Actualizado el martes, 28 mayo, 2019
La ciencia no deja de sorprendernos, esta vez le toca a las células madre. En el laboratorio de UC Davis llevan a cabo un estudio de cerebros cultivados que cada día se acerca más a la realidad, sobre todo tras el último anuncio de los investigadores, que aseguran que los mini cerebros experimentales han comenzado a brotar sus propios vasos sanguíneos.
Estos cerebros cultivados se crearon a partir de células madre y se usan para estudiar trastornos cerebrales, como la microcefalia relacionada con el virus del Zika. Los investigadores esperan que estos pequeños cerebros vascularizados puedan ser efectivos en algún momento, de tal forma que ayuden a la regeneración del tejido cerebral dañado. La idea general es que estos organoides puedan, en un futuro, desarrollar la estructura cerebral que el paciente haya perdido con las propias células del enfermo.
Daños permanentes
A día de hoy no hay nada que podamos hacer a los pacientes con daños cerebrales. Muchos de ellos se quedan con déficits neuronales permanentes, parálisis, entumecimiento, debilidad y otras secuelas, incluso después de la cirugía y la fisioterapia. Estos mini cerebros cultivados en el laboratorio podrían ser la oportunidad para que los pacientes con cualquier tipo de accidente cerebrovascular se recuperen por completo. Que este estudio esté dando resultados cerebro vasculares es un gran paso hacia ese objetivo lejano.
Un suministro de sangre transporta oxígeno y nutrientes, permitiendo que en los tejidos cerebrales crezcan redes de tejidos más grandes y complejos, que algún día un médico podría usarlas para apuntalar las neuronas que funcionan mal.
Un futuro esperanzador
Los avances científicos dejan entrever el futuro y, en parte, la cura de las lesiones cerebrales, sobre todo tras la publicación de los primeros resultados de estos cerebros de laboratorio vascularizados. Pero, ¿cómo han llegado a este punto? Los investigadores tomaron células de la membrana cerebral de uno de sus pacientes durante una cirugía rutinaria; luego, el equipo las injertó primero en células madre y, más tarde, algunas de ellas en las células endoteliales que recubren el interior de los vasos sanguíneos.
Las células madre crecieron creando mini cerebros, que incubaron en una matriz de gel recubierta con esas células endoteliales. Después de incubar durante tres semanas, tomaron un único organoide y lo trasplantaron a una pequeña cavidad cuidadosamente tallada en el cerebro de un ratón. Dos semanas más tarde, el organoide estaba vivo y además habían crecido capilares que penetraron hasta llegar a sus capas más internas.
Los orígenes del estudio
El investigador al mando del estudio, Ben Waldau, se inspiró originalmente en conseguir el tratamiento de la rara enfermedad de Moyamoya, en la que los pacientes sufren al bloqueárseles arterias en la base del cerebro, negándoles el riego sanguíneo. Antes de este descubrimiento, Waldau había experimentado mejoras en los pacientes cuando le colocaban una de las arterias sobre el cerebro para que los vasos sanguíneos comenzaran a crecer. Cuando replicaron ese proceso en una escala miniaturizada, vieron que esos vasos sanguíneos se autoensamblaban. Esto significa que estos organoides humanos derivados de las células madre crean células sanguíneas humanas. Sin duda un gran avance en el estudio del cerebro humano.
El siguiente paso
El siguiente problema será conectar estas células a circuitos que puedan recibir y procesar información.
Poco a poco se está descifrando el órgano más complejo de los seres humanos.
El hecho de que pueda mirar el mundo y verlo espacialmente organizado, el lado izquierdo, el derecho, cuando algo está cerca o lejos, se debe a la organización de nuestra corteza cerebral, encargada de reflejar y procesar la regularidad del mundo. Aún es pronto para que estos mini cerebros de laboratorio puedan realizar estas acciones, pero ese es el objetivo.
Desde Wired
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