Actualizado el martes, 28 mayo, 2019
Nadie se imaginaba que Terry Gobanga no llegó a su boda porque la habían secuestrado, violado y abandonado en una cuneta.
Una superviviente que ha conseguido superar dos grandes tragedias. La joven pastora anglicana de la capital de Kenia (Nairobi) se vio envuelta en unos sucesos que cambiaron su vida por completo y, tras años de silencio, se atreve a contarlos para ayudar a empoderar a otras mujeres.
Iba a ser un gran día. Terry era una joven pastora que estaba deseando que llegara el día de su boda para reunir en su iglesias a todos los miembros de su comunidad y a sus familiares. Se iba a casar en la catedral de Todos los Santos de Nairobi y luciría un precioso vestido alquilado. La noche antes de la boda se dio cuenta de que tenía la corbata de su futuro marido en su casa. Harry (su prometido), no podría llegar a la iglesia sin su corbata por lo que una amiga de ella se quedó a dormir en su casa para recogerla y llevársela a primera hora de la mañana.
El mismo día de la boda, nada más levantarse, Terry acompaño a su amiga a la estación de autobuses. De vuelta a su casa caminando pasó por delante de un chico sentado sobre el capó de un coche que, de repente, la agarró por la espalda y la metió en el asiento trasero.
Dentro del coche había dos chicos más. Todo pasó muy rapidamente. En cuestión de segundos estaba dentro de un coche en marcha con desconocidos. Para que no gritara le metieron un pañuelo en la boca, pero consiguió quitárselo para decirle a sus secuestradores que era el día de su boda. Por desgracia, no le sirvió de mucho; recibió el primer golpe seguido de una amenaza: o colaboraba o iba a terminar muerta.
Los tres hombres que la secuestraron se turnaban para violarla. Terry pensaba que no sobreviviría, pero luchó con uñas y garras por su vida. Cuando uno de los chicos le quitó el pañuelo de la boca ella le mordió los genitales, a lo que este respondió clavándole un cuchillo en el costado.
Fue en ese momento cuando abrieron la puerta del coche y la empujaron fuera del vehículo en marcha. Terry se encontraba a kilómetros de su casa: llevaba más de 6 horas en ese coche. Un niño la vio tirada en la cuneta y no tardó en avisar a su abuela. En poco tiempo la policía estaba allí, pero cuando intentaron tomarle el pulso creyeron que estaba muerta: no daba ninguna señal.
La policía la dio por muerta, la envolvieron en una sábana y se la llevaron a la morgue. Llegando a las dependencias policiales, Terry comenzó a toser y ese fue el momento en el que uno de los policías se dio cuenta de que estaba viva. Dieron media vuelta y la llevaron al hospital más grande de Kenia.
Terry llegó al hospital en estado de shock, medio desnuda, cubierta de sangre y con la cara hinchada por los golpes. Los médicos no tardaron en darle una muy mala noticia: la herida de la puñalada en el útero era tan profunda que no iba a poder quedarse embarazada nunca. Aún así, como medida preventiva los médicos le dieron la píldora del día después y fármacos antirretrovirales para protegerla del VIH.
La matrona que la asistió intuyó que Terry iba a casarse, así que indagó hasta encontrar la iglesia donde iba a suceder el enlace. Poco después de avisar a su familia, los padres de Terry llegaron al hospital con todo el séquito. Su prometido, Harry, traía consigo su vestido de novia.
El estado de shock de Terry le impedía ser consciente de todo lo sucedido hasta el punto que negaba una y otra vez los hechos. Su prometido seguía queriendose casar con ella, deseaba cuidarla y que se recuperase en su casa. Todo el proceso fue muy doloroso, pero su familia y Harry la apoyaron.
La policía no pudo encontrar a los violadores y, lo que es peor, a los tres meses de la violación le dijeron que la prueba del VIH era positiva, aunque aún tenía que esperar tres meses más para confirmarlo. Durante todo ese tiempo, Harry y Terry seguían planeando su boda. Fue entonces cuando una mujer la llamó diciéndome que había leído su historia y que quería conocerla. Se llamaba Vip Ogolla y también había sobrevivido a una violación.
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Ogolla estaba dispuesta a pagarle la boda y darle todo aquello que quisiera para ese día tan especial. Siete meses después de la primera fecha elegida, Harry y Terry contrajeron matrimonio y se fueron de luna de miel.
La segunda tragedia de Terry
A los 29 días de haber regresado de su viaje de novios, en una noche verdaderamente fría, Harry encendió una estufa de carbón para caldear la habitación. Al rato, como seguían teniendo frío Harry intentó ir a por una colcha, pero no tenía fuerzas y no se pudo mover. Terry intentó levantarse para arropar a su marido, pero tampoco pudo. Ahí se dieron cuenta de que algo andaba mal.
Harry se estaba mareado, pero no le dieron importancia. Hacía mucho frío y solo querían intentar quedarse dormidos. A los pocos minutos, Harry perdió el conocimiento y Terry se desmayó. Cuando Terry logró despertarse llamó a una vecina que no tardó en llegar a la casa con medio vecindario. Terry, sin fuerzas, se volvió a desmayar. Cuando despertó en el hospital, le dieron la mala noticia: su marido había fallecido por una intoxicación de dióxido de carbono (producto de la combustión del carbón de la estufa). Terry no se lo podía creer. Una vez más volvía a su iglesia, pero esta vez ella iba de negro y Harry en un ataúd para celebrar su funeral. La gente pensó que estaba maldita y apartó a sus hijos de ella. Su desgracia fue tal que hasta ella misma se lo creyó.
Como el ave fénix, Terry renació de sus cenizas
Sin embargo, una vez más, la fuerza de Terry le hizo repensar su vida: no quería seguir perdiendo horas en esa casa condenada a su depresión. Había un hombre, Tonny Gobanga, que no dejaba de visitarla. No se despegó de ella ni un segundo durante su duelo y siempre trataba de animarla a hablar del que fue su marido, de recordar los buenos momentos.
No tardó mucho en darse cuenta de que estaba enamorada de Tonny, que al poco tiempo le propuso matrimonio. Terry le obligó a leer la historia de su vida, convertida en libro por ella misma, y ha que se pensara muy bien su decisión. Él lo hizo y volvió a pedirle matrimonio. A pesar de ser una mujer viuda, violada y que no podía tener hijos, él quería seguir adelante con su relación.
La familia de Tonny no estaba de acuerdo con la boda, pero ellos hicieron caso omiso. Tan solo habían pasado tres años desde su anterior matrimonio y Terry estaba aterrada.
Al año de la boda, Terry se sintió indispuesta y acudió al médico. No estaba enferma, sino que estaba embarazada. Fue un embarazo duro por la herida de su útero, pero dio a luz a una niña sana, Tehille. Cuatro años después nació su segunda hija, Towdah.
La vida de Terry es una historia de superación sin precedentes que nos hace cuestionar cada día nuestras afortunadas vidas.
Si quieres saber más sobre ella os recomendamos un libro titulado I’m Still Standing: Crawling Out of The Darkness Into The Light, escrito por nuestra protagonista y con el que pretende dar esperanzas a la gente y decirles que es posible renacer de las cenizas.
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