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¿Recuerdas qué pasó anoche? La ciencia encuentra relación entre “lagunas mentales” y alcohol

17/01/2016 by Ana García Mazuecos

Mere­ce ser compartido:

Actua­li­za­do el Thurs­day, 10 February, 2022

Si aún estás en bús­que­da y cap­tu­ra de todos aque­llos epi­so­dios vacíos en el fin de sema­na, estás en el lugar ade­cua­do. No pode­mos con­tar­te qué hicis­te. Tam­po­co tene­mos el reme­dio a tu resa­ca, pero, lo que sí hemos encon­tra­do, es la expli­ca­ción a tu men­te en blanco:

Ano­che bebis­te algo más de la cuen­ta y pade­ces las famo­sas “Lagu­nas men­ta­les” o Black-outs. Estas son epi­so­dios en los que la memo­ria se ve afec­ta­da de tal mane­ra que no pue­de acce­der a por­cio­nes de recuer­dos y viven­cias. Y pri­me­ro, debe que­dar cla­ro que hay dos tipos de fenó­me­nos: quien olvi­da de for­ma inter­mi­ten­te cier­tos suce­sos ocu­rri­dos duran­te la noche y quien no logra recor­dar lar­gos perio­dos, o la tota­li­dad de ella.

“La expli­ca­ción es más sen­ci­lla de lo que pare­ce: el eta­nol en exce­so inte­rrum­pe la pro­duc­ción de glu­ta­ma­to, esen­cial para la comu­ni­ca­ción neu­ro­nal y de los neu­ro­trans­mi­so­res que van al hipo­cam­po (estruc­tu­ra cere­bral que desem­pe­ña una fun­ción muy impor­tan­te en la memoria).”

¿Recuerdas qué pasó anoche? La ciencia encuentra relación entre "lagunas mentales" y alcohol 1

Debi­do a esto, los que expe­ri­men­tan pér­di­das de memo­ria inter­mi­ten­te, pue­den lle­gar a recor­dar si se les ofre­ce algu­na pis­ta en la que recrear el epi­so­dio en blan­co. Sin embar­go, no tene­mos tan bue­nas noti­cias para los indi­vi­duos del segun­do tipo, ya que han expe­ri­men­ta­do un fenó­meno simi­lar a lo que cono­ce­mos por amne­sia. Esto quie­re decir, que el cere­bro pier­de la habi­li­dad de crear nue­vas memo­rias y no encuen­tra rela­ción des­de la que par­tir en el recuer­do.

Ade­más, según el inves­ti­ga­dor Reagan R. Wethe­rill, exis­te una pre­dis­po­si­ción gené­ti­ca a este suce­so. No todos los cere­bros some­ti­dos al mis­mo pro­ce­so obtie­nen el mis­mo blo­queo mental.

¿Recuerdas qué pasó anoche? La ciencia encuentra relación entre "lagunas mentales" y alcohol 2
PICTOLINE nos ayu­da a expli­car la RESACA

__ ¿Qué des­cu­bri­rás en este post? __

  • Pode­mos evi­tar las lagu­nas men­ta­les de la resaca
  • Con­tro­la al alcohol: libé­ra­te, halla la ver­da­de­ra feli­ci­dad y cam­bia tu vida
  • Guía prác­ti­ca para dejar el alcohol duran­te 30 días
  • ¿Por qué bebes alcohol?
    • ¿Por qué el alcohol acti­va sus­tan­cias quí­mi­cas que te hacen sen­tir bien?
    • El alcohol no es un oasis de rela­ja­ción; es una fuen­te de estrés
    • La cone­xión huma­na ver­da­de­ra y sig­ni­fi­ca­ti­va sur­ge sin alcohol
    • Si está tra­tan­do de dejar de beber, no espe­re la perfección
      • Toma­te una foto antes de dejar tu hábi­to alcohólico 

Podemos evitar las lagunas mentales de la resaca

Estu­dios demues­tran que la prin­ci­pal cau­sa de esta pér­di­da de memo­ria se pro­du­ce cuan­do exis­te un pico del nivel de alcohol en san­gre , es decir, supe­ra­mos el 0.15% en un espa­cio cor­to de tiem­po. Situa­ción que podría­mos sor­tear bebien­do una vez ten­ga­mos el estó­ma­go lleno, lo que difi­cul­ta la absor­ción de este, o sim­ple­men­te, bebien­do más lento.

¡Suer­te en la pró­xi­ma fiesta!

El alcohol es una sus­tan­cia adic­ti­va y dañi­na, aun­que la socie­dad no lo ve de esa mane­ra. Nos deci­mos a noso­tros mis­mos que el alcohol nos ayu­da a rela­jar­nos, ser feli­ces y diver­tir­nos con los ami­gos, cuan­do la reali­dad es mucho más dañi­na. Pero todos tene­mos el poder de tomar el con­trol de nues­tra for­ma de beber. Pon­te a prue­ba a 30 días sin alcohol y qui­zás des­cu­bras una vida más salu­da­ble y satisfactoria. 

Controla al alcohol: libérate, halla la verdadera felicidad y cambia tu vida

No siem­pre hemos nece­si­ta­do alcohol. Pien­se en la vida cuan­do era niño: el tiem­po lo pasa­ba jugan­do con ami­gos, corrien­do y explo­ran­do el mundo.

Como adul­tos, rela­jar­se o diver­tir­se a menu­do se cen­tra en beber. Usa­mos alcohol para ali­viar el estrés cuan­do esta­mos ansio­sos. Es entre­te­ni­mien­to cuan­do esta­mos abu­rri­dos y con­sue­lo cuan­do esta­mos tristes. 

Pero, en reali­dad, el alcohol pue­de dañar más de lo que ayu­da. Es un depre­sor natu­ral. Nos enve­ne­na, por eso vomi­ta­mos des­pués de una gran noche de fies­ta. Y mien­tras bebe­mos para sen­tir­nos conec­ta­dos, el alcohol a menu­do pue­de dejar­nos sin­tién­do­nos aislados.

La bue­na noti­cia es que pode­mos remo­de­lar nues­tra for­ma de pen­sar sobre la bebi­da y reco­nec­tar­nos con la ver­sión de noso­tros mis­mos que pue­de dis­fru­tar de la vida sin alcohol. ¿Estás pre­pa­ra­do para el reto? 

¿Recuerdas qué pasó anoche? La ciencia encuentra relación entre "lagunas mentales" y alcohol 3

Guía práctica para dejar el alcohol durante 30 días

The Alcohol Expe­ri­ment, crea­do por Annie Gra­ce es su guía prác­ti­ca para dejar el alcohol duran­te 30 días, o qui­zás toda la vida. Reple­to de con­se­jos cien­tí­fi­cos y anéc­do­tas per­so­na­les, ofre­ce una nue­va pers­pec­ti­va sobre el alcohol y explo­ra por qué lo bebe­mos, lo que real­men­te nos hace y cómo pode­mos dejarlo.

Ima­gi­na que estás a die­ta. Has sido bueno todo el día y tie­nes toda la inten­ción de seguir así. Pero lue­go alguien en el tra­ba­jo trae un pla­to de galle­tas case­ras. Y antes de que te des cuen­ta, estás devo­ran­do uno. 

Este es un ejem­plo de diso­nan­cia cog­ni­ti­va , cuan­do su cere­bro cons­cien­te e incons­cien­te están en con­flic­to entre sí. Cons­cien­te­men­te, sabes que debes ale­jar­te de la ban­de­ja de galle­tas. Pero una par­te incons­cien­te de ti sim­ple­men­te no pue­de resistir. 

Y su cere­bro, por inte­li­gen­te que sea, hace un gran tra­ba­jo jus­ti­fi­can­do sus accio­nes. Men­tal­men­te haces un com­pro­mi­so fir­me: esa fue la últi­ma galle­ta que come­rás. O te con­sue­las: ¿no nos mere­ce­mos todos un rega­lo de vez en cuando? 

Al igual que con las galle­tas, tam­bién con el alcohol.

Qui­zás estás can­sa­do de des­per­tar­te con resa­ca. Tal vez sepa que el alcohol aumen­ta su cin­tu­ra y le qui­ta la bille­te­ra. Ante esta infor­ma­ción, su men­te cons­cien­te sabe que sería bueno dejar de beber o dejar de beber por com­ple­to. Pero, aun así, ter­mi­nas en el bar des­pués del tra­ba­jo por­que tu men­te incons­cien­te, la par­te que con­tro­la tus emo­cio­nes y deseos, está reple­ta de infor­ma­ción que sim­ple­men­te no concuerda. 

Años de expe­rien­cia le han dicho a su cere­bro incons­cien­te que el alcohol es bueno. Por ejem­plo, te ayu­da a rela­jar­te. Lo sabes por­que has vis­to a tus padres, o per­so­na­jes de pelí­cu­las, vol­ver a casa des­pués de un día duro para abrir una cer­ve­za con un sus­pi­ro de satis­fac­ción. Así que, por mucho que sea cons­cien­te de que el alcohol no siem­pre es bueno, su men­te incons­cien­te tien­de a ins­tar­lo a beber. 

Mucha gen­te tra­ta de dejar de beber con su bue­na volun­tad. Pero como vimos en el ejem­plo de las coo­kies, esa no es real­men­te una solu­ción. La fuer­za de volun­tad es una espe­cie de ener­gía. Even­tual­men­te, se ago­ta. Y si nece­si­ta su fuer­za de volun­tad para una cosa, como man­te­ner­se con­cen­tra­do duran­te una sema­na labo­ral estre­san­te, le que­da­rá menos cuan­do nece­si­te recha­zar esa cer­ve­za tentadora. 

Lo bueno es que hay una solu­ción. Vere­mos cómo la reeva­lua­ción de sus creen­cias sobre el alcohol pue­de aca­bar con ese deseo incons­cien­te de beber por completo.

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¿Por qué bebes alcohol?

El her­mano del autor es due­ño de una gran­ja de cabras. Y hue­le, bueno, a cabra . Siem­pre que la auto­ra la visi­ta, no pue­de evi­tar notar el olor inten­so y desagradable. 

Pero el olor no moles­ta a su her­mano. De hecho, ni siquie­ra lo nota. Pero esto es sim­ple­men­te por­que está expues­to a él todos los días.

Muchos de noso­tros esta­mos bas­tan­te segu­ros de que nos gus­ta el sabor del alcohol. Tome­mos, por ejem­plo, la ami­ga de la auto­ra, que pone un cho­rri­to de Bai­leys en su café matu­tino. No es gran cosa, dice el ami­go. Al igual que con el her­mano de la auto­ra y el olor a cabra, ella no nota el alcohol. En reali­dad, ni siquie­ra pue­de sabo­rear que sea alcohó­li­co. Le encan­ta el toque cre­mo­so y azu­ca­ra­do que le dan los Baileys. 

Las creen­cias que tene­mos sobre nues­tras razo­nes para beber pue­den no ser cier­tas, y el autor tie­ne una gran téc­ni­ca para ayu­dar a reeva­luar­las. Se lla­ma ACT o ACT. Pue­de usar­lo para seña­lar cómo se sien­te real­men­te sobre el sabor del alcohol. 

El pri­mer paso es estar cons­cien­te de su creen­cia. Díga­lo en voz alta: “Bebo por­que sabe bien”. 

Aho­ra, ten­ga algo de cla­ri­dad sobre cómo se sien­te real­men­te. Pien­se en la pri­me­ra vez que pro­bó alcohol. Tal vez fue un sor­bo del vino de tus padres cuan­do eras niño. ¿Hones­ta­men­te dis­fru­tas­te el sabor? Impro­ba­ble. Tal vez te que­mó la gar­gan­ta o te hizo arru­gar la nariz. Eso es por­que gene­ral­men­te no nos gus­ta el sabor de las cosas que nos hacen daño. Así como nos damos la vuel­ta ante la comi­da podri­da, nues­tras papi­las gus­ta­ti­vas se rebe­lan con­tra el alcohol para protegernos. 

Segu­ro, con el tiem­po, nues­tro cere­bro acep­ta el sabor. Con­ti­núe redu­cien­do las bebi­das alcohó­li­cas, y nues­tro cere­bro cede­rá y hará que ese sabor sea más fácil de pro­ce­sar. Con el tiem­po, nos vol­ve­mos inmu­nes al sabor o, como se sue­le decir, lo “adqui­ri­mos”. 

Aho­ra que ha explo­ra­do su creen­cia sobre el sabor del alcohol, pue­de dar­le la vuel­ta : el paso final del méto­do ACT. Tóma­te el tiem­po para con­si­de­rar cuál es tu ver­dad aquí. ¿Pue­des decir hones­ta­men­te: “Bebo alcohol por el sabor”? ¿O sería más exac­to decir “No bebo alcohol por el gus­to”? O tal vez sea sim­ple­men­te: “Las bebi­das alcohó­li­cas no saben bien”. 

Pero si no es por el sabor, ¿por qué se nos está bebiendo?

 

¿Por qué el alcohol activa sustancias químicas que te hacen sentir bien?

Ha teni­do un día difí­cil en la ofi­ci­na. Pero aho­ra todo está bien, ¡es la hora feliz! Te has reu­ni­do con tus ami­gos en el bar y has pedi­do una copa de vino. Mien­tras tra­ba­ja a tra­vés del pri­mer vaso, sien­te que se rela­ja. Te vuel­ves un poco risue­ño, inclu­so un poco eufó­ri­co. Por pri­me­ra vez en todo el día, te sien­tes real­men­te bien. 

Aho­ra, detén­ga­se un minu­to. ¿Qué está pasan­do real­men­te aquí? ¿Por qué te sien­tes bien? ¿Y por qué no pue­des sim­ple­men­te dis­fru­tar de ese pri­mer vaso y dejar­lo así? ¿Por qué sien­tes la nece­si­dad de seguir bebiendo?

El peque­ño zum­bi­do que se obtie­ne con el pri­mer vaso de la noche es una sim­ple reac­ción quí­mi­ca. Tie­ne lugar en el núcleo accum­bens o, más sim­ple­men­te, en el cen­tro de pla­cer de su cerebro. 

Cuan­do comien­zas a tomar un sor­bo de vino, tu cere­bro libe­ra mucha dopa­mi­na , una sus­tan­cia quí­mi­ca res­pon­sa­ble de los anto­jos y los deseos. La dopa­mi­na te hace sen­tir bien y eso, a su vez, te hace que­rer más. 

Al mis­mo tiem­po, su cere­bro inten­ta reequi­li­brar­se. Reco­no­ce que ha sido esti­mu­la­do arti­fi­cial­men­te. Libe­ra dinor­fi­na , un tran­qui­li­zan­te, que supri­me la sen­sa­ción cáli­da y eufó­ri­ca. Enton­ces, a medi­da que des­apa­re­ce esa mara­vi­llo­sa sen­sa­ción ini­cial, en reali­dad comien­za a sen­tir­se un poco peor de lo que se sen­tía antes de tomar su pri­mer tra­go de la noche. La solu­ción es obvia: otra copa de vino, otro dul­ce gol­pe de dopa­mi­na y te sien­tes bien de nuevo. 

Pero con­su­mir más alcohol tam­bién tie­ne efec­tos más amplios. Len­ta pero segu­ra­men­te ador­me­ce tus sen­ti­dos. Ralen­ti­za tu cere­bro. Sigue bebien­do y empe­za­rás a sen­tir­te un poco ale­ja­do de la reali­dad. Pue­des decir­te a ti mis­mo que esto es algo bueno. Su cere­bro adop­ta una espe­cie de visión de túnel y pier­de su capa­ci­dad de pen­sar a lar­go pla­zo. Es por eso que ter­mi­na­mos hacien­do cosas estú­pi­das mien­tras esta­mos borra­chos, como enviar un men­sa­je de tex­to a un ex a las 2:00 am. Sim­ple­men­te no pode­mos pro­ce­sar las con­se­cuen­cias a lar­go pla­zo de la acción. 

Si está tra­tan­do de dejar el alcohol, pue­de ser útil recor­dar que las sen­sa­cio­nes de pla­cer que obtie­ne con el pri­mer vaso son sim­ple­men­te reac­cio­nes quí­mi­cas en su cere­bro. Una vez que lo admi­ta com­ple­ta­men­te, pue­de comen­zar a des­en­tra­ñar algu­nas de sus creen­cias sobre por qué bebe.

El alcohol no es un oasis de relajación; es una fuente de estrés

Tóme­se un momen­to para enu­me­rar todas las razo­nes por las que bebe. No hay jui­cio aquí, así que sea lo más hones­to posi­ble. Si eres como el autor, tu lis­ta inclui­rá cosas como “mi vida social gira en torno a la bebi­da” o “la bebi­da me ayu­da a supe­rar esos even­tos inti­mi­dan­tes de redes”.

Aho­ra enu­me­re las razo­nes por las que no quie­re beber. Qui­zás estás har­to de des­per­tar­te sin­tién­do­te como el infierno. O tie­ne mie­do de que su memo­ria a veces sea un poco borro­sa. O sim­ple­men­te no quie­re estar can­sa­do y arrui­na­do todo el tiempo.

Si es como la mayo­ría de los bebe­do­res, pro­ba­ble­men­te haya un tema en común: beber, al menos en par­te, para rela­jar­se, des­can­sar o desestresarse.

Para muchos de noso­tros, la rela­ja­ción enca­be­za la lis­ta de razo­nes para beber. Sea­mos ple­na­men­te cons­cien­tes de esa creen­cia y pon­ga­mos un nom­bre: “Beber nos rela­ja y nos ayu­da a mane­jar el estrés”.

Aho­ra, pro­fun­di­ce­mos un poco más y obten­ga­mos algo de cla­ri­dad. ¿La bebi­da real­men­te te rela­ja y te ayu­da a mane­jar el estrés?

Si lo pien­sa, pue­de dar­se cuen­ta de que el alcohol solo está silen­cian­do su estrés. La úni­ca for­ma de hacer que el estrés des­apa­rez­ca y lograr una ver­da­de­ra rela­ja­ción es abor­dar la fuen­te de ten­sión. Habla con tu jefe. Lidia con los pro­ble­mas de tu rela­ción. El tequi­la no pue­de resol­ver su cri­sis labo­ral; pue­de hacer que te olvi­des de él, al menos por un tiem­po, has­ta que te des­pier­tes sin­tién­do­te peor que antes.

Y ni siquie­ra hemos men­cio­na­do el estrés que pue­de traer embo­rra­char­se a su vida. Esto inclu­ye cosas como tener resa­ca en el tra­ba­jo o lidiar con una pare­ja que está eno­ja­da por su com­por­ta­mien­to ebrio. Nos deci­mos a noso­tros mis­mos que el alcohol nos rela­ja, pero la ver­dad fría y dura es que solo trae más estrés a nues­tras vidas.

De hecho, eso es lite­ral y fisio­ló­gi­ca­men­te cier­to. El alcohol es un depre­sor, por lo que nues­tros cuer­pos lo con­tra­rres­tan libe­ran­do hor­mo­nas del estrés como el cor­ti­sol y la adre­na­li­na. Y debi­do a que estas hor­mo­nas tar­dan una sema­na en salir del cuer­po, si usted es un bebe­dor habi­tual, casi siem­pre ten­drá nive­les ele­va­dos de adre­na­li­na y cor­ti­sol. Enton­ces, si bien tomar ocho cer­ve­zas pue­de dar la ilu­sión de ali­viar el dolor, lo deja­rá con un nivel ele­va­do de estrés duran­te una semana.

Todo esto para decir­lo, pien­sa bien en tu reali­dad con el alcohol. ¿Es posi­ble que el alcohol gene­re tan­to estrés como alivia?

La conexión humana verdadera y significativa surge sin alcohol

Tal vez esté lis­to para tomar­se un tiem­po libre del alcohol. Pero, tar­de o tem­prano, tus ami­gos nota­rán el cam­bio. Y es posi­ble que no res­pal­den su deci­sión, sino que le digan que “se rela­je” y que tome “solo una” bebi­da en una sali­da noc­tur­na. Si eso suce­de, es impor­tan­te reco­no­cer que el mie­do pro­ba­ble­men­te esté en el fondo. 

Qui­zás saben, en el fon­do, que tam­bién beben dema­sia­do, pero no quie­ren admi­tir­lo. O tal vez sim­ple­men­te tie­nen mie­do de que ya no sal­gas tan­to con ellos. 

Un buen enfo­que es tomar­se las cosas con cal­ma. No le dé mucha impor­tan­cia a no con­su­mir alcohol. Man­ten­lo lige­ro y con bri­sa. Podría decir algo como: “Hola chi­cos, bebí tan­to el mes pasa­do que me dura­rá los pró­xi­mos 30 días. ¡Estoy en un tiem­po muerto! ” 

Si bien las cosas pue­den resul­tar incó­mo­das a cor­to pla­zo, podría haber una recom­pen­sa a lar­go plazo. 

Si algu­na vez ha inten­ta­do tener una con­ver­sa­ción pro­fun­da y sig­ni­fi­ca­ti­va con un ami­go mien­tras bebe, pro­ba­ble­men­te sepa que es casi impo­si­ble. No te toma­rán en serio. Pue­des decir por sus ojos que no están real­men­te presentes. 

La ver­dad es que si estás ocu­pa­do tra­tan­do de no caer­te del tabu­re­te de la barra, no podrás conec­tar­te real­men­te con alguien. Hay razo­nes bio­ló­gi­cas para esto. El alcohol en su sis­te­ma ralen­ti­za el rit­mo de acti­va­ción de las neu­ro­nas en su cere­bro. Tar­da más en res­pon­der a sus ami­gos. Embo­rra­char­se de ver­dad , y nece­si­ta con­cen­trar­se mucho solo para pro­nun­ciar las pala­bras correctas. 

La cone­xión huma­na ver­da­de­ra­men­te autén­ti­ca y nutri­ti­va solo ocu­rre sin el alcohol. Cuan­do la auto­ra dejó de con­su­mir alcohol por pri­me­ra vez, tenía una ami­ga que no que­ría vol­ver a ver­se nun­ca más. Resul­tó que el ami­go no pen­só que se diver­ti­rían mucho jun­tos si no estu­vie­ran gol­pean­do mar­ga­ri­tas. Pero la auto­ra per­sua­dió a su ami­ga para que vinie­ra. “Oye, al menos si es muy incó­mo­do, pode­mos reír­nos”, dijo. 

Su ami­ga vino al final, y pasa­ron el mejor momen­to jun­tos. Habla­ron de fami­lia, reli­gión y polí­ti­ca. Se rie­ron tan fuer­te que dolió. Aban­do­na­ron la cami­na­ta y la pelí­cu­la que habían pla­nea­do para el día para seguir hablan­do. Resul­tó que el alcohol les había roba­do la ver­da­de­ra cone­xión duran­te años. Aho­ra, los dos están más cer­ca que nunca. 

Una vida sin alcohol tie­ne mucho que ofre­cer. Pero lle­gar allí no es nece­sa­ria­men­te fácil. Vea­mos algu­nas for­mas de tomar el control. 

Si está tratando de dejar de beber, no espere la perfección

Pue­de ser inti­mi­dan­te decir: “Eso es todo, nun­ca vol­ve­ré a beber”, por lo que es genial comen­zar con solo 30 días. Trein­ta días no es para siem­pre. Y si lo logras, ¿por qué no prue­bas 60 más? Si se abs­tie­ne duran­te perío­dos cada vez más pro­lon­ga­dos, pue­de comen­zar a mirar hacia un futu­ro en el que el alcohol no con­tro­le su vida. 

Uno de los ami­gos de la auto­ra hizo esto, has­ta que final­men­te cum­plió un año sin beber. En ese momen­to, ya no vio nin­gu­na razón para vol­ver a beber. Había derro­ta­do su diso­nan­cia cog­ni­ti­va en torno al alcohol; su nece­si­dad incons­cien­te de alcohol ya no lucha­ba con­tra su deseo cons­cien­te de dejar de beber. 

Ella esta­ba libre. 

Mucha gen­te acep­ta un desa­fío de 30 días sin alcohol, solo para ser sor­pren­di­da por un fra­ca­so tem­po­ral. Una sola bebi­da pue­de des­truir la auto­es­ti­ma de un aspi­ran­te a dejar de fumar. Pero no es necesario.

Apren­da una lec­ción del mun­do empre­sa­rial, don­de se cele­bra un aumen­to del 5 por cien­to en las ven­tas o una reduc­ción del 10 por cien­to en los cos­tos. Si nor­mal­men­te bebe todas las noches y lue­go se abs­tie­ne duran­te 30 días, habrá redu­ci­do su con­su­mo de alcohol en un 8 por cien­to duran­te todo el año. ¡Eso es gran­de! E inclu­so si tie­ne un des­liz cin­co días en 30, toda­vía tie­ne una tasa de éxi­to del 84 por cien­to. ¡Eso tam­bién es gran­de! Date una pal­ma­da en la espal­da y cele­bra las vic­to­rias. No se deten­ga en los pun­tos débiles. 

Si le preo­cu­pa vol­ver a beber, enton­ces man­tén­ga­se en el camino rec­to y esta­blez­ca cosas no nego­cia­bles para usted. 

Los no nego­cia­bles son líneas que no cru­za­rá sin con­se­cuen­cias. Des­pués de olvi­dar el ter­cer cum­plea­ños de su hijo, la auto­ra esta­ble­ció la pér­di­da de memo­ria como algo inne­go­cia­ble. Si des­per­ta­ba con un vacío de memo­ria, sabía que tenía que actuar, lo que en su caso sig­ni­fi­ca­ba entrar en un perío­do de com­ple­ta sobriedad. 

En últi­ma ins­tan­cia, es posi­ble seguir ade­lan­te con una vida sin alcohol, si real­men­te pue­de cam­biar las creen­cias arrai­ga­das y arrai­ga­das que tie­ne sobre la bebi­da. Por lo tan­to, pien­se dete­ni­da­men­te por qué bebe real­men­te. Con­si­de­re lo que sig­ni­fi­ca para usted y lo que le hace a su vida, su salud físi­ca y men­tal y sus relaciones. 

Tu cere­bro es algo increí­ble. Hoy, pue­de que te esté dicien­do que tomes una copa. Pero pue­des repro­gra­mar­lo, un día a la vez. 

Tomate una foto antes de dejar tu hábito alcohólico 

Si desea inten­tar dejar el alcohol duran­te 30 días, ase­gú­re­se de tomar­se una foto y ano­tar su peso antes de comen­zar. Es posi­ble que se sor­pren­da gra­ta­men­te por el cam­bio y la mejo­ra en su apa­rien­cia des­pués de un mes sin todas las calo­rías que nor­mal­men­te obtie­ne al beber. 


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