Actualizado el domingo, 1 agosto, 2021
Personas que ni fuman, ni beben alcohol, ni consumen drogas ilegales están cayendo como moscas en el estado de Utah. Tras una vida llena de estrictos mandatos mormones e inflexibles normas morales, una adicción silenciosa se ha expandido como la pólvora y está cobrándose cientos de vidas.
El caso de Maline fue uno de ellos, que tras tomar opiáceos para el dolor durante 15 años, todos legales y prescritos por su médico, murió a los 38 años de edad por sobredosis.
Maline, una mormona devota que no se drogaba, que ni siquiera bebía café, se convirtió en adicta a las medicinas que su médico le recetaba y estuvo enganchada durante casi toda su vida adulta pensando que hacía lo correcto tomándolas.
«Mi hermana consiguió un poco de heroína para el dolor porque las pastillas ya no le hacían nada. Solo la usó una vez y murió», declara su hermana.
Pero su caso no es aislado. Desde el 2000, las muertes por sobredosis de medicamentos en Utah han aumentado en un 400%.
Tras lesiones deportivas, accidentes de trabajo o enfermedades crónicas, todas estas personas reflejadas en las estadísticas han pasado por un médico que comenzó a recetarles opiáceos para el dolor. Pero el tratamiento se perpetúa en el tiempo y se convierte en una letal adicción.
En 2014, un tercio de los adultos de Utah tenían una receta para adquirir analgésicos opiáceos. De esos, el 65% eran miembros mormones de la Iglesia de Jesucristo de los Santos.
Detrás de estas muertes y de este problema de salud pública hay una poderosa farmacéutica. Como siempre, Don Dinero manda. Se trata de OxyContin, un medicamento que se introdujo en el mercado en los años 90 por Purdue Pharma bajo la premisa de ser un fuerte analgésico con muy poco riesgo de adicción.
En 5 años, el resultado para la compañía son unos ingresos de 1.000 millones de dólares, para los pacientes, no ha sido tan gratificante.
Por supuesto, la supuesta no adicción de este medicamento fue totalmente falsa y un tribunal federal obligó a Purdue Pharma a pagar 634 millones de dólares en 2007, pero OxyContin se sigue vendiendo.
La facilidad con la que los pacientes pueden conseguir este medicamento debido a los dolores que padecen junto con su legalidad, hacen extremadamente difícil erradicar esta letal plaga.
Fuente original: Playground
«Toda adicción comienza con dolor y termina con dolor».