Actualizado el sábado, 21 noviembre, 2020
La misma cara de enfado
No importa la región del mundo, hasta la tribu más aislada utiliza la misma mueca que nosotros para mostrar cabreo. Es algo trasversal, instintivo. Hay otros rasgos gestuales que varían. Los indios, por ejemplo, asienten trazando una especie de ocho tumbado. En cambio, la constricción facial de los malhumorados la repiten, incluso, las personas que han nacido ciegas y que no han tenido oportunidad de imitar el lenguaje no verbal.
Ya en los años sesenta, el psicólogo Paul Ekman fue uno de los primeros en tratar de dilucidar si existían expresiones faciales universales. Tras viajar por distintas regiones del globo, registró siete: felicidad, tristeza, ira, miedo, sorpresa, desdén, asco.
Unas cuantas décadas después, Investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara (EEUU) y de la Universidad Griffith de Australia encontraron las causas milenarias de la expresión de enfado. Los científicos trabajaron con la hipótesis de que el rostro iracundo pretendía intimidar. No hablamos sólo de la comunicación de un conflicto o problema, va más allá. Cuando enfurecemos apretamos siete grupos de músculos: nariz, labios y barbilla, frente, cejas, pómulos y boca. Y cada uno de estos rasgos contribuye a la creación de una suerte de amenaza que le está indicando al otro la capacidad del agraviado para provocar grandes daños.
Los responsables del estudio sostuvieron que el gesto surgió entre los homínidos como defensa y para construir en el observador la impresión de que el individuo es más robusto y peligroso. El equipo recreó informáticamente la cara de un chico de 20 años y después la reprodujo añadiéndole los componentes del enfado. Los voluntarios del experimento lo vieron claro, la imagen más furiosa pertenecía a un hombre más fuerte y corpulento.
Un estudio anterior realizado por la Universidad de la Columbia Británica y la Universidad de Oregón expuso, además, que algunos de los gestos que compartimos al margen de nuestra extracción geográfica encuentran similitudes incluso en los chimpancés y en otros primates antropomorfos.
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