Estas dos ciudades lideran la tendencia de reemplazar el transporte a motor por la circulación peatonal. Por eso, para combatir la contaminación ambiental y el estrés urbano, Oslo se ha fijado el objetivo de reducir en un 95% las emisiones de gases de efecto invernadero. Desde los años noventa se está llevando a cabo una política ambiental que persigue esta meta. Por otro lado, en la ciudad alemana de Hamburgo existe un ambicioso plan para que se convierta en ciudad libre de autos para el 2034.
En Oslo, que cuenta con casi 650.000 habitantes —según el último censo— y cerca de 350.000 vehículos, el Parlamento Municipal aprobó la medida el mes pasado gracias a un acuerdo entre legisladores de izquierda y verdes.
«Del mismo modo que ya no es normal fumar en el interior de una casa o en un recinto público cerrado, el uso innecesario del coche en una ciudad será una reliquia del pasado», aseguró Eivind Trædal, del Partido Verde.
Energías renovables y fomentar el transporte público son claves para lograrlo, puesto que Oslo quiere producir toda su energía a través de ellas. Cabe mencionar que esta ciudad es considerada ya la capital mundial de los autos eléctricos, que vienen ganando terreno gracias a los incentivos de los que gozan tanto a nivel local como nacional: están exentos de IVA y del impuesto a los bienes personales, no pagan estacionamiento público ni peajes y tienen recarga gratis de batería.
«Las zonas libres de coches no solo mejoran la calidad del aire, que en ocasiones y en muchas ciudades roza los límites legales y afecta a la salud de las personas, sino que también mejoran el comercio y el consumo», añade Trædal.
En Oslo se espera que toda la flota acabe siendo de autos eléctricos. De forma paulatina se irán reemplazando los coches convencionales. Además, en los próximos veinte años, Oslo planea invertir 11 mil millones de euros en transporte público, reforzándolo y mejorando su fuente de energía. Si en un principio se recurrirá a los biocombustibles, hacia 2020 se invertirá en nuevos modelos de buses eléctricos y, paralelamente, se potenciarán los desplazamientos en bicicleta.
En Hamburgo, por otro lado, ya está en marcha desde hace dos años el ambicioso plan urbano Red Verde (Grünes Netz en alemán) que se propone dotar a esta ciudad portuaria sobre el río Elba de una gran red de caminos peatonales y bicisendas para vincular los numerosos espacios verdes existentes entre sí; ya ocupan el 40% de su superficie.
La intención, según Angelika Fritsch, portavoz de la oficina municipal de Planeamiento Urbano y Medio Ambiente, es crear un “sistema integral de circulación libre de autos” que permita, para el año 2034, moverse por la ciudad sin la necesidad de usarlos, ya que son una de las causas más obvias de la contaminación ambiental debido al monóxido de carbono y otras sustancias poco amigables con la atmósfera que despiden los tubos de escape; sin mencionar también los grandes embotellamientos y el estrés que provocan en la vida urbana.
Lo decimos siempre y lo repetimos: ¡vivan las bicicletas!
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