Actualizado el viernes, 11 septiembre, 2020
En 2020 surgió un fenómeno extraordinario que dejó a la comunidad científica totalmente descolocada. Se detectaba un agujero de enormes dimensiones en la capa de ozono en el Polo Norte (Ártico) e incluso algunos foros más alarmistas intentaban justificarlo por la aparición de objetos voladores no identificados como los que está confirmando la NASA. Pero la explicación científica no es esta.
A finales de marzo surgió un fenómeno extraordinario que dejó a la comunidad científica totalmente descolocada. Se detectaba un agujero de enormes dimensiones en la capa de ozono en el Polo Norte (Ártico).
A principios de abril la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) confirmó su existencia empleando datos del satélite Sentinel-5P de Copernicus. Aunque, no era un fenómeno aislado porque ya se habían producido ‘miniagujeros’ sobre el polo norte en otras ocasiones, si era inédito su tamaño (un millón de kilómetros cuadrados) y su duración.
La principal teoría que explica su formación pasa por unas condiciones atmosféricas poco habituales. Según los científicos, unas temperaturas inusualmente gélidas en la estratosfera han hecho que se desplomen los niveles y se abra este agujero en la capa de ozono.
El Ártico experimento un aumento de las temperaturas esa semana, con hasta 20º C por encima de las temperaturas normales para esta época del año.
Según el equipo del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de la red europea Copernicus, el agujero no volverá a formarse, a pesar de que está previsto que el ‘vórtice polar’ vuelva a reforzarse.
Fuente:
En una crónica publicad el 27 de marzo en la página en internet de la revista Nature , Alexandra Witze indicaba, mencionando a diversos expertos, que el gran agujero en la capa de ozono detectado ahora es “probablemente” el más grande conocido hasta la fecha en el Ártico”.