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Nacido en la esperanza del Nuevo Mundo, el sueño americano encuentra sus raíces en la visión de una tierra de oportunidades ilimitadas.

Orígenes y evolución del concepto «El Sueño Americano»

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Actualizado el domingo, 16 junio, 2024

En la vasta historia de los Estados Unidos, un concepto ha perdurado y se ha arraigado en el tejido social: el sueño americano. Pero, ¿de dónde surge este término tan emblemático? En este artículo, exploraremos a fondo la evolución y las raíces del «sueño americano», entender su significado y cómo ha resonado a lo largo del tiempo.

Ours Was the Shining Future (por David Leonhardt) reflexiona sobre el ascenso y la caída del capitalismo democrático y el sueño americano. Destaca la creciente disparidad entre la representación política y los intereses económicos de la clase trabajadora en Estados Unidos.

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Camiseta: Illegal Immigration started in 1492 \ La inmigración ilegal comenzó en 1492

Descubra cómo el sueño americano se convirtió en víctima de un panorama político en evolución

En la actualidad, es probable que se haga referencia a la noción del «sueño americano» de manera irónica o cínica, y en cierto sentido, esta actitud resulta comprensible. En los últimos años, hemos sido testigos de una disminución en la esperanza de vida en Estados Unidos y una estabilización en los niveles de vida, fenómenos que se han denominado como el Gran Estancamiento Americano. A pesar de los periodos de crecimiento económico en el pasado, las generaciones más recientes, entre ellas la Generación X y los Millennials, se han enfrentado a oportunidades cada vez más limitadas para superar el ingreso de sus padres.

Hubo un momento en la historia de Estados Unidos en el que la democracia y el capitalismo parecían coexistir en un equilibrio armonioso. Sin embargo, ¿qué ocurrió para que esa armonía se viera afectada? El Gran Estancamiento Americano se atribuye a dos problemas fundamentales: un crecimiento económico más lento y una mayor desigualdad de ingresos. Como exploraremos en las secciones siguientes, el auge y la caída del sueño americano y del sistema de capitalismo democrático son consecuencia de factores como el poder, la cultura y las inversiones. Cuando estas fuerzas no están alineadas, se produce una desconexión entre el panorama político y los intereses económicos de la clase trabajadora estadounidense.

Movimientos como los derechos civiles en la década de 1960 desafiaron las limitaciones del sueño americano, exigiendo igualdad y justicia para todos los estadounidenses.
Movimientos como los derechos civiles en la década de 1960 desafiaron las limitaciones del sueño americano, exigiendo igualdad y justicia para todos los estadounidenses.

Raíces Históricas

Es difícil precisar el momento exacto, pero la expresión «el sueño americano» parece haber hecho su primera aparición en la época de la Gran Depresión, la crisis económica de la década de 1930 que obligó a Estados Unidos a reevaluar prácticamente todo.

Hasta ese momento, dos fuerzas de poder dominaban la escena económica. Por un lado, estaba el movimiento progresista y sus esfuerzos por establecer aspectos como un salario mínimo y condiciones laborales más seguras. Por otro lado, se encontraban los intereses de las grandes empresas, defensores de lo que el autor denomina «capitalismo rudo». Este enfoque capitalista se caracteriza por impuestos bajos y escasas regulaciones, permitiendo que las corporaciones actúen en gran medida a su antojo, dominando así las fuerzas del mercado.

Aunque el movimiento progresista logró avances significativos a principios del siglo XX en busca de la igualdad económica, los derechos de los trabajadores que afectaban las ganancias enfrentaron una feroz reacción en la década de 1910. A pesar del auge económico de la década de 1920, también se manifestaron graves desequilibrios económicos, culminando en la crisis que precipitó la Gran Depresión en la década de 1930.

Durante los años 30, las fuerzas opuestas se enfrentaron en una batalla por el creciente poder de los sindicatos de trabajadores. La Depresión generó una situación tan desfavorable para tanta gente que una gran fuerza política se unió bajo una causa común: los trabajadores exigían salarios más altos, mejores condiciones laborales y más derechos.

La huelga de los conductores de carbón de Minneapolis en 1934 se convirtió en un punto de inflexión. Liderada por la sección sindical Local 574, la huelga resultó en concesiones sustanciales por parte de los empleadores, sentando un precedente de victorias sindicales en diversas industrias. Esta huelga puso al nuevo presidente, Franklin Roosevelt, en una situación difícil al tener que decidir entre los intereses de las grandes empresas influyentes o los de los trabajadores oprimidos. Finalmente, se alineó con los sindicatos.

Su administración, respaldada por la Secretaria de Trabajo, Fannie Perkins, consolidó aún más los derechos de los trabajadores con la Ley Wagner de 1935. Esta legislación protegió el derecho a la negociación colectiva y desempeñó un papel fundamental en la formulación de políticas que incluían obras públicas, un salario mínimo y seguridad en el lugar de trabajo.

Históricamente, los sindicatos han sido objeto de críticas, pero han desempeñado un papel crucial para garantizar los derechos de los trabajadores y mejorar los niveles de vida. Aunque inicialmente se temía que dañaran la economía, la evidencia sugiere que cuando los sindicatos prosperan, la riqueza se redistribuye de manera más equitativa, sin dañar la economía.

Una conclusión crucial es que el éxito del movimiento obrero en la década de 1930 dependió del apoyo político. Sus esfuerzos probablemente habrían sido aplastados sin líderes que los respaldaran, como Roosevelt y Perkins. La historia de Minneapolis en la década de 1930 ilustra cómo la acción colectiva y el respaldo político pueden conducir a cambios sociales y económicos significativos, dando forma a una sociedad más justa y equitativa.

La evolución de las políticas del presidente Roosevelt y el fortalecimiento de los sindicatos de trabajadores en todo el país ayudaron a cambiar la situación y colocaron a Estados Unidos en el camino de la recuperación. La nación comenzó a apartarse de las prácticas egoístas, y los líderes empresariales se dieron cuenta de que la cultura corporativa podía priorizar los intereses nacionales y los buenos salarios, creando así una prosperidad general. Este enfoque de «lo que es bueno para todos es bueno para nosotros» está en el corazón del capitalismo democrático.

Este pensamiento continuó durante la Segunda Guerra Mundial y más allá, cuando el gobierno adoptó un enfoque más cooperativo con los sindicatos y los reguladores. El Comité de Desarrollo Económico (CED) desempeñó un papel fundamental al promover la idea de que el control de costos no es la única vía hacia la rentabilidad. Este cambio ideológico resultó en una forma más moderada de capitalismo, donde los salarios aumentaron y la economía experimentó un nivel de igualdad no visto desde mediados del siglo XIX. La presidencia de Dwight Eisenhower reflejó este cambio cultural, enfatizando la moderación económica y el compromiso entre empresas y trabajadores.

Eisenhower también pudo ver un panorama más amplio. Al realizar inversiones inteligentes en infraestructura, sacrificó ganancias de corto plazo en favor del crecimiento económico y la prosperidad a largo plazo. En muchos sentidos, las políticas e inversiones de Eisenhower desafiaron las expectativas de un líder republicano que prefería un gobierno pequeño. Sin embargo, su mandato dejó un impacto duradero que condujo a cambios transformadores, como el sistema de autopistas interestatales y avances tecnológicos que convirtieron a los Estados Unidos de la posguerra en una potencia mundial innovadora.

No obstante, en el surgimiento del llamado sueño americano existen contradicciones. Resulta sorprendente que la disparidad salarial entre los trabajadores blancos y negros realmente se redujera durante la posguerra, una época marcada por la grave desigualdad y discriminación racial sancionada por el gobierno en las décadas de 1940 y 1950. Al mismo tiempo, los sindicatos se volvieron más inclusivos, permitiendo la afiliación de trabajadores no blancos. Las políticas amplias y orientadas al bien común de la posguerra facilitaron que las familias negras ascendieran en la escala económica en las décadas de 1940, 1950 y 1960.

Sin embargo, cuando se alcanzaron las mayores victorias en derechos civiles en la década de 1960, el país ya estaba experimentando cambios. Los sindicatos se volvieron más complacientes y corruptos, y el gobierno reconsideró una vez más los beneficios de un enfoque de laissez-faire.

La Era de la Independencia

El germen del sueño americano puede rastrearse hasta los albores de la independencia de los Estados Unidos. En un contexto en el que las colonias buscaban liberarse de la opresión, nació la idea de una tierra de oportunidades, donde la libertad y la igualdad fueran los pilares fundamentales.

La Fiebre del Oro y la Movilidad Social

Durante la Fiebre del Oro en el siglo XIX, la nación experimentó una transformación radical. La búsqueda de fortuna atrajo a individuos de diversas partes del mundo, generando una mezcla cultural única. Este periodo marcó el comienzo de la movilidad social, un componente esencial del sueño americano.

Forjado en los albores de la colonización, el sueño americano comenzó como una narrativa de libertad y autodeterminación.
Forjado en los albores de la colonización, el sueño americano comenzó como una narrativa de libertad y autodeterminación.

Evolución del Concepto

Siglo XX: Prosperidad y Desafíos

El siglo XX vio la consolidación del sueño americano como un ideal profundamente arraigado en la psique colectiva. Las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial se caracterizaron por un auge económico que permitió a muchas familias alcanzar una calidad de vida hasta entonces inimaginable.

Desafíos Contemporáneos

Sin embargo, en el siglo XXI, el sueño americano ha enfrentado desafíos significativos. La desigualdad económica, las tensiones raciales y los cambios en la estructura familiar han planteado preguntas sobre la viabilidad y la accesibilidad de este sueño para todos los ciudadanos.

Componentes Clave del Sueño Americano

Oportunidades Económicas

Uno de los pilares fundamentales del sueño americano es la promesa de oportunidades económicas ilimitadas. La creencia de que cualquier persona, sin importar su origen, puede alcanzar el éxito financiero ha sido un motor poderoso que ha impulsado a generaciones a esforzarse por el progreso.

Educación y Movilidad Social

La educación juega un papel crucial en la narrativa del sueño americano. La idea de que el acceso a la educación puede abrir puertas y nivelar el campo de juego ha sido un catalizador para la movilidad social. Sin embargo, las disparidades en el sistema educativo plantean desafíos para la realización plena de este aspecto del sueño.

El Sueño Americano en la Cultura Popular

El sueño americano tiene sus raíces principalmente en la época de gran prosperidad que emergió de la Gran Depresión. Durante ese período, el gobierno otorgó poder a los sindicatos de trabajadores. En los años durante y después de la Segunda Guerra Mundial, los líderes corporativos abrazaron amplios intereses nacionales y comunitarios por encima de sus propios beneficios individuales. Este enfoque está en el corazón del capitalismo democrático. Sin embargo, este modelo perdió relevancia en la década de 1970, tras una crisis económica. En la década de 1980, cuando los demócratas liberales parecían desconectados de los intereses de la clase trabajadora, surgió una nueva forma más agresiva de capitalismo. Desde entonces, la desigualdad económica ha aumentado y gran parte de la riqueza del país ha ido al percentil superior. Para recuperar la promesa del sueño americano, el gobierno debe aprovechar una vez más el poder de la clase trabajadora, escuchando sus preocupaciones en lugar de cavar trincheras ideológicas que solo sirven para perpetuar una agenda económica insalubre y desequilibrada.

Representación en Medios

A lo largo de las décadas, el sueño americano ha permeado la cultura popular, desde la literatura hasta el cine y la música. Las historias de individuos que superan obstáculos para lograr el éxito han capturado la imaginación del público y han contribuido a la mitología del sueño americano.

Existen numerosas películas que abordan el tema del sueño americano, explorando sus complejidades y desafíos a lo largo de la historia. Estas películas ofrecen una mirada crítica y reflexiva sobre el ideal del sueño americano y sus ramificaciones en la sociedad. Aquí hay algunas películas destacadas que tratan sobre el sueño americano y las razones por las cuales son significativas:

  1. «El Gran Gatsby» (2013): Basada en la novela clásica de F. Scott Fitzgerald, esta película dirigida por Baz Luhrmann examina la decadencia moral y la búsqueda obsesiva del éxito en la era del jazz. Ilustra cómo el sueño americano puede conducir a la desilusión y la tragedia.
  2. «Ciudadano Kane» (1941): Dirigida y protagonizada por Orson Welles, esta obra maestra cinematográfica ofrece una crítica mordaz a la ambición desmedida y las consecuencias de la búsqueda del poder y la riqueza en la sociedad estadounidense.
  3. «En Busca del Destino» (1997): Esta película dirigida por Gus Van Sant narra la historia real de Will Hunting, un joven genio matemático con un trasfondo problemático. Examina las barreras sociales y económicas que pueden obstaculizar el éxito, incluso para aquellos dotados de talento.
  4. «American Beauty» (1999): Dirigida por Sam Mendes, esta película profundiza en la vida suburbana y la búsqueda de la felicidad en un entorno aparentemente perfecto. Cuestiona los valores tradicionales del sueño americano y muestra las grietas en la fachada de la prosperidad.
  5. «The Pursuit of Happyness» (2006): Basada en la vida real de Chris Gardner, interpretado por Will Smith, esta película sigue la lucha de un hombre contra la adversidad mientras busca un mejor futuro para él y su hijo. Destaca la perseverancia y la determinación en la búsqueda del éxito.
  6. «Glengarry Glen Ross» (1992): Esta película, basada en la obra de teatro de David Mamet, muestra la presión y la competencia en el mundo de los bienes raíces comerciales. Explora cómo la obsesión por el éxito material puede corromper a las personas y poner a prueba su ética.
  7. «Hombres de Honor» (2000): Inspirada en hechos reales, esta película sigue la historia del primer buzo de la Armada de los Estados Unidos de origen afroamericano. Examina la lucha contra la discriminación racial y económica en la búsqueda de un sueño individual.

Estas películas ofrecen una variedad de perspectivas sobre el sueño americano, desde sus promesas hasta sus desafíos y desilusiones. Cada una contribuye a la conversación más amplia sobre el significado y la realidad del sueño americano en distintas épocas y contextos.

Críticas y Desmitificación

No obstante, la representación del sueño americano también ha sido objeto de críticas. Voces críticas argumentan que el sueño puede estar fuera del alcance de muchos debido a sistemas estructurales y desigualdades arraigadas.

Una de las razones que mantuvo vivo el sueño americano en los años de la posguerra fue el poder colectivo de los sindicatos de trabajadores y el interés general del gobierno en atraer a la clase trabajadora.

En la década de 1960, se experimentó una disminución del poder sindical, surgiendo la pregunta de quién sería el partido popular: ¿los demócratas o los republicanos?

Wright Mills, un autor y sociólogo destacado, criticó la democracia estadounidense a principios de los años 60. Sostenía que los líderes sindicales estaban dejando de lado su responsabilidad. Observó que estaban volviéndose complacientes y demasiado dispuestos a asumir un papel más pasivo y satisfecho en el panorama empresarial nacional. Además, identificó una nueva y juvenil tendencia en la política liberal, a la que contribuyó a nombrar: la Nueva Izquierda. En los años sesenta, jóvenes intelectuales y estudiantes universitarios formaron este movimiento político impulsado por preocupaciones sobre la guerra nuclear y el medio ambiente. Aunque lleno de ideas y esperanzas de cambio, la falta de conexión de la Nueva Izquierda con la clase trabajadora alienó a la base de votantes que los sindicatos alguna vez habían convertido en una potencia política importante.

Como resultado, los republicanos de repente parecieron ser el partido del pueblo. Richard Nixon apeló al voto populista, y los republicanos efectivamente cambiaron su imagen. A pesar de las controversias, la presidencia de Nixon adoptó políticas económicas moderadas. Sin embargo, este escenario preparó el terreno para la denominada Revolución Reagan.

Durante las décadas de 1950 y 1960, surgieron nuevas ideas económicas lideradas por el destacado abogado y profesor de Yale, Robert Bork, y un grupo de economistas influyentes conocidos como la Escuela de Chicago. Bork y la Escuela de Chicago abogaban por el fin de las leyes antimonopolio y las regulaciones financieras, creyendo en un mercado libre que se autorregularía, permitiendo que Estados Unidos alcanzara nuevas alturas.

Estas ideas estuvieron en segundo plano durante más de una década hasta que la guerra árabe-israelí de 1967 y el posterior embargo petrolero en la década de 1970 generaron una crisis económica prolongada. Esto abrió paso a un nuevo plan económico, adoptado por Ronald Reagan en los años 1980. Este cambio sísmico en el panorama económico del país reemplazó el capitalismo democrático por un capitalismo rudo, dejando a los estadounidenses de clase trabajadora marginados.

Durante los dos mandatos de Reagan, se redujeron los impuestos a la propiedad y a la renta, se desregularon los mercados financieros y se transformaron las políticas laborales. Las inversiones en proyectos de infraestructura, educación y obras públicas que fueron fundamentales en administraciones anteriores desaparecieron. Aunque los años 80 y 90 experimentaron un auge económico, los beneficios se distribuyeron de manera desigual. Similar a la década anterior a la Gran Depresión, una parte significativa de las ganancias económicas fluyó hacia los ricos, incrementando la brecha entre ricos y pobres.

En la sección final, analizaremos algunas de las cuestiones que nos han mantenido más o menos atrapados en el modelo de capitalismo rudo y exploraremos qué medidas podrían tomarse para recuperar el capitalismo democrático.

A lo largo de las décadas, la globalización y cambios económicos han planteado interrogantes sobre la viabilidad y equidad del sueño americano en el siglo XXI.
A lo largo de las décadas, la globalización y cambios económicos han planteado interrogantes sobre la viabilidad y equidad del sueño americano en el siglo XXI.

Al igual que en la era Reagan, la presidencia de Clinton en la década de 1990 representó un periodo de auge económico. A pesar de los elogios que ha recibido, en retrospectiva, se une a la tendencia decepcionante de una creciente desigualdad en la sociedad moderna.

Clinton era, esencialmente, un neoliberal. Aunque prometió beneficios para los trabajadores comunes mediante una combinación de libre comercio, desregulación y créditos fiscales, estas promesas quedaron en gran medida incumplidas, ya que los ingresos de los más ricos superaron a los de otros grupos durante su mandato. Las fuerzas neoliberales de las últimas décadas, caracterizadas por un aumento del comercio, una mayor concentración corporativa, una disminución de los sindicatos, regulaciones reducidas y tasas impositivas más bajas, contribuyeron a la disminución de la proporción de la producción económica estadounidense destinada a los salarios de los trabajadores. Mientras tanto, las ganancias corporativas aumentaron, representando más del siete por ciento del ingreso nacional a principios de la década de 2020, en comparación con el promedio de posguerra del 5,5 por ciento, lo que se traduce en una pérdida anual sustancial para la familia promedio.

Desde los años 80 y 90, estas tendencias han persistido, planteando la pregunta de qué puede hacer Estados Unidos, si es que puede hacer algo, para alejarse del capitalismo agitado y regresar al capitalismo democrático.

La política no ha hecho más que polarizarse en las últimas elecciones, y esto no ha beneficiado a ninguno de los partidos para movilizar a la fuerza laboral como una potencia política capaz de recuperar una economía más equitativa. La inmigración ha sido uno de los temas clave en las recientes elecciones. Aunque es un tema controvertido, los demócratas podrían ser más flexibles al respecto.

El problema de la inmigración tiene sus raíces en una ley de inmigración de 1965. A pesar de las intenciones iniciales de crear equidad en el proceso de admisión, la ley contenía lagunas imprevistas. Inicialmente, se creía que los inmigrantes permitidos en Estados Unidos serían especialistas capaces de cubrir la escasez de empleos específicos, y se esperaba que el número total de inmigrantes no aumentara significativamente. Sin embargo, la realidad fue que muchos inmigrantes eran trabajadores manuales a quienes se les permitió ingresar debido a sus familiares que ya residían en el país, y el número aumentó considerablemente.

Cuando se aprobó el proyecto de ley, la inmigración legal ascendía a unas 290.000 personas al año. Esta cifra ha aumentado constantemente cada año, superando el millón por primera vez en 2001. Como resultado, el número de residentes en Estados Unidos nacidos en el extranjero casi se ha triplicado desde finales de los años 60 y probablemente supere el pico anterior del 14,8 por ciento de la población, alcanzado en 1890.

Los pros y los contras de esta ola de inmigración han sido objeto de acalorados debates durante décadas, y el argumento persiste debido a que hay ventajas e inconvenientes. Estados Unidos ha cosechado beneficios de la inmigración, como la expansión de la fuerza laboral y el poder económico, y ha sido responsable de numerosas innovaciones y negocios exitosos. No obstante, es injusto afirmar que las defectuosas leyes de inmigración no tienen consecuencias. Según un informe de 600 páginas publicado en 2017 por la Academia Nacional de Ciencias, la política de inmigración estadounidense ha tenido un impacto significativo en los salarios, las opciones de empleo para la clase trabajadora y el debilitamiento de los sindicatos.

Siguiendo la tendencia que comenzó en los años 60 con la Nueva Izquierda, los liberales actuales tienden a ser inflexibles en sus posiciones políticas y más centrados en cuestiones sociales que en económicas. Por ende, la clase trabajadora puede sentir legítimamente que los demócratas ignoran sus preocupaciones. Los liberales podrían reconectar con la clase trabajadora si comprendieran que es posible ser proinmigrantes sin descuidar las preocupaciones laborales. Este simple reconocimiento podría recuperar a muchos votantes de clase trabajadora que se han desviado hacia el Partido Republicano.

Finalmente, las perspectivas de un futuro brillante son limitadas si el gobierno no vuelve a invertir como antes. Desde la década de 1970, ha habido una disminución constante en el gasto gubernamental, especialmente en programas que benefician a los jóvenes y a la clase trabajadora. Esta falta de inversiones es responsable de que el país sea uno de los pocos que no cuenta con un programa nacional de licencia parental remunerada. También ha contribuido a mayores tasas de pobreza infantil, desafíos en la infraestructura de transporte y la disminución de la participación de las mujeres en la fuerza laboral.

El economista John Maynard Keynes afirmó una vez que el desafío para una economía próspera es encontrar un equilibrio entre eficiencia económica, justicia social y libertad individual. Este es un desafío que Estados Unidos estuvo más cerca de superar en generaciones pasadas. Sin embargo, todavía existe la oportunidad de abrazar esos principios a través de movimientos de base que presten atención a la opinión pública. No podemos prosperar como nación si ignoramos las voces de los estadounidenses de clase trabajadora.

Hoy, el sueño americano se enfrenta a desafíos, pero su historia refleja una narrativa de adaptación y resistencia, manteniendo viva la búsqueda de una vida mejor para todos.
Hoy, el sueño americano se enfrenta a desafíos, pero su historia refleja una narrativa de adaptación y resistencia, manteniendo viva la búsqueda de una vida mejor para todos.


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