Actualizado el martes, 9 enero, 2024
✅ Este post te proporcionará una mejor comprensión de cómo la multitarea afecta a tu memoria y a tu capacidad creativa y analítica. Pero para saber más, te recomendamos los retos formativos de Diseño Social EN+
“Extraño mi cerebro pre-internet”
Douglas Coupland
Los nuevos hábitos tecnológicos abren muchos debates interesantes como por ejemplo, que consiguen alejarnos de las personas cercanas y nos acercan a las que están lejos. Que preferimos ver la vida a través de una pantalla o que preferimos, fotografiar y compartir… que vivir la experiencia por nosotros mismos.
Los peligros de la multitarea
Todas estas cuestiones son de índole social y de estilos de vida que estamos dispuestos a permitir o cambiar pero… ¿también está afectando a nuestra forma y capacidad de pensar?.
Como ya advertían autores como Marshall McLuhan, nuestros medios de comunicación de masas (y ahora también las redes sociales) amplifican lo mismo que limitan nuestras facultades y los científicos ya están empezando a extraer conclusiones del daño físico que le causa a nuestro cerebro la infoxicación a la que lo vemos sometido más allá de nuestra mermada capacidad de reflexión.
Antes abríamos la página de inicio y buscábamos en Google u otro navegador, aquello que nos interesaba. Ahora abrimos varias pestañas de redes sociales, portales de internet, webs temáticas y navegamos a través de ellas freneticamente mientras leemos titulares y ojeamos fotografías sin a penas detenernos a leer el contenido o reflexionar sobre él.
¿No te has visto a ti mismo abriendo enlaces en distintas pestañas sin que llegues nunca a leer lo que hay dentro de ellos?
Para estudiar todo esto, profesionales como el doctor Daniel J. Levitin han reunido a una serie de profesionales para realizar distintos estudios científicos especializados en la «multitarea digital» y ha obtenido resultados impactantes.
En un artículo publicado por The Guardian incluso invita a intentar leer el artículo (tanto el original en inglés como este mismo) sin caer en la tentación de cambiar de pestaña o ver si hay alguna notificación nueva en nuestro smartphone. Quizás hoy puedas hacerlo. Será un gran paso pero recuerda: tendrás que transformarlo en un hábito si no quieres atrofiar tu cerebro.
Nuestros inseparables dispositivos de telefonía móvil son, según Daniel J. Levitin como “navajas suizas” que contienen todo tipo de aplicaciones para navegar el mundo online pero también offline. Esta es la parte buena. La mala, es que las usamos todo el tiempo, compulsivamente y la mayoría del tiempo, innecesariamente.
Desde hace años, los profesionales de «gestión del tiempo» han venerado la multitarea. O lo que es lo mismo, poder hacer varias cosas al mismo tiempo para aumentar nuestra productividad y ser más «efectivos». Pero por suerte, la neurociencia ha conseguido demostrar que la multitarea es en realidad la ilusión placebo que somos nos hace creer que somos más efectivos: hacemos más cosas pero las hacemos peor y al final perdemos nuestra capacidad de profundizar en un tema, concentrarnos o tomar buenas decisiones en referencia a la información que estamos recibiendo.
«Colocados» por la multitarea: es una droga para tu cerebro
Otro experto del MIT en neurociencia, Earl Miller, señala que nuestro cerebro no está diseñado para la multitarea. Es sólo una ilusión porque en realidad, cuando las personas creen que están haciendo múltiples tareas al mismo tiempo, en realidad están apagando una tarea y encendiendo otra, apagando de nuevo y volviendo a encender… y así sucesivamente. Y esta forma de pensar no sólo consume más energía y genera más estrés a nuestro cerebro.
Trabajos como el de Earl Miller demuestran que la multitarea puede causar más daños a nuestra memoria y nuestra capacidad de concentrarnos que fumar marihuana.
Según los expertos, lo más peligroso de esta espiral es que la multitarea aumenta la producción de cortisol y adrenalina, provocando un loop de retroalimentación de adicción a la dopamina que generan los estímulos de información que recibimos.
En otras palabras, nuestro cerebro sufre ansiedad ante la perdida instantánea de concentración sobre lo que estaba haciendo y es «re-estimulado» con nueva información. Es un bucle de curiosidad y aburrimiento que supone una labor frenética de nuestro cerebro.
Quizás por ello, las redes sociales están diseñadas para no permanecer mucho tiempo ante un texto, una imagen o un vídeo y poder suministrar dosis de novedad a nuestros «cerebros enfermos».
No eres más eficaz. De hecho, eres más tonto
El término «infomanía» fue acuñado por Elizabeth M. Ferrarini, el autora «Confessions of an Infomaniac» (1984) y «Infomania: The Guide to Essential Electronic Services» (1985) pero recientemente ha sido utilizado como un término para una debilidad psicológica por el profesor Glenn Wilson, que en 2005 realizó un estudio experimental en el que documentó los efectos perjudiciales de la sobrecarga de información sobre la capacidad de resolución de problemas.
Wilson demostró, entre otras cosas, que cuando una persona intenta concentrarse en una tarea pero sabe que tiene emails sin leer en su bandeja de entrada, puede reducir hasta un10% su capacidad intelectual.
Otro equipo de investigación pero esta vez de Stanford y liderado por el profesor Russ Poldrack demostró que cuando una persona estudia para un examen mientras tiene encendida de fondo la televisión, está enviando la información que intenta memorizar al «núcleo estriado» de nuestro cerebro. Sin la distracción, la información conseguiría ser almacenada en el hipocampo, donde solemos enviar ir los datos y las ideas para organizarlas y categorizarlas correctamente. De este modo, la memoria pueda hacer uso de ellas con mayor facilidad al no encontrar un gran «cajón desastre» de información al que no puede acceder de forma proactiva y consciente.
También han descubierto el síndrome de la “fatiga de decisión” pues debemos decidir constantemente entre las múltiples opciones que nuestra actividad digital nos plantéa. Una interesante entrevista a Obama relataba cómo son sus hábitos de toma de decisiones en el día a día y cómo la protege simplificando decisiones en lo que come, en como viste y en otras muchas costumbres. Otros geniales ejemplos acerca de cómo evitar la fatiga de decisión son las camisetas grises que siempre utiliza Mark Zuckerberg pues según él, se trata de una economización de su energía mental y que es también el principio que inspiraba la selección de ropa de Steve Jobs, que también buscaba evitar debatirse en «pequeñeces» para poder dedicar lo mejor de su atención a cosas más importantes.
Digifrenia o cómo estar siempre en múltiples presentes
El libro «Present Shock» de Douglas Rushkoff ya nos advertía que en el presente perpetuo de la información instantánea que nos invade, nuestro ser se fragmenta para abarcar todos los presentes que la información nos plantéa. En el libro, Rushkoff presenta el término digifrenia para intentar explicar esta psicopatología de la era digital.
“La tecnología nos permite estar en más de un lugar al mismo tiempo. Pero vivir simultáneamente múltiples presentes es extenuante: los pilotos de drones, por ejemplo, acaban más cansados que los pilotos normales, al intentar vivir en dos mundos al mismo tiempo»
La conclusión de los expertos es sencilla e inquietante: somos adictos a una peligrosa «droga» que está destrozando nuestro cerebro. El psicólogo William James nos recuerda que el arma más grande que tenemos contra el estrés es nuestra habilidad de elegir un pensamiento sobre otro. Aquello que disminuye nuestra capacidad de poner atención y controlar nuestros pensamientos atenta directamente contra nuestra capacidad de reflexión, de decisión y en definitiva: de elegir ser de una determinada forma.
La desfragmentación de la atención nos va diluyendo a través de los múltiples canales de información a los que creemos que estamos invadiendo.
Cómo solucionar un problema multitarea mental
Os compartiremos algunas de las claves formativas que ofrece Diseño Social EN+ en sus retos formativos de gestión del tiempo. En concreto, las claves extraidas por Joseph McCormack en su libro Noise: un antídoto para nuestros tiempos de distracción. En una época de períodos de atención cada vez más reducidos y enfoque dividido, nos muestra cómo recuperar nuestros poderes naturales de concentración.
Hoy en día, la capacidad de concentración suele ser difícil de conseguir. Los avances en la tecnología han facilitado muchas cosas, pero han hecho que tratar de concentrarse sea mucho, mucho más difícil.
Estamos rodeados de charlas digitales ininterrumpidas. Me gusta, correos electrónicos, menciones y mensajes de texto claman constantemente por nuestra atención, y parece que estamos encontrando la tentación cada vez más difícil de resistir.
¿Las secuelas de toda esta distracción? Pensamiento descuidado, vida sin rumbo y conexión humana menguante. Desde diagnosticar el problema hasta recuperar el control, estas claves establecen un plan breve y convincente para recuperar su atención en una era de distracción masiva.
La sobrecarga de información está dañando nuestra capacidad de pensar
En estos días, la gente no está de acuerdo en muchos temas, a menudo con más ferocidad que nunca. Ya sea que se trate de nuestros representantes electos, problemas ambientales urgentes o incluso disputas entre celebridades, parece que hay muy pocos temas en los que todos podamos unirnos.
Pero, ¿qué pasa con el tema de la información? Cuanta más información consuma, más inteligente será. Y cuanto más inteligente seas, mejor. ¿Correcto? Seguramente eso no es controvertido.
Bueno, podría ser el momento de reconsiderarlo.
Verá, en estos días, en realidad sufrimos de un exceso de información. Ya sea un flujo de mensajes entrantes o un flujo de noticias frenético e interminable, la mayoría de nosotros estamos inundados de información irrelevante desde la mañana hasta la noche.
Ahora, esto es más que una molestia menor. Cuando sometemos nuestras mentes a este ataque informativo, en realidad les impedimos trabajar a plena capacidad.
Hay un par de razones para esto. Una es que tu mente necesita nutrición, al igual que tu cuerpo, por lo que cuando saltas de una pantalla a otra, escaneando información y nunca realmente te tranquilizas, en realidad estás desnutriendo tu cerebro.
Al mantener las cosas superficiales, no consumen nada sustancial y, como vivir de refrescos y palomitas de maíz, esto puede debilitar su mente con el tiempo.
Cuanto más consume información de esta manera, más comienza a adaptarse su cerebro a información nueva y constante. En lugar de contentarse con calmarse y ocuparse adecuadamente de una tarea, su mente aprende a esperar un golpe tras otro de una estimulación gratificante pero en última instancia superficial.
Tweets, correos electrónicos, instantáneas, lo que sea, todos reconfiguran su cerebro y lo entrenan para anticipar interrupciones constantes.
Puede pensar que no hay nada intrínsecamente malo en eso. Después de todo, ¡puedes realizar múltiples tareas! Las interrupciones realmente no te molestan, ¿verdad? Bueno no exactamente. Glenn Wilson, profesor de psicología en el Gresham College de Londres, estima que la multitarea agota nuestro coeficiente intelectual en 10 puntos. De hecho, argumentó que sus habilidades cognitivas disminuyen más cuando intenta realizar múltiples tareas que cuando fuma marihuana.
Probablemente no querrás tomar decisiones importantes en la vida y negocios mientras estás drogado. Entonces, ¿por qué intentarías hacerlo mientras te defiendes de un aluvión de información que agota la atención?
La multitarea daña nuestra capacidad para comunicarnos y conectarnos
¿Cuántas veces te has encontrado con una escena como esta: estás en un buen restaurante o bar y el ambiente es eléctrico? Miras a tu alrededor y todo el mundo parece divertirse. Todos, es decir, excepto un grupo.
Mientras las personas en todas las otras mesas charlan, comen y disfrutan de la compañía de los demás, un grupo está sentado en un silencio casi total con la cabeza inclinada sobre sus teléfonos.
Podría ser un grupo de adolescentes. Quizás sea toda una familia. De cualquier manera, no están hablando, no se están comunicando y ciertamente no se están conectando.
Una escena como esta puede parecer trivial. Después de todo, ¿cuál es el problema de un grupo de personas cenando en silencio? En sí mismo, no mucho, pero subraya un problema mucho más amplio.
Muchos gerentes no saben cómo hablar con las personas que deben supervisar. Los líderes a menudo luchan por involucrar a sus seguidores. Las parejas con frecuencia hablan entre sí, y los niños simplemente ignoran a sus padres.
El denominador común en todas estas situaciones es la comunicación ineficaz y poco gratificante.
Verá, la tecnología nos ha dificultado prestar atención a los demás. Hablar con los miembros de nuestra familia a menudo no es tan estimulante como lo que aparece en nuestros teléfonos, por lo que a veces puede ser tentador desconectarse de las conversaciones del mundo real.
Este es un peligro particular para los jóvenes, cuyos cerebros no se han desarrollado completamente. Entre otros factores, los adolescentes tienen lo que se llama un sistema hiperactivo de riesgo-recompensa , lo que los hace más vulnerables a la adicción.
Cuando los jóvenes se sintonizan constantemente con el mundo del ruido tecnológico, eventualmente terminan distrayéndose y siendo menos sensibles a las emociones de los demás.
Afortunadamente, algunas personas están empezando a darse cuenta de los efectos secundarios no deseados de la sobrecarga de información. Tome la Escuela Waldorf en Silicon Valley; a pesar de su ubicación, la escuela es todo menos un centro tecnológico. En la Escuela Waldorf, los alumnos estudian a la antigua, no con tabletas y realidad virtual, sino con bolígrafos, papel y conversación.
¿Listo para el kicker? Tres cuartas partes de los alumnos de la Escuela Waldorf tienen padres que trabajan para una empresa de tecnología. Es como si las personas que crean un «ruido» informativo sin parar reconocieran lo problemático que puede ser.
Recuperar el control tras una adicción a la multitarea
Piense en el transcurso de su vida y trate de recordar todas las horas que pasó mirando una pantalla. Tiempo dedicado a desplazarse por las fuentes de noticias, ver videos y responder varios mensajes insignificantes.
Si usted es como la mayoría de las personas, probablemente le resultará difícil identificar recuerdos muy precisos. Lo más probable es que todo lo que recuerde sea una neblina general de información olvidada, metas perdidas y horas malgastadas.
En el momento del consumo sin sentido, puede parecer que no hay nada en juego. Pero estos momentos de distracción pueden convertirse en días, semanas, meses e incluso años. Algunas personas descubren que han estado viviendo en modo de piloto automático desde que tienen uso de razón.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?
Lo primero que debe hacer es empezar a pensar en su atención como un bien preciado. Después de todo, la misma frase «prestar atención» sugiere un recurso valioso que, como una cuenta bancaria, puede agotarse con el tiempo.
Cuando una mente bien disciplinada se concentra en una tarea, es como una poderosa linterna: precisa, brillante y brillantemente iluminadora. Una mente errante y distraída, por otro lado, es como una lámpara vieja que chisporrotea: parpadea, apagada y difusa.
Entonces, ¿cómo agudizamos nuestro enfoque mental? Realmente es bastante simple. Necesitamos desarrollar una mayor conciencia de cómo realmente ocupamos nuestras mentes. ¿Merecen nuestro tiempo y energía las cosas a las que prestamos atención? ¿O son irrelevantes, distractores y superficiales?
Si adquiere el hábito de hacer estas preguntas, puede comenzar a contenerse antes de pasar por un agujero de conejo de información y antes de sucumbir al atractivo de las alertas de noticias, notificaciones de redes sociales y entretenimiento fácil pero superficial.
Entonces, ¿cómo puede saber si su atención necesita una gestión más estricta? Bueno, podrías intentar examinar algunos de tus hábitos. Por ejemplo, ¿realmente prestas atención cuando hablas con la gente? ¿Escuchas atentamente? ¿O sus interacciones son breves y superficiales?
¿Y su tasa de productividad? ¿Completas proyectos abrumadores fácilmente? ¿O pasa de una tarea a otra, cambiando de tema cuando se aburre o se abruma?
Si no está satisfecho con sus respuestas a estas preguntas, probablemente deba prestar más atención a cómo está ocupando su mente. Y una vez hecho esto, puede seguir los consejos que se presentan en los retos formativos de Diseño Social EN+.
Cómo saber qué es ruido mental
Si estás en una fiesta tratando de tener una pequeña charla, probablemente no debas iniciar conversaciones con una pregunta profunda e inquisitiva como: «¿Qué es lo más importante en tu vida?» Si tiene suerte, obtendrá algunas respuestas interesantes, pero lo más probable es que provoque un silencio incómodo y algunas risas avergonzadas.
La cuestión es que la mayoría de las personas evitan responder a esta pregunta incluso cuando están solas con sus propios pensamientos. Luchan por articular sus objetivos más elevados y sus sueños a largo plazo, un hecho con algunas consecuencias desafortunadas.
Verá, cuando no está seguro de hacia dónde se dirige, es fácil desviarse del camino y perder el tiempo, logrando muy poco. Pero cuando identifica sus ambiciones más importantes, todo se vuelve más claro de repente.
En un mundo lleno de ruido, cualquiera que no tenga objetivos claros y un plan de acción definido se desviará de su curso con bastante rapidez. Con distracciones y tentaciones llamándonos en cada paso del camino, necesitamos tener nuestros ojos fijos en un objetivo final específico para mantenernos firmemente en el rumbo.
Pero, ¿cómo se ve eso en la vida real? Bueno, en resumen, significa simplificar su mundo. Probablemente haya muchas cosas en su vida que no concuerden con sus objetivos a largo plazo, como la mala gestión del tiempo, los hábitos derrochadores y la planificación descuidada.
Sintonizarse con lo importante significa identificar todo lo que es bueno y necesario en su vida mientras se deshace de todo lo demás. La sencillez es su consigna aquí. Desea seleccionar algunas cosas de gran importancia, no una gran cantidad de poca importancia.
Entonces, ¿cómo hacemos exactamente para simplificar nuestras vidas? Un truco consiste en empezar a escribir. Poner las cosas en un papel puede ayudar a cristalizar su visión. Tómese el tiempo para sentarse y escribir una lista de sus valores y ambiciones más importantes.
Otra estrategia popular es hacerse responsable ante alguien. Dígale a su pareja, amigo cercano o familiar cuáles son sus objetivos y sea lo más detallado y preciso que pueda.
El acto de decirles a los demás cuáles son nuestras metas proporciona un incentivo adicional para lograrlas. Todos queremos parecer competentes y determinados a los ojos de nuestros seres queridos, entonces, ¿por qué no convertir ese deseo en una fuente de motivación compartiendo sus objetivos?
Cómo silenciar el ruido mental
Evitar la sobrecarga de información puede parecer una batalla cuesta arriba constante: un esfuerzo eterno que nunca se vuelve más fácil y que lo agobia con el tiempo. Pero eso simplemente no es cierto.
A pesar de que la sociedad de hoy en día, pesada en tecnología, podría dificultarnos las cosas, silenciar el ruido del mundo en realidad puede volverse menos difícil con el tiempo.
¿Entonces, Cómo lo hacemos?
Bueno, todo se reduce a la formación de hábitos. Es cierto que los hábitos pueden ser difíciles de adquirir, pero una vez que los consigues, por lo general están ahí para quedarse. Eso significa que al cultivar algunos comportamientos nuevos, puedes convertir el tiempo en tu amigo, no en tu enemigo.
Una forma en que puede practicar el hábito de racionalizar y simplificar su vida es comenzando con sus posesiones. Mire alrededor de su habitación, debajo de la cama y en la parte posterior de su armario. ¿Realmente necesitas todo lo que ves allí? Probablemente no.
Al tirar todo lo que no necesita, se está acostumbrando a ordenarlo. Y después de eso, la transición de limpiar su casa a ordenar su mente se siente como muy pequeña.
Otro hábito que puede desarrollar es bastante sencillo. De hecho, no consiste más que en ocuparse de sus propios asuntos.
Verá, gran parte de nuestra preciosa atención se dedica a juzgar y reflexionar sobre cosas que, al final del día, no tienen nada que ver con nosotros. La próxima vez que esté en un grupo, observe cómo su mente comienza a emitir juicios, sacar conclusiones y formular opiniones irrelevantes.
Tómate un segundo para preguntarte si las cosas que te preocupan tienen algún efecto en ti. Si no lo hacen, deséchelos. Recuerde, su atención es un bien preciado.
Una vez que haya descartado su monólogo interno, vuelva su atención a la conversación en cuestión y practique la escucha activa. Eso significa escuchar atentamente para comprender, no para estar de acuerdo, discutir o incluso encontrar soluciones.
Si se toma el tiempo para desarrollar algunos hábitos simples, como ordenar su vida y ocuparse de sus propios asuntos, se sorprenderá de la cantidad de energía y atención que libera.
Perfeccionar sus habilidades de comunicación puede ayudar a mantener enfocada a una audiencia distraída
Entonces, lo entiendes. El mundo nunca ha sido más ruidoso. Nunca ha habido más demandas de nuestra atención y menos formas de escapar de las distracciones constantes.
Hasta este momento, solo hemos hablado de lo que puede hacer para controlar su propia atención. Pero también hay formas de utilizar esta información para tratar con otras personas.
Entonces, ¿cómo te adaptas a un mundo en el que la gente está perpetuamente distraída? ¿Cómo captas la atención de los desatentos? ¿Es siquiera posible?
Es difícil atraer verdaderamente a una audiencia que está acostumbrada a la velocidad y la novedad de la tecnología moderna. Sus mentes a menudo se desvían y, de vez en cuando, incluso pueden empezar a escribir delante de ti.
Pero en lugar de sentirse consternado por los miembros de su audiencia, debe adaptar su mensaje a ellos, teniendo cuidado de no sobrecargar su capacidad de atención.
La clave para una comunicación eficaz en una época en la que la capacidad de atención se reduce es la brevedad. Simple y llanamente. Si su mensaje se intercala entre un preámbulo aburrido y una conclusión serpenteante, sus oyentes nunca lo distinguirán del ruido circundante. Así que sea breve.
Si se da cuenta de que está expresando algo de forma indirecta o confusa, deténgase y diga: «En otras palabras», y luego modifíquelo de la manera más simple posible. Evite la jerga y el lenguaje empresarial si puede. Les indica a los oyentes que no estás tratando de que te entiendan.
Hay algunas otras formas de mantener el interés de su audiencia. Uno está llamando a la gente por su nombre. Ya sea que le pida a un miembro de la audiencia que contribuya o simplemente dirija un comentario a un oyente en particular, nombrar a las personas mantiene a los oyentes alerta y comprometidos con lo que esté diciendo.
Otra táctica simple es hacer uso de intermedios. ¿Ha notado que los ojos de las personas están vidriosos o ha visto algunos bostezos ahogados? Considere un descanso de diez minutos. Darle a la gente la oportunidad de relajarse significa que será más probable que presten atención cuando empiece a hablar de nuevo.