Actualizado el martes, 20 agosto, 2024
Quién me conoce sabe que soy una firme defensora de la comida sana como principio para sentirte bien por fuera y por dentro. Pero gran parte de los problemas nacen del desconocimiento pero sobre todo, de los mitos y leyendas urbanas que circulan en el imaginario colectivo sobre comer sano o ecológico.
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Uno de los grandes descubrimientos y desengaños me los he llevado con el café al descubrir que muchas marcas incluían «azucar» entre sus ingredientes a pesar de estar marcado como «Café Expresso». A partir de ahí me puse a investigar sobre esa bebida capaz de generar amor e indiferencia casi a partes iguales. Porque para sus amantes como yo, pocas cosas resultan tan inspiradoras como el olor del café cada mañana y sobre todo en compañía.
Pero para sus detractores y a veces también para sus amantes incondicionales, nos genera bastantes dudas sobre si es sano o no es sano… pero sobre todo, si nos están diciendo la verdad sobre él. Hay opiniones muy enfrentadas sobre él en torno a su relación con la salud y el bienestar. Os dejo una selección de los 15 mitos que me han resultados más sorprendentes (y vergonzosos):
Mentiras del café
1. ¿Realmente es diurético?
SÍ. Pero con ciertas puntualizaciones. “Es diurético y deshidratante”, afirma tajante Mercè Roca Farran, nutricionista de Instituto Javier de Benito. De ahí que Itziar Digón, psiconutricionista de Tacha, puntualice. “El café tiene un efecto diurético sobre la vejiga. La cafeína hace esto aumentado el flujo sanguíneo hacia los riñones y reduciendo la absorción de agua y sodio. Esto aumenta la necesidad del cuerpo de eliminar líquidos”, explica la experta, que insiste en que en este caso el efecto diurético contribuye también a la deshidratación y, por tanto, el café no tiene capacidad para eliminar toxinas de nuestro organismo de forma saludable.
2. ¿Provoca celulitis?
SÍ. Porque deshidrata y no nos permite desintoxicar el organismo. Eso sí, esto sucede cuando se toma en exceso porque, tal y como nos explica la experta de Tacha, “dificulta el trabajo del sistema linfático porque nos deshidrata. Y eso produce retención de líquidos en zonas como los muslos y los glúteos”, afirma.
3. ¿El café tiene calorías?
Sí y No. No tiene calorías siempre y cuando sea expreso y se tome sin edulcorantes (cuidado con revisar las etiquetas porque muchos llevan ya el azúcar incorporada como ingrediente o como parte del proceso de tostado). Si le añades azúcar las calorías se incrementan a 40 aproximadamente.
4. Además de ser más contaminante, ¿tiene más calorías el café en cápsulas?
SÍ. Las cápsulas de café expreso tienen más calorías que el café natural, pero no es una cantidad elevada. “Contienen alrededor de 5 kcal”, puntualiza Itziar Digón. ¿Los motivos? “Es debido a su proceso de elaboración”, afirma. Y añade: “Consumidas con moderación no van a alterar el consumo calórico, aunque sí tendremos que tener en cuenta con qué las acompañamos”, explica la experta en referencia al tipo de leche, crema y azúcares que se utilicen para acompañarlo.
5. ¿La cafeína mejora el rendimiento deportivo?
SÍ. Roca Farrán resume así los beneficios que tiene tomarse un café antes de practicar ejercicio físico. “Favorece la contracción muscular con lo que retarda la fatiga y aumenta la capacidad y frecuencia respiratoria”, dice apoyando otras declaraciones de la Sociedad Internacional de Nutrición en el Deporte, que corroboran cómo la cafeína puede resultar efectiva para mejorar el rendimiento deportivo. ¿La mejor forma de tomarla para potenciar el rendimiento? Consumida 60 minutos antes de la actividad, aunque también resulta efectiva en tiempos más cortos, en los 15-30 minutos previos a la práctica deportiva. En cuanto a la dosis, se recomienda un consumo moderado (3-6 mg de cafeína por kilo de peso). Y si se toma de forma deshidratada en forma de suplementos alimenticios, “los efectos son mayores”.
6. ¿Tomar un café antes de practicar deporte nos hacer sudar más?
NO. Tal y como afirma la Sociedad Internacional de Nutrición en el Deporte, “la literatura científica no apoya la diuresis inducida por la cafeína durante el ejercicio”. Eso sí, tampoco produce ningún cambio dañino en el equilibrio hídrico que pueda afectar de forma negativa en el rendimiento.
7. ¿Es más sano el café natural que el torrefacto?
¡IMPORTANTE! SÍ QUE LO ES. Comparar el café natural con un café torrefacto podría asemejarse a comparar el pan integral con el refinado. Y es que el torrefacto es un café tostado en cuyo proceso se añade azúcar para caramelizarlo y cubrir el grano. Se consume más en España, tiene un sabor más fuerte y un color más intenso, pero es menos recomendable. “Olvídate del torrefacto porque usan azúcar (hasta un 15%) para tostar los granos y caramelizarlos (llegan hasta 200 grados) para reducir la acidez y el sabor amargo del café”, explica la nutricionista de Tacha.
8. ¿El café es antioxidante?
NO (si hablamos del café negro). SÍ (si hablamos del café verde). Este ha sido uno de mis grandes descubrimientos: ¡existe el café verde!. Y es que, tal y como nos confirma Itziar Digón, cuando hablamos de café tradicional, “no hay muchos estudios sobre la biodisponibilidad de antioxidantes en el organismo humano con lo que podemos decir que las propiedades antioxidantes del café todavía están en duda”. Si nos referimos al café verde, la experta de Instituto Javier de Benito recuerda que tiene ácido clorogénico, un antioxidante, aunque solo en un 7%, de manera que tampoco se sabe exactamente la cantidad de café que habría que beber al día para poder beneficiarnos de este poder antioxidante.
9. ¿El café descafeinado tiene algo de cafeína?
SÍ. Al igual que la cerveza si alcohol, se trata de cantidades muy pequeñas, pero que hay que tener en cuenta si nos excedemos en el número de cafés descafeinados que tomamos al día. “Un descafeinado tiene entre 0,1% y 0,3% de cafeína, así que si alguien ingiere altas dosis de café descafeinado (entre 5-10 tazas al día) la dosis de cafeína puede fácilmente igualar a la de 1 o 2 tazas de café con cafeína”, explica Digón. A lo que Mercé Roca Farran, añade otro dato interesante. “En grandes cantidades es tóxico debido a los disolventes que se usan en el proceso”.
10. ¿Puede ayudar a aliviar el dolor de cabeza?
Depende de la persona. Se trata de un vasoconstrictor a nivel cerebral y, en algunos casos, puede calmar el dolor de cabeza, sobre todo en personas que lo toman de forma habitual. De ahí que muchas personas adictas al café experimenten cefalea cuando disminuyen la dosis o lo dejan (es la llamada «cefalea del fin de semana»). Pero de la misma forma que puede calmarlo, también puede producir dolor de cabeza, sobre todo en personas con un hígado cargado. “El café impide la desintoxicación del hígado”, explica Mercé Roca Farran.
11. ¿Es perjudicial tomar más de 2 ó 3 tazas de café al día?
Podría serlo. Y es que la recomendación más razonable en cuanto a la cantidad de café diaria están en torno a las dos o tres tazas (de 150 ml cada una), lo que equivale a 200-300 mg de cafeína, tal y como nos cuenta Itziar Digón. De la misma manera, en el embarazo y la lactancia se debe limitar al máximo su consumo. «La cafeína tiene la capacidad de transferirse de madre a hijo y puede influir en el desarrollo normal del bebé”.
12. ¿Es más sano el café verde?
¡VOILÁ! SÍ. Es más sano este tipo de café porque “se presenta sin tostar, por lo que mantiene intactas sus propiedades”, explica Digón en referencia también a otras sustancias bioactivas, además de la cafeína, beneficiosas para la salud. ¿El inconveniente de este café? Que generalmente se vende en formato cápsulas acompañado, en ocasiones, de promesas milagrosas para la pérdida de peso que no pueden hacerse realidad si no se lleva una vida sana, una dieta equilibrada y ejercicio físico.
13. ¿Es mejor tomar té que café?
Ni SÍ, ni NO. Y es que, como en todo, la clave está en la moderación, sobre todo para poder beneficiarnos de sus bondades y evitar sus consecuencias negativas. “Se calcula que alrededor de 300 gramos de cafeína diarios pueden tener consecuencias beneficiosas, siempre y cuando lo acompañemos de una dieta saludable y un estilo de vida activo”, explica Digón. En función del consumo diario que hagamos, podemos tomar nuestra elección teniendo en cuenta que el café contiene entre 80 y 185 miligramos de cafeína mientras que el té sólo entre 15 y 70 miligramos.
14. ¿Reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares?
NO ESTÁ DEMOSTRADO porque no hay estudios concluyentes al respecto. De hecho, tal y como nos recuerda la nutricionista de Instituto Javier de Benito, “puede producir palpitaciones y acelerar la franquicia cardiaca”. Sin embargo, sí se sabe que puede mejorar la memoria a largo plazo y prevenir enfermedades como demencia o Alzheimer, tal y como nos confirma la experta de Tacha.
15. ¿Es mejor comprar el café en grano y después molerlo?
SÍ. Porque es más natural y porque aporta más sabor. Eso sí, los que más saben de café recomiendan comprar los granos una vez a la semana, guardándolos en un envase hermético, en un lugar fresco y alejado de la luz. Y molerlo justo antes de prepararlo. Decidido, yo ya he comprado mi café en grano ecológico y mi máquina para molerlo.
¿Qué más secretos del café podríamos incluir?
Descubre la historia, la legalidad y los efectos de tres drogas que alteran la mente
¿Qué es lo primero que consume al despertar cada mañana? De acuerdo, tal vez sea un vaso de agua, pero después de eso, probablemente trague una infusión de agua caliente y una droga que altera la mente y que se deriva de una planta.
Esa droga es, por supuesto, cafeína. Le da al café y al té su poder. No solemos pensar en ello de esta manera, pero la cafeína es una sustancia psicoactiva que cambia nuestra conciencia. Es solo que lo hemos aceptado, y a muchos no les importa depender de él. La razón de esto es simple: la cafeína se alinea con los objetivos de la sociedad.
Si ese es el caso, ¿cómo deberíamos definir exactamente una droga ? Exploraremos esa pregunta y consideraremos cómo el opio, la cafeína y la mescalina afectan la conciencia, la cultura y la sociedad.
Una nota rápida antes de comenzar: estos apartados contienen discusiones sobre el uso de drogas y no tienen la intención de fomentar el consumo de sustancias ilícitas.
En estos consejos aprenderás
- para que tuvieras opio creciendo en tu jardín trasero;
- cómo las abejas pueden volverse adictas a la cafeína; y
- lo que podría sucederle a su cerebro bajo la influencia de la mescalina.
This Is Your Mind on Plants es una investigación vívida e intrincada de la historia, la química y los efectos de tres drogas derivadas de plantas: opio, cafeína y mescalina. Estas sustancias, un sedante, un estimulante y un alucinógeno, representan una gran parte de la experiencia humana con las drogas. Es hora de arrojar nueva luz sobre cómo han dado forma a nuestras historias, culturas y mentes. Su autor es Michael Pollan es periodista, autor e instructor de escritura en la Universidad de Harvard y la Universidad de California, Berkeley. Ha escrito ocho libros, seis de los cuales fueron best-sellers del New York Times , entre ellos How to Change Your Mind, The Botany of Desire e In Defense of Food. En 2010, fue incluido en la lista de la revista Time de las cien personas más influyentes del mundo.
A lo largo de la historia, el opio ha sido tanto una bendición como una maldición
A lo largo de la década de 1990, la guerra contra las drogas se desarrolló con toda su furia violenta. Solo en 1996, más de un millón de estadounidenses fueron encarcelados por delitos relacionados con las drogas. Muchos de estos condenados no eran en absoluto violentos, pero se vieron obligados a cumplir condenas mínimas obligatorias. El gobierno también obtuvo el poder de confiscar propiedad privada involucrada en un delito relacionado con las drogas, incluso si su propietario no había sido acusado.
La guerra contra las drogas fue promocionada como una bendición para la seguridad pública. Pero, ¿redujo realmente las tasas de adicción o sobredosis? Difícilmente. En cambio, llenó las cárceles estadounidenses con cientos de miles de delincuentes no violentos, muchos de ellos negros. No solo eso, se distrajo del problema real relacionado con las drogas que apenas estaba comenzando: la crisis de los opioides.
El opio en sí no siempre ha sido una sustancia tan odiada. En siglos anteriores, los humanos trataban al opio por lo que realmente es: un aliado y un enemigo.
Nuestra relación con el opio se remonta a más de cinco milenios. El uso principal de la droga fue generalmente el control del dolor.
Pero en el siglo XIX, comenzó a conquistar verdaderamente el mundo. Los victorianos lo usaban tanto como nosotros usamos aspirina. Los poetas románticos como Samuel Taylor Coleridge se volvieron líricos sobre la droga. Y Gran Bretaña incluso libró una serie de guerras, acertadamente llamadas Guerras del Opio, por el derecho a controlar sus exportaciones.
Ahora, por supuesto, la mayoría de la gente ve el opio de manera muy diferente: en primer lugar, como un narcótico mortal. Pero esta percepción ha sido deformada y distorsionada por la guerra contra las drogas y la tragedia que conocemos como la crisis de los opioides.
Esa crisis comenzó cuando, en 1996, una compañía llamada Purdue Pharma comenzó a comercializar su ahora infame opiáceo de liberación lenta, Oxycontin. El dolor, afirmó Purdue, estaba siendo tratado de forma insuficiente, y su droga maravillosa podría ayudar a las personas que estaban sufriendo.
Pero, ¿qué pasó realmente? El número de estadounidenses adictos a los opiáceos se disparó de medio millón a dos millones. Aproximadamente 4,700 personas murieron por sobredosis de drogas en 1996. En los Estados Unidos hoy, 50,000 mueren solo por sobredosis de opiáceos cada año. Cuatro de cada cinco nuevos consumidores de heroína usaban analgésicos recetados anteriormente.
La naturaleza dual del opio queda muy clara en su historia. Quizás los griegos y los romanos sabían algo cuando usaron la amapola, de la que se fabrica el opio, como símbolo tanto del sueño como de la muerte.
Obtener y consumir opio no es tan difícil como mucha gente piensa
El opio está envuelto en una maraña de desinformación. A muchas personas se les ha hecho creer que solo se puede extraer la sustancia de un tipo específico de amapola que crece exclusivamente en regiones remotas. La gente también piensa que cosechar opio es un proceso laborioso que requiere ejércitos de trabajadores y hojas de afeitar especiales.
No es así, según el periodista de drogas Jim Hogshire, autor del libro de 1994 Opium for the Masses . El contenido del libro va en contra de la sabiduría común. Afirma que casi cualquier persona puede obtener opio de las plantas de amapola ordinarias, del tipo que puede comprar en su verdulero local. O cultivas las amapolas a partir de semillas o incluso las compras completamente desarrolladas, y luego preparas sus semillas en un té y lo bebes.
Cuando el autor, Michael Pollan, se encontró por primera vez con los escritos de Hogshire, su interés era principalmente académico: Pollan escribe sobre jardinería; también es, naturalmente, un gran jardinero. Había consumido drogas en el pasado, pero pensó que esos días habían quedado atrás.
Sin embargo, las afirmaciones de Hogshire despertaron su curiosidad, por lo que decidió agregar algunos paquetes de semillas de amapola a su pedido de jardinería de primavera.
Poco sabía él que estaba a punto de entrar en un campo de minas legal. Cultivar amapolas de opio, que incluye el tipo que se encuentra en un bagel, es ilegal. Pero el gobierno no persigue a cualquier jardinero inocente. En cambio, su ira – y su culpabilidad – depende de cuánto sepa sobre la planta que está cultivando.
Si las autoridades pueden demostrar que cultivó las plantas con el conocimiento de cómo convertirlas en té de opio, bueno, podría ser un brindis.
Cuando el autor se enteró de todo esto, estaba comprometido. Una mañana de otoño, salió a su jardín y arrancó media docena de vainas de sus amapolas rojas vívidas. Los trituró, los molió y preparó el té.
El primer sorbo fue extremadamente amargo, y tragarse la taza llena fue una tarea ardua. Los efectos se establecieron en diez minutos. No fue un alto, per se. Era solo que los habituales dolores, dolores, ansiedades y otros sentimientos negativos de Michael habían sido sustraídos de su experiencia consciente.
Sus sentidos no se vieron disminuidos. Pero simplemente no había necesidad de actuar sobre lo que vio, escuchó o sintió. Escribió en su diario que era «como sentarse en el porche de la conciencia de uno, viendo pasar el mundo».
Las plantas desarrollaron originalmente la cafeína para atraer a los polinizadores
Coffea y Camellia sinensis, dos plantas que conocemos mejor como café y té, una vez crecieron solo en unos pocos rincones del mundo. Originalmente, las plantas del género Coffea solo se podían encontrar en el este de África y el sur de Arabia. Camellia sinensis solo estuvo presente en el suroeste de China.
Desde entonces, tanto Coffea como Camellia sinensis han conquistado el mundo. Junto con el arroz, el trigo y el maíz, se encuentran entre las plantas más exitosas del mundo.
Sin embargo, ni Coffea ni Camellia aportan calorías ni energía. Lo que hacen, en cambio, es cambiar de conciencia. Y la clave de su magia es la cafeína.
Las plantas no solo evolucionaron para producir cafeína sin ninguna razón. Debe haber algo para ellos. ¿Qué podría ser eso?
Bueno, en dosis altas, la cafeína es letal para los insectos que intentarían comerse la planta. Pero si la cafeína pudiera matar, los depredadores inevitablemente desarrollarían resistencia a ella. Por eso, la mayoría de las plantas en realidad no la producen en dosis letales; en cambio, producen lo suficiente para desconcertar a los atacantes, en lugar de matarlos.
Pero eso no es todo. En dosis bajas, la droga realmente atrae – en lugar de repeler – abejas y otros polinizadores. Dale a las abejas la opción de elegir entre agua azucarada con cafeína y sin cafeína, y optarán por el brebaje jugoso.
Es fácil ver cómo, si eres una planta, esto es genial. La cafeína engancha a los polinizadores en su suministro. Desafortunadamente, el trato no es tan bueno para las abejas. De hecho, los científicos han determinado que las abejas vuelven repetidamente a las plantas con cafeína incluso después de haber agotado todo el néctar. Las abejas se vuelven adictas, desesperadas por su dosis.
¿Rima esto con nuestra experiencia con la cafeína? ¿Qué sucede exactamente dentro de nuestro cerebro cuando bebemos ese capuchino?
Bueno, para empezar, la cafeína aumenta nuestros niveles de adrenalina, serotonina y dopamina. La dopamina es una sustancia química que mejora el estado de ánimo, y probablemente la razón por la que amamos tanto nuestra taza de la mañana. Pero la cafeína también interfiere con las operaciones normales de una sustancia química del cerebro llamada adenosina .
El trabajo de esa sustancia química es reducir la velocidad a la que se activan nuestras neuronas. Esto nos ralentiza y nos da sueño. Pero la cafeína bloquea los receptores que se supone que se unen a la adenosina y, como resultado, nuestros cerebros no reciben la nota de la «hora de dormir».
Eso es genial si necesitas, digamos, quedarte despierto hasta tarde para cumplir con una fecha límite, pero, naturalmente, hay una trampa. Aprenderemos más sobre esto.
El café ha jugado un papel importante en la religión, la política, la filosofía e incluso la economía
Cuenta la leyenda que, un día del siglo IX, un perceptivo cabrero de la actual Etiopía notó algo extraño. Sus cabras estaban haciendo cosas extrañas después de atiborrarse de los frutos de la planta que ahora conocemos como Coffea arabica. Se volvieron hiperenérgicos y no dormían. El cabrero llamó la atención de un abad local sobre su observación. El monje convirtió las bayas en una bebida y produjo la primera taza de café del mundo.
De todos modos, así es la historia. Probablemente no sea cierto, pero lo que es indiscutible es que en el siglo XV, el café había viajado desde África Oriental a través de toda la Península Arábiga. Continuó cambiando el mundo entero.
El primer gran impacto del café tuvo lugar en el mundo árabe. Allí, los sufíes yemeníes, místicos islámicos, usaban la bebida para permanecer despiertos durante largas ceremonias religiosas. En 1570, había llegado a la Turquía actual. Cientos de cafeterías surgieron en Constantinopla, y la gente se reunió en ellas para cotillear, difundir noticias y jugar.
A mediados del siglo XVII, los occidentales también habían olido el rico aroma del café. A finales del siglo XVII, solo Londres contaba con miles de cafeterías. Pronto, se convirtieron en espacios públicos democráticos en los que personas de diferentes clases sociales podían mezclarse, discutir sobre política y leer periódicos.
Este auge de la cafetería coincidió con los profundos cambios de pensamiento que caracterizaron la Ilustración. El café, con su alto contenido de cafeína, ayudó a fomentar un pensamiento claro y lúcido. Antes de que la bebida conquistara Europa, la mayoría de la gente consumía alcohol habitualmente, lo que, por supuesto, es más probable que enturbie la mente y fomente el pensamiento mágico.
El café también fue la bebida perfecta para el auge del capitalismo. Reformó la forma en que trabajamos. Anteriormente, el horario de sueño humano seguía los ritmos fijos del sol. Los turnos de noche, incluso los últimos turnos, eran algo inaudito.
Con cafeína, las personas pueden permanecer despiertas sin importar la hora del día. Los industriales astutos señalaron que dar a sus trabajadores descansos para tomar café resultó en importantes ganancias de productividad. Pronto, estos intervalos se convirtieron en parte de la cultura laboral estándar.
En resumen, entonces, el café es útil para la sociedad moderna. Y eso significa que hay poco peligro de que se prohíba la cafeína, a pesar de que es, indiscutiblemente, una droga psicoactiva.
La cafeína por sí sola no es perjudicial para la salud, pero es terrible para nuestro sueño
El autor estaba a la mitad de su investigación sobre la cafeína cuando comenzó a dudar de sí mismo. ¿Realmente valió la pena este tema todo su tiempo y esfuerzo? ¿Estaría interesada la gente? ¿Estaba interesado ya?
La razón por la que tenía estas dudas era casi dolorosamente evidente, sin mencionar la ironía: había dejado de consumir cafeína.
Muchas personas ahora viven la mayor parte de sus vidas en un estado con cafeína. El noventa por ciento de los estadounidenses consumen cafeína con regularidad. Pero aquí hay una pregunta: ¿están todos pagando un precio biológico por su constante cafeína? ¿O están recibiendo el proverbial almuerzo gratis?
La investigación actual sugiere que la cafeína en realidad no nos daña. De hecho, incluso puede resultar beneficioso. Los estudios han relacionado el consumo de cafeína con un riesgo reducido de desarrollar ciertos cánceres, enfermedades cardiovasculares, enfermedad de Parkinson, demencia y diabetes tipo 2.
Pero hay una trampa. La cafeína nos priva de un sueño profundo muy importante. Según el neurocientífico Matt Walker, la cafeína tiene un «cuarto de vida» de aproximadamente 12 horas. Digamos que bebe una taza de café al mediodía. Para la medianoche, el 25 por ciento del estimulante que consumió seguirá circulando en su cerebro. Eso es potencialmente suficiente para interrumpir su sueño profundo.
Y eso importa. Durante el sueño profundo, nuestro cerebro emite ondas de baja frecuencia que nos ayudan a convertir los recuerdos a corto plazo en recuerdos a largo plazo. Una taza de café durante la noche puede reducir la cantidad de ondas cerebrales de baja frecuencia entre un 15 y un 20 por ciento. ¡Eso es el equivalente a envejecer 12 años!
Entonces, cuando el autor dejó de consumir cafeína, no le sorprendió encontrarse durmiendo como un adolescente nuevamente. Se despertaba cada mañana sintiéndose renovado en lugar de aturdido.
Y, sin embargo, sus horas de vigilia eran mucho menos vívidas. No se sentía como si estuviera realmente, completamente allí. Luchó por concentrarse; para mantenerse concentrado.
Tres meses después, tomó su primera taza de café, y fue gloriosa. El primer sorbo inyectó bienestar líquido y cálido en su cuerpo. De repente, todo se volvió más vibrante, casi fílmico.
Pero media hora después, esa agradable viveza se volvió un poco maníaca. Se sentía hipervigilante; cada sonido era fuerte y abrasivo. Comenzó a componer listas mentales de las cosas que tenía que hacer. Cuando llegó a casa, la cafeína estaba bien y verdaderamente bajo control – y no pasó mucho tiempo antes de que se encontrara fantaseando con una segunda taza.
La mescalina altera temporalmente la forma en que nuestro cerebro procesa la información
La mescalina burbujeó sobre él en forma de repulsión. El autor estaba sentado junto a una bahía, con un libro abierto frente a él. Todo lo que podía pensar era: ¿Por qué alguien querría leer? Parecía abominable, incluso ofensivo, leer cuando había tanto más que ver: las aguas entintadas dominadas por pesados pelícanos, la luz del sol brillando como diamantes en cada ola, el vívido color chartreuse de los calcetines de su esposa. . .
Todo lo que quería hacer era mirar las cosas. La mescalina lo había dejado incapaz de preocuparse por su pasado o su futuro. En cambio, se convirtió en un cautivo del momento presente. Parecía como si todo lo que deseaba o necesitaba estaba allí mismo, ante él.
Durante su viaje a la mescalina, el autor también quedó impresionado por lo que llamó «la inmensidad de las cosas existentes». Y, a medida que avanzaba el día, este sentimiento comenzó a abrumarlo. La realidad era casi demasiado para manejar - que no podía no ver cada color, textura, y rayo de luz. Fue un asalto a su conciencia y él era la víctima indefensa.
No pudo evitar preguntarse qué estaba sucediendo realmente en su cerebro durante esta experiencia.
Una pista puede estar en una teoría del campo de la neurociencia. Se llama codificación predictiva y afirma que nuestros cerebros están constantemente haciendo conjeturas sobre cosas, ya sean objetos y eventos en el mundo físico o pensamientos y sentimientos dentro de nuestras cabezas. Entonces, solo admiten la información necesaria para confirmar o corregir esas hipótesis.
La mescalina, sin embargo, pareció abrir las compuertas. La información sensorial y las emociones estaban empapando por completo la conciencia del autor, haciendo imposible que su cerebro pudiera predecir gran parte de cualquier cosa. Estaba claro por qué sería imposible vivir una vida así todo el tiempo: ¡todo era casi demasiado interesante!
Ahora podríamos preguntarnos: ¿Por qué las plantas, en este caso los cactus, producen moléculas psicodélicas como la mescalina? Al igual que con la cafeína, ¿qué hay para ellos? La respuesta aún se desconoce, pero parece que uno de esos cactus, el peyote, no sabe muy bien para los depredadores. Entonces todo podría ser un mecanismo de defensa.
Por supuesto, la mescalina tampoco sabe bien a los humanos. Simplemente lo toleramos porque sus efectos son muy atractivos – o, como lo es para los pueblos indígenas de las Américas, parte de un rito sagrado.
Históricamente, el peyote era sagrado para los pueblos indígenas de América
La «raíz diabólica». Una «perversidad herética». Una sustancia que permite «descubrir secretos». Todas estas fueron descripciones utilizadas por la Inquisición mexicana del siglo XVII para denunciar al peyote. La palabra se refiere tanto al cactus como al té psicoactivo derivado de él. Los pueblos indígenas de las Américas han estado usando el peyote durante miles de años tanto para la curación individual como para los rituales ceremoniales colectivos.
Para los pueblos indígenas de los Estados Unidos, específicamente, la historia del uso del peyote es más reciente. Podemos rastrearlo hasta finales del siglo XIX, cuando dos movimientos espirituales muy diferentes estaban en aumento. Uno se conocía como la Danza de los Fantasmas y el otro, la religión del peyote.
La Danza de los Fantasmas fue un ritual de éxtasis en el que cientos de personas se reunieron para ponerse ropa elaborada, bailar y cantar durante toda la noche. Estos rituales duraron hasta 24 horas, y muchos de los que asistieron cayeron en trance, comenzaron a tener espasmos o hablaron en lenguas.
El baile de los fantasmas aterrorizó a las autoridades locales. Para ellos, parecía un precursor de una insurrección – y optaron por reprimirla violentamente.
Mientras tanto, la religión del peyote iba en aumento. En comparación, era mucho más tranquilo. Los participantes de sus rituales se sentaron erguidos y guardaron silencio. Miraron el fuego toda la noche mientras los objetos ceremoniales se pasaban y los tambores sonaban constantemente. Todos los rituales se llevaban a cabo dentro de los tipis, lejos de los ojos de los blancos.
Por esta y otras razones, es la religión del peyote en lugar de la Danza de los Fantasmas la que ha sobrevivido hasta el día de hoy. Pero las comunidades indígenas están experimentando actualmente una escasez de peyote. Esto significaba que el autor no creía que fuera correcto que participara en una ceremonia tradicional.
En cambio, encontró un «portador de medicinas» que estaba dispuesto a realizar una ceremonia utilizando Wachuma, o San Pedro, un tipo diferente de cactus que contiene mescalina.
En él, el autor, junto con otros seis o siete participantes, entró en una sala de estar cuidadosamente decorada. Cada uno colocó objetos personales en un altar y bebió tres tazas de Wachuma.
Los efectos del cactus fueron sorprendentemente suaves. En lugar de visiones o alucinaciones, el autor simplemente sintió que los bordes de su sentido de sí mismo se derretían. Era como si su energía se estuviera juntando con las energías de los otros participantes. Se sentía como si estuviera sumergido en agua tibia, dejándose llevar por los pensamientos o sentimientos que el psicodélico quisiera llevarlo.
La forma en que pensamos sobre las drogas está profundamente ligada a sus historias sociales, culturales y legales. El opio alguna vez fue un lugar común, incluso exaltado, pero ahora es vilipendiado por su papel en la epidemia de opioides. La cafeína fomentó el pensamiento claro y lúcido durante la Ilustración y ahora alimenta una cultura obsesionada con la productividad. Finalmente, el peyote permitió a las personas, especialmente a los miembros de las comunidades indígenas, relacionarse con lo divino de una manera que alguna vez se vio en desacuerdo con la misión cristiana. El opio sigue siendo altamente ilegal, la cafeína probablemente nunca será prohibida y los psicodélicos como la mescalina y el peyote están cruzando el puente de la aceptabilidad. En última instancia, lo que consideramos una «droga» tiene tanto que ver con la forma en que una sustancia química encaja en los objetivos de la sociedad como lo hace con la droga misma.
Una respuesta a «Las 15 mentiras del café de las que nadie quiere hablar (menos yo)»