En este último año, algunas de nuestras costumbres, sobre todo de cara a las relaciones sociales, se han modificado drásticamente. Sin lugar a dudas, la primera vez que alguien tomó la iniciativa para chocar nuestro codo nos sentimos algo ridículos. En el momento presente, hemos incorporado rutinas tan automatizadas como aplicarnos hidrogel en el momento de entrar a un lugar público o escanear un código QR para ver en nuestro smartphone personal la carta de un restaurante. Han dejado de ser novedades. Hemos pasado de comprobar cómo los demás llevaban colocada bien o mal la mascarilla a fijarnos en su diseño porque nos gustaría comprar otra igual.
Algunas de las iniciativas que surgieron hace unos meses, como las herramientas para abrir puertas o las pulseras dispensadoras de hidrogel, han quedado atrás por no ser muy prácticas, y poco a poco van surgiendo nuevas ideas o se van implementando otras que ya existían pero que no se usaban de manera multitudinaria, como las consultas médicas por videoconferencia o los nicotine pouches, grandes desconocidos en España hasta hace poco tiempo. Estos, concretamente, son unos pequeños sacos de diferentes sabores que se colocan bajo el labio superior y que van liberando una carga de nicotina, sustituyendo al cigarrillo. No contienen tabaco ni otras sustancias nocivas y permiten ser usados con total discreción y con la mascarilla puesta, evitando los malos olores y la liberación del humo, ya que no hay combustión. Los hay incluso que actúan como blanqueador de los dientes. Ya se usaban sobre todo en Suecia y otros países nórdicos, y actualmente son una de las mejores alternativas para aquellos que no quieren renunciar a esta sustancia pero no desean molestar con sus cigarrillos ni quitarse la mascarilla.
En otra línea, nos hemos acostumbrado a funcionar bajo cita previa y con aforos reducidos, lo que en un principio podía resultar algo molesto, pero nos ha hecho descubrir que se puede disfrutar de ciertas actividades en un ambiente más íntimo o relajado, lo que permite además una atención más personalizada y consciente.La gran pregunta es, ¿cuando el COVID deje de suponer una amenaza, volveremos a comportarnos como antes? Este podría ser un idóneo punto de inflexión. Es bastante probable que ciertas costumbres actuales nos hayan hecho detenernos a reflexionar sobre unos hábitos más respetuosos e higiénicos, incluso que generen menos residuos (como los códigos QR para las cartas). Realmente los nicotine pouches tienen muchas probabilidades de mantenerse, al igual que las citas previas. También en su día nos pareció inconcebible un bar sin tabaco y en el momento presente, la mayor parte de los españoles se siente mucho más cómodo de este modo.
