Actualizado el sábado, 30 noviembre, 2019
Desde hace años tanto mi abuelo como mi padre me han enseñado y recordado que lo importante no es que se llenen los pantanos (esenciales para el consumo de agua humano), sino los acuíferos, manantiales, veneros o minas de agua (esenciales para la flora y fauna de un territorio).
Y el problema no es solo que estos últimos están desapareciendo, sino también que los estamos contaminando. Las cifras oficiales son desoladoras: uno de cada cuatro acuíferos españoles está contaminado.
Estas reservas de agua son venas de agua que corren bajo tierra. Existen numerosas zonas de acuíferos, donde es fácil encontrar pozos de agua y donde, por supuesto, no se permiten ciertas edificaciones como los cementerios. Un sistema que previene que la descomposición de la materia pueda filtrarse y contaminar las corrientes subterráneas.
Los acuíferos son reservas de agua subterráneas clave en el desarrollo sostenible del planeta.
Pero el problema de la contaminación no la tienen los difuntos, sino los vivos. Por ejemplo, en Huelva el agua subterránea va cargada de metales pesados de la industria minera, en Barcelona hay droga y en Huesca, lindano. Para que os hagáis una idea: el lindano es un pesticida altamente tóxico que se estuvo produciendo durante más de 14 años en una empresa de Sabiñánigo (Huesca), generando una alta cantidad de residuos que se fue acumulando en los vertederos de los alrededores «sin ningún tipo de control».
Otro de los problemas más graves que lleva a la contaminación de los acuíferos españoles son los nitratos y pesticidas de la agricultura, según datos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Pero, como siempre, si no se ve no importa. Nuestro gobierno solo se preocupa del agua superficial, lo que nos está causando muchos problemas, tanto en el presente como en el futuro.
Los embalses no son la solución a la sequía
Llevamos años planteando los embalses como la solución mágica a las épocas sequía, pero eso no es del todo así: al que más le beneficia esta idea es, sin duda, a las constructoras. Los que realmente pueden parar la sequía son los acuíferos; son el pulmón pero no dejamos de esquilmarlos y destrozarlos.
A las incontables concesiones otorgadas, en la actualidad se suma que las perforaciones ilegales no cesan. Las empresas y las personas excavan sin ningún permiso, por lo que se desconoce el número de pozos ilícitos como en Los Arenales. De hecho, las asociaciones ecologistas calculan que en España los pozos ilegales rondan el millón.
Los embalses solo benefician a las constructoras, pero no son la clave para sobrevivir a las sequías. Las aguas subterráneas son las que deberían llevarse toda nuestra atención.
España es el país de Europa con más embalses (alrededor de 1300). Pero no sirven de nada, tan solo basta que no llueva en tres meses y ya se encuentran en niveles críticos. Seguimos anclados en una mentalidad de los años 50, cuando tener embalses era sinónimo de desarrollo.
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