Actualizado el domingo, 16 junio, 2019
La reforestación urbana y de la comunidad puede marcar una diferencia en nuestras vidas. Cada uno de nosotros puede hacer una contribución personal. A medida que desarrollamos y aplicamos nuevas tecnologías para vivir mejor, muchas veces los efectos secundarios afectan adversamente nuestro ambiente natural.
Por ejemplo, en las áreas urbanas, las temperaturas en el verano y los niveles de ruido son más altos que en las áreas rurales circundantes. Los problemas de contaminación del aire son mayores y el paisaje está significativamente alterado, reduciendo los beneficios para salud disponibles para nosotros cuando tenemos acceso a zonas boscosas y áreas verdes abiertas.
Los árboles ayudan a resolver estos problemas. En la actualidad, el 75% de nosotros vive en pueblos y ciudades, y podemos actuar individualmente para mejorar nuestro ambiente natural sembrando y manteniendo árboles en nuestras calles y apoyando programas de reforestación en la comunidad. A través de la tecnología, estamos aprendiendo más sobre los árboles, cómo estos benefician a la humanidad y cómo podernos sembrar y cuidar mejor aquellos que forman nuestros bosques urbanos.
Otro de los usos de las tecnologías es que podemos mapear qué «riqueza forestal» hay en cada barrio. O, al menos, esa es la idea propuesta por NYC Parks.
Los espacios públicos, las plazas y los parques de Nueva York son administrados por el Departamento de Parques y Recreación de la ciudad y, en los últimos años, esta institución se ha encargado de crear nuevas iniciativas para que niños, jóvenes y adultos tengan conciencia sobre la importancia de cuidar su paisaje urbano.
Uno de estos programas es TreesCount!, que en 2015 convocó a 2.300 voluntarios para que aprendieran cuáles son los árboles que están en su entorno, en qué estado se encuentran, qué cuidados necesitan, cuáles son sus medidas, cómo benefician a su población cercana, etc. Es decir, que cada ciudadano fuera consciente y también que ayudara a otros a tomar consciencia de convivimos junto a otros seres vivos en la ciudad. Nos dan sombra, nos limpian el aire, nos regulan la temperatura pero sobre todo y ante todo: son seres vivos.
Durante meses, los voluntarios salieron a recorrer las calles de los cinco condados de la ciudad junto a un grupo de monitores que los formaron previamente para que, además, distinguieran cuáles eran los árboles que estaban estudiando y sus principales características. La información de estas rutas de mapeo ha dado origen a un impresionante catastro del bosque urbano que dispone la ciudad y todos podemos acceder a él a través del mapa de árboles de Nueva York.
En este mapa, cualquier ciudadano puede revisar las estadísticas sobre cada uno de los 685.780 árboles catastrados, un calendario de actividades relacionadas al cuidado de los mismos, el número total de especies y conocer cuál es la más común en su barrio. Aunque el dato que más nos ha gustado es que, además, podemos ver el beneficio que ese árbol aporta a la comunidad en la que se encuentra.
Esto último significa que, al elegir un árbol en el mapa, se puede ver la cantidad de agua de lluvia que retiene cada año, el dinero que este ejemplar evita que se gaste cada año y se estima la energía eléctrica que se logra conservar, calculada en kilovatios por hora (kWh) y la reducción de gases contaminantes.
¿No sería genial tener un mapa similar en cada ciudad?
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