Actualizado el martes, 8 noviembre, 2022
¿Cuántos sentimientos y palabras reprimimos todos los días? Guardamos sentimientos como alguien que esconde un tesoro prohibido, sin embargo, no tiene sentido ocultarlos de esta forma tan dura. ¿Quién nos prohibe o te prohibe expresarlos?
“Puedes engañarte o engañar a muchas personas interpretando el papel correcto en cada momento. O mentir para no herir a tal o cual persona. O callar. Puedes esconderte de todo el mundo, pero no de ti mismo. Tu cuerpo siente y reacciona a la traición que has cometido contra él»
Reprimir emociones
Si continúas con esa relación que no te atreves a cortar, con esa rutina que vacían de energía, con esas amistades que te hacen sentir mal… Tu cuerpo sentirá estas emociones y, como una mochila, se cargará y almacenará esos sentimientos cargándolos en tus espaldas cada día sin que te dejen disfrutar del camino.
De niños, nos vemos obligados a reprimir las emociones. Muchos padres enseñan que llorar es “signo de debilidad”, “la masturbación es un pecado”, “el sexo es vergonzoso», «una persona educada no dice lo que piensa».
Desde muy temprana edad, vamos siendo castrados en nuestros sentimientos y emociones, y cuando podemos tomar nuestras propias decisiones, adaptamos lo que queremos a lo que la sociedad espera de nosotros y mantenemos nuestra rabia contenida ante toda esa presión. Los chicos no se abrazan ni muestran sus sentimientos porque es símbolo de debilidad, los homosexuales ocultan sus sentimientos por temor a ser rechazados por la familia y la “sociedad”, las chicas descubren al llegar la pubertad que se transforman en objetos sexuales valorados por su «belleza»…
El arte de olvidar
Autor: Iván Izquierdo
Así vamos almacenando sentimientos que tienen que salir de alguna manera, y por lo general, todas las emociones se convierten en frustración y/o tristeza, una sombra que se esconde detrás de tu sonrisa y que te va envenenando por dentro. De hecho, al final de cuentas, por no querer que los demás nos hagan daño, nos acabamos haciendo daño nosotros mismos.
«Cuanto más tiempo se sufre en silencio, más enfermo se está…» Paulo Roberto Gaefke
El punto medio entre el respeto hacia los demás y hacia uno mismo
Demasiadas personas viven una vida que no es suya. Viven sus vidas de acuerdo a lo que otros piensan que es mejor para ellos; a lo que sus padres piensan que es mejor para ellos, a lo que sus amigos, sus enemigos y sus profesores, su gobierno y los medios de comunicación definen que es mejor para ellos. Ignoran su voz interior. Están tan ocupados con agradar a todo el mundo, intentando estar a la altura de las expectativas de otras personas, que pierden el control sobre sus vidas. Se olvidan de lo que les hace felices, lo que quieren, lo que necesitan… Y, finalmente, se olvidan de sí mismos. Tienes una vida – la que tienes ahora mismo – hay que vivirla, sé dueño de ella, y sobre todo, no dejes que las opiniones de los demás te distraigan de tu camino.
Sabemos que el silencio es sabio, y siempre es bueno pensar antes de hablar, sobretodo ante alguien que no quiere escucharnos o no va a valorar lo que le vamos a decir. Pero hay que encontrar un equilibrio entre el silencio y la defensa de nuestras necesidades:
Silenciar nuestros sentimientos y nuestros pensamientos permiten a la persona que está delante de nosotros no saber que nos está haciendo daño, aunque esté superando algunos límites. Nadie puede adivinar los pensamientos de los demás, por eso si no decimos lo que nos duele o no nos duele, las demás personas no lo sabrán.
Hay silencios sabios y sabias palabras. Saber cuándo callar y cuándo hablar es, posiblemente, la mejor habilidad que podemos aprender a desarrollar. No se trata, de ninguna manera, de estar siempre callado o de decir siempre lo que tenemos en mente. Los extremos nunca son buenos.
Mantén el equilibrio, pero recuerda siempre que ocultar los sentimientos nos puede hacer daño. Si permites que otros invadan tu espacio personal, al final, serás como una marioneta guiada por otro.
Los sentimientos reprimidos se convierten en enfermedades psicosomáticas
No te sorprenderás al saber que la mente y el cuerpo están íntimamente relacionados y conectados. La conexión es tan grande que los expertos advierten que casi el 40% de la población sufre o ha sufrido en su vida alguna enfermedad psicosomática. ¿Seguro que no estás entre ese 40%?
El nerviosismo, por ejemplo, altera nuestras digestiones o dolores de cabeza. Muchos herpes labiales son provocados por procesos de alto estrés y el nerviosismo. Todo eso al final terminará transformándose en enfermedades psicosomáticas, migrañas, hipertensión, fatiga crónica, etc…
Y guardar silencio todos los días e interiorizar lo que sentimos y lo que pensamos en nuestro cuerpo genera una gran carga de ansiedad. Piensa en todas esas palabras que no quieres decirle a tus padres o a tus amigos para no herir sus sentimientos. Ellos actúan contigo pensando que están en lo correcto, cuando en realidad es todo lo contrario. ¿Por qué no expresas?
Escribe lo que sientes y exprésalo en voz alta
No tengas miedo de escuchar tu propia voz, y mucho menos que otros también lo hagan. Es algo tan necesario como respirar, como comer o dormir. La comunicación emocional es ideal para nuestro día a día, para establecer relaciones más sanas con los demás, y, por supuesto, con nosotros mismos.
Piensa que todo tiene un límite. Si no expresamos todo lo que pensamos y sentimos no estaremos actuando con dignidad, perdemos nuestra autoestima y el control de nuestra vida. En primer lugar, ten conciencia de lo que dices y lo que estás pensando. A veces, incluso ayuda a darnos cuenta de que aquello que estamos «tragándonos» no es tan importante como creíamos y al expresarlo se desvanece. Otras, nos ayuda a darnos cuenta de que sí es realmente importante y que no es justo que nos sigamos callando.
Decir lo que piensas no es hacer daño a nadie. Significa defenderse y, a su vez, informar a la otra persona de una realidad que debe saber.
No estar preocupado por la reacción de otras personas, no tengas miedo. Si te preocupas demasiado por lo que podría suceder, puedes prepararte antes de las posibles reacciones.
Piensa las palabras para decir en voz alta lo que sentimos y pensamos es en realidad la mejor forma de liberación emocional que hay. Practica sabiamente, cuida de ti mismo.
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