle patadas a un balón? Por muy habilidosos que sean los futbolistas tradicionales en esta tarea, sin duda no tiene sentido que este trabajo se valore tanto. La respuesta está, como ya hemos mencionado antes, en la ley de la oferta y la demanda. La realidad es que los futbolistas ganan tanto dinero simple y llanamente porque el mundo está dispuesto a pagárselo a cambio de verlos en acción. Todo el movimiento de dinero que gira en torno al mundo del fútbol se reduce en última instancia a cuáles son los partidos más populares. Los partidos más populares vienen determinados por el nivel los equipos que juegan en ellos, y esto está determinado por lo bien o mal que juegan estos equipos. Sin duda el buen o mal funcionamiento de un equipo a nivel deportivo depende de múltiples factores, pero al final hay una norma que siempre se cumple. Bien porque un buen entrenamiento, una buena estrategia y un buen ambiente dentro del equipo, que es incluso más importante en el fútbol de lo que lo es en otros sectores, les ha llevado a ser así o bien porque el equipo ya los fichó siendo unos genios, los buenos equipos están formados por buenos jugadores. Tal vez los tiene otro y los quieres o tal vez ya los tienes y no quieres que se marchen. De un modo o de otro, tienes que pagar el precio que valen. Y valen muchos millones. Así pues, pese a que muchos futbolistas no terminan gestionando su fortuna con el mayor de los éxitos, existen también numerosos ejemplos de futbolistas que si saben invertir bien los réditos obtenidos durante los cortos años que dura la carrera de un jugador en el fútbol profesional.

Mathieu Flamini es probablemente el mejor ejemplo de esto en la actualidad. El jugador francés de apenas 37 años fue considerado uno de los futbolistas más ricos del mundo y uno de los cien líderes de negocios más prometedores debido a la agudeza con la que supo gastar los millones adquiridos durante sus años en distintos equipos del calibre del Arsenal o el Milán. En concreto por su inversión en la empresa “GF Biochemicals”, una empresa pionera en la producción de una sustancia capaz de reemplazar nada más y nada menos que al petróleo en muchos de los usos que este tiene. Pero Flamini no está solo. Otras estrellas como Gary Neville, David Beckham Ronaldinho o Ryan Giggs han logrado mantener y aumentar sus respectivas fortunas aprovechando no solo los millones ahorrados durante sus carreras sino también su prestigio e imagen para lanzar o promocionar negocios en sectores como la moda, los productos de estética, el sector de la restauración, la producción y venta de whisky o vino y también el sector de los videojuegos como es el caso de Ronaldinho.

También encontramos grandes empresarios entre algunos de los personajes más famosos de fútbol español.

Aunque ha cometido algunos errores en el pasado, Sergio Ramos ha sabido jugar sus cartas con algunas inversiones en bienes raíces que han resultado ser muy lucrativas, así como en el sector de la cría de caballos, que además de ser de sus negocios más rentables, es también una de sus pasiones. Además de Ramos podemos encontrar otros casos como los de Andrés Iniesta o Gerad Piqué, con sus inversiones en el sector inmobiliario, deportivo y de la alimentación.

En definitiva, pese a que generalmente los futbolistas profesionales no cuentan con la formación ni el “background” de un inversor de éxito, las elevadas retribuciones que perciben sumadas a los contactos que personajes tan influyentes como ellos pueden llegar a obtener motivan que no pocos de ellos acaben teniendo una brillante carrera como emprendedores e inversores.

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