“Si quieres correr, corre un kilómetro. Si quieres experimentar una vida totalmente diferente, corre un maratón”. Esta frase del mítico atleta checo Emil Zátopek refleja la manera en que muchos practicantes de ‘running’ entienden su afición: como un modo de afrontar la vida. Sin duda, correr está de moda. Todos conocemos a algún ‘runner’ cuyo calendario vital y social se rige por el calendario de pruebas de la temporada en curso. Pero, ¿es bueno para el organismo realizar estas carreras tan extremas? ¿Ponen en riesgo su salud las miles de personas que practican habitualmente este deporte?
Aunque los beneficios de correr de forma controlada están más que probados, no queda tan claro que correr largas distancias resulte recomendable en cualquier caso. Así, un estudio publicado en ‘Journal of the American College of Cardiology’ muestra que aquellas personas que corren a velocidad reducida o moderada reducen su riesgo de mortalidad hasta en un 30%, mientras que el riesgo de fallecer de quienes practican la carrera a mayor velocidad y de forma más vigorosa no se diferencia mucho de la de los sujetos sedentarios.
De los 2,5 millones de ‘runners’ ocasionales que hay actualmente en España, hasta 1.000 podrían sufrir un infarto de miocardio y 5.000 complicaciones graves, que requerirían hospitalización e incluso podrían desembocar en muerte súbita. Son datos recopilados por Healthia.es en base a las estimaciones del doctor Juan Carlos Segovia, profesor universitario y especialista en medicina del deporte.
El artículo Los efectos negativos de correr enormes distancias, publicado en El País, recoge algunos de los peligros de esta práctica:
– Se reduce el cerebro
Científicos del Hospital Universitario de Ulm (Alemania) monitorizaron a 44 participantes en la 2009 Trans Europe Foot Race, una carrera a pie desde Italia a Noruega. En total, 4.500 km en 64 días. Tras seis años analizando los resultados, descubrieron que la masa encefálica de los corredores adelgazaba hasta un 6,1%, sobre todo, en el área destinada a la vista (aunque al cabo de ocho meses regresaba a su tamaño original).
– El cartílago se vuelve juguetón
El mismo equipo de científicos comprobó que casi todos los cartílagos de rodillas, tobillos y pies sufrían una importante degradación en los primeros 1.500-2.500 km de carrera (pero las pruebas en etapas posteriores revelaban que el cartílago del tobillo y el pie se regeneraba durante la carrera).
– Se pierde agilidad mental
“Al someter el cuerpo a tal esfuerzo, la glucosa y el oxígeno van sobre todo a los músculos para que sigan corriendo. Al cerebro le llega lo justo para mantener sus funciones vitales, pero no para hacer alardes intelectuales”, advierte Pedro Luis Valenzuela, fisiólogo del ejercicio en el foro de profesionales vinculados al deporte Fissac.
– Pueden surgir alucinaciones
“Al sobrepasar las 20 horas seguidas corriendo es fácil que sobrevenga cierto aturdimiento. Sobre todo si vas por un tramo fácil y te pones en stand by para ahorrar energía”, reconoce el corredor de montaña español Kilian Jornet.
– Hay daño muscular y renal
En momentos de gran esfuerzo muscular, como un maratón, hay roturas en los músculos que provocan la filtración de una enzima (creatina quinasa) al torrente sanguíneo. Al llegar a los riñones puede ocasionar un daño renal poco frecuente llamado rabdomiolisis. Los riñones también pueden sufrir si no se hidrata convenientemente, ya que tendrán que filtrar una sangre más espesa.
– Se acelera la oxidación
El cuerpo humano, en presencia de oxígeno, genera radicales libres y esto lleva a la oxidación. Al respirar intensamente, el corredor consume más oxígeno, con el riesgo de sobrecarga y fatiga muscular.
– Disminuye la movilidad de los espermatozoides
Numerosos estudios advierten de que tras correr muchos quilómetros se reduce el número de espermatozoides y su movilidad en el líquido seminal.
Además de mencionar diferentes lesiones y dolencias de gravedad (en tendones, rodillas, zona lumbar, suelo pélvico, huesos…) que pueden derivarse de la práctica del ‘running’, este otro artículo de eldiario.es hace hincapié en el hecho de que muchos corredores acaban generando una adicción equiparable a la dependencia a ciertas sustancias. Esto se explica porque al correr largas distancias, el cuerpo produce todo tipo de compuestos endógenos, como por ejemplo la dopamina, que originan sensaciones de euforia y bienestar psicológico.
Hay divergencia de opiniones entre los profesionales de la salud sobre si se puede hablar de una adicción al ‘running’. El estudio ‘Adicción al deporte: el peligro de la sobredosis de ejercicio’ concluye que el 18% de las personas que practican ejercicio físico con asiduidad son adictas, siendo los deportes aeróbicos, como el ‘running’, los que más dependencia generan.
Por otro lado, varios especialistas consideran que en algunos casos el ‘running’ y los deportes de resistencia en general son adicciones que sustituyen a otras adicciones. “Cada vez nos encontramos a más pacientes en consulta que se vienen a tratar de drogodependencias, fomentas que realicen ejercicio, superan su problema y acaban teniendo una cierta dependencia hacia el deporte”, explica el psicólogo experto en adicciones José Antonio Molina.
Maratón, media maratón, ultramaratón. Carrera nocturna o a pleno sol. Reto personal o carrera solidaria. Carrera urbana o campo a través… Sea cual sea tu modalidad, tu elección, una cosa está clara: correr es sano mientras se disfrute y no se convierta en una obsesión.
En palabras de la maratoniana Carol García: “Correr es un remedio cuando estoy triste y una fiesta cuando estoy feliz”.
Las imágenes del artículo son de Martin Martinsson; Nwardez; Georgie Pauwels.
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