Actualizado el martes, 20 octubre, 2020
Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana (EE.UU.) y del Instituto de Investigación Scripps han descubierto la existencia de una especie de ‘interruptor de la vida’, al menos así lo denominan ellos. Este botoncito estaría controlado por el estado de ánimo, la depresión o el estrés. La longitud de nuestra vida puede reducirse si nos dejamos arrastrar por las emociones negativas hasta caer en el agujero del trastorno o del estrés crónico.
El descubrimiento, publicado en la sección Molecular Psychiatry, de la revista Nature, se ha logrado gracias al empleo de un gusano llamado Caenorhabditis elegans (o C. elegans). Se trata de una especie de lombrices transparentes cuyo entorno bioquímico puede equipararse al de los seres humanos y su análisis, según cuentan los expertos, arroja resultados confiables sobre la biología del envejecimiento.
Gracias a esta investigación se ha atribuido una importante responsabilidad en nuestra esperanza de vida al gen ANK3. Como contó Alexander B. Niculescu, director del estudio, es un gen «implicado en los trastornos del estado de ánimo y trastornos de estrés que también parece estar implicado en la longevidad; es biomarcador de la edad biológica».
Los resultados se obtuvieron cruzando los datos obtenidos de los gusanos con la información genética disponible vinculada a los problemas depresivos. Se emplearon más de 700 muestras de personas con trastorno psiquiátrico. Descubrieron algo llamativo: quienes habían terminado por suicidarse mostraron niveles del gen ANK3 bastante más elevados que los el resto de los casos. De esta manera, consiguieron encontrar una serie de compuestos pueden interceder en el proceso y aumentar la longevidad. El profesor Alexander B. Niculescu menciona el ácido graso omega-3, la quercetina, la vitamina D o el resveratrol. A través de sustancias como estas, podríamos pulsar nuestro interruptor de la longevidad y tendríamos más posibilidades de liberarnos de los peligros del estrés y la depresión.
3 respuestas a «El estado de ánimo podría acortar nuestra esperanza de vida»