Actualizado el viernes, 10 mayo, 2024
En 1972, el informe «Los límites del crecimiento» advertía: seguir indefinidamente con el crecimiento es incompatible con los fundamentos del planeta. El informe era una primera llamada de atención y alertaba sobre la crisis ecológica.
El economista Kenneth Boulding oponía la economía del cowboy, donde la maximización del consumo se basa en la depredación de los recursos naturales (llegar, explotar y marchar), a la economía del cosmonauta “para la cual la Tierra se ha convertido en una nave espacial única, desprovista de reservas ilimitadas, ya sea para agotar los recursos o para verter los desechos contaminantes”. Con las primeras imágenes del planeta visto desde el espacio por el Apolo, la Tierra se transformaba en una rareza del universo, pequeña, agotable, frágil.
El pasado 8 de agosto fue el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra. Eso quiere decir que en menos de ocho meses la humanidad ya ha gastado los recursos naturales que el planeta es capaz de reponer en un año. La fecha marca el punto de inflexión entre lo que se consume y lo que es capaz de regenerar el planeta cada año. La humanidad necesita actualmente 1,6 planetas para satisfacer su demanda de recursos naturales. Manteniendo esta tendencia, necesitaremos al menos 3 planetas para abastecernos en 2050.
Se ha validado el concepto de huella o pisada ecológica para investigar esta problemática. El cálculo de la huella ecológica nos indica el impacto ambiental generado por la demanda humana sobre los recursos existentes en los ecosistemas. Es un indicador clave a la hora de medir el impacto del hombre. En base a la huella ecológica, Global Footprint Network concluye que un ciudadano de los Estados Unidos, por ejemplo, consume 9,6 hectáreas (debemos tener en cuenta que disponemos aproximadamente de 1,8 hectáreas bio-productivas por persona), un canadiense 7,2, un europeo 4,5, un francés 5,26, un italiano 3,5.
Por su parte, WWF España afirma: si todos los seres humanos consumieran como los españoles necesitaríamos 2 planetas para satisfacer ese consumo. Es necesario mencionar que los países industrializados del Norte reciben la constante ayuda de los países pobres del Sur; esto es así porque, por ejemplo, en la mayoría de países de África se consume 0,2 ha de espacio bio-productivo.
Hace más de cinco décadas, en un contexto de crecimiento económico acelerado y optimismo tecnológico, surgieron voces proféticas que advertían sobre los peligros del modelo de desarrollo vigente. En 1972, el informe «Los límites del crecimiento» resonó en todo el mundo al presentar un análisis pionero sobre la relación entre el crecimiento económico y los límites ecológicos del planeta. Este informe, encargado por el Club de Roma, marcó el inicio de una discusión crucial sobre la sostenibilidad y el impacto humano en el medio ambiente.
La economía del cowboy versus la economía del cosmonauta:
En el mismo período, el economista Kenneth Boulding planteó una metáfora que ilustraba dos enfoques opuestos hacia los recursos naturales y el medio ambiente: la economía del cowboy y la economía del cosmonauta. La economía del cowboy, caracterizada por la mentalidad de «llegar, explotar y marchar», reflejaba una visión cortoplacista que priorizaba la maximización del consumo sin considerar las consecuencias a largo plazo. En contraste, la economía del cosmonauta adoptaba una perspectiva más holística y consciente de los límites finitos de la Tierra, tratándola como una «nave espacial única» con recursos limitados y vulnerabilidades evidentes.
Las primeras imágenes de la Tierra desde el espacio, capturadas por las misiones Apolo, contribuyeron significativamente a esta nueva conciencia planetaria. La visión de nuestro planeta como una esfera frágil y finita, suspendida en la inmensidad del cosmos, dejó una impresión indeleble en la psique colectiva y redefinió nuestra percepción de la Tierra como un ecosistema interconectado y vulnerable.
El legado de «Los límites del crecimiento»:
Aunque «Los límites del crecimiento» fue recibido inicialmente con escepticismo por algunos sectores, su legado perdura hasta el día de hoy. El informe utilizó modelos de simulación para proyectar el agotamiento de recursos naturales y el deterioro ambiental en un futuro marcado por el crecimiento exponencial de la población y la economía. Si bien algunas de sus predicciones específicas pueden haber sido cuestionadas, su mensaje fundamental sobre la insostenibilidad del crecimiento ilimitado sigue siendo relevante en la era actual de cambio climático y crisis ecológica.
Desde su publicación, «Los límites del crecimiento» ha inspirado numerosos estudios y debates sobre la viabilidad de un desarrollo económico que respete los límites biofísicos del planeta. Ha influido en movimientos ambientalistas, políticas de sostenibilidad y enfoques alternativos de desarrollo que buscan reconciliar las necesidades humanas con la preservación del medio ambiente.
La economía del cosmonauta en el siglo XXI:
En el siglo XXI, la economía del cosmonauta adquiere una nueva urgencia y relevancia en un mundo marcado por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos. La conciencia ambiental ha crecido considerablemente desde la década de 1970, impulsada por evidencia científica cada vez más contundente y movimientos sociales que exigen acciones concretas para abordar la crisis ecológica.
Los principios de la economía del cosmonauta, que abogan por un enfoque regenerativo, circular y equitativo hacia la economía y el medio ambiente, están siendo adoptados por gobiernos, empresas y comunidades en todo el mundo. Se promueven políticas de desarrollo sostenible, tecnologías limpias, agricultura regenerativa y prácticas empresariales responsables como medios para construir un futuro más próspero y resiliente.
Conclusiones:
Cincuenta años después de la publicación de «Los límites del crecimiento», su mensaje fundamental resuena con una claridad aún mayor en un mundo que enfrenta desafíos ambientales sin precedentes. La economía del cosmonauta ofrece un marco conceptual valioso para navegar por estos tiempos inciertos y construir un futuro donde la prosperidad humana esté en armonía con la salud del planeta. Si bien los desafíos son enormes y las soluciones no son simples, el legado de «Los límites del crecimiento» nos recuerda la urgencia de actuar con audacia y solidaridad para garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.
¿Es nuestro planeta una isla en el espacio?
Tomemos el ejemplo de la Isla de Pascua para pensar esta cuestión; la Isla de Pascua fue uno de los últimos lugares de la tierra en ser poblado por el ser humano. Sus primeros pobladores fueron polinesios hace 1500 años. Hasta el siglo XVI esta isla, situada a 3200 km al oeste de Chile, albergó una compleja sociedad agrícola. El clima de la Isla de Pascua es semiárido, pero mejoró debido a los exuberantes bosques que atrapaban y conservaban el agua.
La Isla de Pascua es una de las tierras insulares habitadas más aisladas del mundo Fuente: http://imaginaisladepascua.com/
Sus siete mil habitantes cultivaban y criaban gallinas, capturaban peces y vivían en pequeñas aldeas. El legado de los pobladores de la Isla de Pascua puede contemplarse en las imponentes estatuas de obsidiana. Cuando los colonizadores europeos llegaron a la Isla de Pascua en el siglo XVII, esas estatuas, eran los únicos restos de una civilización que se desmoronó en sólo unas décadas.
Fuente: imaginaisladepascua.com
Según la posterior reconstrucción de los arqueólogos, la desaparición de esta sociedad fue desencadenada por el agotamiento de su limitada base de recursos. A medida que la población humana de la isla aumentaba, se roturaban más y más tierras para cultivar, mientras que los árboles que aún quedaban se talaban para aprovecharlos como combustible y para trasladar los Maoi (las estatuas) a su lugar. La falta de madera impidió la construcción de barcos de pesca y viviendas. Lo que redujo una importante fuente de proteínas y obligó a la población a trasladarse a cuevas. La pérdida de bosques desembocó también en la erosión del suelo, lo que disminuyó aún más el abastecimiento alimentario. A medida que las presiones aumentaban estallaron conflictos armados entre unas aldeas y otras.
Al ser un territorio aislado que no podía recurrir a otro lugar para su mantenimiento una vez que sus propios recursos se agotaban, la Isla de Pascua presenta una imagen especialmente llamativa de lo que puede suceder cuando una economía humana se expande con unos recursos limitados.
Por lo tanto, la principal enseñanza de la ecología es entonces el aprendizaje de los límites. Tanto a límites cualitativos: re-definir las nociones de desarrollo, progreso, calidad de vida, bienestar; como reconocer los límites cuantitativos, es decir, aprender los límites que debemos imponer al uso de recursos naturales. Admitir los límites implica pasar de la edad infantil a la edad adulta.
Y entender que los problemas ecológicos son problemas de todos, y por tanto, deben ser preocupaciones de todos. Todos podemos ser perjudicados por la crisis ecológica; todos deberíamos tener un interés común en unirnos para afrontar y resolver esta amenaza global. No podemos seguir viviendo como si nuestros recursos fueran infinitos. Tenemos un solo planeta que es una isla en el espacio.
A continuación te dejo un corto que explica de manera sencilla qué es el Decrecimiento y cuál es su propuesta:
¿Quieres saber más sobre este concepto? No olvides consultar la siguiente bibliografía:
Latouche Serge , Pequeño tratado de decrecimiento sereno, Icaria
Riechmann Jorge, Un mundo vulnerable, Los libros de la catarata.