Actualizado el jueves, 26 noviembre, 2020
Según dicen los expertos, es uno de los sistemas más complejos y variados que existen. La gran Barrera de Coral es un hábitat para gran cantidad de especies, es posible encontrar una gran cantidad de peces que se estima en 1.800 distintas especies, 125 de tiburones y más de 5.000 especies de moluscos. Además de unas 400 especies de coral. Especies en peligro de extinción, también es posible encontrar en la barrera, especies como dugongo y la gran tortuga verde.
Pero la Gran Barrera de Coral se ha visto afectada por el calentamiento global que incide sobre el planeta tierra y que aumenta cada vez más. Los corales son especies muy sensibles a los cambios de temperatura del océano. Por otra parte los efectos de la pesca indiscriminada y la contaminación han hecho que la barrera resulte dañada, disminuyendo el ecosistema que se alberga en ella. De continuar con estas acciones, la Gran Barrera de Coral continuará perdiendo peces, flora acuática, etc.
Una reciente noticia publicada por El País alerta de la grave situación que vive este organismo:
Científicos australianos alertan de que un 93% de la Gran Barrera coralina de Australia está expuesta a un fenómeno de blanqueamiento sin precedentes. A consecuencia de éste, casi la mitad de los corales que componen la cadena podrían morir. “En la parte más septentrional de la Gran Barrera, es como si diez ciclones la hubieran golpeado a la vez”, asegura el profesor Terry Hugghes, director del Centro de Estudios de la Barrera de Coral.
El blanqueamiento es un proceso que sucede cuando el agua marina se calienta y obliga a los corales a deshacerse de las pequeñas algas que los recubren. Éstas les aportan oxígeno y protección, por lo que, al quedarse sin ellas, los corales se calcifican y se vuelven blancos. El proceso es reversible hasta cierto punto, para ello sería necesario que bajasen las temperaturas. Por eso, en medio de unos de los fenómenos del Niño más fuertes que se recuerdan en dos décadas, la previsión de los científicos no es muy optimista.
La Gran Barrera de Coral australiana, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1981, es el mayor arrecife de coral del mundo. Está situado en el Mar del Coral, frente a la costa de Queensland al noreste de Australia, al sureste de Nueva Guinea occidental y al sur de Papúa Nueva Guinea. El arrecife, que se extiende sobre unos 2.600 kilómetros de longitud, puede ser distinguido desde el espacio.
Sabemos muy poco sobre la vida en los océanos
La mayoría de nosotros pasamos la vida en tierra firme. Dejando a un lado los capitanes de mar y los marineros olímpicos, pocos de nosotros pasamos mucho tiempo en aguas abiertas.
Debido a que rara vez nos aventuramos lejos de la tierra, realmente no consideramos cuánta agua hay en la Tierra: 1.300 millones de kilómetros cúbicos, para ser exactos.
El noventa y siete por ciento de toda el agua de la Tierra se encuentra en el océano. Y sin embargo, durante la mayor parte de la historia de la humanidad, lo hemos ignorado. La primera investigación real de los océanos no se organizó hasta 1872. Ese fue el año en que los británicos enviaron un antiguo buque de guerra llamado HMS Challenger para explorar los mares. Challenger y su tripulación pasaron tres años y medio atravesando los océanos del mundo. Recolectaron organismos marinos y tomaron medidas a medida que avanzaban. Su investigación culminó en un enorme informe de 50 volúmenes y una nueva área de la ciencia: la oceanografía .
Esta nueva ciencia no despegó exactamente. Las siguientes cifras de nuestra historia de la oceanografía no aparecen hasta la década de 1930.
Otis Barton y William Beebe estaban interesados en lo que podría encontrar en el fondo del océano más profundo. Para llegar tan lejos, construyeron un diminuto submarino de hierro llamado batisfera . Difícilmente era tecnología de vanguardia. No se podía dirigir ni conducir. Simplemente se dejó caer al océano al final de un cable largo.
Por muy de baja tecnología que pudiera haber sido, la batisfera permitió a Barton y Beebe establecer nuevos récords en el buceo. En 1930, establecieron un récord mundial al descender 183 metros a las profundidades del océano. Para 1934, habían utilizado la nave para bucear más de 900 metros.
Desafortunadamente, ninguno de ellos era oceanógrafos capacitados. Y la iluminación rudimentaria de la batisfera significaba que no podían ver mucho. Todo lo que pudieron informar fue que las profundidades del océano estaban llenas de cosas extrañas. Como resultado, los académicos y científicos ignoraron en gran medida sus hallazgos.
Las cosas han mejorado desde entonces, pero aún no lo suficiente. Hoy, los científicos han llegado al fondo de los océanos más profundos. Sin embargo, todavía no sabemos mucho. Tenemos mapas más detallados del planeta Marte que de los fondos marinos de la Tierra. Según una estimación, es posible que solo hayamos investigado una millonésima, o incluso una mil millonésima parte, del abismo oceánico.
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