Actualizado el sábado, 17 octubre, 2020
“Microplástico” es la palabra del año para la Fundéu. Pero, ¿sabes qué es el microplástico y por qué es el principal problema del medio ambiente?
Investigadores de las universidades británicas de Exeter y Plymouth, con apoyo de los laboratorios de Greenpeace, han examinado 50 ejemplares de 10 especies de estos mamíferos, y todos ellos tenían microplásticos en su estómago.
La mayoría de estos plásticos, de un tamaño inferior a 5 milímetros, eran fibras sintéticas, que pueden provenir de nuestras prendas de ropa, de restos de redes de pesca o de las cerdas de los cepillos de dientes. El resto eran fragmentos de envases de alimentos y botellas de plástico, entre otras cosas.
¿Cuántos estudios son necesarios para ver la magnitud de esta crisis mundial? Desde el Ártico hasta la Antártida, en zonas pobladas y en islas deshabitadas, la creciente producción y el uso de este material amenazan con contaminar cada rincón del planeta.
Como advierte Greenpeace entre otras, los botes de productos de higiene y limpieza que usas todos los días como exfoliantes, geles, pasta de dientes, cremas limpiadoras o detergentes pueden contener entre 130.000 y 2,8 millones de diminutas bolas de plástico como las de la imagen que llegan al mar a través del desagüe. El problema de estas microesferas es que son tan pequeñas que no quedan atrapadas por los filtros de las depuradoras y acaban en el mar.
Además de en los cosméticos, los microplásticos pueden originarse a partir de objetos más grandes como botellas, bolsas de la compra u otros envases y envoltorios de plástico que, una vez en el mar, se van rompiendo en trozos cada vez más pequeños por acción del viento, la luz del sol o el oleaje. Se calcula que más de 170 especies marinas contienen plástico en su interior.
Pero no solo los estómagos de aves, peces, tortugas y ballenas están llenos de plástico: también sabemos que se transfieren a lo largo de la cadena alimentaria y pueden llegar hasta nuestros platos. Hace poco un estudio de Greenpeace reveló que más del 90% de las marcas de sal que comemos contienen microplásticos.
Solo en Europa, cada año llegan al mar más de ocho mil toneladas de plástico procedentes de las microesferas en los cosméticos. Y entre el 21 y el 54% de los microplásticos de todo el mundo se encuentran aquí al lado, en la cuenca del Mediterráneo.
El plástico es uno de los elementos más contaminantes del planeta, pero la cantidad de basura de plástico que generamos no es lo más preocupante. Lo que preocupa, y nos preocupa de verdad, es la incapacidad que parece mostrar la ciudadanía y las políticas públicas en su apuesta por generar alternativas sostenibles.
Sin embargo, hoy traemos buenas noticias: el biólogo indonesio Kevin Kumala ha creado unas bolsas hechas con fibras vegetales de yuca y resina natural. Sirven como abono, son biodegradables y, si acaban en el mar, se convierten en agua o comida para los peces. Un nuevo material no tóxico que puede salvar el mundo.
Su idea surgió tras viajar a su Bali natal en 2009. Después de pasar más de 10 años formándose en Estados Unidos, encontró que sus antiguas playas paradisíacas estaban llenas de montañas de plástico. Y no es un hecho aislado: aproximadamente 3,2 millones de toneladas de plástico se vertieron en aguas indonesias en 2010, tal y como indica un estudio que llevó a cabo Jenna Jamback y fue publicado en la revista Science en el año 2015.
Entonces, en lugar de quejarse o resignarse, decidió buscar una solución.
Apoyar alternativas
La mayoría de las soluciones van encaminadas a cambiar los hábitos de la gente, algo que Kumala considera que debería ser complementado con acciones alternativas. La gente está demasiado acostumbrada a utilizar bolsas desechables, pero buscar materiales no tóxicos que puedan reemplazar a las actuales no es tan complicado.
Tras meses de investigación, Kumala terminó encontrando el material que necesitaba: la yuca, fruto muy famoso en indonesia (se calcula que producen unas 25,2 millones de toneladas al año). Para crear las bolsas utilizó el almidón de este fruto y el mismo método convencional con el que se fabrican las bolsas de petróleo, incluso replicó las máquinas. Al final, resultó que la producción de cada bolsa fue de cinco céntimos de dólar.
A simple vista se observan pocas diferencias con respecto a las bolsas convencionales, incluso su tacto es casi idéntico. La diferencia reside en que una bolsa de plástico hecha con petróleo tarda unos 300 años en degradarse, por el contrario las bolsas procedentes de materiales como la yuca pueden convertirse en compost en menos de 100 días, además de disolverse en pocos minutos en agua caliente, sin ningún tipo de toxicidad.
En este vídeo incluso podemos observar a Kumala bebiendo una bolsa disuelta en agua caliente:
Además de no producir residuos tóxicos, estas bolsas pueden servir de alimento a insectos y otros animales terrestres y acuáticos, sin que corran ningún riesgo.
Para poder comercializarlas, Kevin Kumala y su socio Daniel Rosenqvist han creado la empresa Avani Eco. Desde ella, producen todo tipo de envases desechables, como envases de caña de azúcar o pajitas para beber hechas a base de almidón de maíz. Todos sus productos se biodegradan de forma rápida y no dejan residuos tóxicos.
Recordemos que cada año que pasa, nuestros océanos se ahogan en una marea de plástico de la que llevan años advirtiendo las asociaciones ecologistas. En la actualidad, la suma de todos los residuos en el mar se estima en 170 millones de toneladas. Con nuestro ritmo de consumo, en el año 2050 la presencia de plástico en el mar superará a de los seres vivos que hay en él.
Bolsas de Almidón de Yuca
La yuca, una raíz abundante en Indonesia muy rica en almidón, es el material empleado para fabricar estas innovadoras bolsas ecológicas. Se obtiene así un producto biodegradable que desaparece a los 100 días y que no perjudica al medio ambiente.
“Quería demostrar que este bioplástico es tan inofensivo para los animales marinos que un humano puede beberlo. No estaba nervioso porque había pasado tests de toxicidad”, dijo para la CNN.
El precio de cada bolsa es de cinco céntimos de dólar, el doble de lo que costaría una bolsa de plástico normal, pero su aporte medioambiental tiene un valor inalcanzable. De hecho, su creador lo demuestra disolviendo una de estas bolsas en agua caliente y bebiéndosela.Ver imagen en Twitter
Kevin Kumala es de Indonesia; pasó su infancia en las paradisíacas playas de este país. Abandonó su tierra durante diez años para estudiar biología en Estados Unidos. Al regresar, descubrió como esos bellos paisajes naturales se habían convertido en gigantescos basureros de plástico.
“Cuando me iba a surfear o a bucear, esto ya no representaba un placer para mí. Encontraba plástico en cualquier lugar que visitaba en Bali. Esto se convirtió en algo muy frustrante para”, le dijo al periódico Southeast Asia Globe.
De esta manera nació Avani Eco, una empresa que produce materiales similares al plástico, pero 100% biodegradables. La idea recibió el premio Most Valued Business de Indonesia, que premia a las iniciativas más amigables con el medio ambiente en el país asiático. ¿La misión de la empresa? Luchar contra la contaminación, porque cada año 1 billón de bolsas de plástico se consumen en todo el mundo. Las bolsas ecológicas de Avani Eco podrían ser el reemplazo perfecto para mitigar esta epidemia mundial.
Sus características son:
- Están hechas 100% de material a base de biodegradable.
- Fabricadas 100% a partir de biocombustibles renovables.
- Son compostables.
- Pueden ser consumidas por animales terrestres y marinos.
- Se puede reciclar junto con papel.
- No son tóxicas ni contaminantes.
- Se disuelven en agua.
La empresa de Kevin quiere ayudar a rehabilitar la belleza natural de Indonesia, ofreciendo soluciones de envasado sostenibles y alternativas plásticas compostables a las industrias. Así, esperan poderminimizar la cantidad de plásticos consumidos y desechados en el ecosistema de Bali. Si bien la iniciativa de Kevin ha sido muy valorada en diversos escenarios, queda claro que el problema a batir es el consumo excesivo de plástico que se genera en las sociedades, pero la idea va por buen camino.
“Las instituciones están empezando a educar en las tres erres: reducir, reciclar y reutilizar. Pero crear conciencia puede tardar demasiado tiempo. Por esta razón hemos creado Avani, para poder tener un impacto rápido y efectivo”.
¡Buenas ideas para el cambio de paradigma!
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