Actualizado el sábado, 8 enero, 2022
La imagen de una madre durmiendo en la cuna con su bebé ha recorrido medio mundo y, aunque es muy tierna, la historia que se esconde detrás resulta desgarradora.
Dayna Mager vive en Míchigan y compartió una foto que había tomado su esposo Matt cuando llegó a casa y la halló en la cuna junto a su hija de apenas cinco meses, Luella. La madre contó en Facebook que se había acostado a su lado para intentar calmarla pues lloraba desconsoladamente. Sin embargo, lo más doloroso de la historia fueron las razones que llevaron a Mager a acurrucarse al lado de su bebé.
El orfanato donde los bebés no lloran
Mager y su esposo acudieron a un evento en el que un misionero contó sus experiencias cuando visitó un orfanato de Uganda. El misionero había visitado muchos orfanatos, pero este era diferente: a pesar de que había más de 100 cunas con bebés, no se escuchaba ningún sonido. Todo estaba en silencio.
Asombrado, el misionero le preguntó a una de las personas que trabajaba allí cómo era posible que no se escuchara a ningún bebé llorar. La mujer le respondió: «Al cabo de una semana de llegar, después de haber pasado horas interminables llorando, finalmente dejan de hacerlo porque se dan cuenta de que nadie va a acudir a su llamada«. Dejan de llorar cuando se dan cuenta de que nadie irá a protegerlos, calmarlos o mimarlos. Mager reconoce que, en ese momento, se quebró por dentro. Entonces le prometió a su hija que siempre acudiría a su llamada.
«Todo niño viene al mundo con cierto sentido del amor, pero depende de los padres, de los amigos, que este amor salve o condene».
Graham Greene
Sin abrazos ni nadie con quien hablar: la triste realidad de los niños huérfanos de Uganda
Desde hace algunos meses diferentes medios de noticias, entre ellos The Guardian, han alertado de la situación que están viviendo los niños huérfanos de Uganda. En el país africano está creciendo una auténtica «industria del orfanato» cuyo único objetivo es obtener beneficios económicos ya que las ganancias para quienes administran estos centros son considerables y existen poquísimas regulaciones.
En Uganda el número de niños que crecen en orfanatos ha aumentado de apenas 1.000 en la década de 1990 a 50.000 en la actualidad. Por desgracia, la realidad de esos hogares infantiles no solo deja mucho que desear, sino que está perjudicando a los niños.
La periodista Helen Nianias contó que en uno de los orfanatos que visitó le impresionó el último bebé en llegar: un pequeño de 7 meses que no se movía ni lloraba, «solo se mantenía con los ojos abiertos, como si fuera una muñeca abandonada«. Los niños mayores prácticamente no se comunican, gritan y se muestran agresivos, quedándose en silencio cuando les dirigen la palabra. Se trata de un problema común en los niños que no han tenido la oportunidad de conversar ni mantener un contacto cercano con los cuidadores.
«Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad».
Karl A. Menninger
El terrible impacto de la falta de afecto
Las consecuencias de crecer en instituciones donde no se les presta la debida atención a los niños son nefastas.
De hecho, los niños que pasan sus primeros años de vida en un centro infantil tienen 500 veces más probabilidades de suicidarse.
Un estudio realizado en el Boston Children’s Hospital desveló que los niños que habían pasado más de 30 meses en un orfanato tenían un desarrollo cognitivo más inmaduro que quienes habían estado con familias de acogida. En las pruebas neurológicas se constató que estos niños tenían menos sustancia gris en algunas zonas del cerebro.
Otro estudio realizado en la Universidad de Wisconsin analizó el desarrollo emocional de niños que habían vivido durante mucho tiempo en orfanatos. Los neurocientíficos descubrieron que tenían niveles más bajos de oxitocina y vasopresina, dos hormonas que intervienen en la formación de los lazos afectivos.
Por desgracia, en algunos sitios del mundo hay quienes han olvidado que, como dijo Concepción Arenal, «el amor es para el niño como el sol para las flores; no le basta pan: necesita caricias para ser bueno y ser fuerte».
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