Actualizado el martes, 9 julio, 2024
Cada año, en las escuelas de todo el mundo, millones de maestros se levantan frente a sus clases con un objetivo común: enseñar a sus estudiantes a ser pensadores críticos. Es una misión que muchos llevan con orgullo, creyendo firmemente que su labor es despertar mentes curiosas y analíticas, capaces de cuestionar y desafiar el conocimiento establecido. Después de todo, ¿quién querría que los niños asimilen información de manera pasiva y acrítica?
Sin embargo, detrás de esta noble intención se esconde una paradoja inquietante. La capacidad de enseñar el pensamiento crítico no es algo que se pueda transmitir simplemente mediante instrucciones o ejercicios. No es una habilidad que se pueda desarrollar a partir de un libro de texto o un plan de lecciones predefinido. La verdad es que, para enseñar a pensar críticamente, primero hay que ser un pensador crítico.
La crítica no es un proceso mecánico ni una simple tarea a completar. No se trata solo de decir a los estudiantes que «miren críticamente» algo, como si fuera un mantra mágico que automáticamente transformará sus mentes. Requiere mucho más.
Para comenzar, los maestros deben poseer un espíritu crítico genuino. Esto no significa convertirse en eternos quejumbrosos de las políticas educativas, ni imponer a los estudiantes lo que deberían pensar. Significa estar dispuestos a participar en conversaciones profundas y significativas, basadas en un conocimiento amplio y detallado. Desafortunadamente, este tipo de debate y discusión es algo que a menudo brilla por su ausencia en el ámbito educativo.
Además, estas conversaciones no deben limitarse al entorno cerrado del aula o la sala de profesores. El verdadero pensamiento crítico florece en el intercambio de ideas con diversas personas, incluyendo padres y miembros de la comunidad que no están inmersos en el mundo de la enseñanza. Esta interacción pública enriquece el debate, aportando nuevas perspectivas y desafíos que ayudan a afinar el análisis y la reflexión.
La educación necesita una revolución silenciosa, una en la que los maestros se conviertan en modelos de pensamiento crítico, no solo en sus palabras, sino en sus acciones. Necesitamos educadores que sean capaces de cuestionarse a sí mismos, de actualizar y expandir constantemente su conocimiento, y de facilitar un entorno donde la crítica constructiva sea no solo aceptada, sino bienvenida.
Imaginemos aulas donde las preguntas abiertas fomenten discusiones apasionadas, donde los textos no solo se lean, sino que se diseccionen y analicen con rigor, y donde los proyectos de investigación no sean tareas para cumplir, sino oportunidades para descubrir y cuestionar el mundo que nos rodea. Solo así podremos aspirar a formar verdaderos pensadores críticos, preparados para enfrentar los desafíos de una sociedad en constante cambio.
Es hora de que los maestros no solo enseñen pensamiento crítico, sino que lo vivan y lo respiren. Porque al final del día, la educación no se trata solo de transferir conocimiento, sino de inspirar a las futuras generaciones a ser inquisitivas, reflexivas y, sobre todo, críticas.
Se ha olvidado la necesidad de que los profesores se involucren en este tipo de conversación profunda, porque piensan que ser crítico es una habilidad. Pero el filósofo australiano John Passmore criticó esta idea hace casi medio siglo:
Si ser crítico consistiera simplemente en la aplicación de una habilidad, entonces, en principio, podría ser enseñado por maestros que nunca se involucraron en ella excepto como un juego o un dispositivo defensivo, algo así como un disparo de rifle que resulta ser un pacifista podría sin embargo ser capaz de hacerlo. Enseñe a los soldados a disparar con rifle. Pero, de hecho, sólo los hombres que pueden participar libremente en la discusión crítica pueden enseñar a ser críticos.
Desenmascarando la Farsa del Pensamiento Crítico en la Educación
Fue durante una charla que ofrecí sobre pensamiento crítico a un grupo numeroso de estudiantes de primer año cuando comprendí, por primera vez, el mal uso generalizado de la idea de “crítica”. En medio de la discusión, una joven levantó la mano y compartió una frustración que resonó con muchos de sus compañeros: los profesores que más le disgustaban eran aquellos que insistían en la importancia de ser crítico. Ella anhelaba que al menos uno de ellos afirmara o dijera algo concreto, para así poder aprender de ellos y tal vez, con suerte, desafiar sus ideas.
Esta experiencia me llevó a cuestionar y examinar más a fondo la percepción y enseñanza del pensamiento crítico. Resulta que hay tres ideas populares, pero erróneas, que distorsionan la verdadera naturaleza del pensamiento crítico y permiten que muchos profesores se consideren pensadores críticos cuando, en realidad, son todo lo contrario.
La Primera Falacia: El Pensamiento Crítico como Habilidad
La creencia de que el pensamiento crítico es una simple habilidad es uno de los mayores malentendidos. Reducir la crítica a una serie de instrucciones básicas en lógica informal y formal no solo es simplista, sino también engañoso. En el mejor de los casos, esta visión convierte la crítica en una colección de pequeñas lecciones de mala filosofía y lógica mediocre, presentadas en pequeñas dosis. Además, cuando el pensamiento crítico se ve como una habilidad, puede transformarse en una herramienta de conformismo ideológico. Por ejemplo, si un profesor feminista o marxista exige la adopción de una perspectiva particular, esto puede parecer un ejercicio de pensamiento crítico, pero en realidad es una formación en feminismo o marxismo. Esta práctica reduce la crítica a un ejercicio mental mecánico y carente de verdadero cuestionamiento.
La Segunda Falacia: Pensamiento Crítico como Adoctrinamiento
Otra falacia común es confundir el pensamiento crítico con el adoctrinamiento. Muchos profesores, al hablar de la necesidad de ser críticos, en realidad se refieren a que los estudiantes deben conformarse a ciertas ideologías. En muchos casos, esto implica enseñar a los estudiantes a ser “críticos” con las ideas que los profesores consideran inaceptables y a adoptar las “correctas”. La insistencia en apoyar el multiculturalismo y la diversidad es una de las “ideas correctas” que se impone con frecuencia. En programas profesionales de educación, enfermería, trabajo social y otros, este tipo de “crítica” se promueve activamente, llegando a ser un sinónimo de adoctrinamiento.
La Tercera Falacia: Las Teorías Críticas como Teorías Acríticas
El tercer error es asumir que las teorías que llevan el prefijo “crítica” son verdaderamente críticas. En realidad, muchas de estas teorías requieren la aceptación acrítica de una perspectiva política específica. La teoría crítica, la teoría crítica de la raza, la filosofía crítica de la raza, el realismo crítico y la práctica crítica reflexiva, todas tienen objetivos políticos explícitos. Lejos de fomentar un pensamiento verdaderamente crítico, estas teorías a menudo demandan una conformidad incondicional con sus premisas políticas.
La Necesidad de una Revolución en el Pensamiento Crítico
Es imperativo que reexaminemos cómo enseñamos y practicamos el pensamiento crítico. Necesitamos maestros que no solo proclamen la importancia de ser críticos, sino que encarnen y modelen esta práctica en su enseñanza diaria. Los estudiantes deben ser alentados a desafiar ideas y a cuestionar tanto sus propias creencias como las de sus profesores.
Imaginemos un entorno educativo donde el pensamiento crítico no sea solo una habilidad o un conjunto de instrucciones, sino una práctica viva y dinámica. Un lugar donde los estudiantes no solo aprenden a pensar críticamente, sino que ven este pensamiento modelado por sus maestros en cada interacción y lección. Solo así podremos aspirar a formar verdaderos pensadores críticos, preparados para enfrentar los desafíos de un mundo complejo y en constante cambio.
Es hora de que el pensamiento crítico sea liberado de sus falsas percepciones y se convierta en el pilar de una educación auténtica y transformadora.
¿Qué es la crítica?
La crítica, según el crítico cultural victoriano Matthew Arnold , es un esfuerzo desinteresado por aprender y propagar lo mejor que se conoce y se piensa en el mundo. Todos deberíamos estar tan «obligados» por esa definición como él. Solo necesitamos enseñar lo mejor que se conoce y el pensamiento y la “crítica” se hará cargo de sí misma. Esa es una lección de hace 150 años que todo maestro debería aprender.
La crítica, en palabras del crítico cultural victoriano Matthew Arnold, es un esfuerzo desinteresado por aprender y difundir lo mejor que se conoce y se piensa en el mundo. Es una definición que debería inspirarnos a todos. Si nos comprometemos a enseñar lo mejor del conocimiento y del pensamiento humano, la crítica se desarrollará de manera natural. Esta es una lección que tiene más de 150 años, pero que sigue siendo relevante para cada maestro hoy en día.
Arnold veía el pensamiento crítico como un rasgo de carácter, una especie de «espíritu crítico», o la disposición a participar en el «toma y daca de la discusión crítica». En su esencia, la crítica siempre se centra en el mundo y no en uno mismo.
El filósofo más emblemático del espíritu crítico es Sócrates. En la década de 1930, el filósofo australiano John Anderson articuló la visión socrática de la educación con una claridad notable. Anderson escribió: “La educación socrática comienza… con el despertar de la mente a la necesidad de la crítica, a la incertidumbre de los principios por los que se suponía que debían ser guiados”.
Sin embargo, cuando hablo de la crítica socrática con profesores y formadores de profesores, noto una ausencia significativa de la palabra «incertidumbre» mencionada por Anderson. Esto se debe a que muchos educadores asumen que esta “incertidumbre” significa simplemente cuestionar las malas ideas para ajustarse a una versión acordada de los hechos o a una teoría aceptada.
En realidad, convertirse en un pensador verdaderamente crítico es más complicado hoy porque muchas personas desean ser un Sócrates moderno. Pero ser Sócrates no significa simplemente desafiar las ideas aceptadas; significa poner el conocimiento en primer lugar, buscar la verdad con humildad y estar dispuesto a enfrentar la incertidumbre.
El Desafío del Pensamiento Crítico en la Educación Moderna
En el contexto actual, el pensamiento crítico enfrenta numerosos desafíos. En un mundo saturado de información y desinformación, el verdadero pensamiento crítico requiere más que habilidades superficiales de análisis; demanda un compromiso profundo con la búsqueda del conocimiento y la verdad.
Muchos educadores contemporáneos confunden el pensamiento crítico con el adoctrinamiento, enseñando a los estudiantes a aceptar ciertas ideologías en lugar de fomentar un verdadero cuestionamiento. Este enfoque no solo es reductivo, sino también perjudicial. El pensamiento crítico no se trata de conformarse con ideas preestablecidas, sino de estar dispuesto a cuestionar todo, incluso nuestras propias creencias más arraigadas.
El Legado de Sócrates: Más que una Metodología, una Filosofía de Vida
La enseñanza del pensamiento crítico debe ir más allá de métodos y habilidades; debe ser una parte integral del carácter y la filosofía del educador. Solo a través de un compromiso auténtico con la búsqueda del conocimiento y la verdad, podremos inspirar a nuestros estudiantes a convertirse en verdaderos pensadores críticos. En un mundo donde muchos desean ser Sócrates, debemos recordar que ser verdaderamente crítico significa anteponer el conocimiento y estar siempre abiertos a la incertidumbre y al cuestionamiento constante.
Ser un pensador crítico al estilo de Sócrates hoy en día implica más que desafiar a otros; implica desafiarse a uno mismo. Sócrates buscaba el conocimiento sin pretensiones, sin afirmar tener todas las respuestas. Este enfoque humilde y curioso es lo que debería guiar a los educadores en su misión de enseñar el pensamiento crítico.
El legado de Sócrates y la visión de Arnold nos recuerdan que la crítica genuina es un esfuerzo desinteresado y continuo por aprender y difundir lo mejor del pensamiento humano. Es un viaje que exige humildad, valentía y una voluntad constante de enfrentarse a la incertidumbre.
El filósofo más asociado con el espíritu crítico es Sócrates. En la década de 1930, otro filósofo australiano, John Anderson, expuso con mayor claridad la visión socrática de la educación cuando escribió: “La educación socrática comienza … con el despertar de la mente a la necesidad de la crítica, a la incertidumbre de los principios por los que se suponía. ser guiado «.
Pero cuando hablo de la crítica socrática con profesores y formadores de profesores, me pierdo la mención de Anderson de la palabra «incertidumbre». Esto se debe a que muchos profesores supondrán que esta “incertidumbre” significa cuestionar esas malas ideas que tienes y ajustarte a una versión acordada de los hechos, o una teoría acordada.
Convertirse en un pensador verdaderamente crítico es más difícil hoy porque mucha gente quiere ser un Sócrates. Pero Sócrates solo buscaba el conocimiento y ser Sócrates hoy significa anteponer el conocimiento.
CLAVES
El pensamiento crítico se ha convertido en una especie de Santo Grial para las instituciones de educación superior. La capacidad de pensar críticamente es una habilidad que todas las universidades promueven como uno de los principales atributos de sus graduados. Es un objetivo noble, pero ¿qué significa realmente pensar críticamente y cómo podemos lograr que los estudiantes lo dominen?
El Elusivo Gato de Cheshire del Pensamiento Crítico
El problema es que el pensamiento crítico es como el gato de Cheshire de los currículos educativos: se insinúa en todas las disciplinas, pero no parece estar completamente desarrollado en ninguna. Tan pronto como intentamos enfocarlo, se desvanece, dejándonos con más preguntas que respuestas.
Si le preguntas a los diseñadores de currículos cómo se desarrollan las habilidades de pensamiento crítico, las respuestas suelen ser vagas y poco útiles para aquellos que desean enseñarlo. Esta ambigüedad se debe en parte a la falta de claridad sobre el término en sí y a la creencia de que el pensamiento crítico no se puede enseñar de forma aislada. Muchos sostienen que solo se puede desarrollar en el contexto de una disciplina específica, ya que siempre se piensa críticamente sobre algo concreto.
Una Propuesta para un Curso de Pensamiento Crítico
Entonces, ¿cómo debería ser cualquier curso obligatorio de primer año en pensamiento crítico? No existe una respuesta única, pero permítanme sugerir una estructura con cuatro áreas clave que podrían conformar el núcleo de dicho curso:
1. Argumentación
Enseñar a los estudiantes a construir y deconstruir argumentos es fundamental. Esto implica comprender cómo se forman los argumentos, identificar premisas y conclusiones, y evaluar la solidez y validez de los razonamientos presentados.
2. Lógica
La lógica es la columna vertebral del pensamiento crítico. Los estudiantes deben familiarizarse con los principios básicos de la lógica formal e informal, aprender a identificar falacias y a aplicar razonamientos lógicos a diversos problemas y situaciones.
3. Psicología
Comprender cómo funciona la mente humana es esencial para el pensamiento crítico. La psicología ofrece insights sobre los sesgos cognitivos, las heurísticas y las trampas mentales que pueden afectar nuestro juicio y toma de decisiones.
4. La Naturaleza de la Ciencia
La ciencia es uno de los mejores ejemplos de pensamiento crítico en acción. Enseñar a los estudiantes sobre el método científico, la importancia de la evidencia y la forma en que se desarrollan y prueban las teorías puede proporcionarles un marco sólido para evaluar información y argumentos.
Un Lenguaje Común de Pensamiento Crítico
Estas cuatro áreas están unidas por un lenguaje común de pensamiento y un conjunto de valores que forman la base del pensamiento crítico. Este lenguaje incluye términos y conceptos clave como evidencia, razonamiento, hipótesis, análisis y síntesis. Los valores, por su parte, incluyen la apertura mental, la disposición a cuestionar, la humildad intelectual y el compromiso con la verdad.
Al integrar estas áreas en un curso de pensamiento crítico, los estudiantes no solo adquirirán habilidades prácticas para evaluar y construir argumentos, sino que también desarrollarán una mentalidad crítica que les permitirá abordar problemas complejos de manera efectiva y ética.
Conclusión
El pensamiento crítico no debe ser una habilidad nebulosa y elusiva. Con una estructura clara y una enseñanza intencional, podemos equipar a los estudiantes con las herramientas necesarias para convertirse en pensadores críticos competentes. Al hacerlo, no solo mejoramos su capacidad para enfrentar los desafíos académicos, sino que también los preparamos para ser ciudadanos informados y responsables en un mundo cada vez más complejo y cambiante.
1. Argumentación
El Poder de la Argumentación en el Pensamiento Crítico
La argumentación es el marco más efectivo para aprender a pensar de manera clara y efectiva, permitiendo transferir estas habilidades entre diferentes contextos. Discutir, en lugar de simplemente estar en desacuerdo, implica un compromiso intelectual profundo con un tema y con un oponente. El objetivo es desarrollar una posición fundamentada mediante el análisis racional y la inferencia lógica.
Discutir no es simplemente contradecir. Los argumentos están compuestos por premisas, que son las afirmaciones consideradas verdaderas para los fines del argumento, y conclusiones, que son los puntos finales alcanzados a través de la inferencia a partir de las premisas. Comprender esta estructura nos permite analizar la fuerza de un argumento evaluando la probabilidad de que las premisas sean verdaderas y examinando cómo la conclusión se deriva de ellas.
Un argumento se considera válido cuando la conclusión se sigue lógicamente de las premisas. Si un argumento válido tiene premisas verdaderas, se denomina sólido. En contraste, un argumento inválido es aquel donde la conclusión no se sigue lógicamente de las premisas, y un argumento incorrecto tiene premisas falsas o conclusiones que no se derivan correctamente de las premisas.
Este enfoque proporciona un lenguaje común para enmarcar nuestras posiciones y entender por qué parecen justificadas. Al aprender y aplicar estos principios de argumentación, podemos mejorar nuestra capacidad para pensar críticamente y comunicar nuestras ideas de manera más efectiva en una variedad de situaciones.
2. Lógica
La lógica es fundamental para la racionalidad. Es difícil valorar el pensamiento crítico sin adoptar también los principios de la lógica. La lógica proporciona las herramientas necesarias para evaluar y construir argumentos de manera coherente y sistemática.
Existen dos tipos principales de lógica: la lógica formal y la lógica informal. La lógica formal, o deducción, se utiliza principalmente en matemáticas y en acertijos como el Sudoku. En este tipo de lógica, las conclusiones se derivan necesariamente de las premisas dadas. Por ejemplo, en un argumento deductivo válido, si todas las premisas son verdaderas, la conclusión debe ser verdadera.
Por otro lado, la lógica informal, también conocida como inducción, se centra en generalizar o hacer analogías. Este tipo de razonamiento es esencial en los procesos científicos, donde se formulan hipótesis y se extraen conclusiones basadas en la observación y la experimentación.
El uso incorrecto de la lógica puede llevar a cometer falacias del razonamiento, que son errores lógicos bien conocidos. Algunas falacias comunes incluyen el razonamiento circular, donde la conclusión se usa como una de las premisas; la falacia de la causa falsa, donde se asume una relación causal sin suficiente evidencia; y la apelación a la opinión popular, donde se sostiene que algo es verdadero porque muchas personas lo creen.
Aprender a identificar y evitar estas falacias es crucial para desarrollar un pensamiento crítico efectivo. Al comprender los principios de la lógica y aplicar un razonamiento sólido, podemos mejorar nuestra capacidad para analizar problemas, evaluar argumentos y tomar decisiones informadas.
3. Psicología
Comprender cómo funciona nuestra mente es fundamental para desarrollar un pensamiento crítico efectivo. La psicología moderna nos ofrece valiosas ideas sobre la naturaleza de nuestro pensamiento y toma de decisiones, revelando que a menudo no controlamos estos procesos tanto como creemos.
Una de las ideas más importantes de la psicología en las últimas décadas es que el pensamiento no es tanto una acción voluntaria como un proceso que nos sucede. Esto significa que nuestras decisiones están influenciadas por una serie de factores subconscientes y automáticos.
Sesgos Cognitivos: Más que Errores
Somos tanto seres racionales como sujetos a numerosos sesgos cognitivos. Estos sesgos no son defectos en nuestra forma de pensar, sino características inherentes de la mente humana. No pensamos de manera lineal y ordenada como algunos educadores podrían suponer. En lugar de ejecutar algoritmos de toma de decisiones precisos, nuestra mente sigue un proceso mucho más complejo y personal.
La Naturaleza Orgánica de Nuestras Decisiones
La manera en que llegamos a conclusiones, formamos creencias y procesamos la información es profundamente orgánica e idiosincrásica. No somos simplemente máquinas de razonamiento clínico en busca de la verdad; nuestro pensamiento está intrínsecamente ligado a nuestras experiencias previas, valores, prejuicios y deseos.
Un Enfoque Integral del Pensamiento
Reconocer esta realidad nos ayuda a desarrollar una visión más completa y realista del pensamiento crítico. En lugar de intentar forzar un modelo rígido y lineal de razonamiento, debemos aceptar y trabajar con la complejidad de nuestra mente. Esto incluye ser conscientes de nuestros sesgos cognitivos y aprender a mitigarlos.
Incorporar estos conocimientos psicológicos en un curso de pensamiento crítico no solo enriquece el contenido, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos reales de la toma de decisiones en un mundo complejo y multifacético. Al entender cómo funciona verdaderamente nuestra mente, podemos mejorar nuestra capacidad para pensar de manera crítica y efectiva.
4. La naturaleza de la ciencia
En la era de la información, es fundamental que los estudiantes comprendan las herramientas básicas de evaluación de información que se han vuelto omnipresentes en nuestra sociedad. Dos de las más importantes son la ciencia y la estadística.
La Naturaleza de la Ciencia
Comprender la diferencia entre hipótesis, teorías y leyes científicas es crucial para apreciar por qué la ciencia es una fuente confiable de conocimiento. Este entendimiento permite a las personas valorar la credibilidad de la ciencia sin necesidad de conocer en detalle conceptos específicos como qué es una molécula o las leyes del movimiento de Newton. Saber cómo se desarrolla y valida el conocimiento científico proporciona una base sólida para evaluar afirmaciones científicas y distinguir entre hechos y opiniones.
El Papel de la Estadística
Tener un conocimiento básico de estadísticas es igualmente importante. Las estadísticas nos ayudan a interpretar datos y a tomar decisiones informadas frente a problemas complejos. No se trata de dominar todos los aspectos técnicos, sino de comprender los principios fundamentales, como la diferencia entre correlación y causalidad, la significancia estadística y cómo se presenta la información cuantitativa.
Capacitación para la Complejidad
Equipar a los estudiantes con estos conocimientos les permite abordar con mayor confianza y eficacia los desafíos del mundo moderno. Comprender el proceso detrás del desarrollo científico y la interpretación estadística es más valioso que simplemente conocer los contenidos específicos. Esta capacitación fomenta una mentalidad crítica y analítica, preparándolos para tomar decisiones basadas en evidencia y razonamiento lógico.
Enseñar la naturaleza de la ciencia y los fundamentos de la estadística no solo enriquece el conocimiento de los estudiantes, sino que también les proporciona herramientas esenciales para navegar y evaluar la información en su vida cotidiana. Al comprender estos procesos, los estudiantes están mejor preparados para enfrentar y resolver problemas de manera crítica y efectiva.
El lenguaje del pensamiento
El lenguaje del pensamiento es fundamental en la enseñanza del pensamiento crítico. Las habilidades cognitivas como inferir, analizar, evaluar, justificar, categorizar y decodificar son procesos esenciales que aplicamos al conocimiento.
Enseñanza del Pensamiento Crítico: Un Enfoque Analógico
Si podemos comunicar estos términos a los estudiantes, asegurándonos de que comprendan plenamente su significado y uso, la enseñanza del pensamiento se asemejará a la enseñanza de un deporte. Cada elemento del proceso cognitivo puede ser identificado, pulido, refinado y optimizado. Por ejemplo, así como un entrenador de jabalina puede pausar un video para analizar la posición del pie o el centro de equilibrio del atleta, un maestro de pensamiento crítico puede usar el lenguaje cognitivo para examinar y mejorar el razonamiento de un estudiante con gran detalle.
Aplicabilidad Universal del Pensamiento Crítico
Estas habilidades y conceptos pueden enseñarse fuera de cualquier contexto disciplinario específico. El conocimiento general, los temas de actualidad y los medios de comunicación proporcionan abundante material para desarrollar el pensamiento crítico.
Transferencia de Conceptos Generales
Los conceptos fundamentales de argumentación y lógica son fácilmente transferibles entre distintos contextos una vez que los estudiantes aprenden a reconocer las estructuras subyacentes en estos campos. Esto les permite aplicar estos principios en una variedad de situaciones, mejorando su capacidad para pensar de manera crítica y efectiva en múltiples áreas.
Al dominar el lenguaje del pensamiento crítico y comprender cómo aplicar habilidades cognitivas en diversos contextos, los estudiantes no solo mejoran su capacidad de razonamiento, sino que también están mejor preparados para enfrentar los desafíos del mundo real con una mente analítica y bien equipada.
Valores
Entender que una buena educación en pensamiento crítico también es una educación en valores es fundamental. No todos los valores son de naturaleza ética; en el pensamiento crítico, valoramos cualidades como la precisión, la coherencia, la simplicidad de expresión, la estructura lógica, la claridad, la perseverancia y la honestidad en la representación. Si las escuelas están comprometidas con la enseñanza de valores, ¿por qué no enseñar los valores que sustentan el pensamiento eficaz?
Más Allá de la Metodología de las Asignaturas
No debemos asumir que los estudiantes aprenderán a pensar críticamente solo con estudiar la metodología de sus asignaturas. Aunque esto puede ayudar, no aborda explícitamente el pensamiento crítico, lo que lo hace menos transferible a otros contextos.
La Importancia de un Curso Dedicado al Pensamiento Crítico
Un curso dedicado al pensamiento crítico no solo complementa otras materias, sino que también mejora el rendimiento en todas ellas. Enseñar a los estudiantes a pensar de manera efectiva fortalece sus habilidades para analizar, evaluar y aplicar conocimientos en cualquier área de estudio.
La Responsabilidad de Todos los Docentes
Idealmente, un curso específico sobre pensamiento crítico no debería ser necesario si todos los profesores integraran el enfoque en el pensamiento crítico en sus enseñanzas, además de cubrir el contenido de sus materias. Esto implicaría que cada profesor no solo enseñe el contenido específico de su asignatura, sino que también se preocupe por desarrollar las habilidades de pensamiento crítico en sus estudiantes.
Incorporar los valores del pensamiento crítico en la educación no solo enriquece el aprendizaje, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos complejos en diversos contextos. Al valorar y enseñar habilidades como la precisión, la coherencia y la honestidad intelectual, las escuelas pueden formar individuos capaces de pensar de manera crítica y efectiva, beneficiando así todas las áreas del conocimiento y la vida cotidiana.
Trabajando juntos para el pensamiento crítico en las escuelas
Una de las características más deseables de los graduados escolares es que pueden pensar de manera crítica. Esto los ayuda individualmente y también ayuda a las sociedades en las que desempeñarán un papel. Es un juego en el que nadie pierde. Entonces, ¿por qué es tan difícil de lograr?
La enseñanza del pensamiento crítico no es algo para lo que los maestros estén entrenados explícitamente; de hecho, muy pocas personas lo están. Tampoco lo exige el currículo en general. Con demasiada frecuencia, un programa de instrucción se centra en el recuerdo del contenido y esto, a su vez, constituye la base para la evaluación.
Pruebas estandarizadas
En la evaluación estandarizada en particular, es simplemente más barato y rápido marcar algorítmicamente preguntas de opción múltiple que leer y evaluar respuestas matizadas que muestran un uso avanzado de habilidades cognitivas.
Sudáfrica tiene un sistema estandarizado que incluye un programa de matriculación altamente regulado y pruebas nacionales que, en conjunto, actúan como el barómetro de una buena educación. Pero existe cierto debate sobre la eficacia con la que este tipo de pruebas miden los resultados de una educación en pensamiento crítico, y mucho menos su valor como dispositivo educativo .
La gente suele definir un curso riguroso como uno que tiene mucho contenido. Esto es engañoso. El rigor intelectual radica en el uso sofisticado de una variedad de habilidades cognitivas de pensamiento crítico como el análisis, la justificación, la síntesis y la evaluación. Recordar contenido o demostrar procedimientos algorítmicos constituye solo una pequeña parte de esto.
El deseo de enseñar para la prueba a expensas de habilidades que no miden ellos es una característica universal de las pruebas estandarizadas. El peligro es que si no se evalúa explícitamente el pensamiento crítico, no se valorará y, por tanto, no se enseñará.
El contexto sudafricano
El desafío de mejorar la educación en pensamiento crítico no es exclusivo de Sudáfrica, pero en este país, varios factores complican la situación. En primer lugar, la fuerza laboral docente no está bien monitoreada, y hay una significativa escasez de maestros en muchas regiones.
Problemas de Asistencia y Participación
Aunque la asistencia en las escuelas sudafricanas suele ser alta, muchas enfrentan dificultades para asegurar la continuidad en el aprendizaje debido a problemas de asistencia y participación de los estudiantes.
El Currículo CAPS y el Pensamiento Crítico
Un objetivo declarado del relativamente nuevo currículo CAPS en Sudáfrica es desarrollar el pensamiento crítico. Este es un paso importante en la dirección correcta, aunque es necesario desarrollar una estrategia clara para lograrlo.
Iniciativas de Thinking Schools South Africa (TSSA)
Recientemente, visité varias escuelas en todo el país como invitado de Thinking Schools South Africa (TSSA), una organización sin fines de lucro que fomenta y proporciona recursos para la enseñanza del pensamiento efectivo en las escuelas. Frente a estos problemas, TSSA ha desarrollado varios principios que, desde la perspectiva de este observador internacional, parecen bastante efectivos. Estos principios incluyen:
- Colaboración: Trabajar conjuntamente con universidades locales e internacionales, académicos, escuelas, maestros, comunidades y otras entidades relevantes, incluidas las organizaciones gubernamentales.
- Enfoque Teórico Amplio: Adoptar un enfoque teórico inclusivo y bien fundamentado, que se informe de prácticas exitosas existentes.
- Cambio Sistémico: Impulsar un cambio sistémico que haga visible el aprendizaje y vaya más allá de la mentalidad de “consejos y trucos” que a menudo se encuentra en los entornos educativos.
- Compromiso con la Capacitación Continua: Compromiso con los maestros y las escuelas, que incluye capacitación y recursos continuos a lo largo de un ciclo de desarrollo bien definido.
Transformación Escolar Sostenible
Estas iniciativas tienen como objetivo producir una transformación escolar sostenible mediante metodologías globalmente probadas e involucrando a comunidades locales de práctica. Las escuelas y maestros afiliados a TSSA se convierten en parte de la Red TSSA, apoyando y capacitando a otros.
La Importancia de la Resiliencia
Desarrollar la capacidad de pensar críticamente ofrece numerosas ventajas a los estudiantes. Una ventaja importante, pero a menudo pasada por alto, es el desarrollo de la resiliencia. Los estudiantes que pueden resolver problemas, confían en su capacidad para hacerlo y aplican habilidades de pensamiento crítico para comprender sus circunstancias y explorar sus opciones, tienen más probabilidades de navegar con éxito durante sus años escolares.
Contexto Social y Económico de Sudáfrica
En el contexto de los complejos desafíos y oportunidades sociales y económicos de Sudáfrica, la resiliencia es una virtud vital. Desarrollar esta habilidad a través del pensamiento crítico no solo mejora el rendimiento académico, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar y superar las adversidades de la vida.
Enseñar el pensamiento crítico
Hay una variedad de enfoques para desarrollar cursos de pensamiento crítico, aunque es preferible que las pedagogías del pensamiento crítico se utilicen en la impartición de todas las materias. En este modelo integral, a los estudiantes se les enseñan las habilidades explícitas del pensamiento a medida que aprenden su conocimiento de la disciplina.
Pero como enseñar Matemáticas, Ciencias o Inglés no se trata solo de conocer la materia sino de saber cómo enseñar esa materia (llamado conocimiento de contenido pedagógico ), también la enseñanza del pensamiento crítico es más que simplemente conocer algunas herramientas útiles de pensamiento.
No basta con saber sobre el pensamiento crítico, hay que saber enseñar para ello. Es difícil crear estudiantes que sean pensadores críticos sin profesores que sean pensadores críticos.
Enseñar a alguien a surfear simplemente entregándole una tabla de surf parece menos que óptimo, al igual que enseñar a los estudiantes a pensar simplemente entregando hojas de trabajo. Sin saber qué hacer con ellos, sin una idea de su propósito y función, los objetivos no se cumplen.
En el caso del surf, también ayuda tener playa. En el pensamiento crítico, se trata de la comunidad: social, educativa e institucional.
Esta es la ventaja del enfoque TSSA y todos los enfoques que se centran en trabajar de manera colaborativa e inclusiva para desarrollar la capacidad en las escuelas, los maestros y las comunidades para una enseñanza y un aprendizaje sostenibles y efectivos.
Como un idioma, el pensamiento crítico no es algo que pueda aprender solo. La mejor manera de producir un estudiante con pensamiento crítico es desde una comunidad de pensamiento crítico.