Actualizado el viernes, 5 mayo, 2023
Basta darse un paseo por Google Maps para comprobar que, en muchas de las grandes ciudades del mundo, los barrios de clase media y alta están bien diferenciados de los barrios de clase baja. Incluso, uno mismo, si se da un paseo por su ciudad, podrá notar esas diferencias: en el tipo de edificios, en la calidad y cantidad de espacios verdes y ajardinados, en la iluminación de las vías públicas, en el cuidado de las instalaciones… Las diferencias físicas son más que evidentes.
Pero hay otro tipo de diferencias menos visibles, que tienen que ver con el tipo de familias que vive en esos barrios. En la dimensión social, que no se ve a simple vista y solo puede apreciarse mediante el análisis, también encontramos diferencias entre barrios: ¿qué tipo de trabajos tienen los adultos en los barrios de clase alta?, ¿a qué tipo de escuelas van los niños?, ¿a quién se vota en los barrios de clase baja? Todas estas preguntas (y muchas más) revelan una serie de características que varían en función de la zona de la ciudad en la que nos encontremos.
Según los sociólogos, por estas diferencias entre barrios, a la hora de comprar una casa en la que vivir, los padres están tomando una de las decisiones más importantes para la vida de sus hijos. El hecho de que una pareja decida establecerse en un sitio u otro de la ciudad determinará en gran medida el futuro de su familia.
Por eso, es importante escoger un entorno que ofrezca un buen ambiente para el desarrollo de los hijos. No todos los barrios de la ciudad son iguales, pero en realidad el factor determinante son, precisamente, los hijos. Los estudios demuestran que las familias con niños son las que más se segregan. Las familias sin hijos pequeños no están tan segregadas y conviven entre clases en los mismos espacios de la ciudad.
Son las familias nuevas, con hijos en edad escolar, las que sí se preocupan por establecerse en determinados barrios.
¿Qué tipo de barrios eligen las familias?
La principal preocupación de los padres tiene que ver con la educación. Se buscan las mejores escuelas o guarderías, y se presta atención a la existencia de servicios privados como profesores particulares, clases de piano, clubs deportivos, etc. Todas estas exigencias parentales, centradas en los hijos, son las que finalmente determinan la segregación urbana.
Lo estudios apuntan a que son las familias ricas las que están liderando y protagonizando este agrandamiento de la segregación socio-espacial. Es lógico, ya que son ellas las que tienen la posibilidad de elegir dónde situarse y dónde comprar una casa.
Los padres con mejor trabajo y mejor salario podrán criar a sus hijos en mejores barrios, con mejores servicios.
Las familias de clase media o baja no tienen esa capacidad de elección y viven escogiendo zonas por descarte. «Este barrio es muy caro» o «no podemos pagar esta hipoteca» son razones por las que mudarse a un barrio y no a otro.
Es interesante el resultado de los estudios realizados en Estados Unidos que confirman que las familias con hijos pequeños están segregadas entre sí el doble que las familias sin hijos. Esto quiere decir que a una pareja sin hijos, aunque sea de clase alta, no le importa vivir en un barrio de clase media, pero que a una familia con hijos sí le importa y le preocupa dónde establecerse.
Las familias sin hijos pueden encontrarse cohabitando entre clases en los mismos espacios de la ciudad, mientras que las familias con hijos ocupan zonas urbanas bien diferenciadas por clase y renta.
Así pues, la razón por la que ricos y pobres no viven en los mismos barrios son, simple y llanamente, los hijos y, en concreto, su educación.
No olvidemos que todos los padres, en todos los barrios del mundo, quieren lo mejor para sus hijos, aunque no todos pueden dárselo.
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