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¿Sabes qué hay en tu pechuga de pollo?

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En menos de 1 minuto, este vídeo nos abre los ojos sobre la cruda realidad que se esconde detrás de una simple pechuga de pollo, ¿te atreves a descubrirlo?

Tu polloPOLLO: Esa carne que tus amigos todavía comen porque piensan que es "saludable" es realmente espantosa.Algunos pollos son criados para subir tanto de peso que no puede ni siquiera estar de pie.#30DaysofVegan http://peta.vg/comoservegano Posted by PETA Latino on Wednesday, 11 November 2015

Desde aquí, no queremos promover ese tipo de alimentación ya que cada persona es libre de decidir lo que desea comer, sino únicamente fomentar el debate entorno a las condiciones de vida (y muerte) a la que son sometidos, no solo los pollos, sino otros animales que terminan en nuestro plato.

Es un debate con posiciones enfrentadas. Lo único claro y en lo que, sin duda, debemos estar de acuerdo, es que comer carne no significa que las granjas y los mataderos en los que viven y acaban los animales, deban mantener unas condiciones deplorables de confinamiento intensivo, aumento de peso paralizante, transporte cruel o asesinato violento mientras están plenamente conscientes, tal y como nos muestra el vídeo.

¿Puedes empatizar con el ser que está en tu plato? Así terminan estos segundos, con una frase que nos invita a la reflexión y que nos recuerda que son seres vivos que sufren igual que nosotros.

Y vosotros/as, ¿qué opináis?

Fuente original del vídeo: Peta Latino

"Hasta que uno no ha amado a un animal, parte de su alma permanece dormida"- France, Anatole (1844-1924) Escritor francés, Premio Nobel de Literatura en 1921.

"La verdadera benevolencia, o compasión, se extiende a través de toda existencia y se entiende con el sufrimiento de toda criatura capaz de sentir" - Addison, Joseph (1672-1719) Escritor y político inglés.


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3 respuestas a «¿Sabes qué hay en tu pechuga de pollo?»

  1. Avatar de Gonzalo Calvo Pérez
    Gonzalo Calvo Pérez

    Una cosa es decir que hay carnes de mala calidad -algo que todos sospechamos, y que debemos forzar a que sea erradicado por las autoridades sanitarias, pero que también ocurre con vegetales-, y otra cosa diferente es decir que no hay que comer pollo porque «son seres vivos que sufren igual que nosotros.».
    Francamente, ni un pollo siente igual que un humano, ni se debe demonizar el consumo de animales.
    Las aves tienen un sistema nervioso central primitivo (son dinosaurios, y si pudiesen te comerían sin contemplaciones) mucho menos desarrollado que el humano, y es ridículo ponerse a dar vueltas si tienen o no emociones dignas de ése nombre.
    El discurso vegano/vegetariano tiene una componente irracional, de transferencia emocional, francamente patológico. Aún peor es el intento constante de querer convencer a los demás culpabilizándoles sobre los sentimientos de los animales (de hablar de «seres vivos» en general ya no hablamos).
    Pienso que esta confusión emocional-nutricional tiene que ver con el alejamiento del modo de vida preindustrial, pero también con un componente patológico próximo a los trastornos psiquiátricos del comportamiento alimentario, típicos en mujeres jóvenes con un determinado perfil familiar y un deformado concepto del valor de la imagen corporal ligado finalmente a los instintos reproductivos y maternales innatos, proyectados hacia los animales del sistema ganadero, los cuales no han de ser confundidos con hijos ni infantes a nuestro cargo, ni con las mascotas de nuestra vida urbanita.
    La ingesta de proteínas y grasas animales nos ha permitido desarrolar evolutivamente un cerebro proporcionalmente gigantesco, y nos ha convertido en humanos. En la edad adulta, el vegetarianismo/veganismo es una opción, pero una ajena a la dieta mediterránea, y llena de problemas, a la larga. Por supuesto, para niños y ancianos, es una opción absolutamente desaconsejada.

  2. Avatar de Gonzalo Calvo Pérez
    Gonzalo Calvo Pérez

    Y sí, sé básicamente lo que hay en mi pechuga de pollo: Sobretodo gran cantidad de las imprescindibles proteínas y agua, además de algo de grasa, vitaminas y tal vez significantes o insignificantes trazas de medicamentos, dependiendo del tipo de pollo. ¿Sabes tú lo que hay en tus vegetales, y si cumple con tus necesidades nutricionales básicas? ¿Y sabes qué hay en el aire de la ciudad en que vives, pues apuesto a que vives en una gran ciudad?
    Finalmente, ¿sabes que hay problemas psicosociales que suelen ser reflejados involuntariamente en nuestro comportamiento alimenticio?

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