Parece que aún no conocemos realmente cómo es la Tierra. Desde que empezó a cartografiarse la superficie del planeta han surgido muchas propuestas que tratan de mostrar los continentes y los océanos con las proporciones más exactas posibles. Sin embargo, cada cierto tiempo, descubrimos que estábamos equivocados, que terruños, como Groenlandia, que nos parecían inmensos resultan ser mucho más pequeños. El problema deriva de la dificultad de trasladar a las dos dimensiones algo que es tridimensional y convertir una esfera en un plano.