Actualizado el lunes, 24 junio, 2024
Cuando un árbol cae en un río, su presencia interrumpe el flujo natural del agua, pero también abre paso a un fascinante fenómeno que refleja la innovación y la iluminación que podemos extraer de la naturaleza, según el experto en termodinámica de la Universidad de Duke, Adrian Bejan.
Bejan explica que cuando un obstáculo natural, como un árbol caído o una presa de castores, es removido, el agua fluye con mayor libertad y energía. Esta liberación del flujo restringido provoca una cascada de efectos beneficiosos: las áreas circundantes se benefician, atrayendo más movimiento y actividad. Esta analogía nos ofrece una descripción física de cómo la innovación impacta en nuestras vidas y en la sociedad en general.
Cuando alguien resuelve un problema mediante una nueva idea, lo que Bejan señala como el origen habitual de la innovación, no solo afecta positivamente a su entorno local, sino que también tiene repercusiones económicas y sociales más amplias. La introducción de una idea única desencadena una serie de innovaciones y oportunidades relacionadas, lo que conduce a un flujo continuo de dinero, conocimiento y nuevas perspectivas. En última instancia, este proceso crea una cascada de flujo adicional que beneficia a la sociedad en su conjunto.
Bejan fue galardonado recientemente con la Medalla del Instituto Franklin por su principio de teoría de flujo convertido en física llamado ley constructal. Postula que todos los sistemas animados o inanimados (arte, árboles, personas, organizaciones y estructuras financieras) siguen el principio de diseño natural del flujo. La regla establece que para que cualquier sistema persista en el tiempo, debe evolucionar de acuerdo con las imposiciones, trabajando con las corrientes que lo atraviesan y moviéndose con ellas. Para sobrevivir y prosperar, debemos adaptarnos a las presiones visibles e invisibles.
El profesor cree que prácticamente todo se puede explicar mediante la física . El 13 de junio, publicó un artículo en el International Journal of Energy Research con investigadores de la Universidad Técnica de Yildiz en Turquía y la Universidad Federal de Paraná en Brasil que muestra «la base termodinámica de la organización social». En él, sostiene que el movimiento humano y las construcciones sociales se describen por el flujo en la naturaleza, al igual que los ríos y los árboles se ramifican en patrones predecibles basados en presiones, también lo hacen las mentes de las personas, nuestras organizaciones y sociedades enteras.
Mientras trabajaba en el artículo, Bejan y sus colegas se percataron de que habían tropezado, de forma inadvertida, con una descripción física tanto de la innovación como de la iluminación humana. Según el estudio, «Este marco teórico también revela el significado físico de la innovación: es un cambio en el diseño local que desencadena un flujo liberado en todo el territorio habitado por entidades organizadas». Esta observación resalta la profunda conexión entre el proceso de innovación y el flujo dinámico que caracteriza a la sociedad en su conjunto.
Diseño en la vida
Las innovaciones trazan nuevos caminos que brindan oportunidades de movimiento para todos los que las rodean. Según Bejan, «La eliminación repentina de un obstáculo local al flujo humano abre una válvula para un nuevo flujo», lo que puede ser medido físicamente como un aumento en el movimiento.
El impacto económico de una sola innovación es doble. El inventor y su comunidad local experimentan un aumento repentino en el movimiento, y toda el área de influencia, o población, se vuelve más próspera. Bejan destaca que este es el efecto tangible de una sola idea, y subraya la importancia de la investigación, la ciencia y el cuestionamiento para el beneficio de toda la sociedad.
Las sociedades avanzadas incorporan instintivamente esta comprensión en sus políticas; por ejemplo, fomentan las pequeñas empresas o brindan exenciones fiscales a instituciones educativas. Sin embargo, a menudo no visualizamos físicamente el efecto de la innovación ni concebimos el principio de la física como predictivo, lo que mantiene el concepto abstracto. Bejan argumenta que al confiar en lo que sabemos sobre las reglas del flujo en la naturaleza, podemos mejorar nuestras instituciones y a nosotros mismos.
Visualizar la innovación simplifica los cálculos y elimina las dudas. Bejan compara el flujo libre de los ríos con la creatividad en la cultura, señalando que más educación y mayor investigación pueden generar beneficios para todos, a pesar de parecer una pérdida de recursos superficialmente. Afirma que las culturas que no reconocen estos beneficios están condenadas a quedarse atrás, siempre luchando económicamente.
Comprender los fenómenos físicos, como el movimiento en la naturaleza, nos permite entender mejor lo que es posible y óptimo. Bejan ilustra esto citando ejemplos como la tipografía en movimiento, la energía de vapor, la luz eléctrica y el iPhone, todos ellos inventos que han enriquecido o hecho famosos a sus creadores, han creado oportunidades económicas para otros y han cambiado el mundo.
«La innovación es verdaderamente la madre de la evolución social», sostiene Bejan.
Una breve historia de la alfabetización
Uno de los ejemplos de Bejan, la invención de la imprenta, ilustra cómo las innovaciones resuelven un problema y conducen a un flujo adicional con efectos en cascada.
En los siglos XII y XIII en Europa, la educación estaba reservada principalmente para los clérigos, aquellos que dedicaban sus vidas al servicio religioso. Esta exclusividad en la educación, que se centraba en la lectura y escritura para el servicio eclesiástico, posiblemente limitaba la generación de nuevas ideas y el progreso intelectual. Sin embargo, esta situación dio un giro radical gracias a una serie de innovaciones interdependientes que provocaron un cambio revolucionario en la educación, la ciencia y la sociedad en general.
En el siglo XIV, surgieron las primeras universidades como alternativas a los monasterios medievales, que habían sido los principales centros de aprendizaje hasta entonces. Los monasterios, a pesar de ser los principales productores de libros en ese momento, no podían satisfacer la creciente demanda de manuscritos por parte de las nuevas universidades, además de que se mostraban reacios a la literatura secular.
La producción de libros en esa época era un proceso laborioso que implicaba la copia manual de textos, y solo los más adinerados podían costearse sus propios copistas. Además, hasta el siglo XV, estaba prohibido obtener beneficios de los manuscritos, lo que limitaba las oportunidades comerciales en este campo.
Sin embargo, todo esto cambió después de 1450, con la invención de la imprenta de tipos móviles en Alemania. Esta innovación, basada en desarrollos anteriores como la tinta y el papel, revolucionó la producción de libros al hacerla más eficiente y rentable. La publicación se convirtió en un negocio próspero, lo que desencadenó un auge en la producción de libros y una democratización del acceso a la información y el conocimiento.
Estas innovaciones no solo fueron el resultado de avances tecnológicos, sino también de fuerzas sociales y demandas del mercado. Douglas McMurtrie, en su libro «The Book: The Story of Printing & Bookmaking» de 1967, sugiere que el éxito de los textos impresos se debe a la convergencia de la disponibilidad de materiales y la existencia de una demanda social insatisfecha.
La demanda de libros en esa época era innegable, con estimaciones que indican que alrededor de 20 millones de libros fueron publicados en Europa para el año 1500. Este fenómeno no solo marcó un cambio en la forma en que se transmitía el conocimiento, sino que también tuvo un impacto profundo en la sociedad, estimulando el crecimiento intelectual, cultural y económico.
Esto condujo a la revolución literaria que dio origen a la Era de las Luces, un florecimiento del pensamiento filosófico y científico en todo el continente. En el siglo XVI, se sentaron las bases para que las ciencias naturales, el conocimiento humano, reemplazaran lo divino como nuestra fuente predominante de autoridad, según el Diccionario de Filosofía de Stanford . En el siglo XVII, la Ética del filósofo Baruch Spinoza se atrevió a describir a Dios como naturaleza, básicamente, allanando el camino para el ateísmo, el derrocamiento de las monarquías y el pensamiento occidental moderno.
Abstracciones practicas
A menudo se dice a las personas que encuentren su pasión como si estas pasiones e intereses estuvieran preformados y simplemente esperaran ser descubiertos. Sin embargo, esta idea lleva consigo implicaciones motivacionales ocultas. Cinco estudios examinaron las teorías implícitas del interés: la idea de que los intereses personales son relativamente fijos (teoría fija) o se desarrollan (teoría del crecimiento). Ya sea evaluada o inducida experimentalmente, una teoría fija tenía más probabilidades de disminuir el interés en áreas fuera de los intereses existentes de las personas. Aquellos que respaldaban una teoría fija también eran más propensos a anticipar una motivación ilimitada cuando encontraban sus pasiones, sin prever posibles dificultades. Además, cuando involucrarse en un nuevo interés se volvía difícil, el interés disminuía significativamente más para las personas inducidas a mantener una teoría fija que para aquellas con una teoría de crecimiento del interés. Instar a las personas a encontrar su pasión puede llevarlas a poner todos sus huevos en una sola canasta, pero luego dejar esa canasta cuando se vuelve difícil de llevar.
Bejan sostiene que la descripción de la naturaleza de la innovación se extiende a la iluminación personal. Cuando un solo individuo se «ilumina» por el conocimiento o una realización, crea nuevas conexiones y fortalecimientos en las sinapsis del cerebro. Entonces puede seguir una gran cantidad de conexiones previamente no realizadas, de modo que el flujo de pensamiento sea más evolucionado.
Innumerables neuronas están conectadas entre sí en la corteza cerebral. “Una conexión en un punto, un nuevo concepto, idea o visión, ilumina toda la corteza, con luces que parpadean al azar, no de forma sincrónica. Las luces más numerosas y más frecuentes hacen una mente iluminada ”, dice Bejan.
Cuantas más ideas encontremos y en las que estemos interesados, más probabilidades tenemos de ser pensadores iluminados. Esto lo confirma la investigación de la psicóloga de la Universidad de Stanford Carol Dweck , cuyo trabajo sobre mentalidades de crecimiento ha revolucionado la psicología.
Más recientemente, Dweck y sus colegas argumentaron en un estudio (pdf) publicado en la revista Psychological Science, que tener una «teoría del interés» fija conlleva a una menor curiosidad, menor disposición para aprender, menor motivación y menor resiliencia cuando se enfrentan a dificultades en un tema. En contraste, aquellos con una mentalidad de crecimiento, que abrazan nuevas ideas con entusiasmo y creen en la posibilidad de prosperar en diversas áreas, son más realistas respecto a los obstáculos y muestran una persistencia en su aprendizaje, fundamentado en perspectivas amplias y diversas. Una mentalidad de crecimiento permite abordar los desafíos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento, lo que aumenta las posibilidades de innovar.
En términos físicos, que es el enfoque preferido por Bejan, la metáfora del árbol que bloquea el torrente del río ilustra cómo una persona persistente y creativa encuentra una innovación o intuición. Estos individuos trabajan para apartar el «árbol» de su camino con pensamiento crítico y acción, lo que a su vez estimula la generación de más conexiones corticales y nuevas ideas.
Este enfoque tiene el potencial de mejorar no solo la vida de los individuos, sino también el mundo que compartimos en conjunto. Al fomentar una mentalidad de crecimiento y una actitud persistente ante los desafíos, podemos impulsar la innovación y el progreso en todos los ámbitos de la sociedad.