Actualizado el martes, 16 mayo, 2023
Toda la información contenida en este blog es de carácter divulgativo y en ningún caso sustituye los consejos de un profesional de salud mental especializado. Si necesitas más información o ayuda concreta para aplicar a tu caso, te recomendamos SIEMPRE acudir a un profesional que estudie tu problema y pueda asesorarte.
Te sientes un poco ansioso. Las cosas no han ido bien últimamente. Muchas preocupaciones rondan tu mente. Comienzas a tener problemas para dormir, por lo que al día siguiente estás irritable y cometes más errores. Sientes que la situación se te escapa de las manos, no puedes controlarla. No dejas de imaginar los peores escenarios, hasta que una molesta sensación de agobio se apodera de ti. Entonces te cuesta respirar, sientes que te ahogas, experimentas una sensación de opresión en el pecho y tu corazón palpita muy fuerte. Te asustas.
Este cuadro está causado por la ansiedad y para combatirlo muchas personas recurren a los ansiolíticos. De hecho, España se encuentra a la cabeza del consumo mundial, superando a Alemania, el Reino Unido e incluso a Estados Unidos.
Las cifras son alarmantes: en España el consumo de benzodiazepinas ha aumentado en un 57% en los últimos doce años. Los ansiolíticos más usados son el lorazepam, conocido como Orfidal, y el alprazolam, más popular como Trankimazin.
En España el consumo de benzodiazepinas ha aumentado en un 57% en los últimos doce años.
¿Por qué ha aumentado tanto el consumo de ansiolíticos?
Los ansiolíticos, o medicamentos contra la ansiedad, pueden ser una herramienta útil para controlar la ansiedad y el estrés. Sin embargo, cuando se toman en cantidades excesivas o sin la guía de un médico, pueden volverse peligrosos y potencialmente mortales. Es importante comprender los riesgos asociados con el consumo de ansiolíticos para que las personas puedan tomar decisiones informadas sobre su salud. En este artículo, discutiremos los peligros potenciales de consumir ansiolíticos y qué pasos se deben tomar para garantizar un uso seguro.
Los ansiolíticos son un remedio rápido y relativamente eficaz, que no demanda esfuerzo, para lidiar con los problemas de adaptación a la vida cotidiana. Por eso, cada vez más personas recurren a ellos para superar lo mismo una ruptura sentimental que para para dormir mejor, lidiar con el paro o enfrentar los problemas en el trabajo.
No hay duda de que vivimos en una sociedad altamente “medicalizada” donde a cada problema le corresponde un fármaco. La industria farmacéutica se ha encargado de convertir cualquier dificultad en un trastorno que necesita ser medicado.
De hecho, es interesante que en el 60% de los casos el médico de familia es quien receta los psicofármacos, generalmente basándose en una encuesta rápida de apenas 10 minutos a través de la cual es imposible diagnosticar con precisión un trastorno psicológico y mucho menos detectar sus causas.
No hay duda de que vivimos en una sociedad altamente “medicalizada” donde a cada problema le corresponde un fármaco.
También influye el hecho de que en la sanidad pública española hay un promedio de tan solo 4 psicólogos y 6 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la media europea: 18 psicólogos y 11 psiquiatras por cada 100.000 personas.
Un buen inicio con un mal desenlace
Al inicio los ansiolíticos parecen ser la solución perfecta ya que los problemas desaparecen como por arte de magia. Sin embargo, estos medicamentos no tardan en mostrar su lado oscuro: la tolerancia. Es decir, para conseguir el mismo efecto, la persona tendrá que aumentar cada vez más la dosis, o recurrir a principios activos más fuertes.
El principal problema es que los ansiolíticos causan dependencia en muy poco tiempo y cuando se abandonan, aparecen los síntomas de la abstinencia. Si se reduce la dosis la persona puede sufrir agitación, ansiedad, ataques de pánico, paranoia, labilidad emocional, cansancio, problemas de memoria y concentración, cefalea, taquicardia, entre otros. Si la dosis era alta y se reduce abruptamente el riesgo es aún mayor ya que pueden aparecer convulsiones, delirios y hasta ideas suicidas.
Sin embargo, como los ansiolíticos se recetan cual si fueran caramelos, 6 de cada 10 personas afirman que no han sido informadas sobre los riesgos que estos acarrean y sus posibles efectos secundarios adversos.
Un tercio de quienes consumen ansiolíticos se sienten nerviosos si no tienen el medicamento a mano.
De hecho, a menudo los síntomas que aparecen al intentar dejar los medicamentos son tan difíciles de sobrellevar que la persona prefiere mantenerse enganchada a estos. Esta adicción no solo tiene un componente bioquímico sino también psicológico. La persona tiene miedo a recaer, a no volver a conciliar el sueño y a que vuelvan las crisis de ansiedad, por lo que le asusta la mera idea de abandonar la medicación. El problema es tal que las estadísticas indican que un tercio de quienes consumen ansiolíticos se sienten nerviosos si no tienen el medicamento a mano.
“Cuanto más tiempo dediques a pensar que tienes un problema, menos tiempo tendrás para encontrar la solución”
Sin embargo, el consumo prolongado de ansiolíticos pasa una gran factura. Un estudio realizado por investigadores franceses y canadienses desveló que el consumo de benzodiazepinas durante tan solo tres meses en personas mayores de 65 años aumenta en un 51% el riesgo de padecer Alzhéimer. Y mientras más se prolongue el tratamiento, mayor es el riesgo.
Otra investigación realizada en el Reino Unido comparó a 34.727 personas que consumían ansiolíticos con 69.418 personas que no habían consumido estos medicamentos, durante un periodo de siete años y medio. Los resultados no dejaron lugar a dudas: el riesgo de morir de manera prematura era cuatro veces mayor en quienes usaban este tipo de medicamentos.
Hay otras soluciones
No es necesario demonizar a los ansiolíticos ni a otros psicofármacos. De hecho, hay determinados casos y situaciones en los que su uso es imprescindible y puede ser muy útil e incluso salvar vidas. Sin embargo, se deben consumir como complemento a la terapia psicológica ya que estos medicamentos eliminan los síntomas durante cierto periodo de tiempo pero no erradican el problema que se encuentra en la base.
“La parte no puede estar bien, a menos que el todo esté bien”
– Platón
Existen diferentes alternativas de eficacia demostrada para tratar los trastornos de ansiedad, como la meditación y el mindfulness.
En cualquier caso, el tratamiento con ansiolíticos debe ser corto, no debe superar los tres meses, y siempre bajo la supervisión de un psiquiatra, que será quien ajuste la dosis en dependencia del tipo de trastorno y su evolución.
Además, es importante saber que existen diferentes alternativas de eficacia demostrada para tratar los trastornos de ansiedad, desde la meditación y el mindfulness hasta la terapia de reestructuración cognitiva, los ejercicios de respiración y relajación e incluso la práctica de actividad física.
Peligros del consumo de ansiolíticos: Una guía completa para comprender y prevenir los riesgos
En nuestra sociedad actual, donde el estrés y la ansiedad son cada vez más comunes, es importante abordar el tema del consumo de ansiolíticos y los peligros asociados a ellos. Los ansiolíticos son medicamentos recetados que se utilizan para tratar trastornos de ansiedad y proporcionar alivio temporal de los síntomas. Sin embargo, es esencial comprender que el consumo inadecuado o excesivo de estos fármacos puede tener consecuencias negativas para la salud física y mental.
¿Qué son los ansiolíticos y cómo funcionan?
Los ansiolíticos son una clase de medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central para reducir la ansiedad y promover la relajación. Los más comunes son las benzodiacepinas, como el diazepam o el alprazolam, que se prescriben para tratar trastornos de ansiedad generalizada, ataques de pánico y fobias.
Estos medicamentos funcionan aumentando la actividad de un neurotransmisor llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA) en el cerebro. El GABA es responsable de inhibir la actividad neuronal, lo que ayuda a calmar la ansiedad y promover la sensación de tranquilidad.
Riesgos y efectos secundarios de los ansiolíticos
Aunque los ansiolíticos pueden ser eficaces para el tratamiento de trastornos de ansiedad, es fundamental tener en cuenta los posibles riesgos y efectos secundarios asociados con su consumo. Estos riesgos pueden incluir:
- Dependencia y adicción: Debido a su efecto sedante y calmante, los ansiolíticos tienen el potencial de crear dependencia física y psicológica. El uso prolongado o abuso de estos medicamentos puede llevar a la adicción y dificultar la capacidad del individuo para afrontar la ansiedad sin ellos.
- Tolerancia: Con el tiempo, el organismo puede desarrollar tolerancia a los efectos de los ansiolíticos, lo que implica la necesidad de dosis más altas para lograr el mismo alivio. Esto aumenta el riesgo de dependencia y efectos secundarios perjudiciales.
- Efectos cognitivos y físicos: Los ansiolíticos pueden causar somnolencia, confusión, falta de coordinación y dificultad para concentrarse. Estos efectos pueden interferir con las actividades diarias, el rendimiento laboral y la capacidad de conducir de manera segura.
- Interacciones con otros medicamentos: Los ansiolíticos pueden interactuar negativamente con otros medicamentos, especialmente con aquellos que actúan sobre el sistema nervioso central, como los analgésicos opiáceos o los antidepresivos. Estas interacciones pueden potenciar los efectos sedantes y aumentar el riesgo de sobredosis.
Cómo prevenir los riesgos asociados al consumo de ansiolíticos
Si bien es importante resaltar que solo un profesional de la salud puede brindar recomendaciones específicas sobre el uso de ansiolíticos, existen algunas pautas generales que pueden ayudar
a prevenir los riesgos asociados a su consumo. Estas son:
- Comunicación con el médico: Es fundamental mantener una comunicación abierta y honesta con el médico que prescribe los ansiolíticos. Informar sobre cualquier otro medicamento que se esté tomando y cualquier síntoma o efecto secundario experimentado es crucial para recibir el tratamiento adecuado y evitar interacciones peligrosas.
- Uso a corto plazo y dosis adecuadas: Los ansiolíticos se deben usar únicamente durante el tiempo recomendado por el médico y en la dosis prescrita. Evitar el consumo prolongado y no aumentar la dosis sin supervisión médica es clave para minimizar los riesgos.
- Terapia y técnicas de manejo del estrés: Complementar el tratamiento farmacológico con terapia psicológica y técnicas de manejo del estrés puede ser beneficioso. La terapia cognitivo-conductual y la meditación, por ejemplo, pueden ayudar a desarrollar estrategias alternativas para hacer frente a la ansiedad sin depender exclusivamente de los ansiolíticos.
- Reducción gradual de la dosis: Si se decide dejar de tomar ansiolíticos, es esencial hacerlo bajo la supervisión médica y siguiendo un plan de reducción gradual de la dosis. Esto ayuda a prevenir la aparición de síntomas de abstinencia y facilita la transición hacia otras formas de manejo de la ansiedad.
Conclusión
El consumo de ansiolíticos puede ser una herramienta eficaz en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, pero es fundamental tener en cuenta los posibles riesgos y efectos secundarios asociados. Para minimizar estos riesgos, es importante seguir las recomendaciones del médico, mantener una comunicación abierta y considerar otras opciones de manejo del estrés.
Recuerda que cada individuo es único y puede requerir enfoques de tratamiento personalizados. Consultar siempre con un profesional de la salud es esencial para recibir la orientación adecuada.
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