Actualizado el Monday, 28 September, 2020
¿Sabías que Maria Anna ‘Nannerl’ Mozart, la hermana de Wolfgang Amadeus, era una talentosa clavecinista?
En la familia de Mozart, no solo había un genio, sino dos. La desconocida historia de Maria Anna que compartía con su hermano el talento musical pero los escollos que tuvo que sortear frustraron su carrera. El talento de Mozart anuló al de su hermana de la que poco se ha conocido, aunque en la última década se han publicado varios libros sobre esta desconocida y excepcional música.
El obstáculo de ser mujer a lo largo de la historia ha impedido el reconocimiento del talento de la índole que fuera, reservándolo exclusivamente para el hombre y hecho a su medida.
Su padre, el compositor Leopold Mozart, músico de la corte, comenzó a enseñar a tocar a Maria Anna cuando ella tenía solo ocho años, su hermano pequeño, con tres, estaba siempre a su lado.
Trailer español de Nannerl, la hermana de Mozart.
Leopold escribió en una carta en 1764, según el Smithsonian: «Mi niña toca las partituras más difíciles que tenemos… con increíble precisión y de manera excelente». «Mi pequeña, con tan solo 12 años, es uno de los músicos más hábiles de Europa».
Gracias al carteo con Maria Anna, pudimos ver como Wolfgang Amadeus Mozart llegó a decir «asombrado» el talento para la composición que tenía su hermana. Las cartas revelan los elogios del propio Mozart: «Tengo el temor de no componer tan bien como tú, la canción que escribiste es hermosa».
Maria Anna ‘Nannerl’ Mozart
Cuatro años mayor que Wolfgang, Nannerl fue entrenada desde temprana edad para ser un prodigio musical.
Su padre, Leopold, la llevó de gira por Europa e, incluso cuando se le unió su hermano pequeño, a menudo era Nannerl la mayor atracción durante muchos años, no Wolfgang.
En 1763, cuando Nannerl tenía alrededor de 12 años, su padre escribió, “toca con tal habilidad que el mundo habla de ella y se maravilla de ella”.
Apodada «Nannerl», recibió críticas muy favorables en todo el Viejo Continente, con profesionales rendidos ante su habilidad, similar a la de su hermano. La joven tuvo que anteponer su pasión por hacer frente a la crisis económica que atravesaba su familia, al contrario que Mozart.
Así, su padre dio por terminada su gira cuando la joven cumplió los 18 años y ya era elegible para casarse. Aunque había mujeres compositoras, eran los hombres los grandes beneficiados, pudiendo mostrar su trabajo ante la nobleza. Si ellas hacían dinero con su música, se las consideraba prostitutas. Y eso no era lo que quería la familia de Nannerl Mozart. Ni siquiera le dieron la oportunidad de planteárselo.
Sin duda Marianne hubiera sido probablemente el alter ego femenino de su hermano Wolfgang. Según las cartas que éste escribió a su hermana en las que ensalzaba sus obras, Marianne podría haber comenzado su carrera como compositora pero jamás se conoció ninguna pieza musical suya. Lo que quedó claro es que fue una gran intérprete y que podría haber llegado aun más lejos en el mundo de la música si los clichés de la época y su propia voluntad no lo hubiesen impedido.
Su particular contribución fue sin duda la inspiración de varias de las geniales obras de su hermano. Pese a quedarse ciega, continuó ejerciendo como profesora de piano y participando activamente con este instrumento hasta su muerte el 29 de octubre de 1829. No dejemos que la historia la olvide.
Ambos tenían un oído absoluto
El llamado “oído perfecto o absoluto” es una cualidad que tienen algunas personas para identificar, nombrar y reproducir una nota sin equivocarse. Se trata de gente que cuando escucha cualquier sonido sabe en qué nota o tonalidad está. Tras escuchar una melodía pueden reproducirla sin necesidad de partitura. Además de los hermanos Mozart, algunos de los músicos actuales que también dicen tener este talento han sido Frank Sinatra, Freddie Mercury o Michael Jackson.
Hay quien defiende que el oído absoluto es una capacidad que se puede aprender entre los dos y los cinco años. En un estudio publicado en 2013 los investigadores Fabrizio Veloso y María Ángela Guimaraes, afirmaban que tiene que ver con el desarrollo del lenguaje. Las personas aprenderían a leer notas igual que aprenden a leer letras. Sin embargo, ahora también hay un estudio apunta a que podría tener un origen genético. En un artículo publicado en la revista Journal of Neuroscience se afirma que solo una de cada 10.000 personas en el mundo tienen la corteza auditiva de su cerebro (región responsable del procesamiento de la información acústica) más grande que el resto.
Compositoras borradas de la historia
En un magnífico y riguroso trabajo de rescate, en ‘Armonías y suaves cantos: Las mujeres olvidadas de la música clásica (El Acantilado) la profesora y biógrafa Anna Beer (Londres, 1964) hace justicia a ocho compositoras cuya obra ha sido menospreciada por la historia tradicional de la música. Desde la Florencia del XVII hasta el Londres del XX, Beer bucea en cartas, diarios, críticas y partituras para brindarnos el retrato de ocho mujeres que despertaban recelos y miedos profundos sólo por el hecho de componer.
“Habría sido demasiado fácil representar la vida de toda compositora como una lucha inútil. Pero he preferido celebrar sus logros en lugar de lamentar las óperas y las sinfonías que no llegaron a escribir”
Francesca Caccini, Barbara Strozzi, Élisabeth Jacquet de la Guerre, Marianna Martines, Fanny Hensel, Clara Schumann, Lili Boulanger y Elizabeth Maconchy. Esos son sus nombres y estas sus historias.