Actualizado el sábado, 26 marzo, 2022
Vivimos en una “sociedad líquida”, un término que usó el sociólogo Zygmunt Bauman para referirse a un estilo de vida en el que nada se mantiene durante mucho tiempo, que cambia tan rápido que nos “obliga” a mantener relaciones efímeras y superficiales, sacrificándolas en el altar de la inmediatez. La paciencia, en este caso, queda fuera de la ecuación.
En esa “vida líquida”, obsesionados con seguir el ritmo de las actualizaciones y presas del temor a quedarnos obsoletos, nos olvidamos de la paciencia. Queremos todo inmediatamente. Nos olvidamos de que las cosas que verdaderamente valen la pena demandan esfuerzo y tiempo; olvidamos que cada cosa tiene su momento y lugar, y que forzar las situaciones suele ser contraproducente.
A veces la vida no nos dice “no”, sino “espera”
“La paciencia no es simplemente la capacidad de esperar, sino de mantener una buena actitud mientras esperas”. —Joyce Meyer
Este original corto de Michael Warren y Katelyn Hagen titulado The Counting Sheep tiene como protagonistas a las ovejas que contamos cuando no podemos dormir. Sin embargo, la oveja número 100 no es precisamente muy paciente, se desespera pues piensa que su turno para saltar la valla no llegará nunca.
Una de las lecciones más interesantes de este corto es que, a menudo, perdemos la paciencia y nos desesperamos simplemente porque no confiamos en el flujo de los acontecimientos. A veces malinterpretamos las señales y creemos que la vida nos dice “no” cuando solo nos está diciendo “espera”.
“La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”. —Immanuel Kant
A lo largo de la vida podemos terminar comportándonos como la oveja número 100, forzando las situaciones sin darnos cuenta de que no es el momento más oportuno, ya sea porque no estamos preparados o porque las circunstancias no son las más adecuadas. Así, terminamos tomando decisiones precipitadas de las que podemos arrepentirnos.
Wu-wei: fluir con la vida
Uno de los conceptos más interesantes del taoísmo es el wu-wei, que se puede traducir literalmente como “no acción”. Este concepto nos anima a “no hacer nada, pero no dejar nada por hacer”. No se trata de quedarse de brazos cruzados, sino de aprender a dosificar nuestra energía para hacer las cosas de manera natural y espontánea, sin prisas ni agobios que nos conduzcan por caminos forzados.
Para practicar el wu-wei es necesario cambiar de mentalidad, olvidarse de la “vida líquida” con su sentido de la urgencia y la inmediatez, para desarrollar dos habilidades básicas:
- Aprender a confiar en el flujo de la vida
- Aprovechar las oportunidades cuando se presenten
Se trata de un cambio de perspectiva importante que nos permitirá tomar mejores decisiones y afrontar la vida con mayor serenidad, sin presionarnos innecesariamente.
¿Te animas a hacerte amigo de la paciencia y practicar el wu-wei?
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