Actualizado el miércoles, 19 julio, 2023
La multinacional agroquímica Monsanto aceptó finalmente la oferta de compra de Bayer, dando así el primer paso a la creación de la corporación que liderará el mercado de la agricultura. El anuncio oficial de la fusión ha comenzado y está completada. Los periodistas o científicos que escriben en contra de ello, están siendo censurados.
El mundo agroquímico fue testigo de un importante acontecimiento cuando la empresa alemana Bayer completó la adquisición de Monsanto, la compañía estadounidense líder en biotecnología agrícola, creando así un gigante conglomerado con una presencia significativa en el mercado agrícola mundial.
El proceso de adquisición fue un tema candente en los negocios internacionales y generó un intenso debate entre expertos, legisladores y defensores del medio ambiente debido a las implicaciones que suponía para la industria agrícola y la seguridad alimentaria.
Con esta fusión, la compañía resultante se posicionó como uno de los principales actores en la producción y comercialización de semillas genéticamente modificadas y productos agroquímicos, incluido el controvertido herbicida glifosato, comercializado bajo la marca Roundup.
La nueva entidad combinada tiene un poder descomunal en el mercado global y se estima que controla una parte significativa de la oferta de semillas y pesticidas. Esto ha planteado preocupaciones sobre su capacidad para influir en la producción de alimentos a nivel mundial, así como su posición en la toma de decisiones regulatorias y políticas relacionadas con la agricultura y la biotecnología.
Entre las principales preocupaciones asociadas a esta fusión se encuentran:
- Monopolización del mercado: La unión de dos gigantes de la industria ha suscitado temores de una mayor concentración de poder en manos de una sola empresa, lo que podría afectar negativamente a la competencia y a los agricultores más pequeños.
- Impacto ambiental y en la salud: Monsanto ha estado involucrada en controversias relacionadas con el glifosato y otros productos químicos utilizados en la agricultura, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre su impacto en el medio ambiente y la salud humana.
- Control de semillas: Con la fusión, la nueva entidad podría tener un control significativo sobre la producción y distribución de semillas genéticamente modificadas, lo que ha generado preocupaciones sobre la diversidad genética y la dependencia de los agricultores respecto a estas semillas.
Es importante destacar que la creación de este gigante agroquímico ha sido objeto de escrutinio y vigilancia por parte de los reguladores y autoridades competentes en diferentes países y regiones.
Los críticos de la adquisición han instado a una mayor supervisión y regulación para garantizar que los intereses de los agricultores, el medio ambiente y la salud pública sean protegidos adecuadamente. Al mismo tiempo, los defensores de la fusión argumentan que la combinación de recursos y tecnologías podría conducir a avances significativos en la agricultura y la seguridad alimentaria global.
En cualquier caso, esta noticia ha generado un debate sustancial en la esfera pública y subraya la importancia de seguir de cerca los desarrollos en la industria agroquímica para entender plenamente sus implicaciones en la sociedad y el medio ambiente. Como periodistas, es fundamental mantener un enfoque riguroso y basado en la verificación de datos para informar de manera objetiva y precisa sobre estos temas complejos y de gran relevancia para la sociedad.
☣ ACTUALIZACIÓN JUNIO 2019
Hoy sabemos que un juez de EE UU condena a Monsanto a pagar 2.000 millones de dólares a una pareja enferma de cáncer, justo un día después de que Bayer pida, además, perdón por el espionaje de Monsanto a personalidades francesas.
El gigante agroquímico encargó una investigación a figuras públicas para conocer su postura sobre un polémico herbicida y además recopiló sus datos personales 😱😱😱
La Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo en 2015 que “probablemente” era cancerígeno. Una herramienta clave de los miles de demandantes. En este caso en particular, los abogados de la compañía, además de respaldarse en documentos científicos, destacaron los antecedentes familiares de los Pilliod que también han padecido cáncer y enfermedades autoinmunes que, según su argumento, aumentaban el riesgo de que la pareja desarrollara un linfoma no-Hodgkins.
A finales de marzo, Monsanto fue declarada culpable de negligencia en California y condenada a pagar más de 80 millones de dólares (unos 71 millones de euros) a un jubilado estadounidense que sufre un cáncer atribuido al Roundup, el polémico herbicida del grupo, que contiene glifosato. Para el jurado, la empresa no hizo lo suficiente para advertir a los usuarios del riesgo potencialmente cancerígeno de su producto.
La justicia europea obliga a desclasificar informes sobre la peligrosidad del glifosato. El tribunal dice que el derecho a conocer sus efectos prima sobre el interés comercial.
El glifosato, un producto químico utilizado en los plaguicidas, es legal, y fue declarado como no cancerígeno por la EFSA, pero la sospecha sigue acompañándole. En 2015, el grupo de investigación sobre cáncer de la Organización Mundial de la Salud alertó de sus probables efectos cancerígenos, pero tanto la Comisión Europea como los Estados miembros se mostraron contrarios a prohibirlo, aunque sin unanimidad. La Unión Europea extendió a finales de 2017 su licencia durante otros cinco años con el apoyo de 18 socios comunitarios, nueve votos en contra —entre ellos Francia— y una abstención
Más de la mitad de las frutas y verduras que entran al Mercado Central tienen residuos de venenos. Estos son datos oficiales. Los mismos que muestran que el 85% de las manzanas revelaron presencia de 22 tipos de insecticidas, fungicidas y acaricidas. El 76,6% de las muestras de frutilla mostró restos de 17 plaguicidas. De un total de 27 frutas, verduras y producciones similares relevadas, solo cuatro variedades dieron cero en contaminación: cebolla, batata, yerba mate y almendras.
El asunto es de terror. Sobre todo porque hay una cantidad enorme de comercios que venden frutas y verduras que jamás pasaron ningún filtro del Mercado Central. Vienen «frescas» de quintas e invernaderos con todo su veneno a cuestas, directo a la mesa de todos.
¿Se puede sacar el veneno de las frutas y verduras con un buen lavado? NO. En algunos casos se puede disminuir pero imaginen que si los productos fueran lavables se irían con la lluvia.
Sí se pueden pelar ciertos alimentos y no utilizar cáscaras para nada (ni mate, ni dulces, ni tortas, ni conservas).
Pero lo que debería ocurrir es que se inicie un programa de concientización sobre el uso de venenos con los productores en el campo, que se genere un sistema de vigilancia oficial estricto en las huertas (una vez que llegó al mercado es tarde) y que se brinde un plan de apoyo técnico de reconversión a la agroecología. En el INTA hay pero están desfinanciados y tienen muy poca difusión.
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De Monsanto, productora de semillas y productos para la agricultura, conocíamos el peligroso el problema de la fabricación de PCB (comercializado en Francia como Pyraléne) y Glifosfato, recogida en un documental que denunciaba la contaminación provocada por la fábrica causó y continúa causando víctimas, mayoritariamente en la población negra más pobre, elevando la tasa de diversos tipos de cáncer. Y no es el único escándalo en el que se ha visto envuelto. Pero a Monsanto le ha salido un admirador: Bayer.
Después de muchos años de denuncias por parte de movimientos campesinos y ecologistas y centros de investigación independientes, el herbicida estrella de Monsanto y el más vendido en el mundo, el glifosato (principio activo de la marca comercial Roundup), a pesar de los lobbies de la agroindustria, ha sido recalificado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como posible cancerígeno.
Pero Monsanto no sólo es conocido por sus polémicas, también por ser muy rentable. Quizás por ello, las polémicas y los problemas de salud que causa no han sido impedimento para que el grupo químico y farmacéutico Bayer haya ofrecido 62.000 millones de dólares en efectivo según reveló la compañía alemana a la Comisión Nacional del Mercado de valores (CNMV), por la totalidad del capital de la estadounidense Monsanto.
Tal y como ETC advirtió por primera vez en mayo del año pasado y de nuevo en febrero de este año, las dos fusiones en puerta entre los Seis Gigantes de los negocios agrícolas harían inevitable una tercera asociación. El objetivo de Bayer es convertirse en una compañía líder en el sector agrícola según explica la propia empresa alemana que considera que la operación ofrece una oportunidad para lograr una posición dominante en negocios como el de las semillas y productos fitosanitarios.
Soberanía Alimentaria frente al negocio de las semillas
Expertos denunciaron el efecto del glifosato en los pueblos fumigados y el riesgo de que los países se sume al Acuerdo Transpacífico (la transparencia del TiSA es aún peor que la del TTIP), dando a las empresas beneficios de las patentes. Las manifestaciones políticas y populares, así como los debates en los medios de comunicación nacionales y con los legisladores de cada país, podrían asestar a los Gigantes Genéticos un golpe que impida estas fusiones. El fondo de la lucha no es evitar las fusiones, sino principalmente avanzar en el camino a terminar con el complejo industrial químico y de patentes de semillas. La mayor integración de la industria hace que la lucha por la soberanía alimentaria resulte mucho más complicada y nos alejemos del respeto a ese derecho.
La Ley de Obtentores de Vegetales, conocida como la Ley Monsanto, que obliga a pagar por el uso de semillas transgénicas, amenaza la soberanía alimenticia en muchos países. La Ley Monsanto, que establece pagos por la propiedad intelectual de las semillas transgénicas, deja sin protección, según los activistas, a los pequeños agricultores, ya que las semillas patentadas por grandes transnacionales y corporaciones privadas estarán gravadas con un precio en el que ellos no tendrán influencia.
La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos, de sus Países o Uniones de Estados a definir su política agraria y alimentaria sin el ‘dumping’; esto es, sin el control, prácticas monopolísticas y el acaparamiento económico que ejercen en el mercado empresas multimillonarias transnacionales frente a países terceros. El concepto fue desarrollado por Vía Campesina y llevado al debate público en la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996.
Los partidarios del concepto de soberanía alimentaria plantean un marco para la gobernanza de las políticas agrícolas y alimentarias que incorpora una amplia serie de temas, tales como la reforma agraria, el control del territorio, los mercados locales, la biodiversidad, la autonomía, la cooperación, la deuda, la salud, y otros relacionados con la capacidad de producir alimentos localmente.
Abarca políticas referidas no sólo a localizar el control de la producción y de los mercados, sino también a promover el Derecho a la alimentación, el acceso y el control de los pueblos a la tierra, agua, y recursos genéticos, y a la promoción de un uso ambientalmente sostenible de la producción.