La confusión es un aspecto común de nuestras vidas y puede ser útil e incluso necesaria, especialmente cuando estamos tratando de aprender algo nuevo. Este estado mental se experimenta típicamente al enfrentarnos a información desconocida o compleja, particularmente cuando esta contradice nuestras intuiciones o difiere significativamente de nuestras experiencias previas.
La confusión surge porque nuestro conocimiento previo no es suficiente para manejar la nueva información que recibimos. Este desajuste puede dificultar la reconciliación entre lo que ya sabemos y lo que estamos tratando de entender. Por ejemplo, podríamos encontrar un problema de matemáticas confuso si no comprendemos los símbolos matemáticos o si tenemos dificultades con los cálculos. Aquí, nuestro conocimiento previo sobre matemáticas es insuficiente para desentrañar el nuevo problema, generando confusión.
Independientemente de si la confusión se debe a la complejidad de la información o a su aparente falta de lógica, siempre está asociada a un impasse cognitivo. Este impasse ocurre cuando experimentamos dificultades para integrar la nueva información en nuestro marco de comprensión existente. Es por esta razón que la confusión se clasifica como una emoción epistémica, una emoción específicamente vinculada al desarrollo de nuestro conocimiento y comprensión.
Además, es crucial entender cómo las falacias y los sesgos cognitivos pueden influir en la confusión. Las falacias son errores en el razonamiento que pueden nublar nuestro juicio y aumentar la confusión. Por ejemplo, la falacia del hombre de paja implica distorsionar el argumento de alguien para hacerlo más fácil de refutar, lo que puede llevar a malentendidos y confusión sobre la posición real del otro.
Los sesgos cognitivos, por otro lado, son patrones de pensamiento que nos llevan a interpretar la información de manera distorsionada. El sesgo de confirmación, por ejemplo, nos hace buscar y valorar más la información que confirma nuestras creencias preexistentes, ignorando o desestimando la que las contradice. Este sesgo puede aumentar la confusión al dificultar la incorporación de nueva información que no encaja con nuestras expectativas.
Entender estos conceptos y cómo afectan nuestro procesamiento de la información puede ayudarnos a manejar mejor la confusión y utilizarla como una herramienta para el aprendizaje y el crecimiento intelectual. La confusión, cuando se maneja adecuadamente, puede ser una señal de que estamos en el camino hacia una comprensión más profunda y matizada del mundo que nos rodea.
Confusión improductiva y productiva
Cuando las personas intentan aprender algo nuevo, la confusión a menudo se percibe como algo negativo, una experiencia que debe evitarse. Sin embargo, es importante reconsiderar esta percepción y entender el papel crucial que la confusión puede desempeñar en el proceso de aprendizaje.
En general, pocos de nosotros asociaríamos una experiencia de aprendizaje positiva con un estado de confusión. Esto se debe a que la confusión, si no se maneja adecuadamente, puede escalar rápidamente hacia la frustración o el aburrimiento. Estos estados negativos pueden llevar a la desconexión y al abandono del esfuerzo por seguir aprendiendo. Por estas razones, muchos profesores intentan evitar situaciones en las que sus alumnos puedan sentirse confundidos.
Sin embargo, investigaciones recientes, incluidas nuestras propias investigaciones y las de otros expertos, sugieren que la confusión puede ser un aspecto productivo del aprendizaje. Sentirse confundido puede indicar que algo no está funcionando correctamente; es, por definición, una señal de un callejón sin salida cognitivo. Como tal, puede ser una señal particularmente útil tanto para los estudiantes como para los maestros.
La clave está en reconocer la confusión cuando surge y gestionarla de manera efectiva para que no persista durante demasiado tiempo. De esta manera, la confusión puede transformarse de una barrera en una herramienta que señala la necesidad de un nuevo enfoque o una comprensión más profunda.
Falacias y sesgos cognitivos relacionados con la percepción de la confusión
Al analizar la percepción negativa de la confusión en el aprendizaje, es útil considerar ciertos sesgos cognitivos y falacias que pueden influir en esta visión:
- Falacia del costo hundido: Los estudiantes y maestros pueden sentir que el tiempo y esfuerzo ya invertidos deben justificar un progreso continuo sin contratiempos, lo que les lleva a evitar la confusión a toda costa.
- Sesgo de confirmación: Tanto estudiantes como maestros pueden buscar y favorecer información que confirme sus creencias y conocimientos previos, evitando situaciones que provoquen confusión y cuestionen sus ideas establecidas.
- Falacia de la historia única: Este sesgo se refiere a la tendencia a creer que el aprendizaje debe ser un proceso lineal y sin interrupciones, ignorando que la confusión puede ser una parte natural y útil del aprendizaje.
- Efecto de arrastre (Bandwagon effect): Si la norma en un entorno educativo es evitar la confusión, los individuos pueden seguir esta tendencia sin cuestionarla, perpetuando la idea de que la confusión es negativa.
Estrategias para manejar la confusión de manera efectiva
Para convertir la confusión en una herramienta de aprendizaje, se pueden implementar las siguientes estrategias:
- Crear un entorno seguro para la confusión: Fomentar una cultura donde la confusión se vea como una parte natural del aprendizaje, permitiendo que los estudiantes se sientan cómodos expresando sus dudas y errores.
- Intervenciones oportunas: Los maestros deben estar atentos a los signos de confusión y proporcionar intervenciones que guíen a los estudiantes hacia la resolución de sus dudas sin dejarlos en un estado de frustración.
- Enseñar habilidades metacognitivas: Ayudar a los estudiantes a desarrollar la habilidad de reconocer y manejar su propia confusión, promoviendo estrategias como el auto-cuestionamiento y la revisión de su comprensión.
- Utilizar la confusión de manera constructiva: Diseñar actividades y problemas que desafíen a los estudiantes, promoviendo la confusión controlada como una forma de estimular el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Reconocer y manejar adecuadamente la confusión puede transformar esta experiencia de una barrera a un poderoso motor de aprendizaje.
Reconociendo la confusión
Para aprovechar la confusión y convertirla en una oportunidad de aprendizaje, primero debemos reconocer y admitir que estamos confundidos. Este reconocimiento es fundamental, ya que muchas personas son reacias a admitir su confusión, lo cual se ha evidenciado en diversos estudios donde los participantes solo revelaron su confusión durante entrevistas en profundidad.
No es sorprendente que exista esta reticencia, dado el estigma negativo asociado a la confusión. A menudo se percibe injustamente como un signo de falta de inteligencia o incompetencia. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica, la confusión es una señal de que estamos enfrentando información nueva y desafiante, lo cual es un componente esencial del proceso de aprendizaje.
Admitir la confusión es el primer paso para gestionarla de manera efectiva. Es crucial sentirse cómodo con esta emoción y abordarla de manera constructiva. En un mundo que a menudo favorece explicaciones simplificadas y fáciles de asimilar, aceptar la confusión puede ser difícil pero necesario. Este sesgo hacia la simplicidad puede dar una falsa sensación de comprensión, especialmente cuando se presentan conceptos complejos de manera elegante y entretenida, como ocurre con los documentales y videos en línea.
Los medios modernos a menudo explican procesos científicos complejos mediante animaciones llamativas y narraciones bien guionizadas, lo que hace que las ideas parezcan más accesibles y comprensibles. Sin embargo, esta presentación simplificada puede impedir un procesamiento profundo de la información, esencial para un aprendizaje duradero. Según estudios en psicología del aprendizaje, los recursos con alto valor de producción pueden dar a las personas una falsa sensación de comprensión, conocida como el «efecto de fluidez cognitiva». Este fenómeno ocurre cuando la facilidad con la que se procesa una información se confunde con la precisión o profundidad de la comprensión.
Desde la epistemología, la confusión puede ser vista como un estado epistémico valioso que impulsa la búsqueda de conocimiento y la reflexión crítica. Enfrentarse a la confusión de manera proactiva implica cuestionar nuestras suposiciones y profundizar en el análisis, lo cual es crucial para desarrollar una comprensión más robusta y sofisticada de los conceptos complejos.
Por lo tanto, para beneficiarnos de la confusión, debemos reconocerla, aceptarla y usarla como un catalizador para el aprendizaje profundo. Al abordar la confusión de esta manera, no solo mejoramos nuestra comprensión individual, sino que también fomentamos un ambiente donde la búsqueda de conocimiento y la curiosidad intelectual son valoradas y promovidas.
Aprendiendo a aceptar la confusión
Es sorprendentemente fácil encontrar información sobre cosas súper complejas, como el cambio climático o las vacunas, que parece tan sencilla de entender y se ajusta perfectamente a nuestras ideas (¡o a nuestros malentendidos!).
Esto ocurre porque Internet está lleno de explicaciones brillantes y llamativas que simplifican hasta los conceptos más complicados. Además, tendemos a preferir interpretaciones que encajen con lo que ya creemos, porque, seamos sinceros, a nadie le gusta que le digan que está equivocado.
Pero, si queremos sacarle jugo a la confusión, tenemos que aprender dos lecciones clave.
Primero, estar confundido sobre conceptos y fenómenos complejos puede ser una buena señal. Significa que estamos usando nuestras neuronas para tratar de entender algo. Si no te sientes confundido al enfrentarte a ideas nuevas y complejas, puede que estés siendo un poco demasiado confiado, y la confianza excesiva es como el queso en aerosol: parece buena idea, pero es realmente mala para tu cerebro.
Segundo, la lucha y la confusión son parte esencial del proceso de aprendizaje. Encontrar ideas nuevas y complejas desafiantes y confusas es útil, siempre que no termines en un estado de confusión permanente, porque, seamos realistas, nadie quiere eso.
La lucha para superar la confusión nos ayuda a encontrar mejores formas de entender el mundo. Es como un videojuego: cada vez que derrotas a un jefe difícil, te vuelves más hábil.
Así que, la próxima vez que te sientas confundido tratando de aprender algo nuevo, relájate. ¡Eso podría ser una señal de que estás en el camino correcto! ¡Abraza la confusión y sigue adelante!