A continuación, te presento una selección de insultos o términos despectivos antiguos documentados en el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias, con una explicación rigurosa desde el punto de vista lingüístico e histórico. Las definiciones se basan tanto en el propio Tesoro como en fuentes complementarias del Siglo de Oro y estudios etimológicos actuales (Corominas, Real Academia Española, etc.).
1. Bellaco
Definición en Covarrubias (1611):
“Dícese del hombre vil, bajo y de ruines pensamientos. […] Dicen que se deriva de bellua, como quien dice fiero y cruel.”
Comentario histórico-lingüístico:
El término «bellaco» aparece ya en textos medievales, y en el siglo XVII tenía una carga moral muy fuerte. No solo aludía a la baja extracción social, sino también a una índole vil, moralmente despreciable, taimada o cobarde. Su etimología es discutida: aunque Covarrubias lo hace derivar del latín bellua (‘bestia’), hoy se cree más probable su conexión con voces prerromanas o incluso germánicas que denotan bajeza o rudeza.
Ejemplo en la literatura de la época:
Cervantes usa el término en múltiples ocasiones, como en El Quijote:
“—¡Bellaco, deslenguado! —dijo don Quijote—. ¿Cómo que no me has de dejar que acabe mi razonamiento?” (Parte I, cap. 16)
2. Bobo
Definición en Covarrubias (1611):
“El simple y de poco entendimiento. […] Algunos dicen que se llama así por hacer el bobo, que es andar mirando a una parte y a otra, embobado.”
Comentario histórico-lingüístico:
“Bobo” tiene raíces onomatopéyicas, probablemente del balbuceo infantil (“bo-bo”), y se usaba ya en el siglo XVI con el sentido de tonto o atontado. Covarrubias lo vincula con el quedarse “embobado” o pasmado. La palabra estaba muy difundida tanto en registros populares como literarios.
Ejemplo en la literatura de la época:
Luis de Góngora lo emplea con matiz de desprecio intelectual:
“¡Oh boba el alma, y oh más boba la vida!”
3. Cagalindes
Definición en Covarrubias (1611):
“Dícese del medroso y cobarde; como quien dice que se hace en los calzones. Es palabra baja y de poco decoro.”
Comentario histórico-lingüístico:
Este insulto vulgar y expresivo combina el verbo “cagar” con una forma diminutiva (probablemente de lindes o de etimología popular incierta). Era ya considerada palabra indecorosa en el siglo XVII, reservada para registros coloquiales o burlones. Refiere a alguien que se acobarda con facilidad, literalmente ‘se hace encima del miedo’.
Ejemplo contextual:
Aunque no frecuente en literatura culta por su vulgaridad, sí aparece en comedias y refraneros de la época.
4. Zafio
Definición en Covarrubias (1611):
“El que no sabe tener cortesía ni buena crianza. Llámanlo también rústico y grosero.”
Comentario histórico-lingüístico:
El término proviene del árabe hispánico záfi, con el mismo significado. En el Siglo de Oro se usaba para calificar tanto la incultura como los modales toscos o la falta de urbanidad. No es un insulto vulgar, sino uno connotado social y moralmente, relacionado con el ideal del cortesano y el desprecio a lo rústico.
Ejemplo en la literatura de la época:
Baltasar Gracián lo usa para referirse a la torpeza de trato social:
“El hombre zafio es como la bestia sin doma: daña a quien se le acerca.”
5. Mamarracho
Definición en Covarrubias (1611):
“Llaman mamarracho a lo que se pinta o figura sin arte, y por la mayor parte cosas ridículas.”
Comentario histórico-lingüístico:
El término aparece como sinónimo de figura mal hecha, grotesca o caricaturesca. Su evolución como insulto para personas ridículas, estrafalarias o sin compostura es posterior, pero ya en 1611 se usaba para referirse a lo risible por deforme. Posible origen en el árabe hispánico, aunque no está del todo claro.
Ejemplo en la literatura de la época:
Puede encontrarse en sátiras y textos de carácter burlesco, especialmente en el teatro barroco.
6. Badulaque
Definición en Covarrubias (1611):
“El hombre simple, bobo, fácil de engañar. Dicen también que es el que habla mucho sin decir nada de substancia.”
Comentario histórico-lingüístico:
Badulaque era ya en el siglo XVII un insulto de baja intensidad, más burlón que ofensivo, usado para señalar a alguien ingenuo o parlanchín sin juicio. Su etimología es incierta, quizás de creación expresiva (lengua infantil o de germanía).
Ejemplo contextual:
Aparece en comedias de Lope de Vega y otros autores para personajes tontos o secundarios ridículos.
7. Majadero
Definición en Covarrubias (1611):
“El que siempre está importunando con majaderías. Es necio y porfiado.”
Comentario histórico-lingüístico:
Procedente del sustantivo “majada” (lugar donde se recogen animales), probablemente alude figuradamente a quien se comporta como animal de rebaño, sin juicio. Ya en 1611 era un insulto común para los pesados, insistentes y poco razonables. Tiene también relación con “machacar”, como quien repite siempre lo mismo sin sentido.
Ejemplo en la literatura de la época:
Tirso de Molina, en sus comedias, lo emplea con frecuencia:
“No seas majadero, y escucha con juicio.”
8. Necio
Definición en Covarrubias (1611):
“Necio es el falto de juicio y razón. […] Necio de ingenio, de costumbres o de doctrina.”
Comentario histórico-lingüístico:
Del latín nescius (‘ignorante’), “necio” es un término clásico y más intelectual que insultante. En el Siglo de Oro tenía usos tanto filosóficos como sociales, señalando la falta de entendimiento o prudencia. Aparece con frecuencia en discursos morales y sátiras literarias.
Ejemplo en la literatura de la época:
Quevedo:
“Todos los que parecen estúpidos, lo son, y además también lo son la mitad de los que no lo parecen.”
1. Bellaco
Fuente: Tesoro de la lengua castellana o española (Covarrubias, 1611)
Definición histórica:
Covarrubias lo define como un hombre “vil y bajo de ruines pensamientos”, y lo vincula con la astucia para el mal. Era un insulto fuerte en el Siglo de Oro, que mezclaba desprecio moral y social.
Etimología:
Covarrubias lo asocia con el latín bellua (bestia salvaje), aunque hoy se duda de esa relación. Su uso aparece desde la Edad Media.
Ejemplo en literatura:
Cervantes y Quevedo lo usan para señalar vileza moral o cobardía.
2. Buscón
Fuente: Aunque no se presenta con entrada propia en Covarrubias (1611), el término es ampliamente utilizado en el Siglo de Oro, y aparece como título de la famosa novela picaresca La vida del Buscón (Francisco de Quevedo, 1626).
Definición histórica:
«Buscón» era un término peyorativo para referirse a personas de baja extracción social que vivían de engaños, tretas y habilidades callejeras. Aludía a quienes «buscan» medios de vida por cualquier vía, incluso inmoral.
Etimología:
Del verbo buscar, con el sufijo -ón que enfatiza intensidad o desdén.
Ejemplo literario:
Quevedo lo usa con ironía para titular la historia de un pícaro.
3. Hipócrita
Fuente: Covarrubias define al hipócrita como “el que finge virtud o religión que no tiene”.
Definición histórica:
Ya en 1611 era un término muy cargado moralmente, usado para denunciar la falsedad religiosa, especialmente grave en una época marcada por la Inquisición. Se usaba tanto en el plano espiritual como en el social.
Etimología:
Del griego hypokritḗs, originalmente “actor” (quien representa un papel), que pasó a significar “fingidor”.
Uso literario:
Muy presente en textos de controversia religiosa, moralistas y sermones barrocos.
4. Hereje
Fuente: Ampliamente mencionado en Covarrubias.
Definición histórica:
Término extremadamente grave en la España del Siglo de Oro. Designaba a quien se apartaba de los dogmas de la fe católica. Llamar hereje a alguien podía acarrear denuncia formal ante el Santo Oficio (la Inquisición).
Etimología:
Del griego hairetikós (‘capaz de elegir’), usado en latín cristiano como haereticus.
Uso en la época:
Frecuente en textos religiosos, inquisitoriales y polémicas teológicas.
5. Juanelo
Fuente: No aparece como entrada insultante en Covarrubias, pero su uso como mote o apelativo burlón está documentado en registros populares.
Definición contextual:
“Juanelo” fue nombre propio convertido en apodo genérico para señalar a alguien ridículo, pretencioso o torpe. Tiene cierto paralelo con lo que más adelante sería “Paco”, “Perico” o “Fulano”. En algunas zonas se usaba con tono de menosprecio.
Etimología:
Diminutivo de Juan, utilizado en tono familiar o irónico.
Observación:
Aunque no es estrictamente un insulto lexicográfico, se empleaba de forma despectiva en contextos sociales informales o burlescos.