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La vida no es un juego de azar. No es un casino donde invertir tus días. Es una obra de arte para contemplar y crear. Siente, ama, crea.

Las primeras inversiones de Buffett (por Brett Gardner)

Merece ser compartido:

¿Qué hizo que un joven inversor llamado Warren Buffett se convirtiera en una leyenda de las finanzas? Buffett’s Early Investments (2024) nos invita a viajar en el tiempo y explorar sus primeras y más decisivas inversiones. No se trata solo de números, sino de las decisiones inteligentes, arriesgadas —y a veces fallidas— que forjaron al “Oráculo de Omaha”.

¿Te acuerdas cuando, en 2016, Buffett anunció que había invertido mil millones de dólares en Apple? A pesar de que la compañía estaba en declive, sus acciones se dispararon al día siguiente. Lo que empezó como un pequeño movimiento se convirtió, años después, en una apuesta de más de 150 mil millones de dólares. Un golpe maestro. Pero lo más interesante es lo que ocurrió mucho antes de que cualquier palabra suya pudiera sacudir los mercados.

Este libro se sumerge en cinco de sus primeras inversiones, revelando cómo analizaba, decidía y —sobre todo— aprendía. No siempre acertó, pero incluso de los errores sacó valiosas lecciones que le ayudaron a convertirse en una referencia mundial en inversión.

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¿Qué papel desempeñó la investigación práctica en las decisiones de inversión de Buffett?

Buffett’s Early Investments no solo retrata a un joven ambicioso con buen ojo para los negocios, sino que nos permite entender cómo desarrolló su método. Antes de que su nombre moviera mercados, Buffett ya estaba forjando una forma de invertir basada en el análisis profundo, la paciencia y la capacidad de aprender del error. Si quieres aprender cómo piensa uno de los mejores inversores de todos los tiempos, este es un gran punto de partida.

1. ¿Qué motivó a Warren Buffett a invertir en empresas en declive como Greif Bros.?

Buffett identificaba oportunidades en empresas subvaloradas que cotizaban por debajo de su valor en libros. En el caso de Greif Bros., a pesar de estar en una industria en declive, sus activos tangibles superaban con creces su capitalización bursátil, lo que ofrecía una inversión con bajo riesgo y alto potencial de retorno.​

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1. ¿Qué motivó a Warren Buffett a invertir en empresas en declive como Greif Bros.?

2. ¿Qué es una inversión tipo «colilla de puro» según Buffett?

Es una estrategia donde se adquieren acciones de empresas muy baratas, que pueden ofrecer una última «calada» o ganancia antes de extinguirse. Aunque estas empresas no tienen un futuro brillante, pueden proporcionar beneficios a corto plazo si se compran a precios suficientemente bajos.​


3. ¿Cómo influyó el escándalo del aceite de ensalada en la inversión de Buffett en American Express?

A pesar del escándalo, Buffett observó que la confianza del público en American Express no se había erosionado significativamente. Realizó investigaciones de campo y notó que los consumidores seguían utilizando sus productos, lo que le llevó a invertir fuertemente en la compañía.​


4. ¿Por qué Buffett vendió sus acciones de Disney y luego se arrepintió?

Buffett compró acciones de Disney cuando estaban subvaloradas, pero las vendió al poco tiempo obteniendo una ganancia modesta. Con el tiempo, las acciones de Disney aumentaron significativamente de valor, y Buffett reconoció que su venta prematura fue un error.​


5. ¿Qué papel jugó Benjamin Graham en las primeras inversiones de Buffett?

Graham, mentor de Buffett, le enseñó los principios del «value investing». Buffett aplicó estos principios en sus primeras inversiones, buscando empresas con sólidos fundamentos y precios por debajo de su valor intrínseco.​


6. ¿Cuál fue la estrategia de Buffett al invertir en la Philadelphia and Reading Coal and Iron Company?

Buffett identificó activos ocultos y subvalorados en la empresa, como los «culm banks». Además, confió en la capacidad de su mentor, Ben Graham, para reestructurar la compañía y convertirla en una entidad rentable.​


7. ¿Cómo abordó Buffett la inversión en BC Power durante una disputa legal?

Buffett evaluó que el riesgo era limitado y que la empresa tenía activos suficientes para cubrir sus pasivos. Apostó por una resolución favorable del litigio y una posterior liquidación que beneficiaría a los accionistas.​


8. ¿Qué lecciones extrajo Buffett de sus primeras inversiones?

Aprendió la importancia de la investigación profunda, la paciencia y la evaluación de factores cualitativos como la reputación y la gestión de la empresa, además de los números financieros.​


9. ¿Cómo evolucionó la estrategia de inversión de Buffett con el tiempo?

Inicialmente se centraba en empresas subvaloradas, pero con el tiempo comenzó a buscar compañías con ventajas competitivas duraderas, buena gestión y perspectivas de crecimiento a largo plazo.​


10. ¿Qué enseñanzas ofrece el libro Buffett’s Early Investments de Brett Gardner?

El libro proporciona un análisis detallado de las primeras inversiones de Buffett, destacando cómo su enfoque meticuloso y su capacidad para ver más allá de los números le permitieron identificar oportunidades que otros pasaban por alto.​

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La apuesta de Buffett por los barriles de madera

En los años 1900, Greif Bros. se presentaba con orgullo como “la mayor fábrica de tonelería del mundo”. ¿Tonelería? Sí, hablamos de la fabricación de barriles de madera, una industria que, con toda franqueza, no es precisamente de las más vibrantes del siglo XXI. Pero incluso en 1951, cuando el joven Warren Buffett —de tan solo 21 años— propuso a la firma de inversiones de su padre comprar acciones de Greif Bros., el sector ya mostraba señales de declive.

Entonces, ¿qué vio Buffett en una empresa aparentemente pasada de moda? Una oportunidad net-net de libro.

Una inversión net-net ocurre cuando una empresa cotiza por debajo del valor de sus activos líquidos netos —es decir, lo que quedaría si vendieras todos sus activos líquidos y pagaras sus deudas. Buffett llamaba a estas inversiones “colillas de puro”: puede que solo quede una calada… pero esa calada es gratis.

Greif Bros. encajaba perfectamente en ese perfil. Su valor en libros, sin contar activos intangibles, era muy superior al precio de sus acciones. Vendida a 18,25 $, sus activos netos valían más de 20 $ por acción, y su valor tangible llegaba a 39,60 $. Además, contaba con 239 fábricas y buena parte de su inventario era madera, un recurso con valor relativamente estable. Usaban un sistema contable (LIFO) que subestimaba el valor del inventario, por lo que la empresa valía aún más de lo que los números decían.

Para Buffett, esa inversión ofrecía una protección contra pérdidas bastante sólida: incluso si la empresa se liquidaba, los inversores podrían recuperar más de lo que habían pagado.

¿Y el giro inesperado? Greif Bros. no solo no desapareció, sino que evolucionó y sigue existiendo hoy bajo el nombre de Greif Inc., una compañía líder en soluciones de embalaje industrial, con una capitalización de mercado de 3.400 millones de dólares en 2023.

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La historia de Buffett con Greif Bros. muestra cómo, incluso desde muy joven, aplicaba una lógica de inversión basada en hechos y no en modas. Donde otros veían una empresa vieja y en declive, él vio activos subvalorados y una oportunidad con poco riesgo. Esta apuesta anticipó su habilidad para detectar compañías con potencial oculto, capaces de adaptarse y prosperar con el tiempo.

Barriles de carbón, calzoncillos y el arte de apostar fuerte: las jugadas maestras de un joven Buffett

En 1952, la Philadelphia and Reading Coal and Iron Company (P&R) parecía estar respirando con ayuda. Nacida en el siglo XIX como una empresa ferroviaria, y luego reconvertida en una compañía de carbón, había vivido tiempos mejores. Años atrás, su integración vertical —minar el carbón y luego transportarlo— era un modelo exitoso, hasta que las leyes antimonopolio la obligaron a dividirse en 1915. Y a partir de ahí, cuesta abajo: el declive del carbón de antracita, la competencia del petróleo y el gas, la Gran Depresión… incluso una bancarrota en 1937. Aunque resurgió en 1945, su futuro no pintaba brillante.

Entonces aparece en escena un joven Warren Buffett, que a los 22 años empezó a comprar acciones de P&R a 19 $. Y cuando cayeron a 9 $, no solo no se asustó… ¡invirtió aún más! Llegó a meter 35.000 $ de su bolsillo, la mayor inversión personal que había hecho hasta ese momento.

¿Qué vio Buffett que otros no vieron? Mientras la mayoría se centraba en las pérdidas en el estado de resultados, él puso el foco en el balance: había inventario valioso y, además, algo fuera de los números oficiales: los culm banks, desechos de mina que aún podían usarse como combustible. Buffett calculó que solo eso valía unos 8 $ por acción. Para él, las acciones valían al menos 17 $. Comprarlas por 9 era una ganga.

Pero esta no era solo otra típica inversión tipo colilla de puro. Había algo más: su mentor, Ben Graham, trabajaba en la misma empresa que Buffett y formaba parte del consejo de administración de P&R. Graham y su fondo, Graham-Newman, tomaron el control, renombraron la compañía y comenzaron a vender activos mineros para comprar negocios rentables. El primero: Union Underwear, fabricante de Fruit of the Loom. Después llegaron más adquisiciones. Gracias a las pérdidas fiscales acumuladas de la antigua minera, pudieron proteger los beneficios de los nuevos negocios de pagar impuestos. Un movimiento maestro.

Las acciones que Buffett compró por menos de 20 $ llegaron a valer más de 65. Pero aún más importante fue la lección: no basta con comprar barato, a veces también hay que implicarse en la estrategia del negocio.

Y entonces llegó 1962. Mientras los manuales recomendaban diversificar, Buffett decidió hacer todo lo contrario: concentrar. Apostó fuerte por una compañía canadiense, BC Power, cuyo principal activo había sido expropiado por el gobierno de Columbia Británica. Muchos huyeron. Buffett compró. Analizó bien la jugada: la empresa estaba en proceso de liquidación, el gobierno ya había pagado una parte y aún se esperaba una compensación mayor.

¿El riesgo? Bajo. ¿El potencial? Alto. Compró muchas acciones, hasta representar más del 11 % de las inversiones de su fondo. Y acertó. En 1963, un tribunal ordenó al gobierno pagar 20 millones de dólares canadienses adicionales. Las acciones se dispararon y Buffett salió ganando. Mientras el mercado general caía un 1 %, sus inversiones workout (restructuraciones) subieron un 14,6 %.

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Estas tres historias reflejan el instinto precoz de Buffett: mirar más allá del ruido, buscar valor real, y no temer al riesgo cuando el análisis le respaldaba. Aprendió que los balances dicen mucho más que los titulares, que a veces hay que mojarse para cambiar el rumbo de una empresa, y que, si la oportunidad es clara, concentrar puede ser más inteligente que diversificar. Mucho antes de convertirse en leyenda, Buffett ya invertía con cabeza fría y visión a largo plazo.

Buffett y la ensalada con trampa: cómo la confianza venció al escándalo

En 1958, American Express dio un paso audaz: lanzó la primera tarjeta de crédito de plástico del mundo. Hasta entonces era conocida por sus cheques de viaje, pero este nuevo producto fue un bombazo. La demanda creció tan rápido que la empresa tuvo que adaptarse sobre la marcha. Cobros, gestión del crédito… todo era más complicado de lo previsto. Aun así, para 1962 ya estaban en números verdes y con ingresos creciendo un 11 % anual. Todo pintaba bien.

Hasta que llegó el escándalo del aceite de ensalada.

La compañía Allied Crude Vegetable Oil montó un fraude a gran escala. ¿Cómo? Usaron tanques llenos de agua con una fina capa de aceite por encima y convencieron a bancos de que estaban llenos de valioso aceite vegetal. ¿Y quién certificó esos depósitos inexistentes? Una filial de American Express. Cuando todo salió a la luz, American Express quedó en el centro de la tormenta.

El mercado entró en pánico. Las acciones se desplomaron y los analistas temían que la empresa tuviera que asumir hasta 135 millones de dólares en pérdidas. Con el tiempo, esa cifra se redujo —entre 10 y 35 millones— pero el daño ya estaba hecho.

¿Y qué hizo Warren Buffett? En lugar de dejarse llevar por el miedo, decidió investigar por su cuenta. No se fijó solo en los números, sino en algo más difícil de cuantificar: la confianza. American Express no vendía solo servicios financieros, vendía reputación. Era sinónimo de seguridad y credibilidad. La gran pregunta era: ¿seguía la gente confiando en American Express?

Buffett hizo trabajo de campo. Habló con camareros, clientes, empleados de bancos… y se dio cuenta de que el escándalo no había calado en la percepción del público. Los datos lo confirmaban: las ventas de cheques de viaje subieron un 28 % ese año, y el uso de la tarjeta creció un 44 % en diciembre.

Convencido, empezó a comprar acciones a 40 dólares. Compró 70.000, y siguió sumando hasta hacerse con el 5 % de la compañía en 1964. El resultado: 15 millones de dólares de beneficio, lo que representó un tercio de las ganancias de su fondo entre 1964 y 1967.

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El caso de American Express muestra una de las claves del éxito de Buffett: mirar donde otros no miran. Mientras el mercado se centraba en el escándalo, él apostó por el valor invisible pero real de la confianza del consumidor. Analizó la situación en profundidad, observó el comportamiento del público y tomó decisiones basadas en hechos, no en titulares. Una vez más, su visión a largo plazo y su enfoque poco convencional dieron sus frutos.

Buffett, Mary Poppins y una inversión «prácticamente perfecta en todo sentido»

En 1966, Warren Buffett hizo una de sus jugadas más memorables (y con nombre digno de musical): compró el 5 % de las acciones de Walt Disney Productions. Era el momento perfecto: Mary Poppins acababa de triunfar en todo el mundo y Disney vivía una auténtica época dorada. Y sin embargo… la compañía estaba valorada en apenas 80 millones de dólares. Un precio ridículamente bajo.

¿Por qué el mercado no lo veía? Para muchos inversores, los estudios de cine eran demasiado impredecibles: un éxito hoy podía ser seguido por una cadena de fracasos. Además, el propio Walt Disney aún dirigía la empresa, y aunque era un genio creativo, se le acusaba de anteponer la magia al beneficio económico. Eso generaba cierta desconfianza.

Pero Buffett, como de costumbre, fue más allá de las apariencias. Vio lo que otros no: una marca inigualable en entretenimiento familiar, un modelo pionero en monetizar personajes a través de merchandising y una diversificación inteligente con la creación de Disneyland en 1955.

Como siempre, hizo su propia investigación. Fue al cine a ver Mary Poppins en Nueva York. No vio solo una película: vio una fuente inagotable de ingresos. Cada año, nuevas generaciones caerían rendidas a sus encantos. Luego visitó los estudios Disney en Burbank y recibió un tour personal de Walt Disney. Cuando supo que solo la atracción de Piratas del Caribe estaba valorada en 17 millones, lo tuvo claro: ¡la empresa entera se vendía por apenas cinco veces el valor de sus atracciones! El resto —los personajes, las películas, la marca— salía prácticamente gratis.

Así que invirtió 4 millones de dólares por el 5 % de la empresa. Pero aquí viene el giro inesperado: al año siguiente vendió sus acciones… y se arrepintió profundamente. Las compró a 0,31 $ por acción y las vendió a 0,48 $, pero en 1995 esas mismas acciones ya valían 66 $ cada una.

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La inversión en Disney refleja el talento de Buffett para detectar valor real donde otros solo veían riesgos. Vio el potencial de una marca poderosa, de activos poco valorados y de un modelo de negocio que iba más allá del cine. Aunque se equivocó al vender demasiado pronto, la historia demuestra algo aún más importante: incluso las mejores oportunidades pueden pasar desapercibidas si uno se deja llevar por el miedo o la visión a corto plazo. Buffett no solo vio el valor de Disney, lo sintió… como un niño en Disneylandia.


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