Actualizado el domingo, 5 mayo, 2024
El ser humano es un animal depredador. A estas alturas del siglo XXI ya es sabido por todos que nuestro modelo de vida y nivel de producción y consumo no son sostenibles en el tiempo y que estamos empeorando la calidad ambiental del planeta. Devoramos los recursos, explotamos la tierra, vaciamos los caladeros de pescado, contaminamos el aire, cortamos los bosques, excavamos las minas, construimos megaciudades… Lo sabemos: somos un peligro.
Lo sabemos pero no parecemos entender lo que supone. Realmente no somos conscientes del impacto que tenemos sobre la Tierra. A finales de 2016, Google Earth presentó una herramienta muy útil para despertar a aquellos que siguen dormidos en el sueño del consumismo desenfrenado: Google Timelapse. Con imágenes de decenas de rincones del mundo grabadas desde 1984 hasta la actualidad, esta aplicación nos permite observar cómo ha cambiado el mundo en los últimos treinta años.
Como se suele decir, una imagen vale más que mil palabras y observando estos documentos gráficos queda bien claro que el ser humano es un virus que se expande por la superficie terrestre con rapidez.
Estos vídeos recogen la evolución de tres ciudades chinas, Chongqing, Chengdu y Hefei, que son el ejemplo perfecto de los efectos del crecimiento económico del gran gigante asiático. China se ha desarrollado con gran rapidez en los últimos treinta años y, si bien este «desarrollo» ha permitido al país progresar económicamente y aumentar el nivel de vida, no está tan claro que esto haya supuesto un progreso ambiental o de la calidad de la vida.
Ciudades que en los ochenta tenían una población de unos cientos de miles son ahora grandes centros financieros y económicos globales con más población que Barcelona o Madrid. El aspecto del paisaje ha cambiado por completo con la acelerada urbanización, lo que era verde ahora es gris.
El ser humano no solo ha hecho más grandes las ciudades que ya existían, sino que también ha sido capaz de crear nuevo suelo urbano en zonas donde parecía impensable. El calor y la sequía del desierto no han podido detener nuestro avance.
El Golfo Pérsico ha visto cómo antiguos pueblos de pescadores se han convertido en ciudades del futuro, con rascacielos de cristal y construcciones inimaginables. Hoteles de lujo, los más altos rascacielos, centros comerciales gigantes… Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos, es buen ejemplo de ello. Como también lo es Playa del Carmen, donde los hoteles también han colonizado el terreno, abriéndose camino a través del bosque. En esta zona de México el turismo y la construcción son las dos actividades económicas más importantes; Google Timelapse lo confirma con imágenes.
El ser humano también es capaz de deformar la superficie de la Tierra mediante la construcción de otras infraestructuras además de las urbanas. En el siguiente vídeo se observa cómo podemos modificar la vida de un río para aprovecharnos de su agua. La construcción de presas es una de las actuaciones con mayor impacto ambiental y una práctica muy extendida por todo el mundo.
El río Shashe, a su paso por Francistown, la segunda ciudad de Botswana, ha visto cómo la humanidad altera su curso natural. La capacidad técnica que hemos adquirido nos permite moldear el medio ambiente a nuestro gusto, si bien siempre lo hacemos por nuestro interés.
Creemos que el único ser vivo de la Tierra somos nosotros y no nos damos cuenta de que la naturaleza también respira, se mueve y vive. Los ríos no son una excepción, tal y como muestra el siguiente vídeo de Google Timelapse: el río Ucayali, en Perú, lleva treinta años moviéndose libremente por la selva amazónica.
Es precisamente en la Amazonía donde el impacto del ser humano se observa con mayor evidencia y gravedad. El verde manto que cubre la tierra en esta zona del mundo está siendo rasgado por las máquinas que buscan madera. La deforestación se incrementa por la demanda global. Los árboles sudamericanos caen para amueblar las casas de Europa, Japón y Norteamérica.
Los siguientes vídeos muestran lo drástico que está siendo este proceso que está acabando con miles de hectáreas de selva y, con ello, no solo dejando sin hogar a cientos de especies animales y vegetales, sino también empeorando la calidad del aire que respira el conjunto del planeta.
Si bien países como Brasil se decidieron a frenar la deforestación masiva, en los últimos años ha vuelto a crecer esta práctica. Las imágenes de Google Timelapse son muy claras: el ser humano está devorando la selva tropical.
Así estamos cambiando el mundo. Así estamos cambiando nuestro hogar. Y lo nota la tierra; y lo nota el agua. En todo el mundo, muchas masas de agua continentales se están secando. El calentamiento global o la continua explotación de los lagos para extraer agua son algunas de las causas de estas desapariciones. Estamos vaciando nuestras fuentes.
Un último vídeo que evidencia cómo está cambiando la Tierra tiene que ver con el hielo. Cuando se habla de cambio climático se suelen acompañar las noticias con imágenes de los casquetes polares o de glaciares que retroceden ante las altas temperaturas. Está ocurriendo y es un hecho grave. Con el derretimiento del hielo, el nivel de salinización de los océanos se altera, así como su volumen de agua.
En pleno siglo XXI deberíamos haber alcanzado ya la madurez como sociedad a nivel global. Vivimos en una misma aldea y nuestras actividades afectan a toda la comunidad de vecinos. Las imágenes que hemos visto en este breve repaso hacen innegable el impacto que el ser humano tiene sobre la Tierra y no cabe duda: el impacto es negativo.
Aunque solo fuera desde una posición egoísta, deberíamos plantearnos reducir el ritmo de producción y de consumo que son, en última instancia, la base de la contaminación y de la destrucción ambiental. ¿Queremos vivir en un mundo que no tenga bosques, en el que no haya lagos ni hielo, con un aire contaminado?
La concienciación es el primer paso para la mejora de la calidad del medio ambiente y con documentos gráficos como los de Google Timelapse se puede conseguir concienciar a mucha gente. Una imagen vale más que mil palabras y, hoy, la imagen que presenta nuestro mundo es una llamada de atención para toda la humanidad. Debemos cuidar el Planeta.
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