Actualizado el martes, 15 marzo, 2022
La depresión tiene largos tentáculos. De hecho, es una de las tres primeras causas de discapacidad en el mundo, y no es para menos ya que afecta a 350 millones de personas. Además, se estima que entre el 8 y el 15% de las personas sufrirán al menos un episodio depresivo en algún momento a lo largo de sus vidas.
Con estas cifras en mente, no es extraño que en España el uso de antidepresivos se haya triplicado en la última década. Sin embargo, los psicofármacos no son la única manera de combatir la depresión y en muchos casos ni siquiera es la más eficaz, existen otras alternativas que pueden convertirse en un complemento del tratamiento, como el cohousing o como cultivar el huerto.
Se estima que entre el 8 y el 15% de las personas sufrirán al menos un episodio depresivo en algún momento a lo largo de sus vidas
Fuente: Rene Asmussen
Esta es la idea por la que están apostando algunos médicos ingleses, quienes creen que preparar la tierra, cultivar cebollas, fresas o tomates y regar las plantas es una manera muy eficaz para eliminar la depresión y la sensación de soledad que sufren las personas ancianas.
Sin duda, se trata de una fórmula interesante, y como todos no tienen la posibilidad de tener un jardín propio o no tienen la motivación ni los conocimientos suficientes como para convertirse en “agricultores”, estos huertos aprovechan los terrenos baldíos cerca de los consultorios médicos.
Bajo la mirada del personal de enfermería, los pacientes que sufren depresión, que se sienten solos o que tienen otros problemas mentales, pueden dedicarse a cultivar el huerto en compañía de otras personas, con quienes pueden conversar y entablar amistad.
Compartir un proyecto de este tipo anima a los ancianos a salir de casa, a relacionarse con los demás y a combatir la tentación de encerrarse en sí mismos, convirtiéndose en presa fácil de la depresión.
De hecho, no solo se les anima a cultivar sino que también se promueve la reflexión sobre los aspectos nutricionales de los alimentos que producen, de manera que los ancianos comienzan a llevar una dieta más sana y equilibrada.
Varios consultorios se han sumado a la iniciativa
A esta iniciativa ya se han sumado unas 15 localidades, según reporta “Il Corriere”, aunque quizá el caso más interesante es el de Lambeth, un municipio de Londres. En 2013, en el consultorio de Brockwell Park aprovecharon una tierra abandonada para cultivar un huerto. Al eran tan solo algunas señoras que cultivaban cebollas y aguacates pero poco a poco se fueron sumando más personas y el proyecto ha tomado alas, hasta el punto de convertirse en una cooperativa, la Lambeth Gp Food Cooperative.
En la actualidad este grupo de personas, muchas de las cuales sufren enfermedades crónicas o de largo plazo, cultiva terrenos más grandes y produce alimentos “kilómetro cero” que venden a los vecinos del barrio, al hospital y a algunas entidades públicas. Así se sienten orgullosos de su trabajo y, sobre todo, ganan en entusiasmo, serenidad y autoestima. Incluso han establecido una colaboración con el Kings College de Londres para que les supervisen estudiantes y expertos en nutrición.
¿La tierra podría ser el nuevo Prozac?
Decenas de investigaciones psicológicas han demostrado que las relaciones sociales actúan como un factor protector contra la depresión. De la misma manera, mantenerse activos físicamente ayuda a aliviar los síntomas de este trastorno. Sin embargo, cultivar la tierra podría tener un beneficio añadido.
Investigadores de la Universidad de Bristol han llevado la hipótesis higienista un paso más allá al analizar los efectos en la depresión de una bacteria no patógena denominada Mycobacterium vaccae, que se puede encontrar en la tierra. Estos científicos inyectaron la bacteria a ratones y apreciaron que aumentaba el nivel de serotonina en el cerebro, actuando de la misma manera que el Prozac.
Además, cuando los ratones fueron sometidos a pruebas de estrés, los investigadores apreciaron que los animales que habían estado expuestos a la Mycobacterium vaccae tardaban más en responder, lo cual significa que desarrollaron un umbral de tolerancia más elevado, el mismo efecto que tienen los antidepresivos.
Otro estudio realizado con personas sometidas a quimioterapia desveló que la exposición a esta bacteria mejoraba su calidad de vida y aliviaba el dolor y las náuseas, por lo que los investigadores creen que tiene un efecto antiinflamatorio y activador del sistema inmunitario. De hecho, la depresión también se ha asociado con los procesos inflamatorios.
La buena noticia es que para aprovechar los beneficios de esta bacteria basta dar un paseo por el bosque o cultivar un pequeño huerto, de manera que estemos en contacto directo con la tierra. Por supuesto, esto no significa que cultivar la tierra sea la solución definitiva a la depresión, sobre todo cuando se trata de casos graves, pero puede ser un complemento muy eficaz a los tratamientos convencionales.