Mientras muchos niños juegan entre risas y sueños, otros juegan en silencio, escondidos, con temor, y con un único objetivo: ser invisibles. ¿Por qué?
El maltrato infantil existe en muchos más hogares de los que quisiéramos aceptar, y lo que sucede detrás de esas puertas marca a las generaciones con cicatrices a veces también invisibles, que marcan la vida de muchos jóvenes.
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