Actualizado el viernes, 30 julio, 2021
Hace unas semanas te contamos una de las peores catástrofes ambientales en la historia del Ártico: el vertido tóxico de 21.000 toneladas de combustible diésel en tundras y ríos dentro del Círculo Polar Ártico, al norte de Rusia.
Hoy nos hemos enterado de otra fuga de combustible diésel en una central de energía en el Ártico ruso, con 5 toneladas de productos derivados del petróleo vertiéndose a los ríos.
La fauna y la flora de esta región sufrirán durante muchos años las consecuencias de este desastre, al igual que las personas que viven aquí y dependen de estos ríos. Limpiar el impacto devastador en esta zona tan remota es muy difícil o incluso imposible.
Estos días, el Ártico sufre una ola de calor sin precedentes, registrando temperaturas de hasta 38 ºC. Accidentes como estos van a ocurrir cada vez con más frecuencia debido al cambio climático y al deshielo del permafrost, la capa de suelo en las regiones polares que permanece siempre helada y sobre la que están construidas centrales nucleares, térmicas y gaseoductos.
Y países como el nuestro no son ajenos a esta catástrofe natural: España compra petróleo y carbón a Rusia por lo que somos parte del problema.
Los accidentes seguirán ocurriendo mientras los gobiernos de todo el mundo sigan dependiendo de los combustibles fósiles y permitiendo que las empresas contaminantes hagan negocio con ellos como de costumbre, saqueando el medio ambiente por beneficios económicos.
Pero aún estamos a tiempo. Tenemos que hacer frente a la emergencia climática con la misma determinación con la que ahora estamos abordando la emergencia sanitaria, construyendo un mundo más seguro y resiliente, con bosques y océanos sanos, que no dependa de la quema de combustibles fósiles.
El Gobierno debe actuar con firmeza, sin ceder antes los intereses de las grandes corporaciones que hacen su negocio a costa de generar cambio climático, contaminar nuestro aire y disminuir nuestra calidad de vida. Urge acabar con las subvenciones que les permiten seguir con las viejas centrales de carbón y nucleares y abrir paso a un sistema energético 100% renovable y democrático.
El Gobierno español está preparando una ley de Cambio Climático y Transición Energética y un Plan Nacional Integrado de Clima y Energía 2021-2030. Estas normas pueden marcar la diferencia en la lucha contra el cambio climático. Y sin duda, las grandes empresas energéticas van a presionar para conservar su posición privilegiada frente al derecho de las personas a la salud y a la energía limpia.