Actualizado el domingo, 16 junio, 2024
No basta con depositar confianza ciega en fuentes de noticias o figuras públicas con buena reputación. Debemos asumir la responsabilidad de verificar la veracidad de la información relevante.
«Mentiras Armadas» sirve como un manual para navegar los medios de comunicación contemporáneos. Ofrece una serie de habilidades para analizar la abundancia de información que se encuentra en Internet o en las noticias. Dedica tiempo a discernir lo verdadero de lo falso para evitar ser engañado.
La desinformación es un peligro que debe ser abordado con cautela y escepticismo. El método bayesiano, desarrollado por Thomas Bayes, proporciona un enfoque para evaluar la probabilidad de veracidad de una afirmación en función de su congruencia con el conocimiento previo. Cuando se trata de afirmaciones que contradicen el conocimiento establecido, se debe ser especialmente escéptico y exigir una mayor cantidad de evidencia para considerarlas creíbles. Este mismo principio se aplica al evaluar información en los medios de comunicación, donde las afirmaciones más absurdas deben ser tratadas con mayor precaución. Recursos como Politifact pueden ayudar en la verificación de hechos. En última instancia, es esencial que todos verifiquemos los datos y ejerzamos nuestras habilidades críticas para combatir la desinformación y promover una sociedad informada.
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Aprende a distinguir entre hechos y ficción
En un mundo saturado de contenido, todos consumimos noticias y medios. Pero, ¿cuántos de nosotros nos esforzamos por verificar la veracidad de lo que encontramos? ¿Con qué frecuencia aceptamos estadísticas impactantes presentadas en gráficos o gráficos persuasivos sin cuestionar su precisión, solo para citarlas más tarde en una conversación sin saber si son ciertas?
Aun cuando creas que estás seleccionando fuentes de noticias verificadas, ninguna fuente es inmune a los errores. Por lo tanto, debemos ser más diligentes al cuestionar la veracidad de las noticias que consumimos. Los siguientes consejos destacan por qué es importante hacerlo:
- La importancia de verificar todos los enlaces citados.
- Cómo los promedios pueden ser engañosos.
- Por qué debemos evitar depositar una confianza excesiva en los llamados «expertos».
Separar los hechos de la ficción no es tarea fácil
En la era de la información, donde el acceso a datos es inmenso, distinguir entre realidad y ficción se ha vuelto cada vez más difícil. Internet, como fuente principal de esta información, carece de regulación, lo que permite que las falsedades se camuflen como hechos con facilidad.
Aunque nos gustaría verificar todo lo que leemos en línea, la realidad es que el tiempo es limitado y rara vez hacemos clic en los enlaces de citas. Los autores aprovechan esta situación, confiando en que no serán cuestionados y, por lo tanto, los enlaces a menudo no respaldan realmente lo que se afirma en el texto.
Los peores infractores a menudo tienen un rasgo en común: proclaman su honestidad. Un ejemplo destacado es martinlutherking.org, que inicialmente parece ser un recurso sobre el líder de los derechos civiles, pero en realidad es una fuente de propaganda neonazi que tergiversa los hechos y utiliza citas fuera de contexto para promover una agenda.
Para evitar caer en trampas como estas, es tentador recurrir solo a fuentes respetadas. Sin embargo, incluso publicaciones veneradas como el New York Times o el Wall Street Journal pueden cometer errores. Un ejemplo es el incidente en 2011 donde el periodista del Washington Post, ganador del premio Pulitzer, Jonathan Capehart, fue engañado por una cuenta falsa de Twitter, lo que resultó en la publicación de un artículo sobre un congresista inexistente y su distrito.
Esto resalta la realidad de que los periodistas no son infalibles. Pueden enfrentarse a temas sobre los que tienen poco conocimiento o necesitar interpretar datos más allá de sus capacidades, lo que deja margen para que sesgos se filtren tanto en sus fuentes como en sus informes.
La lección que podemos extraer es que no debemos confiar ciegamente en lo que leemos, independientemente de la fuente. Es fundamental mantener una actitud crítica y estar alerta ante la posibilidad de manipulación o error.
No tome los gráficos y las estadísticas al pie de la letra
Es común hojeear un gráfico o una estadística sin profundizar demasiado en su significado, pero precisamente esto es lo que debemos evitar.
Tomemos como ejemplo el concepto de «promedio», un término ampliamente utilizado que en realidad abarca tres significados distintos.
El promedio medio es el resultado de sumar todos los valores y dividirlos por el número total de valores.
El promedio de la moda es el valor que aparece con mayor frecuencia en un conjunto de datos.
El promedio mediano es el valor «central» cuando todos los valores están ordenados de menor a mayor.
En muchos casos, no está claro a cuál de estos promedios se hace referencia. De hecho, los informes tienden a presentar el que mejor respalda el mensaje general.
Es importante ser especialmente cauteloso cuando se trata del promedio medio, ya que este es el más susceptible a ser distorsionado por valores atípicos.
Un ejemplo ilustrativo de esto se observa en el ámbito político. Durante la carrera presidencial de 2004, se afirmaba que el candidato demócrata John Kerry ganó nueve de los 11 estados más ricos. Sin embargo, este dato se calculó utilizando el promedio medio de riqueza de los estados, lo que sesgó la estadística debido a la presencia de algunas personas extremadamente ricas en dichos estados. Esto no implicaba necesariamente que los votantes más adinerados residieran allí.
De manera similar, los gráficos pueden ser manipulados. Los valores de los ejes pueden ser ajustados para producir curvas más pronunciadas o suavizadas.
Por ejemplo, en un gráfico teórico, podríamos medir el tiempo en intervalos de cinco años para dos tercios del gráfico, pero cambiar a intervalos de dos años para el tercio restante. Si los valores medidos fueran particularmente altos durante los últimos dos años, muchos lectores podrían interpretar que la curva está aumentando sin darse cuenta de que el último valor no tiene el mismo peso que los anteriores.
Incluso los gráficos aparentemente simples, como los gráficos circulares, pueden ser manipulados. En 2012, Fox News publicó un gráfico circular que mostraba la posición de los candidatos republicanos a la nominación presidencial. Se necesitó una segunda mirada para notar que las porciones sumaban más del 100 por ciento.
Mantener un escrutinio sobre los hechos y las cifras es importante, pero aún más desafiante es considerar el contexto en el que se encuentran. Este aspecto será abordado a continuación.
Conoce el contexto; entiende la conclusión
Puede parecer paradójico prestar atención a lo que no se menciona en un artículo, pero en ocasiones los detalles omitidos por los autores son de suma importancia.
Por ejemplo, comprender los métodos utilizados para obtener los datos y estadísticas presentados en un artículo es fundamental para discernir la intención del autor.
Imaginemos un escenario en el que un artículo se basa en datos recopilados a través de una encuesta. En este caso, es vital recordar que aquellos con un mayor interés en cierto tema tienen más probabilidades de responder a una encuesta, lo que inevitablemente sesga la muestra.
Otro aspecto relevante es el método de recolección de datos. Por ejemplo, el uso de teléfonos fijos como medio para encontrar encuestados puede sesgar la muestra, ya que en la actualidad son principalmente las generaciones mayores las que poseen teléfonos de línea.
Por ello, la utilización de una muestra estratificada es esencial para lograr una encuesta representativa. Esto implica que el encuestador identifique diversos subgrupos dentro de una población y obtenga un número proporcional de participantes de cada subgrupo, reflejando así la composición de la población en su conjunto.
Además, es crucial considerar el marco en el que se presenta la información. Los medios de comunicación suelen enfocarse en ciertos riesgos sobre otros, lo que puede llevarnos a pasar por alto las implicaciones más amplias y el contexto de la situación.
Por ejemplo, tras los ataques terroristas en París el 13 de noviembre de 2015, algunos expertos abogaron por controles fronterizos más estrictos de la Unión Europea para los refugiados provenientes de países árabes, debido a que se afirmaba que uno de los asaltantes había ingresado a Europa como refugiado.
Sin embargo, tales argumentos omiten el panorama general de salvar vidas humanas: la política de asilo de Europa ha salvado la vida de miles de refugiados al permitirles escapar del horror en países devastados por la guerra.
Es evidente que siempre es crucial considerar el contexto general.
Cómo detectar información falsa
La desinformación es una amenaza seria, especialmente cuando se disfraza de verdad y no tomamos el tiempo para analizarla adecuadamente.
Hay un término para este fenómeno: el contraconocimiento, que es información falsa que muchas personas aún perciben como verdadera.
Las teorías de conspiración son la forma más común de contraconocimiento. Nos atraen por su narrativa intrigante y emocionante.
El problema con el contraconocimiento es que se arraiga en nuestro cerebro. Aunque se nos presente evidencia en contrario, puede ser difícil deshacernos de las falsedades. Esto se debe a nuestra tendencia a justificar nuestras creencias y a nuestra aversión a admitir que nos hemos equivocado o que nos han engañado.
El contraconocimiento puede propagarse fácilmente a través de la falsa autoridad.
Es simple citar a un «experto» que supuestamente respalda una afirmación.
Por eso es importante recordar que no todos los expertos son iguales. El hecho de que alguien sea un experto en un campo no garantiza que tenga conocimientos en otros temas. Llegar a ser un experto requiere tiempo y esfuerzo. Por ejemplo, tener un doctorado del MIT puede otorgar autoridad en tecnología, pero ¿qué pasa si esa persona es solo un entusiasta de la tecnología y no tiene experiencia en salud o genética?
El caso de Andrew Wakefield ilustra este efecto. Como cirujano, publicó un artículo que vinculaba el autismo con la vacunación, un estudio que luego fue desacreditado. Aunque tenía la apariencia de un experto médico, en realidad no estaba familiarizado con el autismo. Las consecuencias fueron graves: su licencia médica fue revocada, pero no antes de que muchas personas fueran engañadas por sus afirmaciones.
Entonces, ¿cómo combatimos el contraconocimiento? Con diligencia. Debemos examinar de cerca quién nos está diciendo qué, pero también debemos ser conscientes de nuestras propias inclinaciones y predisposiciones.
El método bayesiano para convertirse en un consumidor crítico de noticias
En respuesta a la afirmación de que los humanos ya no necesitan agua para sobrevivir, sería prudente requerir una gran cantidad de evidencia para considerarla.
La evaluación de la probabilidad de veracidad de una afirmación en función de su congruencia con el conocimiento previo se conoce como método bayesiano. Este enfoque, desarrollado por el filósofo y estadístico inglés Thomas Bayes (1702-1761), proporciona un marco para determinar la disposición con la que debemos aceptar una afirmación. Los científicos continúan empleando este método en ensayos médicos y para evaluar nuevos descubrimientos.
El principio es simple. Si un argumento cuenta con un amplio respaldo de conocimiento bien establecido, no necesitamos una gran cantidad de evidencia adicional para considerarlo creíble. Por ejemplo, la afirmación de que los humanos necesitan agua para sobrevivir no requeriría una cantidad significativa de evidencia adicional.
Sin embargo, cuando se nos presenta un «hecho» que contradice nuestra intuición o va en contra de la evidencia establecida, deberíamos comenzar a ser más escépticos. Es por eso que la afirmación de que los humanos ya no necesitan agua para sobrevivir necesitaría una cantidad considerable de evidencia para ser considerada convincente.
Podemos aplicar este mismo enfoque para evaluar lo que encontramos en los medios: cuanto más absurda sea la afirmación, más cautelosos debemos ser. Afortunadamente, existen recursos como el sitio web de verificación de datos Politifact, que pueden ayudarnos en esta tarea.
Tomemos un ejemplo reciente. En 2015, durante un mitin en Alabama, Donald Trump afirmó haber visto «miles y miles» de musulmanes en la televisión celebrando el colapso del World Trade Center.
Politifact y el Washington Post se dedicaron a investigar esta afirmación. Revisaron informes de noticias y transmisiones televisivas del 11 de septiembre y los tres meses siguientes, sin encontrar nada que respalde su declaración. Fue una mentira.
Sin embargo, la falsedad de esta afirmación no disminuyó su impacto en muchos seguidores de Trump.
Esta situación subraya una lección importante. En la era actual, es crucial que todos verifiquemos los hechos y ejercitemos nuestras habilidades críticas. La sociedad en su conjunto será la beneficiaria final de este esfuerzo.