Actualizado el domingo, 1 agosto, 2021
Ni eres el primero ni serás el último. Que no te guste el sonido de tu propia voz es tan común como cazar Pokémons.
Si llevas hablando toda tu vida y escuchándote, ¿por qué te suena tan raro cuando te oyes en una grabación?. Y, lo que es más importante, ¿por qué lo odias tanto?.
Por qué no te gusta tu propia voz?
Resulta cuanto menos curioso que nos pase únicamente con nuestra propia voz pero no con las de los demás. Y es que es imposible saber cómo suena tu propia voz cuando hablamos, porque no te llega el mismo sonido que les llega a los demás, sino una versión distorsionada (para bien o para mal).
Es una queja que ha sido puesta en la cresta mediática de las redes sociales, concretamente en Twitter, donde muchos periodistas confiesan constantemente que les cuesta transcribir las entrevistas que realizan porque tener que escuchar sus propias voces en la grabación les resulta insoportable. Pero esto no es nuevo, existía mucho antes que Twitter y que cualquier red social moderna. Pero… ¿Sabes a qué se debe?
Existen diversas explicaciones, la primera, la científica y biológica. Ésta se basa en las vibraciones corporales internas que solo tú escuchas. Cuando escuchas a otras personas hablar, tu tímpano e oído interno vibran como resultados de las ondas sonoras que vienen de afuera, vibraciones que el cerebro convierte en sonido.
«Cuando hablas tu propia voz te llega a través de dos canales diferentes y uno de ellos hace que tu voz suene más grave».
Pero nos falta la segunda y, tal vez, más interesante explicación, la social y psicológica. Cuando escuchamos una grabación de nuestra propia voz, nos impacta porque no estamos acostumbrados a oirla de forma externa, tal y como los demás la perciben. Exactamente igual nos pasa cuando vemos una foto nuestra, que poco tiene que ver a veces con la persona que está delante del espejo.
En este sentido, resulta interesante ver que el sonido de nuestra propia voz no nos afecta a otros por igual. ¿De qué depende? De la autoestima. Hace unos años, el psicólogo neoyorquino Harold A. Sackeim descubrió que las personas que tenían un autoestima alto, no tienen problemas para escuchar su voz e incluso les encanta. En un experimento, llegan incluso a confudir la voz de otros con la suya.
En el experimento, Sackeim atacó la autoestima de algunos participantes diciéndoles que habían obtenido malos resultados en un test de inteligencia. Por otro lado, infló el ego de otros diciéndoles que habían conseguido muy buenos resultados. Pues bien, aquellos cuya autoestima había sido elevada de pronto escuchaban su propia voz cuando no estaba ahí, mientras que el grupo de sujetos que había sido humillado afirmaban no escuchar su voz cuando en realidad sí lo era.
Para Sackeim, todo ello está conectado con la salud mental. Si odias el sonido de tu propia voz, deberías plantearte trabajar en tu autoestima.
Fuente: NYMag y Playground