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¿Cómo le enseñas a pensar a alguien?

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Actualizado el miércoles, 25 septiembre, 2024

Un nuevo artículo sobre la enseñanza de las habilidades de pensamiento crítico en ciencias ha señalado, una vez más, el valor de brindar a los estudiantes experiencias que vayan más allá de la simple memoria o los procedimientos aprendidos. Este enfoque no solo mejora la comprensión científica, sino que también desarrolla habilidades esenciales para la vida diaria.

Es un lamento común que a los estudiantes no se les enseñe a pensar críticamente, pero generalmente hay una falta de claridad acompañante sobre lo que eso podría significar exactamente. El pensamiento crítico implica la capacidad de analizar y evaluar información de manera objetiva y sistemática, una habilidad que, sorprendentemente, se remonta a la antigua Grecia, donde filósofos como Sócrates promovían el cuestionamiento constante como método de aprendizaje.

Existe una forma de entender esta idea que es conceptualmente fácil y ofrece un enfoque educativo nítido, una forma que se centra en la enseñanza explícita de las habilidades de pensamiento a través de un proceso de indagación. Este proceso permite a los estudiantes evaluar eficazmente su pensamiento, no solo en el contexto académico, sino también en su vida personal y profesional. Por ejemplo, estudios han demostrado que el pensamiento crítico puede reducir las creencias en teorías de conspiración y mejorar la toma de decisiones en situaciones cotidianas.

Una curiosidad interesante es que el pensamiento crítico no solo se desarrolla en un ambiente académico, sino que también puede ser fomentado mediante juegos y actividades cotidianas. Juegos de mesa estratégicos, como el ajedrez, o incluso debates informales sobre temas actuales, pueden ser herramientas poderosas para desarrollar estas habilidades. Además, la neurociencia ha demostrado que el pensamiento crítico activa múltiples áreas del cerebro, lo que contribuye a un pensamiento más holístico y flexible.

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¿Qué son las habilidades de pensamiento?

Primero entendamos qué queremos decir con habilidades de pensamiento. Las habilidades de pensamiento, o habilidades cognitivas, son, en gran parte, cosas que haces con conocimiento. Actividades como analizar, evaluar, sintetizar, inferir, conjeturar, justificar, categorizar y muchos otros términos describen estos eventos cognitivos en un nivel funcional particular.

El análisis, por ejemplo, implica identificar los elementos constitutivos de algo y examinar sus relaciones entre sí y con el todo. Se puede analizar una pintura, un texto, un conjunto de datos o un gráfico. Curiosamente, el arte del análisis se remonta a la antigüedad, cuando los filósofos griegos, como Aristóteles, desarrollaron métodos de lógica y razonamiento que aún se utilizan hoy en día.

El análisis es una habilidad cognitiva ampliamente valorada y no es exclusiva de ningún contexto de disciplina. Es una habilidad de pensamiento general. Un dato curioso es que estudios han demostrado que la práctica regular del análisis mejora la función ejecutiva del cerebro, lo que contribuye a una mejor toma de decisiones y resolución de problemas.

La mayoría de los programas de estudios desde el nivel primario hasta el terciario están organizados solo por contenido, con poca mención de tales habilidades cognitivas. Por lo general, incluso si se mencionan, se dice poco sobre cómo enseñarlas. La esperanza es que sean capturadas, no enseñadas. Sin embargo, investigaciones indican que la enseñanza explícita de habilidades de pensamiento crítico puede duplicar la retención de conocimiento en comparación con métodos tradicionales.

Con demasiada frecuencia, se entiende que el rigor en el diseño de los cursos equivale a una gran cantidad de memoria de contenido y entrenamiento específico en algoritmos o procedimientos establecidos. Es mucho menos común, pero mucho más valioso, tener cursos en los que el rigor se encuentra en la demanda de formación de habilidades cognitivas de alto nivel. Una curiosidad interesante es que, en algunos países escandinavos, se prioriza el desarrollo de estas habilidades desde edades tempranas, lo que ha llevado a destacados niveles de innovación y creatividad en sus sociedades.

Esto no quiere decir que el conocimiento no sea importante en el plan de estudios. Nuestro conocimiento se gana con dificultad; debemos valorar lo que hemos aprendido por cómo hace que nuestras vidas sean más productivas o significativas. Sin embargo, es esencial reconocer que el conocimiento por sí solo no es suficiente. Debe ir acompañado de la capacidad para aplicarlo de manera crítica y creativa.

No hay nada mutuamente excluyente en el desarrollo de altos niveles de habilidades cognitivas con conocimiento de contenido en un contexto de disciplina. Simplemente exige atención a estas habilidades, utilizando el contenido como una oportunidad para explorarlas. Por ejemplo, enseñar a los estudiantes a cuestionar y evaluar información en la era de la información puede prevenir la propagación de noticias falsas y mejorar la alfabetización digital.

Saber cómo proporcionar a los estudiantes estas oportunidades de desarrollo de habilidades en contexto es la marca de un maestro sobresaliente de pensamiento efectivo. Después de todo, no esperamos que los líderes científicos, culturales y políticos del mañana simplemente sepan cosas. También deben saber qué hacer con ese conocimiento, cómo cuestionarlo y cómo usarlo para generar impacto positivo en el mundo.

Por qué es necesaria la investigación

Estas habilidades no son algo que los estudiantes puedan aprender con solo escucharlas. Necesitan que se les den experiencias en las que se les requiera que las practiquen. Las habilidades cognitivas implican aprender cómo, no solo aprender eso. Una curiosidad interesante es que, según estudios en neurociencia, la práctica activa de habilidades cognitivas puede fortalecer las conexiones neuronales, mejorando la capacidad de aprendizaje y memoria a largo plazo.

Es por eso que no es posible desarrollar pensadores efectivos apoyándose en métodos didácticos de enseñanza, en los que los estudiantes son vistos como receptores pasivos de los conocimientos transmitidos por el profesor. El método tradicional de enseñanza, conocido como enseñanza frontal, tiene sus raíces en modelos educativos del siglo XIX que priorizaban la memorización sobre el pensamiento crítico.

Así como es imposible aprender a surfear sin subirse a una tabla, es imposible dominar las habilidades cognitivas a menos que se experimente la necesidad de usarlas. Un dato curioso es que los expertos en aprendizaje comparan el desarrollo del pensamiento crítico con el entrenamiento deportivo: requiere práctica constante y retroalimentación para mejorar.

El aprendizaje por indagación proporciona estas oportunidades experimentales necesarias. Este enfoque, que tiene sus raíces en las teorías educativas de John Dewey y otros pedagogos progresistas, promueve la curiosidad innata y el deseo de explorar de los estudiantes.

Hay muchas formas en las que la indagación se entiende desde el punto de vista educativo y, por lo general, describe un enfoque muy amplio caracterizado por la participación activa del estudiante en el proceso de aprendizaje. Un estudio reciente encontró que los estudiantes que participan en el aprendizaje basado en la indagación muestran una mejora significativa en su capacidad para resolver problemas complejos en comparación con aquellos que siguen métodos tradicionales.

Permítanme proporcionar una definición educativa más estrecha: la indagación es un proceso en el que los estudiantes deben utilizar una variedad de habilidades cognitivas para formular y resolver problemas. Un ejemplo interesante es el método socrático, que utiliza preguntas y diálogo para estimular el pensamiento crítico y la reflexión en los estudiantes.

Un ejemplo de una tarea que requiere solo un rango limitado de habilidades cognitivas podría ser una que haga que los estudiantes apliquen un procedimiento aprendido para construir una obra de arte o un aparato experimental. Las habilidades cognitivas involucradas pueden incluir recordar con alguna aplicación simple. Sin embargo, estudios han demostrado que tareas más complejas que involucran múltiples habilidades cognitivas resultan en un aprendizaje más profundo y duradero.

Si se les pidiera a los estudiantes que evaluaran ejemplos existentes de lo anterior, con miras a modificarlos para adaptarlos a propósitos o situaciones particulares, y explicar sus procesos al hacerlo, entonces las habilidades de conjetura, análisis, evaluación, justificación y comunicación pueden entrar en juego. En este contexto, los estudiantes desarrollan no solo habilidades técnicas, sino también la capacidad para pensar críticamente y comunicar sus ideas de manera efectiva.

El segundo ejemplo es más indicativo de aprendizaje por indagación como resultado de su demanda de un uso más profundo y amplio de las habilidades cognitivas. Un estudio reciente encontró que los estudiantes que participan en proyectos de indagación tienen un mayor sentido de autonomía y motivación, lo que lleva a mejores resultados académicos y personales.

Permítanme agregar otra condición, particularmente para el fin de desarrollar buenos pensadores: para aprender a indagar de manera efectiva, los estudiantes deben ser conscientes de los procesos cognitivos que están experimentando. Es decir, deben ser conscientes de su pensamiento, deben ser metacognitivos. La metacognición, o el pensamiento sobre el pensamiento, es una habilidad crítica que permite a los estudiantes monitorear y controlar su aprendizaje. Curiosamente, investigaciones han demostrado que los estudiantes que practican la metacognición tienen mayores tasas de éxito académico y son mejores resolutores de problemas en la vida cotidiana.

Hablar de pensar

Para pensar en nuestro pensamiento, debemos poder hablar sobre nuestro pensamiento. Esta habilidad, conocida como metacognición, es esencial para el desarrollo del pensamiento crítico. Curiosamente, la metacognición fue estudiada por primera vez en profundidad por el psicólogo John Flavell en los años 70, quien demostró que la capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento mejora significativamente el aprendizaje y la resolución de problemas.

Las habilidades cognitivas describen nuestros procesos de pensamiento y, por lo tanto, proporcionan un lenguaje en el que podemos discutir nuestro pensamiento, al menos en términos de aprender a pensar bien. Esto también proporciona un idioma en el que dar a los estudiantes comentarios sobre cómo les va. Por ejemplo, investigaciones han demostrado que el uso de un lenguaje común para describir habilidades cognitivas facilita una comunicación más efectiva entre profesores y estudiantes, y mejora la comprensión y la aplicación de estas habilidades.

Para seguir con el ejemplo del análisis, podríamos decir que un análisis fue bastante amplio, pero no fue lo suficientemente profundo, o que analizó algunas áreas en profundidad, pero no se extendió a todos los elementos. Esta retroalimentación específica permite a los estudiantes identificar áreas de mejora concreta. Un dato interesante es que los estudiantes que reciben retroalimentación detallada sobre sus habilidades de pensamiento tienden a mostrar un progreso más rápido en comparación con aquellos que solo reciben comentarios generales.

Los estudiantes pueden utilizar dicha retroalimentación de manera reflexiva e internalizar este consejo para desarrollar sus propios sistemas autónomos de evaluación. La metacognición es, por tanto, una condición necesaria para que los estudiantes mejoren su pensamiento. Estudios han encontrado que la práctica regular de la metacognición puede incluso mejorar la inteligencia emocional, ya que los estudiantes aprenden a ser más conscientes y controlados en sus reacciones y decisiones.

Mover nuestro enfoque educativo del conocimiento a la indagación permite el desarrollo de un pensamiento eficaz. La indagación requiere que los estudiantes desarrollen fuertes habilidades cognitivas que se extienden más allá de la simple memoria o la aplicación de procedimientos aprendidos en un pensamiento crítico genuino. Este enfoque se ha demostrado especialmente eficaz en programas educativos innovadores, como el Bachillerato Internacional, que enfatizan el aprendizaje basado en la indagación y el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico desde una edad temprana.

Ninguna escuela podría enseñar a los estudiantes todo el conocimiento que necesitan para sobrevivir en una sociedad en rápida evolución. Pero podríamos enseñarles cómo pensar de una manera que funcione para el conocimiento que aprenderán en el futuro. Un ejemplo curioso es que algunas de las empresas más innovadoras del mundo, como Google y Apple, buscan activamente empleados con fuertes habilidades de pensamiento crítico y capacidad de aprendizaje autónomo, valorando estas habilidades por encima del conocimiento técnico específico.

Eso es lo que realmente significa aprender para la vida. Preparar a los estudiantes no solo para adquirir conocimiento, sino para adaptarse y evolucionar continuamente en un mundo cambiante, es la clave para un futuro exitoso y resiliente.


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