Actualizado el sábado, 2 marzo, 2024
La desinfección de nuestro entorno y la erradicación de microbios mediante antibióticos han sido asombrosamente eficaces a la hora de reducir la incidencia de enfermedades infecciosas en nuestra sociedad. Lamentablemente, el ataque indiscriminado a los microbios causantes de enfermedades ha inflingido muchos daños colaterales en los microbios beneficiosos para el ser humano.
Esta afirmación refleja la importancia de mantener un equilibrio adecuado en la exposición a los microorganismos para mantener la salud de la microbiota y, por ende, del cuerpo en general. La investigación científica respalda la idea de que un entorno excesivamente estéril y una higiene excesiva pueden afectar negativamente la diversidad y la salud de la microbiota intestinal y, en consecuencia, aumentar el riesgo de ciertas enfermedades.
Un estudio publicado en la revista científica «Science» en 2016 encontró que la exposición a microorganismos durante la infancia es crucial para el desarrollo adecuado del sistema inmunológico y la microbiota intestinal. Este estudio sugiere que la higiene excesiva y la falta de exposición a microorganismos pueden contribuir al aumento de enfermedades autoinmunes y alergias.
Además, la teoría de la «hipótesis de la higiene» propone que la falta de exposición a microorganismos en la infancia puede contribuir al desarrollo de enfermedades alérgicas y autoinmunes más adelante en la vida. Esta teoría sugiere que la exposición temprana a microorganismos, como los que se encuentran en la suciedad y en entornos naturales, puede ser beneficiosa para la salud.
Aunque la higiene es importante para prevenir enfermedades infecciosas, es igualmente importante mantener un equilibrio adecuado y no excesivo en la limpieza para permitir la exposición a microorganismos beneficiosos que contribuyan a la salud de la microbiota y del sistema inmunológico.
¿Es malo estar muy límpio?
Pero, por increíble que parezca, el incremento de las enfermedades inmunitarias está estrechamente vinculado con que nos hayamos vuelto más limpios, no con la reducción de la infección. ¿Por qué?
Con la creciente higienización del entorno y de los alimentos, hemos perdido gran parte de las exposiciones a microbios que necesitamos para mantener ocupado nuestro sistema inmunitario. Los desinfectantes a base de alcohol y los jabones antibacteriamos parecen propagarse con mayor rapidez que los gérmenes que deben combatir.
Muchos de los que vivimos en sociedades industrializadas hemos sufrido o tenemos algún familiar que padece alguna de las dolencias de esta categoría: alergias estacionales, eccema, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y esclerosis múltiple, por nombrar algunas.
No cabe duda de que todas las enfermedades mencionadas son complejas y en su aparición intervienen muchos factores ambientales. Pero cada vez, hay más indicios de la interrelación entre la microbiota y el sistema inmunitario para su desarrollo.
Nuestros microbios intestinales están en continua comunicación con la parte del sistema inmune localizada en el intestino. Esta relación entre los microbios y el sistema inmunitario ayudan a que nuestro cuerpo distinga entre entidades externas inofensivas, como la comida, y otras dañinas, como la salmonela. Esta comunicación traspasa la frontera del intestino y manda instrucciones al sistema inmunitario general.
Por lo tanto, el papel central que desempeña el intestino con su microbiota en la defensa del cuerpo, puede, según como la tratemos, dirigir mal el sistema inmune.
Volviendo al tema anterior, estar rodeados de este entorno antiséptico no nos beneficia. Antes encontrábamos los microbios en la naturaleza, al cultivar la tierra o recolectar alimentos. La actual profusión de antibióticos y productos químicos antibacterianos no solo limita nuestra exposición a bacterias dañinas, sino que incrementa la abundancia de microbios resistentes a a esos productos.
Por lo tanto la pregunta es: ¿hay alguna manera segura de recuperar los microbios beneficiosos del entorno sin caer en el riesgo de contraer enfermedades infecciosas graves?
Si lo hay, protege tu microbiota haciéndola lo más fuerte posible, todo lo contrario a estar siempre en entornos antisépticos. Esto no quiere decir que vivas literalmente en una “pocilga”, sino que cambies por ejemplo tus productos de limpieza: limón, vinagre, bicarbonato y sosa cáustica. Productos naturales que realizan la misma función que los químicos, pero sin embargo no son tan invasivos para nuestro cuerpo (elimina los tóxicos de casa).
Estamos obsesionados con lavarnos las manos después de tocar un animal, o de jugar en el parque. Pero, sin embargo después de haber estado en un centro comercial, hospital o en el zoológico, sitios donde es más fácil adquirir microbios patógenos, no somos tan incisivos.
Con esto no queremos decir que tener un animal en casa sea la solución para mejorar la exposición de los niños y adultos a los microbios, es cierto que esta directamente relacionado con el descenso de los casos de asma. Pero el medio que más incremente nuestra exposición a los microbios ambientales positivos es la tierra. Su diversidad bacteriana es tres veces mayor que la de nuestro intestino, cada vez hay más pruebas científicas de que la exposición a los microbios ambientales de la tierra nos pueden ayudar a protegernos de las enfermedades autoinmunes.
Recomendación: ¡ensúciate! debes ir al campo más a menudo y disfrutar de él de una forma activa, toca siente y respira la naturaleza.
Fuente: El intestino feliz: Cómo controlar el peso, el estado de ánimo y la salud a largo plazo. Autores: Justin Sonnenburg, Erica Sonnenburg.