Actualizado el martes, 20 agosto, 2024
Todos tenemos nuestras propias ideas de qué es la felicidad y cómo lograrla. Pero, lamentablemente, muchas de estas ideas se basan en mentiras que nos ha contado la sociedad o nuestra propia mente. Desde creer que el dinero puede comprarnos la felicidad hasta pensar que si trabajamos lo suficiente, todo estará bien: estas mentiras pueden impedir que encontremos la verdadera alegría y satisfacción en la vida. En este artículo, exploraremos algunas de las mentiras más comunes sobre la felicidad y por qué no son ciertas.
Los medios de comunicación no dejan de repetirnos a diario que cada uno de nosotros somos únicos, que somos especiales y que cada decisión que tomemos en nuestra vida va a determinar lo que somos. Esta forma de entender la vida nos lleva a que la queramos aprovechar al máximo y, sobre todo, a que hagamos solo y exclusivamente aquello que nos hace felices (o que nos acerca a la felicidad).
Mentiras de la felicidad
Pero, ¿qué pasa si no lo conseguimos?
“Dime de qué presumes y te diré de qué careces” podría ser una de esas frases que nos ayuden a identificar que si estás todo el día hablando de la felicidad, quizás tengas una carencia de ella.
¿Qué sucede si la vida no es como nos la habían pintado? Vivimos con la presión de solo aceptar aquello que nos hace felices y no estamos preparados para el fracaso. Estas situaciones nos llevan a estados de ansiedad e, incluso, a la depresión por pensar que jamás podremos alcanzar esa felicidad total.
Con esta forma de entender la vida se ha creado una generación narcisista que carece de autocrítica en la que no hay cabida para la imperfección. Para soportarlo solemos mentirnos. Mentimos sobre lo que somos, sobre lo que tenemos e incluso sobre aquello que jamás haremos. Se nos ha olvidado que la vida no es un camino en línea recta, sino que hay montañas que escalar, curvas que sortear y no atajos para llegar al punto final.
Abre los ojos: no somos perfectos y probablemente nunca lo seremos. Lo más importante es que no nos pasemos la vida intentando serlo.
Nada, ni nadie, es perfecto. La felicidad no consigue en lograr la perfección
1. «Si tuviera más tiempo para hacer lo que quiero…»
Si quieres hacer algo, hazlo ya. No dejes que tus expectativas te cieguen y haz lo que amas. Debes eliminar de tu cabeza la expresión «el tiempo es dinero». Quizás cuando eras adolescente perdiste mucho tiempo dejando de lado grandes oportunidades, pero que tus decisiones pasadas no te impidan ser feliz en el presente. Si tienes algo de tiempo libre inviertelo en aquello que ames y no en intentar ganar más dinero. Busca tu inspiración, como hizo Iñigo Sáenz.
2. «Tengo miedo a lo que los demás piensen de mis decisiones»
Nos fijamos demasiado en las apariencias, pero ¿por qué nos importa tanto la opinión que los demás tienen de nosotros? Sin darnos cuenta somos esclavos de las expectativas que los demás ponen en nosotros. Aunque creas que eres fuerte y que no te influyen, a veces hasta tu propia familia toma decisiones por ti.
¿Cuántos amigos conoces que han estudiado una carrera por la presión de sus padres? ¿Cuántos siguen con su pareja porque es lo que los demás esperan? Sé fiel a ti mismo, a tus convicciones y a tu intuición. Pierde el miedo al fracaso y recuerda que, a veces, las cosas más simples son las piedras que no nos dejan caminar hacia delante.
3. Si tuviera más … sí que sería feliz
Supera el miedo al fracaso y deja de darle tanta relevancia a lo que los demás piensen de ti
Nos pasamos la vida programando el siguiente paso, lo que vamos a hacer después. Acabar la primaria; después, ir al instituto; luego, sacarte una carrera e independizarte. Después, encontrar el trabajo que queremos, viajar tanto como soñamos, casarnos o tener hijos… Pero, ¿cuándo llegaremos a nuestro punto máximo de felicidad? El problema radica en que ese punto no existe. Por ello, debemos eliminar esta posibilidad de nuestra cabeza y empezar a ver la felicidad en el camino, no en las metas.
4. «Cuando encuentre a ‘esa persona’ seré feliz»
Desde que somos pequeños iniciamos la búsqueda del amor perfecto y, aunque muchos crean que es producto de la educación y la televisión, se trata de algo mucho más complejo. Está claro que el amor te puede hacer feliz, pero no es la clave de la felicidad (ni mucho menos). La felicidad debe de surgir de uno mismo y no del estado que sentimos cuando estamos con alguien.
Afronta estas mentiras y busca la felicidad en las pequeñas cosas de la vida, en tu día a día.
El dinero puede comprar la felicidad, pero solo hasta cierto punto
¿Recuerda ese viejo dicho, el dinero no puede comprar la felicidad? Bueno, estudio psicológico tras estudio psicológico ha demostrado que es falso. Después de todo, el dinero puede comprar comodidad y seguridad, cubrir las necesidades fundamentales y proporcionar placeres y lujos. En términos generales, cuanto más riqueza tiene una persona, más altos niveles de felicidad es probable que informe.
Pero también puede haber una pizca de verdad en el viejo dicho.
Las personas que no tienen mucho dinero experimentan un marcado aumento de la felicidad cuando adquieren más. Pero esta felicidad tiene rendimientos decrecientes. Cuando alguien tiene mucho dinero, adquirir aún más lo hará feliz, pero no por mucho y no por mucho tiempo. Cuanto más rico es alguien, más rápidamente se adapta a tener más dinero.
Entonces, cuando se trata de felicidad, la comodidad material sí juega un papel. Pero no es todo lo que a veces pensamos que es. Y ser ahorrativo podría ser bueno para tu felicidad.
Usemos el ejemplo de comprar una casa. Puede obtener muchas emociones positivas al realizar una compra. Y las compras no son más grandes que una casa lujosa con un jardín extenso. Pero la mente supera rápidamente el placer de la compra. Pronto, incluso estará acostumbrado a la experiencia positiva de vivir en una casa lujosa.
Si bien nos adaptamos a las experiencias positivas rápidamente, las experiencias negativas pueden tardar más en recuperarse. Y pagar la alta hipoteca adjunta a esa casa de lujo es una experiencia negativa que probablemente causará estrés y tensión a intervalos mensuales, años después de que el placer de la casa en sí haya disminuido.
Pero hay una salida. Digamos que vende su casa grande y compra una casa más modesta. Te enfrentarás a menos infelicidad y estrés día a día, incluso si no tienes la prisa a corto plazo de hacer una compra extravagante. Además, ha reducido su experiencia negativa en general. Un estudio de 1997 muestra que disminuir una experiencia negativa puede generar de tres a cinco veces más felicidad que simplemente crear una experiencia positiva. Pagar su tarjeta de crédito, por ejemplo, lo hará al menos tres veces más feliz que cargarle un televisor nuevo.
Entonces sí, el dinero es un componente importante de la felicidad. Pero tampoco puedes comprar completamente tu camino hacia la felicidad.
Las matemáticas detrás de los ratios positivos estaban equivocadas. Pero no menos equivocada es la distinción teórica y funcional que los psicólogos positivos establecen entre emociones positivas y negativas. Lejos de ser válida y firme, como afirma Fredrickson, tal distinción adolece de multitud de problemas que bien vale la pena señalar. Por un lado, el marco general de las emociones defendido por los psicólogos positivos es muy reduccionista. Las emociones son más bien experiencias complejas que engloban fenómenos numerosos y muy diversos, y cuyas relaciones entre estos fenómenos son imperfectas y difíciles de limitar. Esto incluye desde las sensaciones (percepciones corporales y sensoriales, por definición muy variables), las apreciaciones subjetivas (conciencia y evaluación del individuo) y los comportamientos interpersonales (que incluyen patrones de comunicación y de expresión de las emociones) hasta los significados históricos y culturales (connotaciones, valores y relatos compartidos) y las estructuras sociales (normas, guiones y modelos sociales de comportamiento).
[*] Extracto de “Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas.” Edgar Cabanas y Eva Illouz, 2019.
La psicología positiva, en cambio, se adhiere a una aproximación que entiende las emociones como inherentes, es decir, como un conjunto de estados psicológicos fijos, naturales y perfectamente delimitables. Esta aproximación, al tiempo asocial y ahistórica, pasa por alto la verdadera densidad y complejidad de las emociones, tal y como otras aproximaciones de corte histórico, psicológico o social han defendido.
En relación con esto, la psicología positiva se niega a comprender que las emociones son propiedades de los grupos, de las comunidades y de las sociedades tanto o más que de los individuos. Esto es así porque las emociones no solo se gestan y cumplen un papel fundamental e interpersonal en la comunicación, la identificación o el apego, sino porque las emociones están saturadas de significados culturales y sociales38 (incluidas cuestiones raciales, de género y de clase). También se niega a comprender el modo en que la vida emocional de los individuos está estrechamente vinculada a relaciones de poder, patrones de consumo y valores morales.
Así, a pesar de numerosos estudios que enfatizan la dimensión moral, coercitiva e ideológica de la felicidad (este libro, entre ellos), la psicología positiva opta por aproximaciones reduccionistas que niegan o minimizan todas estas dimensiones.Por otro lado, la taxativa división que establecen estos psicólogos entre emociones positivas y negativas yerra en reconocer que no hay, de hecho, forma alguna de separar entre positivo y negativo cuando hablamos de emociones, ni desde el punto de vista psicológico, ni social, ni de ningún otro.
La ambivalencia es el color de cualquier experiencia emocional en la vida. Se puede sentir tristeza y al mismo tiempo alivio por la muerte de un familiar afectado de una enfermedad larga y dolorosa; un ladrón que roba en una tienda puede sentir a la vez excitación y culpabilidad; ver una película de terror causará miedo y al mismo tiempo placer, etc. Es erróneo concebir las emociones como entidades separadas dotadas de valencias y de contornos precisos, así como pensar que existen emociones simples e irreductibles que estarían en la base de experiencias emocionales más complejas.
A este respecto, Jerome Kagan señala que toda experiencia emocional es siempre compleja e irreductible a un solo término (asustado, triste, feliz, culpable, sorprendido, enfadado), ninguno de los cuales agota la experiencia emocional, ni por sí solos, ni por adición de varios de ellos, y mucho menos en términos de positivo o negativo. Por extensión, deberíamos dudar de que haya un estado emocional específico, mucho menos universal, al que pudiéramos inequívocamente llamar «felicidad», así como de que haya estado emocional alguno que no sea al mismo tiempo bueno y malo, positivo y negativo, placentero y desagradable, funcional y disfuncional.Más allá de eso, el afirmar que las emociones positivas producen resultados positivos y que las negativas producen resultados negativos es simplificar demasiado. Las denominadas emociones positivas se relacionan con efectos indeseables tanto como las negativas con lo contrario.
Por ejemplo, emociones como la esperanza combinan siempre un deseo enérgico de que algo bueno ocurra con el miedo o la ansiedad de que finalmente no llegue a suceder; la alegría puede impulsar a las personas a emprender tareas difíciles, pero a veces hace que las personas desistan antes frente a retos complicados, que tomen elecciones menos meditadas, o que sean más conformistas y aquiescentes; el perdón puede ser beneficioso entre personas que discuten poco, pero no en el caso contrario; el enfado puede llevar a adoptar un comportamiento destructivo y a humillar a otros, pero también a desafiar a la autoridad y estrechar lazos interpersonales y comunitarios ante determinadas injusticias o amenazas; la nostalgia puede sumir a la persona en un estado de abatimiento y de refugio en el pasado, pero también fortalecer el sentido de identidad y pertenencia, o favorecer el análisis crítico; y la envidia puede desembocar en resentimiento y hostilidad, pero también en admiración y en mayores esfuerzos por mejorar.
En cuanto a la positividad, esta no siempre es deseable, tampoco. El optimismo, por ejemplo, puede aumentar el riesgo de depresión ante decepciones graves; las personas con estados de ánimo alegres a menudo presentan una mayor tendencia al egoísmo (por ejemplo, Tan y Forgas muestran que «en el juego del dictador, los individuos más alegres se mostraban mucho más egoístas que otros individuos de humor más melancólico, tanto en experimentos de laboratorio como fuera de ellos»), un buen estado de ánimo puede reducir el comportamiento empático, favorecer conductas estereotipadas, o aumentar errores de juicio cuando se trata de evaluar el propio comportamiento y el de los demás, favoreciendo así la tendencia a ignorar factores circunstanciales y a dejarse llevar por los prejuicios.Por último, la arraigada asunción entre los psicólogos positivos de que son las emociones positivas las que mejor forjan la personalidad y construyen la cohesión social choca frontalmente con análisis históricos y sociológicos al respecto, incluidos los estudios de Smail sobre el odio y el virtuosismo en la sociedad de la Baja Edad Media, los estudios de Barbalet sobre la vergüenza en la Inglaterra previctoriana o los trabajos de Cahill sobre la relación entre vergüenza y confianza.
Emociones como la envidia, la humillación, el miedo o la cólera son tan favorables o desfavorables como el amor o la compasión para la formación de la personalidad y la cohesión social. Mientras que los psicólogos positivos insisten en que la frustración, la tristeza o el odio son síntomas de una formación defectuosa de la psique y perjudiciales para las relaciones sociales, muchas de estas emociones catalizan dinámicas sociales cruciales de cohesión grupal y de movilización colectiva: Arlie Hochschild, por ejemplo, ha estudiado el resentimiento como uno de los motores principales del movimiento feminista de finales de la década de 1960. Igualmente, la ira empuja a individuos y colectivos a oponerse a la opresión, a la injusticia y a la falta de reconocimiento. Así pues, algunas de las denominadas emociones negativas, como por ejemplo el odio, están intrínsecamente ligadas a todas las lógicas de acción y reacción política, y contribuyen a conformar el sentimiento que uno tiene de su propio valor, esto es, la identidad personal. Lo que la psicología positiva llama emociones negativas son, en realidad, complejos emocionales cargados de un fuerte componente de reacción y cambio político. Instigando a eliminarlas o a convertirlas en emociones más positivas en aras del crecimiento personal, los psicólogos positivos no solo vacían estas llamadas emociones negativas de su utilidad y valor social y personal, sino que también neutralizan su naturaleza política.Los psicólogos positivos deberían pues reconocer que cuando hablamos de emociones no caben juicios a priori sobre su funcionalidad o disfuncionalidad.
Cualquier emoción proporciona una valiosa información sobre la manera en que las personas construyen los relatos sobre sí mismos, las formas en que entablan relaciones, se mueven en su entorno social, lidian con las decepciones, las presiones, los infortunios o las oportunidades. Toda emoción proporciona también información sobre qué lleva a los grupos a actuar, a cambiar, a expandirse, a disolverse y a movilizarse. El principal desafío, por lo tanto, es comprender la funcionalidad de cada emoción y el papel que desempeña cada complejo emocional en la configuración, el mantenimiento o la oposición de particulares dinámicas individuales, sociales y culturales en contextos también particulares (las identidades personales y sociales, las acciones colectivas, el humor, la libertad de expresión, la resistencia política, el consumo) y no descartar ninguna alegando que son inherentemente negativas e indeseables para cualquier cosa que uno se proponga en la vida.Recientemente, algunos psicólogos positivos sensibles a estas y otras críticas han impulsado la denominada «segunda ola de la psicología positiva», la cual pretende adoptar un enfoque más dialéctico y menos taxativo en su aproximación a las emociones.
Sin embargo, si esta reforma cuaja o no y ayuda a mover el campo hacia posicionamientos más integrales y autocríticos, y el hecho de que esta iniciativa haya surgido desde las propias filas de la psicología positiva, evidencia aún más lo fuertemente establecida que está la división positivo-negativo en la disciplina —así como en todas aquellas corrientes populares y profesionales que beben de ella.No obstante, y a pesar de las críticas tanto externas como internas, la psicología positiva se adhiere a un discurso emocional que fetichiza la felicidad, que reduce la noción de funcionalidad al ámbito de lo psicológico y que identifica la salud, el éxito y la superación personal con la positividad.
Paradójicamente, lejos de superar el supuesto sesgo negativo de la psicoterapia tradicional, la taxativa división entre emociones positivas y negativas trae consigo nuevas formas de patologización, es decir, una nueva jerarquía emocional de acuerdo con la cual las personas sanas pero negativas no se consideran lo suficientemente sanas o funcionales. Adoptar una visión optimista hacia el mundo y hacia la propia vida se impone como requisito emocional para preservar una imagen de salud, adaptación y normalidad: si uno no es positivo es que algo (malo) le ocurre.
Una guía para el escéptico sobre el crecimiento y la realización
Get Out Of Your Own Way (por Dave Hollis) explora los pensamientos limitantes que pueden impedirnos crecer, sentirnos realizados y estar completamente presentes para nuestros seres queridos. Al desacreditar sus propias mentiras creadas por él mismo con franqueza y humor, el autor proporciona una idea de cómo se pueden superar posiciones similares de larga data.
Muchos de nosotros caemos en un funk en algún momento de la vida. Incluso cuando las cosas se ven bien desde el exterior, cuando tenemos un trabajo estable y una relación amorosa, todavía podemos estar luchando por dentro. A menudo, esta lucha ocurre cuando ya no estamos creciendo como individuos. La vida ha perdido su desafío, por lo que ya no nos sentimos realizados. Si queremos ser la mejor versión de nosotros mismos y estar completamente presentes para nuestros seres queridos, debemos aceptar que el crecimiento personal es la clave. Y para crecer de verdad, tenemos que apartarnos de nuestro propio camino.
Aprende a desafiar las suposiciones que te están frenando
Autoayuda. Es para personas que tienen una crisis de la mediana edad. O aquellos que buscan “encontrarse a sí mismos” después de perder el contacto con su “verdadero yo” hace 20 años. Definitivamente no es para alguien como el autor: una persona con una pareja amorosa, algunos niños sanos y una carrera respetable, ¿verdad?
Incluso después de lograr las grandes metas de la vida, Dave Hollis se sentía infeliz e insatisfecho. Regresó a casa después de un largo día en la oficina y se distrajo con demasiados tragos, demasiado exhausto como para comprometerse realmente con sus hijos o brindarle a su esposa el apoyo que necesitaba y merecía. Se dijo a sí mismo que eso era normal, que debía superarlo y seguir con su vida. Después de todo, todos en el exterior pensaban que su vida era perfecta. Y, sin embargo, no podía quitarse de encima lo plano que se sentía, y no tenía idea de por qué.
La verdad es que, cuando estamos atrapados en este tipo de rutina, generalmente prestamos demasiada atención a las voces inútiles en nuestras cabezas, ya sabes, las que nos dicen que solo somos adorables debido a nuestros trabajos llamativos. o porque todo el mundo piensa que tenemos la vida bajo control. Pero la única forma en que podemos silenciar esas voces es desafiando la validez de cada una de ellas. Y para hacer eso, necesitamos comprometernos con un viaje de crecimiento personal.
Descubrirás:
- lo que Eminem puede enseñarte sobre la vulnerabilidad;
- cómo un fisgón bien intencionado cambió más de una vida; y
- por qué necesitamos aprender otro idioma para tener una relación exitosa.
Igualar nuestro valor personal con nuestra profesión socava nuestra autoestima
Imagina que estás en un cóctel, rodeado de gente deslumbrante con trabajos interesantes. Estás charlando con alguien que acabas de conocer y te hace la pregunta inevitable: ¿A qué te dedicas?
Diles que eres el jefe de ventas del estudio de cine de The Walt Disney Company. Así es. El Disney. Eres el que pone películas como Frozen , Inside Out y todo lo relacionado con Marvel en los cines de todo el mundo. Y eres bueno en eso. Muy bien, acorde a tu salario.
Naturalmente, su nuevo conocido está impresionado. Su rostro se ilumina. Lanzas un suspiro interno. Ojalá tu trabajo te iluminara de la misma manera.
Érase una vez, el autor Dave Hollis era ese ejecutivo de ventas descontento en Disney. Con un suministro interminable de películas taquilleras y un fabuloso equipo que trabajaba con él todos los días, superaba los objetivos de ventas y ganaba más dinero que nunca. Pero Dave estaba profundamente infeliz. Dado que prácticamente podía hacer su trabajo con los ojos cerrados, se sentía poco desafiado e insatisfecho.
A pesar de sentirse así, Dave dudaba en hacer cambios audaces. La gente estaba asombrada por el título de su trabajo; por eso, había permitido que su trabajo se convirtiera en su identidad. Siempre se había enorgullecido de su exitosa y evolutiva carrera. Dejarlo atrás fue como dejar ir lo mismo que hacía que la gente lo viera como algo valioso. Pero Dave anhelaba liberarse de lo que otras personas pensaban de él. Tenía que hacer un cambio.
Y así dio un salto.
Renunció a Disney y asumió el cargo de director ejecutivo en el negocio de su esposa, The Hollis Company. Fue un desafío pasar de una empresa de medios masivos a una pequeña empresa emergente, y Dave tuvo que volver a aprender todo lo que creía saber sobre negocios. Pero esto era justo el estímulo que necesitaba. Y le enseñó algo importante sobre sí mismo: su valor como persona no provenía del tamaño de su cheque de pago o del prestigio de su empleador. Provino de ser una persona amorosa y respetuosa que se preocupaba por el mundo que lo rodeaba. Y él podría ser esa persona, incluso sin un título elegante en su tarjeta de presentación.
Ser honesto acerca de sus debilidades puede darle una ventaja competitiva
Un lugar de trabajo puede sentirse un poco como la sabana. Si eres la cebra con una pata lesionada, terminarás como la cena de un león. De manera similar, si está negociando un trato comercial, no querrá que la otra parte conozca sus debilidades. Si lo hacen, es probable que los exploten.
Cuando Dave trabajaba para Disney, se colocó firmemente en el papel de león. Usó un enfoque combativo, ocultando cualquier inseguridad para que no pudiera usarse en su contra. Y si bien esto resultó en muchas ofertas excelentes, tuvo un precio. El estilo de negociación de Dave lo hacía parecer irrazonable e insensible, y esto lo distanció de los demás.
Sorprendentemente, no fue un curso de habilidades interpersonales lo que ayudó a Dave a cambiar su estilo de negociación. Era la escena final de la película 8 Mile , donde dos raperos, uno interpretado por Eminem, compiten en una batalla clandestina de rap, cada uno tratando de insultar al otro en versos improvisados. Cuando Dave escuchó al personaje de Eminem, B-Rabbit, rapeando sobre su novia engañándolo y siendo víctima de un asalto malicioso, se conmovió. B-Rabbit no estaba tratando de ocultar sus debilidades. Los estaba poseyendo. Y al poseerlos, evitó que su oponente los explotara, dejando al otro rapero sin poder.
Este fue un punto de inflexión para Dave. En lugar de ser cauteloso, se volvió honesto y vulnerable. Dave comenzó a presentar sus debilidades a cualquier parte con la que estaba negociando, enmarcando esas debilidades como fortalezas. Por ejemplo, podría señalar que su inexperiencia le permitió ofrecer una nueva perspectiva.
Dave estaba tan contento con los resultados de este nuevo enfoque que se preguntó si podría usarlo fuera del lugar de trabajo. Y entonces comenzó a ver cada interacción que tenía con otras personas como un tipo de negociación, desde cómo motivaba a sus hijos hasta cómo se comunicaba con su esposa.
Sospechaba que, al igual que en los negocios, había estado alejando a la gente al ocultar sus inseguridades. Y tenía razón. Tan pronto como dejó de pretender ser el Sr. Invencible, sus relaciones mejoraron. Sin su armadura, estaba en una mejor posición para recibir amor y apoyo, y también para empatizar con los demás.
Si queremos crecer, tenemos que normalizar el fracaso
Cuando estaba en la escuela primaria, el hijo de Dave, Jackson, quería postularse para presidente de la clase. Dave animó a Jackson a hacerlo. Sabía por experiencia personal que, gane o pierda, era una importante oportunidad de aprendizaje para su hijo. Después de todo, él mismo había corrido dos veces y perdido las dos veces.
Al igual que su padre, Jackson perdió su campaña. Pero Dave aprovechó la oportunidad para enseñarle a su hijo que fallar no lo convierte en un fracaso. Su familia todavía lo amaba y lo valoraba, y no tenía que preocuparse por las opiniones de sus compañeros de clase, al menos había tenido el coraje de hacer algo que la mayoría de ellos no había hecho. Había trabajado duro y armado una gran campaña. Claro, el resultado fue decepcionante, pero demostró que el fracaso no te mata.
Fue en ese momento que Dave se sentía muy deprimido por su papel en Disney y estaba considerando su próximo movimiento. Durante demasiado tiempo había estado funcionando en piloto automático y teniendo éxito con muy poco esfuerzo. También sabía que si intentaba algo diferente, estaría invitando al fracaso a volver a su vida.
Dave operaba con lo que la psicóloga Carol Dweck llama una mentalidad fija . Pensó que sus talentos estaban predeterminados y que su conjunto de habilidades era limitado. Por eso tenía la costumbre de evitar cosas que suponía que no haría bien.
Pero el libro Mindset de Dweck le enseñó a Dave que algunas personas tienen una mentalidad de crecimiento . Creen que pueden mejorar y desarrollar continuamente sus habilidades y talentos, ampliando sus horizontes a medida que buscan nuevas experiencias.
El libro también le enseñó a Dave que podemos elegir nuestra forma de pensar. Y así, para salir de su rutina, Dave tuvo que creer que podía crecer como individuo. Al igual que Jackson, tenía que creer que sobreviviría a los inevitables fracasos del camino.
A pesar de la maravillosa oportunidad que nos ofrece el fracaso, sigue siendo un gran tabú en la sociedad actual. Pero al abrazar las cosas en las que no somos naturalmente buenos, podemos desafiar el condicionamiento social, sentirnos más cómodos con no ser perfectos y descubrir talentos ocultos que nunca supimos que teníamos.
Cuando dejamos de evitar el dolor, se convierte en un mecanismo de crecimiento
En 2013, Dave y su esposa, Rachel, decidieron adoptar un niño. Ya tenían tres hijos biológicos. Pero sin una hija, su familia se sentía incompleta.
Tres años después, recibieron la llamada que estaban esperando. Una trabajadora social le contó a Rachel sobre las gemelas, de solo cuatro días de edad y que necesitaban un hogar amoroso. La pareja respiró hondo y dijo que sí. Su familia finalmente estaría completa.
Las chicas habían estado con los Hollis durante cinco semanas cuando otra llamada telefónica lo cambió todo. Mientras que la madre biológica los había abandonado, su padre quería la custodia. Y así la pareja tuvo que renunciar a las niñas.
A pesar de su angustia, Dave sabía que tenían que seguir persiguiendo su sueño. Sí, la idea de pasar por el mismo dolor con otro niño era aterradora. Pero Dave sabía que se arrepentirían si trataban de protegerse de ser lastimados nuevamente. La única forma en que podían encontrar a la hija que siempre quisieron era seguir adelante con valentía.
Unos meses más tarde, después de una reunión positiva con su abogado de adopción, Dave y Rachel estaban almorzando. Mientras comían, Rachel le preguntó a Dave si se había puesto en contacto con el padre de los gemelos. Para ayudarla a lograr un cierre, quería llevarles algunos regalos a las niñas. Dave se preparó. Sabía que lo que estaba a punto de decir le causaría mucho dolor a Rachel. El padre de las gemelas le había dicho cortésmente a Dave que no quería que los Hollis volvieran a tener contacto con sus hijas nunca más.
Con esta noticia, Rachel se derrumbó. Le dijo a Dave que no podía continuar. El dolor era demasiado. Y fue entonces cuando sucedió algo increíble. El hombre sentado en la mesa contigua a la de ellos escuchó la conversación y les dijo que era adoptado. Sus padres habían pasado por muchos intentos fallidos antes de adoptarlo a él y a su hermano. Si se hubieran dado por vencidos, él no sería quien era.
Este encuentro casual les recordó a la pareja lo que podían ganar si superaban el dolor. Y eso fue lo que hicieron hasta que, dos meses después, encontraron a la niña que eventualmente adoptarían. La llamaron Noah, por el extraño del restaurante. El coraje, la fe y el amor les habían ayudado a sobrevivir a la avalancha de dolor. Y al hacerlo, sabían que podían sobrevivir a cualquier cosa.
No debemos asumir que sabemos lo que nuestra pareja necesita
¿Alguna vez ha pasado el día cocinando la comida perfecta para su pareja, solo para que estén felices pero no extasiados por sus esfuerzos? O tal vez les encontraste el regalo perfecto, a lo que respondieron: «Gracias, es lindo». Así de simple, un gesto que expresaba tu profundo amor es descartado como nada especial.
La razón por la que esto sucede a menudo es porque diferentes personas interpretan los gestos de manera diferente. Para complicar más las cosas, no somos seres estáticos. A medida que crecemos, nuestras necesidades cambian. Entonces, ese tiempo de calidad que nos hizo sentir conectados el año pasado podría no ser lo que necesitamos hoy.
Cuanto más familiarizados estemos con el cableado único de nuestro socio, más exitosa será nuestra relación. Afortunadamente, hay muchas herramientas simples que puede usar para saber qué hace funcionar a su pareja.
Dave y Rachel usaron el Eneagrama para aprender más sobre ellos mismos y entre ellos. Esta prueba de diagnóstico clasifica tus tipos de personalidad primarios y secundarios, identificando cómo te comportas cuando las cosas van bien y cuando estás bajo presión. Más poderosamente, el Eneagrama también arroja luz sobre cómo los diferentes tipos de personalidad se emparejan con otros, explicando por qué la naturaleza de «pacificador» de Dave se combinaba tan bien con la personalidad de «triunfadora» de Rachel.
Dave y Rachel también encontraron el libro Los 5 lenguajes del amor extremadamente esclarecedor. Según su autor, el Dr. Gary Chapman, la mayoría de las parejas no comparten un lenguaje de amor. Por ejemplo, el lenguaje de amor de Dave son los actos de servicio . A menudo le hacía mandados a Rachel, pensando que esta era la mejor manera de demostrar su amor. Pero el lenguaje de amor de Rachel son las palabras de afirmación , y hubiera preferido que él le dijera lo genial que es, lo que explica por qué todos los gestos de servicio de Dave seguían fracasando.
Una vez que entendemos cómo nuestra pareja da y recibe amor, podemos aprender a hablar su lenguaje de amor y ella puede aprender a hablar el nuestro. De esa manera, estamos mejor posicionados para negociar los tiempos difíciles, celebrar los buenos y decirles cuánto significan para nosotros de una manera que les importe.
Para ser el mejor socio, debe poder desempeñar diferentes roles en diferentes momentos
Cualquiera que tenga un negocio sabe que para sobrevivir hay que cambiar con los tiempos. A menos que su empresa pueda adaptarse a los cambios en las preferencias de los clientes, las nuevas tecnologías o los cambios culturales, morirá. Pero aunque el cambio puede ser una oportunidad para que los dueños de negocios sean flexibles e innovadores, el cambio en nuestras relaciones personales generalmente nos paraliza con miedo.
¿Porqué es eso? Bueno, a menudo pensamos que la necesidad de cambiar significa que hemos estado haciendo algo mal, posiblemente durante años. En lugar de considerar la idea de que nosotros mismos hemos cambiado, o que nuestras circunstancias lo han hecho, decidimos que hemos fallado. Pero el cambio es una parte normal de cualquier relación. Y para ser mejores socios, debemos sentirnos cómodos con eso.
Si recuerda los eventos del año pasado, probablemente reconocerá que necesitaba diferentes cosas de su pareja en diferentes momentos. Por ejemplo, necesitó compasión cuando murió su padre, pero necesitó ayuda doméstica la semana de ese gran discurso de cliente. Las relaciones más sólidas son aquellas en las que cada socio puede identificar lo que el otro necesita y dárselo sin asumir que lo sabe mejor.
Cuando Rachel estaba en las primeras etapas de negociación para presentar un programa de televisión por cable, Dave aprendió una valiosa lección sobre no hacer suposiciones. Supuso que Rachel lo necesitaba para salvarla de cualquier decepción aplastante, por lo que señaló que las probabilidades de que ella consiguiera el trato eran de alrededor del 3 por ciento. Esto hizo que Rachel sintiera que Dave no tenía fe en sus habilidades.
Seis meses después, Rachel le dijo a Dave que le había comprado un regalo. Siguiéndole el juego, Dave le preguntó qué había comprado. Era un brazalete, con un amuleto que decía «3%». Rachel había firmado con éxito con la cadena de televisión. El brazalete era un recordatorio de que necesitaba tener fe en sí misma, incluso cuando su esposo no la tenía.
Entonces, ¿cómo evitamos cometer el mismo error que Dave y le damos a nuestra pareja lo que necesita? La respuesta es simple. Solo pregúnteles qué puede hacer para apoyarlos mejor. Entonces sea lo suficientemente humilde para escuchar su respuesta. Si puede aceptar su solicitud y dejar de lado sus suposiciones sobre sus necesidades, transformará su buena relación en una excelente.
No asuma que realmente puede entender los puntos de vista de otras personas
Dave creció en una comunidad convencional, en la que todos tenían el mismo aspecto, adoraban de la misma manera y tenían el mismo tipo de vida hogareña. No fue hasta que tenía poco más de veinte años que comenzó a conocer gente diferente a él, incluido un colega que se convirtió en su primer amigo gay.
Años más tarde, cuando Dave y Rachel buscaban la adopción internacional, querían asegurarse de que su futura hija pudiera conectarse con su herencia cultural. Para apoyar esto, se unieron a una comunidad eclesiástica multicultural. Esto abrió los ojos de Dave.
Hasta ese momento, pensó que tenía una comprensión relativamente clara de cómo debe ser vivir en Estados Unidos como una persona de color. Después de todo, había visto un documental sobre el movimiento por los derechos civiles y leído un libro sobre Martin Luther King, Jr. Pero Dave no podía estar más equivocado.
En 2014, la comunidad de la iglesia de Dave discutió sus temores de que la policía dispare a los afroamericanos, como Tamir Rice, de 12 años. Un padre de la congregación le preguntó a Dave si había hablado con sus hijos sobre cómo mantenerse a salvo si la policía alguna vez los detenía. David se sorprendió. De repente comprendió lo diferente que el mundo trataba a sus hijos, simplemente por el color de su piel. Nunca se le había ocurrido que algunos padres tenían que enseñar a sus hijos cómo interactuar de manera segura con la policía.
Cuando Dave participó en un taller sobre reconciliación racial y escuchó las historias que sus compañeros fieles le trajeron después de una gira por los derechos civiles en el Sur, se dio cuenta de que no tenía la menor idea sobre el verdadero impacto de los prejuicios raciales. Y, como hombre blanco privilegiado, en realidad nunca lo haría. Lo mejor que podía hacer era escuchar las experiencias de los demás y practicar la empatía en un intento por comprender mejor sus vidas.
Este despertar hizo que Dave mirara su lugar de trabajo con nuevos ojos. Vio que no sabía lo que era ser un empleado de Disney de una comunidad marginada o minoritaria. Y así, en los años siguientes, lideró iniciativas para abordar los prejuicios inconscientes contra las mujeres, las personas de color y los miembros de la comunidad LGBTQ. Al reconocer que no sabía nada acerca de sus experiencias, estaba en mejores condiciones para convertirse en su defensor.
Para crecer verdaderamente, debemos desafiar los pensamientos que nos limitan
A Dave le encanta correr. Completó un maratón de aventuras en Irish Hills y 14 medios maratones. Estos logros son notables, especialmente dado que Dave no comenzó a correr hasta los 36 años.
Cuando era niño, le habían dicho que las personas altas como él no podían, ni debían, correr. Y así no lo hizo. Afortunadamente, su racha competitiva comenzó cuando un colega lo retó a una carrera de 5 km. Ese impulso fue lo suficientemente fuerte como para superar las creencias limitantes que había tenido desde que era un niño.
Las creencias limitantes son pensamientos negativos que percibimos como verdad. Dibujan límites claros a nuestro alrededor, y diligentemente nos mantenemos dentro de ellos. Pero no tiene por qué ser así. Eso es porque donde trazamos nuestros límites en realidad depende de nosotros.
Cuando el colega de Dave sugirió la carrera, decidió descartar la creencia de toda la vida de que las personas altas no podían correr. Con el apoyo de su colega, comenzó a entrenar y participar regularmente en carreras. No, él no era genial de inmediato. Pero cada carrera que completó fue una prueba de que las personas altas ciertamente pueden correr.
Nuestras creencias limitantes nos impiden experimentar plenamente la vida. Creemos que una relación fallida significa que nunca encontraremos el amor, o que una mala entrevista significa que nunca conseguiremos el trabajo soñado. Dejamos de llegar porque pensamos que cada experiencia tendrá el mismo resultado.
Entonces, ¿cuál es la causa raíz de nuestras creencias limitantes? Dave cree que es miedo: al rechazo, al fracaso oa exponernos como menos que perfectos. Como a nadie le gusta ser ridiculizado o juzgado, nos aferramos a nuestras creencias limitantes y nos mantenemos dentro de una zona de confort que nos protege del dolor.
Reconocer sus creencias limitantes es el primer paso en un viaje de crecimiento mucho más largo. Para superar los pensamientos que lo retienen, debe dejar de lado sus posiciones mantenidas durante mucho tiempo y contemplar la posibilidad de que las cosas puedan ser diferentes. Solo entonces estarás listo para desafiar esa voz en tu cabeza que dice que no puedes hacer esto o que no eres lo suficientemente bueno para eso.
Dar pequeños pasos hacia tu meta silenciará esa voz. También lo abrirá a descubrir algo maravilloso, como el amor por correr. Pero aún más importante, aprenderá algo acerca de usted mismo: que está decidido, comprometido y esforzándose por vivir su mejor vida.
Para ayudarlo a mantenerse encaminado mientras intenta vivir su mejor vida, dedique un tiempo a reflexionar sobre los principios por los que desea vivir, tanto en su vida personal como en el trabajo. Estos pueden ser objetivos como actuar con integridad, aceptar experiencias fuera de su zona de confort o comprometerse a ser sincero. Escriba sus principios y mantenga su lista a mano. Esto actuará como tu brújula si alguna vez te pierdes.
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